2004. Palermo volvió a vivir
Después de su experiencia en España, Martín Palermo regresa a Boca, y le cuenta a El Gráfico sus sensaciones. En el club xeneize jugaría 7 años más para seguir escribiendo su leyenda.
Esta más flaco que cuando se fue. Se le nota en la cadera abreviada y mientras camina con las piernas envasadas en esos jeans marrones que las tornan decididamente zancudas, convalidando aquel bautismo de “Garza” en sus días de adolescencia y acné.
Está más sereno que cuando se fue. Se le nota en el aplomo con que relativiza las complicaciones de su Operación Retorno y en la placidez que irradia al recorrer el club, inmune a fastidios de cualquier índole cuando se le adhieren a la espalda hinchas, socios, allegados y afines para preguntarle cómo está, qué piensa, cuántos goles le hará a River, qué onda con Brindisi.
Está más contento que cuando se fue. Se le nota en la sonrisa encendida y en esa excitación desbocada al valorar cada ramificación cotidiana de su oficio de futbolista, como un mate en la utilería, una charla al paso con un periodista de los buenos viejos tiempos o un salto acrobático para acariciarle la mano a un hincha que trepó un muro de Casa Amarilla sólo para saludarlo.
Está más flaco, más sereno y más contento, pero Martín sabe que lo trajeron a Boca para que sea el mismo Palermo. “El optimista del gol”, según el bautismo de Bianchi. “La fiera del gol”, según el aggiornamiento de Brindisi para el larguirucho de goles épicos, looks oxigenados y festejos locos.
–¿Qué sensación tuviste en estos primeros días de reencuentro con el Mundo Boca?
–Siento que volví a vivir. Que regresé a mi casa. Hacía tiempo que quería reencontrarme con esta felicidad que sólo te da Boca. Desde el primer entrenamiento, cuando entré en el vestuario y empecé a bromear con los muchachos, sentí que el alma me volvía al cuerpo. Estoy esperando con ansiedad el día de pisar la Bombonera, porque sé que me voy a emocionar de lo lindo.
–¿Necesitabas reencontrarte con esa adrenalina?
–Muchísimo. Uno no se da cuenta lo que es Boca hasta que se va. Es algo incomparable, único. Por el cariño de la gente, por la repercusión, por los objetivos, por la prensa. Es una suma de cosas que lo convierten en algo maravilloso. Podrá existir algún club del mundo con más hinchas, pero la pasión que genera Boca es inigualable.
–Te fuiste ganador de todo, pero durante tus cuatro años de ausencia Boca volvió a recorrer ese camino. ¿Eso aumenta el compromiso de esta vuelta?
–No. Aunque yo no estuviera, Boca igual apuntaría a lo máximo. En estos días noté al grupo muy motivado. Aunque cambió el cuerpo técnico y llegaron varios jugadores, la esencia es la misma. Parece que Boca no hubiera ganado nada en los últimos tiempos. Hay una expectativa renovada, hambre de gloria, ganas de conseguir cosas importantes.
–¿No arriesgás demasiado prestigio con este regreso? Digo por la comparación con la etapa anterior.
–Eso no me preocupa. Todo lo que le dí a Boca ya está, quedó en la historia y no lo borra nadie. Ahora vine para seguir sumando cosas. Quiero darle más alegrías a la gente de Boca. Todas las que pueda. Pero sin mirar para atrás. Yo vivo el presente. No me gusta dormirme en los laureles de los goles que le pude haber hecho a River, al Real Madrid o a San Lorenzo. Miro para adelante y veo objetivos por alcanzar, goles por hacer, partidos por ganar. Y creo que ahora voy a disfrutar más que antes.
–¿Por qué?
–Porque estoy más maduro. En la etapa anterior pasó todo muy rápido y no supe encontrar el tiempo para saborearlo. Me explotó todo de repente: los goles, los campeonatos locales, la Libertadores, la Intercontinental… Cosas muy fuertes que venían una detrás de la otra, sin respiro. Y yo no tenía la capacidad o el entrenamiento para manejar esas situaciones. Estoy seguro de que voy a disfrutar muchísimo cada minuto de esta etapa, sin apartarme del compromiso que significa ganar un título.
–Como si hubiera otro Palermo.
–No sé si otro Palermo. Yo diría que es el mismo, pero más maduro. Por una cuestión de años y de vivencias.
El sinuoso periplo europeo aportó esas vivencias que galvanizaron el espíritu del nuevo Martín. Partió hacia España con el aval de aquellos goles al Real Madrid, pero sus días transcurrieron en un contexto menos glamoroso que la finalísima de Tokio 2000.
Irregularidad. Esa es la palabra que mejor se entalla a su rendimiento en tierra hispana. Por variables futbolísticas o circunstancias tan insólitas como la doble fractura mientras celebraba un gol del Villarreal, a Palermo le costó sostener el nivel explosivo del primer virreinato de Bianchi.
–¿Qué les respondés a quienes sostienen que Palermo fracasó en el fútbol español?
–No creo haber fracasado. Pero reconozco que no me fue todo lo bien que deseaba. Casi nunca pude ser feliz. Desgraciadamente, no tuve la fortuna de jugar en un equipo con aspiraciones grandes como las que tiene Boca. Jugué en clubes sin esa autoexigencia. Y eso influyó en mi rendimiento. Mi idea era empezar de abajo y crecer paulatinamente, pero se me complicó todo a partir de aquella famosa lesión por el muro que se me cayó encima. Rescato que en España me hayan tratado muy bien a nivel personal. Y también las experiencias que viví dentro y fuera de la cancha. Me sirvieron para crecer a todo nivel.
–¿Te arrepentís de haberte ido?
–No. En su momento tomé la decisión correcta. Había un desafío por delante y quería asegurar el futuro de mi familia.
–¿No te bajoneó haber terminado en un equipo de Segunda División?
–No, para nada. No sólo no me avergüenza, sino que los meses que pasé en el Alavés fueron fundamentales para mi recuperación. Después de tantas pálidas, había perdido el entusiasmo, las ganas de jugar. Y las recuperé en Alavés. Tuve continuidad y peleamos el ascenso hasta el final. Nos quedamos en la puerta, pero siempre fuimos protagonistas.
–¿Y qué te falta para ser el Palermo que fuiste?
–Lo que estoy viviendo ahora: la ilusión de pelear cosas importantes, una pretemporada intensa para ponerme a punto y un grupo que contagia optimismo.
–Que contagia optimismo y que está lleno de “viejitos”.
–Nooo… Tenemos experiencia, que no es lo mismo. Pero los “viejitos”, como dice la gente, no estamos solos. Nos rodean un montón de chicos que juegan muy bien y empujan con una fuerza bárbara. Hay una buena mezcla. Y a todos nos iguala una cosa: la mentalidad ganadora.
–Se reencontraron varios muchachos de la primera etapa, pero se fue Bianchi…
–Lo de Carlos me sorprendió, como a todos. Pero si tomó esa decisión, tendrá sus razones y hay que respetarlas. Yo le tengo un agradecimiento eterno y le deseo lo mejor. Ahora el grupo tratará de responderle a Miguel, que me parece una gran persona…
Miguel supo llegarle al corazón en un instante crucial. La Operación Retorno parecía naufragar por una cláusula teñida de desconfianza, que lo obligaba a jugar una determinada cantidad de partidos para garantizarse la plena vigencia de un contrato trienal. Para colmo, las noticias que venían de México ubicaban a su competidor directo por la vacante de centrodelantero, José Saturnino Cardozo, cada vez más cerca en las cifras. Y esa ilusión construida día tras día, ladrillo a ladrillo, parecía derrumbarse inexorablemente.
En el hervor de la amargura le sonó el celular. Y la voz de Brindisi le revitalizó la esperanza: “Tranquilo, Martín, que vos sos el nueve que yo quiero. Se va a hacer lo imposible para que vengas.”
Menos de 24 horas después, Palermo estaba en el complejo de Casa Amarilla para ser presentado como nuevo jugador de Boca. Aquella desconfianza incomprensible mutó a un respaldo incondicional. Tanto que lo presentaron a la prensa antes de pasar la revisión médica y firmar contrato…
–Ese llamado de Miguel fue importante. Para un jugador es fundamental que el técnico lo quiera y confíe en él.
–¿Tuviste miedo de que se cayera todo?
–No, estuve muy tranquilo. Las negociaciones siempre tienen sus idas y vueltas. Lo importante fue que de ambos lados había predisposición para llegar a un acuerdo.
–¿Qué charlaste con Macri?
–Hablamos después de que se arreglara todo y me pidió que disfrutara mucho lo que se viene.
–¿Y los hinchas qué te pidieron?
–Lo lógico: goles, títulos, ganarle a River.
–¿Vos qué les contestaste?
–Que voy a dejar todo para darles muchas alegrías. Aunque mis actuaciones en España no hayan sido de las mejores, no me olvidé de hacer goles. Yo sueño con lo mismo que ellos.
–Y ellos soñaban con la dupla Guillermo-Palermo, aunque ahora tendrán que esperar un tiempito.
–Con Guillermo vivimos sensaciones opuestas en poco tiempo. Reencontrarnos en Boca es lo que más deseábamos. Nosotros nos hicimos muy amigos y seguimos siéndolo cuando me fui, así que siempre hablábamos de lo lindo que sería revivir todo aquello. Lamentablemente su lesión se complicó y vamos a tener que esperar para disfrutar juntos adentro de una cancha.
–¿Cómo notaste a Guille en estos días?
–Y… estaba bajoneado, con la bronca lógica por una cosa así. Pero se tomó la mejor decisión para su futuro. La operación le va a permitir volver en plenitud lo más rápido posible.
–¿Cómo te imaginás una sociedad con Tevez?
–Si Miguel decide que juguemos juntos, imagino que nos vamos a acoplar muy bien, igual que con el resto de los muchachos. Carlitos le dio cosas importantísimas a Boca y ya demostró todo el talento que tiene. Juega bien en cualquier lugar de la cancha.
–Más allá de lo que pase en Boca, ¿tenés ganas de una revancha en la Selección?
–El jugador siempre piensa en la Selección. Desde ya que me gustaría tener una nueva oportunidad. Pero ahora tengo la cabeza puesta en Boca. No quiero mirar más allá del presente. Si le rindo bien a Boca, quizá me gane una chance en la Selección. Me encantaría.
Desde que retorno al club, Martín ha dado pasos cortos, pero firmes, seguros. Inició su preparación de cero, diferenciado del resto del plantel. Y a medida que acopió kilómetros en el trabajo de fondo, fue acoplándose a la maquinaria general. Con óptimos resultados en todas las evaluaciones físicas que se le practicaron, y fertilizado por los constantes gritos de aliento de Miguel, “la fiera del gol” afila las uñas para el zarpazo del regreso.
–¿Cómo imaginás la vuelta oficial?
–Prefiero vivirla y no soñarla. Pero sé que va a ser linda, emocionante. Y que de ahí en más empieza otra historia. Ya dije: no voy a mirar para atrás. Todos me hablan del gol que le hice a River por la Copa y tienen razón, fue algo sensacional, inolvidable, de película. Nunca voy a sentir en una cancha lo que sentí en ese instante. Pero no puedo detenerme en eso. Mi mentalidad es mirar para adelante. Lo que pasó, pasó. Quiero que me reconozcan por lo que haga a partir de ahora, como si nunca hubiera hecho nada en Boca. Es mi gran desafío en esta etapa.
Evolución de la especie
● De chico andaba con los brazos levantados, como si supiera que más adelante lo haría seguido para festejar goles y más goles. No bien dio los primeros pasos, le regalaron una pelota número cinco tan grande como él. ¿Los colores? Obvio: rojo y blanco, los del Pincha.
● Antes de entrar a la primaria, Martín ya era un hincha fanático de Estudiantes. Si bien tenía la camisetita, cuando jugaba con los amiguitos le encantaba ir al arco, el puesto que hizo famoso a su padre en el club For Ever. Pero los genes del goleador serían más fuertes que los del arquero.
● Por algo le decían La Garza en la adolescencia… ¡Qué patas flacas! En esa época estaba peleado a muerte con los mellizos Barros Schelotto, símbolos de Gimnasia. Se mataban en los clásicos platenses de inferiores, en los que Martín fue campeón de Novena a Quinta.
● Explotó en la Primera de Estudiantes, allí se diplomó de verdugo de River: le hizo siete goles. Pero antes de ese momento de gloria, estuvieron a punto de cederlo a préstamo a San Martín de Tucumán por apenas 1000 dólares, ya que el DT Miguel Angel Russo no le veía pasta.
● El mechón dorado fue la marca registrada de su mejor momento en Boca. Máximo artillero de torneos cortos –20 goles en los 19 partidos del Apertura 98–, ganó cinco títulos e hizo su gol 100 con los ligamentos rotos.
● En la Selección Nacional también batió récords, aunque para nada envidiables: ¡erró tres penales en un mismo partido! El particular hecho ocurrió en Luque, contra Colombia, por la Copa América 99. Con la celeste y blanca, convirtió 3 goles en 7 partidos.
● Villarreal fue la parada inicial en el fútbol español. Allí consumó otro récord insólito: se fracturó la tibia y el peroné porque se le cayó una pared encima mientras festejaba un gol con los hinchas. Después vinieron vuelos fugaces por el Betis y el Alavés.
● A los treinta años, vuelve a calzarse la camiseta de Boca para transformarse en una de las figuras estelares del año del centenario. Nueve goles, paradójicamente, lo separan de las 100 conquistas con la azul y oro. Un hito que, se supone, alcanzará en muy poco tiempo.
Una operación muy particular
Boca compro el 50% del pase de Palermo en 900 mil dólares y acordó pagarle 100 mil dólares de prima por el primer año de contrato. En julio de 2005 tendrá la opción de comprar el 50% restante por otros 900 mil dólares y prorrogar automáticamente el vínculo por dos años más, abonando otros 100 mil anuales de prima. Si Boca no compra el 50% restante, Martín quedará liberado para jugar en otro equipo.
Por Elias Perugino
Fotos: Alejandro del Bosco y Archivo El Gráfico