2002. Verón: “Quiero cerrar una herida que está abierta”
En la previa del Mundial de Corea – Japón, Verón se entrevista con El Gráfico, cuenta de la frustración de Francia 98. Finalmente ese Mundial lo marcaría injustamente para el resto de su carrera.
Hasta el barrio residencial de Hale no llega el rumor caótico de la gran ciudad. A media hora del centro de Manchester, la casa de Juan Sebastián Verón es acariciada por un envoltorio de sombras y silencios. Falta poco para la cena y la calidez del living se roba el centro de la escena.
Iara tiene dos años y medio y una camperita plateada que mamá Florencia le puso cuando salió a corretear por un jardín tan amplio como el de la canción de Montaner, ese donde “las violetas abren como a las diez”. Se puso a jugar con las muñecas y no se la quiere sacar aunque adentro haga demasiado calor. Deian tiene un año menos y una pelota de fútbol adherida día y noche por un invisible cordón umbilical, obvio reflejo genético para un nieto de crack, para un hijo de estrella...
Mientras espera la comunicación con El Gráfico, la Brujita se acomoda en el sillón principal y deja fluir algunas sensaciones edulcoradas. Mira jugar a los chicos y se produce un click que lo emociona. Dios se los envió en los cuatro años que separan el Mundial que pasó del que está por venir. Y le cambiaron la vida dulce y drásticamente. Del modo con que pretende zurcir una cuenta personal con la historia.
En ese instante se produjo el contacto. Y entonces la charla empezó mirando hacia atrás...
-¿Cuál fue tu primera sensación en aquel partido con Holanda, cuando Argentina quedó afuera de Francia 98?
-Hay varias sensaciones que todavía llevo guardadas muy adentro. La primera imagen, lamentablemente, es el gol de Bergkamp. Ver entrar esa pelota fue un puñal tremendo, difícil de digerir. Después de aquel partido no volví a ver imágenes del Mundial. Más allá de que es una de las experiencias más lindas a las que puede aspirar un jugador, mi química es la de ganar y yo salí perdiendo. Entonces no quise ver ni saber nada más.
-Todos recuerdan una imagen tuya. Estás sentado en el piso, los holandeses te pasaban por al lado, algunos querían levantarte, darte ánimo...
-En ese instante se me vino todo a la cabeza: la familia, la gente en Argentina, los que viajaron hasta Francia, los compañeros, la impotencia de no haber podido dar un poco más... Fue un golpe muy duro para mí. Todavía me duele, todavía lo llevo adentro.
-¿Cuánto tardaste en rearmarte?
-Tardé, tardé bastante. Bah, ya les digo: aún me da vueltas por la cabeza, así que todavía no me repuse. Estos días me volvieron algunas imágenes de aquello. Cuando se acerca un Mundial, uno mira un poco para atrás y analiza el anterior. Y el dolor salta otra vez. Si todo va bien y Bielsa me lleva a Japón, voy a tener una linda chance. Quiero cerrar una herida que está abierta. Espero curar el alma y llegar mucho más lejos que en Francia.
-O sea que las eliminatorias tan bien ganadas, el reconocimiento de la gente, los títulos en la Lazio y el pase al Manchester no alcanzaron para curar el dolor.
-No, para nada. Todo eso que ustedes me nombraron fueron pasos muy lindos para el gran momento, que es el Mundial. Obvio que viví esas alegrías muy intensamente. Pero el gran objetivo de un jugador es el Mundial. Es la cereza arriba de la torta. Sería muy lindo poner esa cereza ahora. Algo así como la coronación tras tantos sacrificios y tantos viajes. El Mundial es el gran examen y sé que todavía estoy en deuda.
-Recién decías que cuando se acerca un Mundial se analiza el anterior. ¿Qué cosas de Francia 98 querés que se repitan y cuáles no?
-Que se repitan los triunfos. Y, en lo posible, que sean un par más... Después hubo cosas que no debieron suceder, como la relación con la prensa. Esa ruptura no le hizo bien a nadie, ni a ustedes ni a nosotros. Creó un clima de tensión que debió evitarse. Más allá de eso, llegamos a Francia en otro momento de nuestras carreras, no tan bien como ahora. Y todavía no habíamos pulido algunas cositas que ahora ya están bien aceitadas.
-¿Futbolísticas o de otro tipo?
-De todo un poco. Este grupo se hizo fuerte tanto adentro como afuera de la cancha. Eso es muy importante para encarar un torneo como éste.
-Eso se nota. Transmiten una sensación de unidad, como si en algún momento se hubieran juramentado que éste tiene que ser el Mundial de Argentina.
-Es lo que transmite el técnico. Bielsa es una persona con mucha pasión, que le dedica el día entero al trabajo. Esa pasión, esa dedicación y esa motivación se transmiten al equipo y el equipo se la transmite a la gente, más allá de que juegue bien, regular o mal. Marcelo nos dio una identidad como equipo. Eso es importante para nosotros y para el fútbol argentino. Para nosotros y para los jugadores que vengan en los proóximos años. Más que un juramento, lo que tenemos son ganas de ser protagonistas. Ganas de demostrarles a todos que esta Selección tenía y tiene algo en su interior como para ganar cosas importantes. Yo recuerdo que el periodismo nos mató después del partido con Inglaterra, acá en Londres. Pero nosotros ya estábamos convencidos de lo que estamos por hacer. Todo lleva un proceso y nosotros fuimos dando los pasos hacia adelante tal como nos lo había anticipado Bielsa.
-Lo de la identidad es todo un tema.
-Convengamos que Marcelo tiene una forma de trabajar no muy lógica para el fútbol argentino. Es un entrenador con muchas ideas del fútbol europeo, cosa que yo y otros muchachos podemos constatar a diario. Tiene ideas que, para muchos, no iban con la supuesta identidad del fútbol argentino, identificada con la línea de Menotti y cierta manera de encarar el juego. Nosotros, modestamente, tratamos de agregarle la dinámica y la presión del fútbol europeo a esa idea madre. Yo digo que hoy, más allá de lo que pueda ocurrir en el Mundial, Argentina es una Selección muy respetada. Es muy difícil que le ganen. Tienen que jugar demasiado bien para quebrarnos.
Cerca del equipo de música duerme una montaña de compacts. La pluralidad es asombrosa: de los Rolling a Ráfaga, de AC/DC a Sombras. “A veces querés escuchar un rock, pero al rato te puede caber más una cumbia, como cuando nos ponemos a bailar con los chicos. Lo que hace buena a la música no sólo son los acordes, sino también los momentos”, argumenta la Brujita. La computadora es otra compañera insoslayable. Ya se acostumbró a engancharse en la red durante una prolongada sesión diaria. Lo usual para cualquier argentino en el exilio: chequear mails, revisar los diarios, escuchar alguna radio y navegar en busca de sorpresas...
“La publicidad que hizo mi mamá para McDonald’s –cuenta en tono irónico– la vi con el Piojo López por Internet. Bastante buena actriz la vieja, ¿eh? Me parece que voy a tener que hablar con Adrián Suar para que le consiga un papelito en una novela.”
En el comercial de la firma de comida rápida aparecen las madres de los principales jugadores argentinos contando anécdotas infantiles de los futbolistas. Pero el spot finaliza con un slogan dedicado a ellas: “Gracias por este equipo.” Es un augurio que da por descontada la felicidad, pese a que todavía falta para que la pelota ruede en Corea y Japón.
-¿Cuál es el límite entre éxito y fracaso en un Mundial? ¿Salir campeón, llegar entre los cuatro?
-Je... En este momento sirve pasar a octavos de final... Pero no: uno apunta a lo máximo. Para eso trabajamos, con eso soñamos, ésas son las ambiciones. Pero sueños y ambiciones tenemos los jugadores de los 32 equipos, el gran tema es confirmarlos en el Mundial. Por el peso de la historia del fútbol argentino, siempre hay que ganar sí o sí, o como mínimo estar ahí. Pero es un peso que llevamos con mucho gusto, no nos incomoda para nada. Pocos tienen la oportunidad de integrar una Selección de prestigio como Argentina. Nosotros primero tenemos que demostrar que estamos a la altura. Ser conscientes de la historia que llevamos en los hombros, pero llevarla con alegría. Esa presión tiene que ser nociva para quienes enfrenten a Argentina, no para nosotros.
-¿Y en lo personal? Muchos te consideran candidato a figura del torneo.
-Esa mochila no la siento ni me preocupa. Siempre traté de demostrar un nivel competitivo, desde Estudiantes hasta ahora. El Mundial es una oportunidad para confirmar lo que se espera de uno. Trataré de aprovecharla, pero sin enloquecerme. Sé que entre el éxito y el fracaso hay un trecho muy corto, apenas un pasito. Pero estoy seguro de que si al equipo le va bien, no sólo me voy a destacar yo. La va a romper más de uno.
-¿Cuál es la diferencia futbolística entre este Verón y el que fue a Francia?
-Mucha. Qué digo mucha: muchísima. Las ganas son las mismas, porque las ganas no se pierden nunca. Pero tengo un montón más de experiencia. Progresé mental y técnicamente, le agregué más cosas a mi juego. No creo haber llegado a mi techo. Estoy convencido de que el Verón del Mundial puede ser mejor que el de las eliminatorias.
-Todos –la prensa, los rivales, ustedes mismos– dicen que la experiencia de un Mundial previo es fundamental. ¿Eso cómo se traduce en la práctica, dentro de la cancha?
-Manejás un poco los nervios, las sensaciones, las ansias, el factor emotivo. Uno lo siente igual, pero lo controla mejor. Puede abstraerse y mantener la concentración. Con esa experiencia manejás mejor los partidos. Quizás evitás el desgaste de un suplementario porque ese aplomo te sirve para no cometer un error. Son pequeñas grandes cosas. Le pasó a Francia en el Mundial pasado, con gente de 27, 28 años. Ellos mismos te lo dicen.
-¿Es importante integrar un equipo con amigos?
-Seguro. La base de este grupo vivió todo el proceso del 98 y capitalizó esa vivencias en estos cuatro años. Son pibes generosos, solidarios, que no se guardan nada a la hora de dar una mano. Es un grupo que se merece ser reconocido. Nos faltaría hacer un buen Mundial para cerrar el círculo.
-Parafraseando a un slogan de otra época, ¿sentís que es “la Selección de todos”?
-Eso tendrían que preguntárselo a la gente, aunque no tengo dudas de que se ganó un lugar y un respeto. No de todos, pero sí de la mayoría.
-¿Cómo fue la inserción de Caniggia?
-Bárbara. Un tipo como Cani no necesita tiempo para meterse en un grupo. Es carismático y sencillo a la vez. Se engancha en las jodas, le gusta hablar y es muy laburante, porque, de lo contrario, a su edad no estaría donde está. A mí no me sorprendió porque lo conocía de Boca, pero a los demás chicos los deslumbró. Se metió enseguida.
El personaje ya tiene rasgos indivisibles. Barbita candado, cabeza rapada, un arito en cada oreja y dos tatuajes en el brazo derecho: la imagen del Che Guevara y la palabra Flor, por su mujer, María Florencia Vinaccia. Sólo le falta un detalle cuando se pone la nueva celeste y blanca de Adidas para la producción fotográfica: la cinta adhesiva debajo de la rodilla, su cábala de cabecera. Una manía que lo vincula a otro crack que fue símbolo de la Selección, Mario Alberto Kempes. “La empecé a usar en la Sampdoria. Tenía un golpe y con la cintita me molestaba menos. Me la habré puesto en cinco partidos, me salieron todas y me la dejé para siempre. Ojalá que ahora me traiga la misma suerte que le trajo a Kempes en un Mundial...”, implora Sebastián.
-¿Qué imagen de Bielsa tenías el día que lo conociste y cuál tenés ahora?
-Je, linda preguntita... La evolución fue difícil. Difícil para todos. Nosotros veníamos acostumbrados al rigor de los entrenamientos europeos, pero igual lo sentimos. Los primeros entrenamientos con Marcelo fueron tremendos. En Holanda pasamos diez días bravísimos. Nos tiró con todo el camión de conceptos. Y hubo que asimilar las dos cosas: las ideas y también nuestras formas de ser.
-Es un muchacho complicado, ¿no?
-Marcelo es un tipo que va de frente. No esconde nada. Si algo no le gusta, te lo dice al toque, por más que sea muy crudo. Pero su intención es ayudarte a crecer. Es difícil conocer a las personas y a nosotros nos pasó con él. Pero cuando le enganchamos la onda, cuando nos dimos cuenta que era su modo de trabajar y que todo lo que decía se cumplía, que todo lo que proponía nos hacía bien como equipo y como grupo, terminamos de apreciar sus valores.
-¿Se ríe en la intimidad? Porque nosotros sólo lo vimos reírse en Quito, contra Ecuador.
-Claro, porque ese día nos clasificamos... Pero se ríe, se ríe bastante. No es de esos entrenadores melosos, que se la pasan todo el día arriba del jugador. Pero se acerca, habla, comparte cosas. Te consulta, está abierto para intercambiar opiniones, no se cierra si uno le hace ver algo de un modo distinto al suyo. Eso es importantísimo en un grupo.
-¿Le cambió algo a tu juego?
-No. Me da la libertad que necesito para sentirme valioso. Juego donde siempre, donde me gusta, más allá de algún cambio circunstancial.
-O sea que el Cholo Simeone se puede quedar tranquilo: en el Mundial no vas a jugar de cinco.
-Noooo... Habría que preguntarle a Bielsa, pero supongo que no. Que se quede tranquilo.
A media cuadra de su casa vive Roy Keane, el irlandés de pocas pulgas que capitanea al Manchester. Los dos se tienen buena onda y ambas familias ya se reunieron varias veces para cenar. No debería considerarse una rareza. Dueño de un equipo de conformación cosmopolita, al punto que tiene 13 extranjeros en su plantilla oficial, el club más poderoso del mundo fomenta un ambiente de constante camaradería. Es habitual que se organicen salidas grupales, apuntando a la integración de aquellos que tienen muy lejos a sus afectos. El asunto es divertirse y fortificarse en la convivencia.
El vestuario de Old Trafford es lo más parecido a una convención de las Naciones Unidas. Se escuchan frases en varios idiomas, aunque la lengua oficial es una mezcla de todas ellas... Pese a que su mujer es profesora, la Brujita está bastante lejos de ser una luz con el inglés. Pero se defiende con “diez frases fundamentales”, un poco de italiano y los conocimientos de castellano básico de varios compañeros.
-A menos de un mes del Mundial, ¿preocupan más los rivales o la racha de lesiones? En Argentina la gente está cruzando los dedos...
-No sólo la gente... Las lesiones preocupan, es la pura verdad. Y no hay modo de prevenirse. ¿Qué vas a hacer, sacar la pierna? Es peor. Nunca te podés guardar nada. Y menos en este momento, donde se están definiendo los campeonatos más importantes y en todos los equipos hay jugadores argentinos que juegan en la Selección. Hay que poner con todo y encomendarse a Dios.
-¿Y el Grupo no preocupa?
-¿Y qué podemos hacer con el Grupo, cambiarlo? Son esos tres y chau. Ya está. No podemos cerrar los ojos y pretender que al abrirlos nos toquen de vuelta Jamaica y Japón. Son esos y nos vamos a tener que deslomar para pasar de ronda.
-¿Qué fue lo primero que pensaste cuando te enteraste de los rivales?
-Me acuerdo bien. Estaba rodeado de ingleses, en medio del vestuario del Manchester. Yo algún presentimiento tenía, me lo palpitaba. Lo primero que pensé es “Uy, qué cagada, nos podría haber tocado algo más fácil”. Pero después te ponés las pilas y listo. Si nosotros somos Argentina...
-¿Quién puso más cara de susto: los ingleses o vos?
-Yo no, me mantuve bien, con cara de piedra. Ellos medio que festejaban, pero después les entró el pánico, como a todos...
-¿Con tus compañeros ingleses del Manchester ya hay apuestas para el partido de Sapporo?
-Todavía no. Supongo que van a empezar la semana que viene, cuando los torneos estén medio definidos. Todavía no se habla en profundidad del Mundial, pero nos tienen un gran respeto. Nos dan como candidatos seguros para pasar y creen que ellos se tienen que jugar la vida con Suecia y Nigeria.
-¿Cómo es ser un argentino en Inglaterra después del sorteo y después de la lesión de Beckham?
-A mí me tratan bárbaro. No me puedo quejar ni en lo profesional ni en lo humano. Todo ha sido diez puntos. Siempre me hicieron sentir uno más y eso es muy importante. Y lo de Beckham, bue... Lamentablemente lo lastimó un argentino, pero el batifondo lo armaron más los diarios sensacionalistas que la gente o el medio futbolístico inglés. Los diarios que buscan una polémica inexistente, metiendo la bandera donde sólo hay espacio para una pelota de fútbol. Ojo, yo creo que a Duscher se le fue un poco la pierna. Fue una entrada muy dura. Pero de ahí a conjeturar que fue mandado por el cuerpo técnico argentino hay una distancia abismal e inaceptable. Nosotros sabemos que no fue con mala leche. Encontró la pelota y también la pierna.
-¿Cómo anda Beckham por estos días?
-Bien, tranquilo. Tengo una gran relación con él. Por supuesto que hablamos del tema. David no le guarda ningún rencor a Duscher. No me dijo “Argentino tenía que ser ese boludo” o cosas por el estilo. Lo tomó como un accidente de trabajo, no como un acto premeditado para perjudicarlo. Pero tiene una gran tristeza. Tristeza que yo comparto porque es una gran persona. Todos los futboleros queremos ver a un crack como Beckham en el Mundial. Ojalá llegue.
-Al toque de la jugada se vio que te enojaste con Duscher, que le diste un empujón para sacarlo.
-Sí, sí... Por más que sea argentino, yo soy compañero de Beckham y para mí le entró mal. Le dije “Calmate, guarda con la pierna”. Nada más.
Camino a la concentracion definitiva en el National Training Center Village, en Utsukushimori, la Selección hará una escala de trabajo en un lugar familiar para la Brujita: el complejo que la Lazio tiene en Formello. No es secreto. Roma lo seduce y encandilla. Allí compró una casa, allí viaja cada vez que tiene un par de días libres, listo para compartir algunas horas con la familia del Piojo y con Hernán Crespo, todavía figuras en el club al que tal vez regrese a mediano plazo. El aire romano le cargará los pulmones antes del asalto definitivo a Oriente.
-¿Te imaginás un Mundial dominado por la táctica o definido por las individualidades?
-Antes que nada, creo que el aspecto físico jugará un rol fundamental. Vamos a llegar con las ligas recién terminadas, sin una preparación adecuada para un torneo tan importante. Y a eso debe sumársele el desgaste emocional, que también incide. No creo que un equipo sorprenda con alguna cuestión táctica. Pero me imagino un lindo torneo porque especular en un Mundial es difícil, muy difícil. Te la tenés que jugar siempre. No digo que será un Mundial de los mejores a nivel juego, pero sí interesante.
-¿Y los jugadores? ¿Hay algún tapado del que la prensa no se ocupa y te parece que la va a romper?
-Lamentablemente, va a jugar contra nosotros. Acá, en el Manchester, tenemos un coloradito que es un fenómeno, Paul Scholes. Pasa por un momento impresionante: va, viene, marca, juega... Está para hacer un gran Mundial y no noto que se lo considere demasiado. Sólo se habla de los que la gente imagina: Zidane, Raúl, Figo... Y yo te sumo otro que también la va romper: Pablito Aimar Me encanta.
-En este proceso pudieron tantearse con casi todos los candidatos –Brasil, Italia, Inglaterra, Alemania– menos con Francia. ¿Esa duda los carcome?
-Noooo... Si Dios quiere, nos vamos a sacar las dudas en el Mundial. Ya jugamos partidos contra selecciones importantes y, por suerte, en la mayoría de los casos nos fue muy bien. Estaría piola cruzarlos en el Mundial porque es un lindo partido para jugar, pero no es una cuenta pendiente. Ya digo: ojalá se dé en el Mundial. Mejor momento, imposible.
-¿No le tenés miedo? Es el campeón del mundo.
-¿Miedo? No. Argentina respeta a todos, pero no le teme a nadie.
-El año pasado declaraste que te gustaría que la gente te quisiera más. ¿Hoy cómo te sentís?
-No creo ser un ídolo nacional, pero a fuerza de trabajar, me parece que todo el grupo -no sólo yo- se ganó un lugar en el corazón de la gente. Por ahí no somos una Selección querida o amada como pudo haber sido la de Basile en el 94, que tenía a Maradona, Bati, Caniggia, Redondo, el Cholo. Tipos con carisma que además habían ganado dos Copas América. Esta Selección no es tan amada, pero logró grandes cosas. Por ejemplo, que la mayor parte del periodismo hable bien de ella, algo dificilísimo en la Argentina. Ese premio, ese reconocimiento al trabajo sí lo sentimos. No yo, sino todos los chicos.
-¿Ya tenés sueños con el Mundial?
-Soñar, soñamos todos los argentinos. Mejor dicho: todos los jugadores, porque estoy seguro de que el pueblo argentino hoy sueña con cosas más imprescindibles e importantes que el fútbol. Pero los jugadores sí soñamos.
-¿Soñás literalmente con los partidos de Japón, pateando a tu mujer en la cama?
-No, no... Mi locura todavía no llegó a tanto. Pero no descarto que ocurra desde la semana que viene.
-¿Qué el país esté como está es una motivación extra para ustedes?
-Sí, personalmente lo siento así. Quiero darle una alegría a la gente, aunque dure dos o tres días nada más. Ojalá se pueda. Sabemos que van a estar muy pendientes de nosotros.
-¿Y qué le dirías a cada uno de ellos?
-Que este equipo no va a cambiar nada de lo que han visto. Que esta Selección apenas le va a agregar cosas a lo que ya mostró y que a sus integrantes les va a encantar que la apoyen por televisión. Que sepan que no los vamos a decepcionar, pase lo que pase. Esta Selección tiene las cosas claras desde un primer momento. Sabemos que tenemos la gran oportunidad de quedar en la historia y vamos a tratar de hacerlo. Por nosotros y por la gente.
Los referentes y su evolucion
Mario Kempes / Argentina 78
Edad: 24 años
Así llegó
En plenitud física y futbolística. Figura del Valencia y del torneo español. Tenía un envidiable roce internacional, elemento que no poseían todos los integrantes del plantel de Menotti.
Antecedentes en mundiales: 1
Así le fue
El Matador fue una de las claves del equipo. Luego de una primera fase de rendimiento intermitente, desequilibró a pura potencia y se transformó en el goleador del equipo y del torneo.
Diego Maradona / España 82
Edad: 21 años
Asi llegó
Anímicamente, impecable. Venía de ser campeón con Boca Juniors y de concretarse su pase al Barcelona. Físicamente, muy bien. Pero tenía poco roce internacional.
Antecedentes en mundiales: 0
Así le fue
Derramó su magia con cuentagotas. Padeció una violencia atroz, desprotegido por los árbitros. Y lo expulsaron por pegar una patada ante Brasil, desbordado por la impotencia.
Diego Maradona / México 86
Edad: 25 años
Asi llegó
Motivadísimo. De su mano Napoli copaba Italia, arrodillando a los poderosos del norte peninsular. No tenía ningún problema físico. Y ya acumulaba 46 partidos internacionales.
Antecedentes en mundiales: 1
Así le fue
La gran figura del torneo. Llevó a Argentina al título y se consagró como nuevo rey del fútbol mundial. Combinó talento con capacidad de liderazgo, tanto fuera como dentro de la cancha.
Diego Maradona / Italia 90
Edad: 29 años
Asi llegó
Con la motivación en alza, tras ganar su segundo scudetto con Napoli, pero con el físico maltrecho. Se le encarnó la uña del dedo gordo y sufrió un severo traumatismo en el tobillo izquierdo. Debió infiltrarse para cada partido.
Antecedentes en mundiales: 2
Así le fue
Erosionado en su capacidad física apeló al corazón e igual logró bordar algunas genialidades, como la jugada previa al gol con Brasil, definido por Caniggia. Su amor propio contagió al equipo, que llegó milagrosamente a la final.
Diego Maradona / EEUU 94
Edad: 33 años
Asi llegó
Forzó la máquina dos veces. Para volver a la actividad y jugar el repechaje con Australia, tras el mítico 0-5 con Colombia. Y para afinar la preparación de cara al Mundial.
Antecedentes en mundiales: 3
Así le fue
Luego de jugar en gran nivel frente a Grecia y Nigeria se le detectó efedrina en la orina. El equipo nunca se sobrepuso al golpe anímico y quedó eliminado en octavos de final.
Gabriel Batistuta / Francia 98
Edad: 29 años
Asi llegó
Figura clave del fútbol italiano. Goleador histórico de la Selección, aunque sin onda con la mayoría de sus compañeros y desestimado por el técnico Passarella, que lo puso de titular por la presión popular y por la lesión de Crespo.
Antecedentes en mundiales: 1
Así le fue
Cumplió con su cuota de gol pero no consiguió desequilibrar en partidos decisivos. Hizo cinco y estuvo a punto de eliminar a Holanda con un misil impresionante, pero un palo le dijo que no y la ilusión se esfumó.
Juan Sebastián Verón / Corea-Japón 2002
Edad: 27 años
Asi llegó
Brilla en su primera temporada en Manchester United. En plena maduración personal y profesional. Dueño y señor de los tiempos del equipo de Bielsa. Llega con la experiencia y madurez de un Mundial y dos extensos procesos eliminatorios.
Antecedentes en mundiales: 1
Por Elias Perugino y Diego Borinsky (2002).
Este puede ser “su” mundial
Para el ex técnico de la Selección, la Brujita es el mejor jugador del planeta, incluso por encima del francés Zidane.
A Sebastian le vi grandes condiciones desde su época de Estudiantes. Yo seguí mucho al equipo que jugó el Nacional B en la temporada 1994/95 y ahí ya se notaba que el chico le pegaba bien a la pelota, gambeteaba como pocos, no tenía problemas para pegarle de derecha y de izquierda, tampoco para jugar de espaldas al arco y además llegaba al gol. Tenía todas las condiciones.
Apenas llegó a Boca una de las primeras cosas que hice fue juntarme con él y con Kily González en el Hotel Nogaró. Agarré un papel y les empecé a mostrar lo que iba a querer de ellos: uno por la derecha y el otro por la izquierda, como lo que hacen hoy Zanetti y Sorin en la Selección. Así empezamos, pero después me di cuenta de que Verón era demasiado jugador para tenerlo ahí, lo estaba desperdiciando. Entonces le dije: “Ahora vas a jugar libre, delante de Fabián Carrizo, organizando el juego”. Y lo hizo muy bien.
Sebastián es como el viejo: a los dos les gusta mucho jugar, manejar la pelota, aunque Seba tiene más continuidad por la posición que ocupa en la cancha. Además, con el tiempo se aplicó a la táctica y aprendió muchísimo. A él le gustan esas cosas, te escucha cuando le hablás. Para mí, Sebastián es hoy el mejor jugador del mundo, por encima de Zidane y de cualquiera. Por su movilidad, su andar, su tranco largo, por cómo le pega a la pelota y hasta por el cabezazo. Yo siempre lo ponía como receptor de nuestro arquero para que la peinara y también en la zona que caía el pelotazo del arquero contrario para que la rechazara de frente.
Creo que éste puede ser “su” Mundial. Tanto de él como de otros muchachos. No creo que repitan la experiencia del mundial pasado, cuando se pelearon con el periodismo: eso fue una locura, inadmisible en una Copa del Mundo. Durante un Mundial sólo hay que pelearse por ganar, no se puede andar gastando energía en otras cosas.
Por otro lado, hay varios jugadores que llegan con un Mundial de experiencia, con títulos conseguidos en sus clubes en Europa, con mucha plata y sólo les falta la gloria. Creo que la pueden lograr.
Por Carlos Bilardo