1937. River goleó al Ciclón
Los forwards millonarios estuvieron muy eficaces y San Lorenzo se mostró entusiasta, pero de escasa trabazón. Peucelle y Moreno, sus dos columnas ofensivas, fueron los scorers del encuentro.
Si quedaba un partido serio para River Plate, capaz de sazonar el plato fuerte del último match de la temporada contra Boca Juniors, era el del domingo contra San Lorenzo. Es verdad que la campaña del Ciclón en la segunda rueda del certamen fue mediocre y la de su rival, excelente, de manera que, jugándose el match en el field de Avenida Alvear y Tagle, River tenía casi todas las probabilidades de ganar. Pero ese "casi" es el que otorgaba expectativa al cotejo, puesto que si "donde hubo fuego, ceniza queda" era, precisamente. San Lorenzo un enemigo indicado para estrechar la diferencia entre River e Independiente, a sólo dos puntos, con la que éste quedaría en situación de esperar el match final contra Boca. Y no sólo los rojos, sino todos los aficionados habrían experimentado para entonces una creciente y apasionada expectativa. Pero así como cayó Gimnasia y Esgrima de La Plata, "cuco" en su field del Bosque, y más tarde Vélez Sarsfield, más "cuco" todavía en su inexpugnable Fortín, el domingo cayó San Lorenzo en forma más categórica que la presumible, allanándose así de obstáculos el camino triunfal de los millonarios, que van llegando a la meta con "verdadero lujo" de capacidad y magnífico alarde de entereza.
LUCHA MOVIDA Y RECIA
Los que fuimos al field de la Recoleta, no ya pensando en la derrota del favorito, sino, por lo menos, en una lucha intensamente reñida y atrayente en sus alternativas, quedamos gratamente sorprendidos al comprobar en las acciones iniciales, la velocidad y bravura de los primeros ataques a fondo que llevaron los santos, en base a un apoyo eficiente de los halves, la iniciativa de Pérez y la acometividad de Alarcón y Cantelli.
Prontamente, Sirne y los backs tuvieron que emplearse a fondo y las exclamaciones jubilosas y entusiastas del sector de las "populares", dieron rápidamente la pauta de que allí satisfacía la feliz iniciación de sus favoritos, mientras en el sector oficial reinaba un silencio que trasuntaba inquietud. Pero el arco de River Plate se salvó una y otra vez y poco a poco, las líneas locales se repusieron de la sorpresa y fueron organizándose en forma que, ya a los 10 minutos, había equilibrado la lucha y forzando la ofensiva iba impresionando mejor que su adversario porque, cada hombre en su puesto, iba cumpliendo su rol determinado en la organización conjunta.
EL PRIMER GOAL
Se cumplía el cuarto de hora cuando la acción de River Plate resultaba más segura en el juego de media cancha y sus ágiles penetraban más peligrosamente en el área rival, donde Malvino (inesperado suplente de Jover) no ofrecía todas las garantías necesarias de seguridad y colocación exigibles para un match de tanta responsabilidad. Bueno, el nombre mismo del arquero, no resultaba propicio, además que se constituía en una propaganda perniciosa para las actividades comerciales del winger Arrieta y su socio, ausente del match, Diego García.
La defensa de San Lorenzo, para salir de apuros, echó dos o tres veces a "córner", lo cual resultaba muy peligroso frente a un River Plate que hoy cuenta en Moreno el más auténtico sucesor de Cándido García, en eso de mandar cabezazos a la canasta. Pasó un comer y luego otro, sin nove-dad, pero a los 15 minutos exactos desde que se moviera la redonda en el centro del field, un centro de Peucelle lo contuvo Malvino, pero como se le escapara la ball, para zafar la situación comprometida Gilli envió al córner. Desde la esquina tiró bien por elevación Peucelle y Moreno en un ágil y oportuno salto cabeceó certeramente hacia el ángulo opuesto al que se encontraba el guardavalla y abrió el "score".
SEGUNDO GOAL Y EL UNICO DE SAN LORENZO
Fue a los 30 y 32 minutos, cuando el tanteador se movió para ambos lados. Pero antes de eso y ya con evidente primacía técnica, ya que no en bríos, de River Plate, la lucha ofrecía alternativos ataques. En una oportunidad, ya dentro del área penal, Ferreyra pretendió salvar el obstáculo de Gilli, pero éste lo rechazó en una jugada brusca que arrió con pelota y jugador, cayendo aquel lesionado y creándose un ambiente bastante caldeado que se originó en las tribunas y se reflejó rápidamente en la cancha.
El juego se hizo fuerte e intencionado por una y otra parte y se produjeron numerosos fouls. Precisamente esas dos variaciones que sucedieron a la apertura del score, tuvieron su iniciación en free-kicks por fouls.
Arrese derribó en mala forma a Pedernera y el tiro de castigo lo ejecutó éste a manera de centro largo; la pelota pasó por frente a la valla y en el otro extremo, acometió Peucelle y con un nuevo cabezazo proporcionó el segundo goal a su team.
No saboreó mucho tiempo River su segunda ven-taja, puesto que 2 minutos más tarde, un foul de Wergifker a Alarcón, motivó que Arrese ejecutara el tiro libre en forma alta hacia el arco y cuando Sirne salía de la valla en procura del rechazo, llegó antes Alarcón y también con la cabeza desvió la ball que fue a descansar en el fondo de la red.
Por un momento se creyó que la lucha se tornaría difícil para River Plate, tal fue el aliento que recibió San Lorenzo por este goal y su tribuna adicta, pero también duró poco esta situación.
UN GOAL DE VIVEZA
A los 37 minutos, tras recibir un pase de Moreno, Vaschetto tiró fuerte y recto y cuando podía creerse que Malvino rechazaría o saldría la pelota de los límites del field, ésta, inesperadamente, rebotó en un poste. Todos permanecieron a la expectativa, a excepción de Peucelle quien, ni lerdo ni perezoso, acometió con rapidez y alcanzando la ball se internó en el área penal hacia la izquierda para terminar enfilando un shot bajo y cruzado que tomó desprevenido a todo el mundo y volvió a colocar a River Plate en ventaja de dos goals. En el resto de la etapa no hubo más goals, pero River Plate impresionó mejor.
SEGUNDO PERIODO
Las primeras jugadas del segundo tiempo, al igual que el primero, fueron favorables a San Lorenzo, de manera que los adictos a River Plate empezaron a sentir desazón, evocando, por asociación no ya de ideas, sino de recuerdos, el reciente match contra Racing, en el que el 4 a 1 se volvió 4 a 4. Así, en sucesivos ataques, una vez Alarcón tiró fuerte y desviado y otra, Cantelli levantó por sobre el travesaño el tiro final, que pudieron variar el score con llevar puntería. No duró mucho esta característica. River Plate fue ordenando sus líneas y su mayor solidez frente a las fallas y claros que ofrecía su contrario le volvieron a dar supremacía, de manera que, poco a poco, no solamente sus ataques se hicieron más frecuentes, sino que eran mejor llevados y mucho más peligrosos.
LOS GOALS SE SUCEDEN
Ya plenamente afirmada la superioridad local, correspondió otra vez a Peucelle seguir la serie. A los 18 minutos, combinaron Ferreyra y Moreno y este último después de descolocar a la defensa contraria habilitó oportunamente a Peucelle, quien bien situado frente a la valla, afinó la puntería y su shot bajo y muy cruzado no pudo ser neutralizado por Malvino. Poco después, un nuevo foul de Arrese a Pedernera cerca de las 18 yardas permitió a éste dirigir el tiro libre en forma baja y violenta que Malvino alcanzó a desviar levemente, pero la ball fue a la red y el quinto goal se produjo. No obstante que San Lorenzo siguió luchando con decidido entusiasmo, no pudo evitar que River Plate cerrase el score con el sexto tanto, a la media hora, goal que fue obtenido por Moreno, quien de cabeza, como el otro que hizo, abrió y cerró la serie de goals.
LUCHA MOVIDA, PERO BRUSCA
Un poco por las características briosas de los rivales y otro poco por los ánimos caldeados después del golpe de Gilli a Ferreyra, durante casi todo el match predominó un cariz de juego veloz y fuerte, matizado con numerosas intervenciones ilícitas de jugadores de uno y otro bando que no escatimaron entrar en una competencia de fouls que dieron abundante tarea al referee y aspecto poco agradable a la lucha, si bien en ningún momento fue necesaria la aplicación de una medida extrema ni se originaron reyertas.
De los dos períodos, el mejor fue, sin duda, el primero, pues siendo los dos de características parecidas, aquél tuvo la ventaja de ofrecer mayor emoción y expectativa, pues aún el score no definía el ganador, mientras que después del cuarto goal, o sea la mayor parte del tiempo complementario, sólo quedaba por establecer por cuánta diferencia obtendría River su holgado triunfo.
En general no hubo el dominio que el score permite suponer y más bien, hubo permanente alternativa en los ataques. La diferencia debe buscarse en la mejor calidad y eficacia del juego de River Plate, particularmente en su acción de conjunto que fue desenvuelta, armónica y certera.
Los ataques superaron a las defensas y si el quinteto ofensivo vencedor fue el que estableció la mayor superioridad en el examen comparativo con el adversario, ello se debe más que al juego del quinteto en sí, a la notable eficiencia y habilidad de dos de sus hombres: Peucelle y Moreno, éste rico en recursos y aquél codicioso; ambos, dinámicos y valientes. Los demás no hicieron nada digno de ser destacado como no sea consignar que no desentonaron esterilizando el esfuerzo de tan excelentes compañeros. Ferreyra, lesionado casi al comienzo, hizo no obstante algunas jugadas de mérito; Vaschetto tuvo altibajos pronunciados como es frecuente en él y Pedernera actuó, sin duda, preocupado por los golpes de Arrese. La línea media que fue menos fuerte, realizó una tarea entusiasta y enérgica, en un plano de eficiencia parecida sus tres integrantes. La pareja de backs, más inclinada al rechazo, no mostró habilidad en el quite, y Sirne, bien, aunque cometió algunos yerros.
El ataque de San Lorenzo fue servido por dos buenos insiders de los cuales el más experto en la gambeta fue Pérez y el más peligroso en las entradas, Alarcón. Cantelli, fuera de algunas briosas acometidas finalizadas casi todas con falta de puntería, no fue un hábil director de quinteto. Más bien resultó deficiente en este aspecto. De los wingers, sin destacarse, sin duda, Cavadini superó a Arrieta. El mejor hall resultó Colombo, por juego y por limpieza. Lo siguió Arrese en el apoyo, pero fue recio en el quite, al igual que Scavone que, por momentos, corrió sin ton ni son, de un lado para otro. De los backs, Gilli superó a Tarrío sin alcanzar la eficiencia de otras performances muy superiores. En cuanto, al arquero, Mal-vino que estuviera ausente Jover y cargara él con tanta responsabilidad... Tiene condiciones, pero le falta experiencia para colocarse y estuvo inseguro de manos, quizá por nerviosidad lógica.
EL REFEREE
Ubaldo Ruiz dirigió la lucha en forma satisfactoria; tuvo tarea abundante por el juego recio y sucio y ello disculpa diversos yerros en que incurrió.