Las Crónicas de El Gráfico

"Enfermos de miedo" por Panzeri

Una encendida columna de Dante Panzeri donde se pregunta “¿Desde cuándo al periodismo deportivo (y a los deportistas) le están vedadas las inquietudes ideológicas en que se debate la humanidad?”.

Por Redacción EG ·

19 de julio de 2018
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Ese texto formó parte de la sección  EL HECHO Y EL COMENTARIO que salia en la última página de El Gráfico firmada por Dante Panzeri.

 

Voy a hablar del deporte —COMO SIEMPRE en este espacio— rozando aspectos de nuestra conciencia ciudadana. Los argentinos estamos enfermos. Enfermos de miedo. Padecemos una crisis de moral y convicciones gestada en el silencio forzoso guardado por muchas ideas. Hay terror por la verdad y la realidad. Por ellas se interesan todos. Pero la mayoría las prefiere, tímidamente, como confidencial, como "chimento". Pero las rechaza o las considera improcedentes dichas formalmente por la prensa y de frente. Por eso éste es un país propenso al "rumor". Se persiste en la mojigatería de suponer, como quien dice que bebe para olvidar, que nuestras angustias pueden superarse con la consigna de olvidarlas o eludirlas. Los dirigentes del deporte saben que el país está económicamente en falencia. Pero insisten en reclamar del Estado lo que el Estado no podría darles en esta moratoria económica. En lo deportivo el servilismo está a la orden del día. "Entusiasmo", "garra", "codicia", son palabras de casi un coro de comentarios radiales y escritos. Invocando "entusiasmo", "garra", "codicia" se silencia la inexistencia de habilidad o intelecto para jugar al fútbol. Este es, en este momento, un país de prensa libre. La libertad que este país no tiene es la que ningún gobierno puede darle: es aquella que una gran parte de la población teme ejercitar. Padecemos de la enfermedad del miedo. Hemos fabricado en la falta de franqueza para dialogar y discutir nuestros problemas una imagen de supuesta solemnidad que quiere ser seriedad. Y por pretender ser "serios" dejamos de ser sinceros. Llamamos seria a la prensa tímida y creemos que el periodismo positivo es el imparcial. Yo creo que el periodismo debe ser parcial —debiendo se objetivo y desapasionado--a porque si fuera imparcial no tendría opinión. Si abraza una causa tiene que ser parcial. En todo caso, de esto último haremos tema específico otro día, pero a quienes juzguen una barbaridad el que yo diga que el periodismo debe ser parcial les anticipo que se trata de una convicción que, mucho antes que a hiciera mía la sustentó alguien mucho más importante que yo en este mundo, llamado Bernard Shaw.

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Dentro de una sociedad hay muchas profesiones y distintas actividades. Pero todas, por distintas o divorciadas que sean, constituyen siempre UNA SOLA sociedad, un solo interés común, una sola colectividad para el mejor vivir de todos. Las actividades pueden ser distintas. Pero la formación MENTAL del individuo como accionista, con derechos, pero también con obligaciones, dentro de esa sociedad anónima llamada país... debe ser una sola. Una sola para señalar una obligación común, no una manera obligadamente uniforme de pensar.

De allí emana mi frecuente incursión -hablando de deportes- en aspectos que EL VULGO cree "ajenos al deporte". Es que no sólo NO PIENSO como el vulgo en ese sentido sino que a conciencia llego más allá: a creer que el deporte practicado a espaldas de las realidades e inquietudes sociales y económicas que EL VULGO supone que no tienen relación con el deporte (pero yo sí creo que la tienen) representa al deporte del cuerpo fuerte y la cabeza débil. El músculo sano y la cabeza vacía.

 Por televisión le pregunté al boxeador cubano Orlando Zulueta qué opinaba de Fidel Castro (El 1ro de enero del año en que se publicó esta nota Castro encabezó la revolución que derrocó a Fulgencio Batista en Cuba). Orlando Zulueta me contestó como a él le conviene. Yo no pretendía ni esperaba que me contestara para perjudicarse, porque, aunque sea boxeador, Orlando Zulueta es un hombre mentalmente muy ágil. Y Zulueta contestó, con una demostración muy feliz y beneficiosa para él en varios conceptos, de que no sólo sabe esquivar trompis, sino también remotas complicaciones.

A Toscanini le preguntaron en Nueva York que opinaba del béisbol. A Charles de Gaulle le preguntaron en París qué opinión tenia de la Vuelta Ciclista de Francia, Con el mismo espíritu de agilidad periodística me siento en el derecho de preguntarle a Zulueta qué opina, de Fidel Castro. Y a Zulueta el derecho de decirlo o eludirlo. Yo reclamo el mismo derecho de amenizar su trabajo de periodistas neoyorquinos o parisinos. Reclamo el derecho de acertar a la personalidad de los deportistas a los hombres que no se interesan por el deporte mostrando de Zulueta lo que le interesa en este momento a toda América. ¿Desde cuándo al periodismo deportivo le están vedadas las inquietudes ideológicas en que se debate la humanidad?

Imagen Dante Panzeri conduciendo en la televisión.
Dante Panzeri conduciendo en la televisión.


 Cuando quince días antes, también per televisión, le pregunte al mismo Zulueta de sus actividades como fotógrafo profesional de “Life", cosa que tampoco tiene nada que ver con el deporte, la pregunta gustó. Pero disgusta que se le pregunte por Castro. Según algún intérprete disgusta porque es poner en un aprieto al visitante que "buenamente" se ofrece a hablar de cuestiones deportivas.

 Acaso por la misma razón que el periodismo se acostumbró a dejar oculta la falta de habilidad e intelecto con la exaltación de la "garra y codicia", el público supone que el periodista debe ser un solidario con su reporteado. Yo no me siento enemigo de Zulueta y de nadie que reportee. Pero al reportear a Zulueta yo no siento obligación alguna de no "apretarlo" en el interrogatorio según lo que a ciencia y conciencia crea que interesa que diga. Por otra parte, Zulueta, no está haciendo "buenamente" ningún favor sino ejercitando ante la TV el derecho que le asiste de desplegar la publicidad que su profesión necesita. Y en tal caso deportista y periodista nos sometemos por igual a la obligación de servir al público, al que nos debemos con toda la gama de nuestros recursos.

 "La Nación" halla que tal pregunta implica acertar a los argentinos a "malos recuerdos". Disiento con el colega porque, según lo dice todos los días "La Nación" (con lo que estoy muy de acuerdo), éste es un país que paga las consecuencias de su fragilidad de memoria de pasados sufrimientos.

 Durante el peronismo todos los argentinos –especialmente los deportistas— que salimos del país, éramos indagados respecto de nuestra posición ante la dictadura. En cada uno de nosotros estaba la felicidad o infelicidad de saber, querer o poder contestar. En Río de Janeiro yo contesté lo que pensaba y eso me costó entrar en la lista negra que Rodolfo Valenzuela llevaba en la Confederación Argentina de Deportes, de lo que es testigo el presidente del Círculo de Periodistas Deportivos, señor López Pájaro.

A mí no me digan que a sabiendas de la nacionalidad de Zulueta, 9 de 10 argentinos no se interesan por su posición ante Fidel Castro. No me lo nieguen, porque privadamente son muchos los que lo averiguaron. Yo digo que eso es periodismo. Si no lo fuera, que los franceses no le pregunten a De Gaulle por la Vuelta Ciclista de Francia ni los norteamericanos a Toscanini por el béisbol. ¿O es que el deportista debe ser un incapacitado mental para todo lo que no sea deporte...? porque si tiene ideas no es deportista. Mi posición es otra: en el deporte no se debe hacer política.  Pero el deportista, como ciudadano que es, no puede ni debe ser indiferente a lo que le preocupa como ciudadano. Cuando así no fuera, estaremos ente la dolorosa realidad de que el deportista es una mente hueca que transfiere a los demás la obligación de pensar y luchar  por él.

Y yo, entre alguien que no piensa y otro que piensa distinto a mí, pero que piensa, prefiero a ml adversario de ideas.

DANTE PANZERI (1959)