Las Entrevistas de El Gráfico

2004. Falcioni 100X100

Un mano a mano con cien respuestas imperdibles de Julio César Falcioni, para repasar orígenes, vida y obra como notable custodio de los tres palos primero y como director técnico después.

Por Redacción EG ·

20 de julio de 2023

1 ¿Quién te pu­so Pe­lu­sa? Vie­ne de chi­qui­to. En to­do ba­rrio siem­pre ha­bía un Pe­lu­sa, y yo era el Pe­lu­sa de Ver­sai­lles: era ru­bio y con el pe­lo fi­ni­to.

2 ¿Te acor­dás el can­ti­to de los hin­chas de Vé­lez en 1980? Sí, cla­ro: “Aplau­da­ló / aplau­da­ló / Pe­lu­sa es el ar­que­ro del Mun­dial 82”.

3 ¿Y qué pa­só? Yo ha­bía es­ta­do en la Se­lec­ción va­rias ve­ces con Me­not­ti, pe­ro me fui al Amé­ri­ca de Ca­li en 1981 y per­dí to­das las chan­ces. En­ton­ces no era tan re­que­ri­do el fut­bo­lis­ta del ex­te­rior y me­nos el que es­ta­ba en Co­lom­bia.

4 ¿Tu­vis­te rea­les ex­pec­ta­ti­vas de ju­gar al­gún Mun­dial? Siem­pre creí. En el 78 era muy jo­ven, pe­ro creía que po­día es­tar en el gru­po; en el 82 an­da­ba muy bien, pe­ro ju­ga­ba en Co­lom­bia; en el 86 to­dos de­cían que yo era el ter­cer ar­que­ro, pe­ro apa­re­ció Ze­la­da con las ins­ta­la­cio­nes del Amé­ri­ca de Mé­xi­co pa­ra la con­cen­tra­ción y me mar­gi­na­ron. Y en el 90 es­tu­ve has­ta el úl­ti­mo día en el gru­po.

Imagen Un mundial fue su gran deuda: en el 90 perdió el lugar a último momento con Cancelarich.
Un mundial fue su gran deuda: en el 90 perdió el lugar a último momento con Cancelarich.

5 ¿Bi­lar­do te ex­pli­có por qué te ex­clu­yó? Yo ha­bía es­ta­do en la Co­pa Amé­ri­ca 89 y fui a la gi­ra de co­mien­zos del 90 con­tra Ita­lia, Mó­na­co y Gua­te­ma­la. Se­gui­mos en­tre­nan­do has­ta abril y me de­sa­fec­ta­ron un día an­tes de via­jar a Ita­lia. Fue Can­ce­la­rich.

6 ¿Bi­lar­do te ha­bló? Nun­ca me di­jo na­da.

7 ¿Al­gu­na vez es­tu­vis­te cer­ca de ir a Eu­ro­pa? En el 77, con ape­nas 21 años, un em­pre­sa­rio me acer­có un ofre­ci­mien­to pa­ra ir al Bar­ce­lo­na. Te­nía que ca­sar­me con una es­pa­ño­la pa­ra ob­te­ner la na­cio­na­li­dad por­que no ha­bía cu­po de ex­tran­je­ros y des­pués po­día rom­per el vín­cu­lo. Era una co­sa me­dio ra­ra, así que preferí decirle que no y chau.

8 ¿Des­de cuán­do fu­más? Des­de los 14 años. Lo ha­cía a es­con­di­das de mis vie­jos.

9 ¿Tam­bién fu­ma­bas a es­con­di­das de los téc­ni­cos? Só­lo en las in­fe­rio­res; en Pri­me­ra, no, si has­ta ha­bía téc­ni­cos que me man­guea­ban fa­sos. Es que siem­pre cum­plí al má­xi­mo con las exi­gen­cias que me pro­po­nían. De he­cho, des­de el día que de­bu­té en Pri­me­ra, en 1976, has­ta el día de mi re­ti­ro en 1992, ja­más fui su­plen­te en un par­ti­do de club.

10 O sea que co­mo ju­ga­dor ja­más co­no­cis­te el ban­co de su­plen­tes. Só­lo en par­ti­dos de Se­lec­ción. Aho­ra, que es­toy sen­ta­do en la si­lla eléc­tri­ca, los es­toy co­no­cien­do a fon­do.

11 ¿Qué ha­cés si te en­te­rás de que un ju­ga­dor fu­ma? Na­da. El ju­ga­dor de hoy, an­te tan­ta exi­gen­cia y tan­to es­trés, no se pue­de dar el lu­jo de una tras­no­cha­da u otra co­sa, en­se­gui­da nos da­mos cuen­ta. Y eso pue­de oca­sio­nar la pér­di­da del pues­to.

12 ¿Cuál era tu ma­yor vir­tud co­mo ar­que­ro? La per­so­na­li­dad. Con mis gri­tos ma­ne­ja­ba bien el or­de­na­mien­to de­fen­si­vo, y creo que fui un ar­que­ro pa­re­jo: no te­nía par­ti­dos de 10 y 1, siem­pre era 6 o 7.

13 Tu ído­lo de la in­fan­cia. El Ga­to Ma­rín, Fe­noy y, aun­que no lo vi mu­cho, el gran Ama­deo Ca­rri­zo.

14 ¿De qué club eras hin­cha de chi­co? De Vé­lez. Des­pués, siem­pre fui hin­cha del equi­po en que es­tu­ve. Pe­ro el club del que uno es hin­cha no se cam­bia nun­ca, es co­mo la ma­dre.

Imagen Inicios. En Vélez creció y debutó en Primera. Usaba guantes de lana y buzos oscuros.
Inicios. En Vélez creció y debutó en Primera. Usaba guantes de lana y buzos oscuros.

15 ¿Por qué te gus­ta­ba usar bu­zos os­cu­ros? Pa­ra con­fun­dir­me con los fon­dos de las can­chas, no que­ría que fue­se tan vi­si­ble mi pre­sen­cia. Em­pe­cé en el 77, ju­gá­ba­mos mu­cho con el off­si­de y eso me ser­vía pa­ra que no me pa­tea­ran de le­jos, por­que yo es­ta­ba ade­lan­ta­do.

16 ¿El fút­bol lo he­re­das­te de tu vie­jo? El ju­ga­ba mu­cho los pi­ca­dos del ba­rrio y tam­bién lo hi­zo en Ba­rra­cas Cen­tral. Ju­ga­ba atrás y bien, pe­ro tu­vo un pro­ble­mi­ta y su­frió una gra­ve san­ción. Creo que le pe­gó una pa­ta­da en los hue­vos al ár­bi­tro.

17 ¿Mu­chas ve­ces te di­je­ron Fal­cio­ne? Mu­chí­si­mas. Sa­lía más fá­cil de­cir Fal­cio­ne que Fal­cio­ni.

18 ¿Por qué los ju­ga­do­res ac­tua­les no se que­dan a prac­ti­car des­pués de ho­ra co­mo an­tes? ¿Se per­dió la pa­sión por me­jo­rar? Es cier­to, no­so­tros nos que­dá­ba­mos siem­pre per­fec­cio­nan­do al­go, qui­zás hoy las prác­ti­cas son más in­ten­sas, en­ton­ces los ju­ga­do­res ter­mi­nan can­sa­dos. Igual, tra­ta­mos de in­cul­car­les a los más chi­cos esas co­sas. Les de­ci­mos que la for­ma de co­rre­gir es con la re­pe­ti­ción y que con la vo­rá­gi­ne del tra­ba­jo uno no se pue­de de­te­ner en ca­da ju­ga­dor.

19 ¿Se­guís in­vi­tan­do a tus di­ri­gi­dos a que te pa­teen en las prác­ti­cas? Muy es­po­rá­di­ca­men­te. Los pro­vo­co pa­ra dar­le un to­no más ri­sue­ño a al­gu­nas co­sas. Pe­ro muy po­co. De­jé el fút­bol y no al re­vés, así que des­de el día que me re­ti­ré ha­bré ju­ga­do unas seis ve­ces pa­ra los ve­te­ra­nos y na­da más.

20 ¿Qué co­sas les acon­se­jás a tus ar­que­ros? La im­por­tan­cia de que les mar­quen a los de­fen­so­res y a los vo­lan­tes lo que va pa­san­do en el par­ti­do.

21 ¿Los tra­ba­jás vos en el cam­po? Aho­ra lo ha­ce Ru­bén Sán­chez y siem­pre con tres o cua­tro pe­lo­tas rá­pi­das, no más, tra­tan­do de que el ar­que­ro no dé re­bo­tes. Cuan­do hay mu­chas pe­lo­tas, el ar­que­ro pue­de per­der la coor­di­na­ción, y si pa­sa eso ha­ce mal los mo­vi­mien­tos y pue­de lle­gar a su­frir una le­sión.

22 El gol más bo­bo que te hi­cie­ron. En un Vé­lez-Ra­cing del 80, creo. El sol caía en­fren­te, pa­teó Za­vag­no des­de la mi­tad de la can­cha, no vi la pe­lo­ta, me ti­ré pa­ra un la­do y la pe­lo­ta fue al otro. Me sal­vó la fo­to de El Grá­fi­co: ahí la gen­te de atrás del ar­co es­ta­ba mi­ran­do ha­cien­do vi­se­ra sin gri­tar el gol.

23 ¿Por qué te re­ti­ras­te jo­ven, a los 34? Ha­bía pa­sa­do 16 años de mi ca­rre­ra ju­gan­do en dos clu­bes: Vé­lez y Amé­ri­ca; y en 18 me­ses es­tu­ve en tres equi­pos: Gim­na­sia, Vé­lez y On­ce Phi­lips, y no me pa­re­ció bue­no dar­le un fi­nal así a mi ca­rre­ra.

24 ¿Por qué es­tu­dias­te pe­rio­dis­mo? Cuan­do me re­ti­ré sa­bía que me que­da­ba cuer­da pe­ro no te­nía mo­ti­va­ción. Lo hi­ce en el On­ce Cal­das, que en­ton­ces se lla­ma­ba On­ce Phi­lips, y en­se­gui­da me me­tí en el cur­so de DT. Co­mo no sa­lió na­da, es­tu­dié pe­rio­dis­mo pa­ra mi­rar el fút­bol des­de otra óp­ti­ca. Ape­nas me pu­se a es­tu­diar, en el 96, me lla­mó Tar­di­vo pa­ra que lo ayu­de en Atlan­ta. Ahí arran­có mi ca­rre­ra. Igual, el cur­so de pe­rio­dis­mo lo ter­mi­né.

25 ¿Có­mo ves al pe­rio­dis­mo de­por­ti­vo ar­gen­ti­no? Se bus­ca de­ma­sia­do el pro­ble­ma, se des­ta­ca más el error que el acier­to.

26 ¿En Atlan­ta em­pe­zas­te co­mo ayu­dan­te de cam­po? No, co­mo el úl­ti­mo ore­jón del ta­rro: pre­pa­ra­dor de ar­que­ros en in­fe­rio­res. Des­pués aga­rró Ro­gel la Pri­me­ra y me per­mi­tió es­tar más cer­ca del plan­tel pro­fe­sio­nal (96); vi­no Da­nie­le y me pu­so co­mo un se­gun­do ayu­dan­te de cam­po y co­mo es­pía de ri­va­les. Así que to­dos esos di­bu­ji­tos y fle­chas que tu­ve que ha­cer, des­pués me sir­vie­ron mu­cho. A fi­nes del 96 se fue Da­nie­le, yo tam­bién, y a los 20 días me lla­mó Pas­cut­ti­ni, que ha­bía si­do com­pa­ñe­ro mío en el Amé­ri­ca, pa­ra que me su­ma­ra a las in­fe­rio­res de Vé­lez con los ar­que­ros. Cuan­do aga­rró Biel­sa, me pi­dió que le ar­me un se­lec­ti­vo con la Ter­ce­ra y la Cuar­ta, y fui el téc­ni­co. Tu­ve un par de in­te­ri­na­tos en la Pri­me­ra y cuan­do se fue Ma­ne­ra en el 99 que­dé al fren­te del equi­po. Des­pués, un año sin tra­ba­jar, y al fi­nal Olim­po y Ban­field.

27 ¿Cuán­tas lla­ma­das de tra­ba­jo re­ci­bis­te en los úl­ti­mos tiem­pos? Va­rias (ri­sas), la ver­dad que va­rias.

28 ¿Por qué te que­das­te en Ban­field? Por­que sus di­ri­gen­tes se ade­lan­ta­ron a to­dos en las char­las, sin sa­ber si nos cla­si­fi­cá­ba­mos o no a la Li­ber­ta­do­res, al mar­gen del re­sul­ta­do. Y qui­si­mos agra­de­cer ese re­co­no­ci­mien­to. Ade­más, nos pa­re­ció im­por­tan­te dar­le con­ti­nui­dad a es­te pro­ce­so en un fút­bol tan exi­tis­ta.

29 Pe­ro te de­bés ha­ber ten­ta­do. Uno siem­pre se tien­ta, pe­ro si se­gui­mos tra­ba­jan­do de la mis­ma for­ma, no fal­ta­rán opor­tu­ni­da­des en el fu­tu­ro.

30 An­tes de aga­rrar, ¿creías que le po­día ir tan bien a Ban­field? Cuan­do em­pie­za un pro­ce­so, uno tie­ne la obli­ga­ción de ser op­ti­mis­ta y apun­tar a los gran­des ob­je­ti­vos. El nues­tro fue en­trar a una Co­pa.

Imagen La sonrisa, toda una rareza en Falcioni, aunque en los últimos tiempos cambió bastante. Aquí, en el predio donde practica Banfield. Foto: Alejandro Del Bosco.
La sonrisa, toda una rareza en Falcioni, aunque en los últimos tiempos cambió bastante. Aquí, en el predio donde practica Banfield. Foto: Alejandro Del Bosco.

31 ¿Có­mo le cam­bias­te la men­ta­li­dad a un plan­tel acos­tum­bra­do a pe­lear el des­cen­so? Les di­je: “Va­mos a pe­lear por al­go im­por­tan­te. Mi­re­mos la ta­bla del día a día y si pa­san seis me­ses y no pun­tua­mos pa­ra el ob­je­ti­vo, vol­ve­re­mos a mi­rar aba­jo y a pe­lear por lo de siem­pre, pe­ro ten­ga­mos otra ilu­sión”. Y creo que el men­sa­je fue bien re­ci­bi­do.

32 ¿Los ju­ga­do­res no lo mi­ra­ron con ca­ra de “qué nos es­tá di­cien­do es­te hom­bre"? No, por­que en­con­tré ju­ga­do­res con ga­nas. Y si a me­di­da que uno le va di­cien­do las co­sas que pue­den pa­sar, el ju­ga­dor ve que pa­san, le acep­tan la crí­ti­ca y tam­bién la pal­ma­da, to­do se po­ten­cia.

33 ¿Al­gu­na vez te ha­bían gri­ta­do “que de la ma­no de Ju­lio Cé­sar...”? Es­ta­ba el can­ti­to del Mun­dial 82, en el Amé­ri­ca era muy re­co­no­ci­do, pe­ro nun­ca es­to. Que pon­gan un car­tel que di­ce “no te­ne­mos vi­rrey pe­ro sí em­pe­ra­dor” es mo­ti­van­te.

34 ¿Te preo­cu­pa que los equi­pos me­dia­nos que apos­ta­ron a la Co­pa, co­mo Ta­lle­res y Cen­tral, ter­mi­na­ran com­pro­me­ti­dos con el des­cen­so? Te­ne­mos un ai­re de pun­tua­ción im­por­tan­te y es­te Aper­tu­ra nos tie­ne que ser­vir pa­ra su­mar por­que en la Su­da­me­ri­ca­na no hay via­jes.

35 ¿Biel­sa si­gue sien­do tu ideal de téc­ni­co? No es que sea mi ideal. Yo di­go que den­tro de los téc­ni­cos del fút­bol ar­gen­ti­no, más allá de los re­sul­ta­dos, en la pre­via de un par­ti­do, es el que me­jor ana­li­za y tra­ba­ja den­tro del cam­po. Sin nin­gu­na du­da.

36 ¿No es de­ma­sia­do cien­ti­fi­cis­ta? No. El bus­ca la pa­la­bra jus­ta pa­ra no las­ti­mar a nin­gún ju­ga­dor y eso qui­zás lo ha­ce un po­co cien­ti­fi­cis­ta, pe­ro en el día a día con el ju­ga­dor es sim­ple, cla­ro y le exi­ge la má­xi­ma ex­pre­sión que pue­de dar.

37 Pe­ro to­dos des­ta­can de Bian­chi lo opues­to de Biel­sa: su sim­pli­ci­dad. No di­go que uno sea me­jor o peor. Bian­chi es in­dis­cu­ti­ble por lo que con­si­guió y por la fir­me­za con que jue­gan sus equi­pos. No tra­ba­jé al la­do de Bian­chi, sí me to­có es­tar cer­ca de Mar­ce­lo y por eso ten­go esa opi­nión.

38 ¿Te sen­tís un biel­sis­ta a ul­tran­za? No, me sien­to un fal­cio­nis­ta a ul­tran­za.

39 ¿Te gus­ta que te iden­ti­fi­quen con Biel­sa? Hoy no es­tá muy bien vis­to. Al­gu­nos di­cen que soy una mi­nia­tu­ra de Bian­chi con más exi­gen­cia, otros, que soy biel­sis­ta. En cual­quier ca­so, pa­ra mí es un ho­nor, me enal­te­cen con esas com­pa­ra­cio­nes.

40 ¿Ha­blás se­gui­do con Biel­sa? Cuan­do es­tu­ve en Vé­lez te­nía un diá­lo­go más con­ti­nua­do, des­pués por cues­tio­nes de tra­ba­jo se fue com­pli­can­do. Ha­ce po­co pa­sé por Ezei­za a sa­lu­dar­lo.

41 ¿No lo ves muy me­ti­do pa­ra aden­tro aho­ra? Mar­ce­lo siem­pre fue así, se in­vo­lu­cra mu­cho en su tra­ba­jo. El Mun­dial hi­zo de­rrum­bar un cas­ti­llo que es­ta­ba bien cons­trui­do e hi­zo re­caer en Mar­ce­lo to­do el pe­so de esa frus­tra­ción, pe­ro con­fío en su ca­pa­ci­dad pa­ra sa­lir ade­lan­te.

42 ¿Quié­nes se cla­si­fi­can pa­ra el pró­xi­mo Mun­dial? Bra­sil y Ar­gen­ti­na, lo vi bas­tan­te só­li­do a Pa­ra­guay y es­pe­ro que Co­lom­bia.

43 ¿Cuán­to de suer­te y cuán­to de mé­ri­to hay en una de­fi­ni­ción por pe­na­les? Yo di­ría 40% mé­ri­to de los eje­cu­tan­tes, 40% mé­ri­to de los ar­que­ros y 20% de suer­te.

Imagen Hazaña. En un Vélez-Argentinos de 1980 le atajó dos penales a Maradona en el mismo partido y su equipo ganó 1-0. Este es el segundo.
Hazaña. En un Vélez-Argentinos de 1980 le atajó dos penales a Maradona en el mismo partido y su equipo ganó 1-0. Este es el segundo.

44 ¿Por qué los equi­pos de Bian­chi ga­na­ban siem­pre esas de­fi­ni­cio­nes, has­ta la úl­ti­ma? Por­que son fuer­tes psi­co­ló­gi­ca­men­te, se­gu­ra­men­te Car­los le sa­ca­ría la res­pon­sa­bi­li­dad.

45 ¿Có­mo se sa­ca esa res­pon­sa­bi­li­dad? “An­dá a pa­tear, que pa­se lo que pa­se la res­pon­sa­bi­li­dad es mía, por­que yo te ele­gí”. Su­pon­go que con esas pa­la­bras Bian­chi en­to­na­ría a sus ejec­tuan­tes.

46 ¿Un ar­que­ro no sien­te pre­sión en una de­fi­ni­ción por pe­na­les? Pre­sión no, pe­ro sí es­tá ten­sio­na­do por tra­tar de ser im­por­tan­te pa­ra el equi­po con­te­nien­do al­gún pe­nal. Es cla­ve la con­cen­tra­ción. En rea­li­dad, el ar­que­ro de­be es­tar con­cen­tra­do los 90 mi­nu­tos por­que jue­ga con­tra 21 ri­va­les.

47 Los com­pa­ñe­ros, agra­de­ci­dos. Yo les di­go a mis ju­ga­do­res: la me­jor ma­ne­ra de res­pal­dar a un com­pa­ñe­ro es du­dan­do de él. Si yo me con­fío de mi com­pa­ñe­ro, no lo voy a es­tar res­pal­dan­do, por­que si se equi­vo­ca no voy a es­tar ahí pa­ra ayu­dar­lo. Si yo creo que el ri­val lo pue­de pa­sar, o la pe­lo­ta le pue­de pi­car mal, voy a es­tar ahí pa­ra cu­brir su error. Es la ba­se pa­ra que un equi­po sea so­li­da­rio.

48 ¿En qué mo­men­to de­ci­dís dón­de ti­rar­te en los pe­na­les? Con el tiem­po uno ga­na ex­pe­rien­cia y ma­ne­ja al­gu­nos mo­vi­mien­tos pa­ra lle­var al eje­cu­tan­te a que pa­tee don­de uno quie­re.

49 ¿Qué sen­tis­te en la de­fi­ni­ción Amé­ri­ca-Ar­gen­ti­nos, por la fi­nal de la Li­ber­ta­do­res 85? Que ha­bía­mos he­cho mé­ri­tos pa­ra ga­nar, que no pu­de ata­jar nin­gu­no, que Vi­da­llé ata­jó uno y per­di­mos.

Imagen La cumbre. En el América estuvo diez años, los mejores de su carrera.
La cumbre. En el América estuvo diez años, los mejores de su carrera.

50 ¿Por qué em­pe­zas­te a pa­tear pe­na­les? Ve­nía­mos de una ra­cha de pe­na­les erra­dos, y con­tra el Quin­dío nos die­ron un pe­nal en el mi­nu­to fi­nal. Co­mo es­ta­ba la pe­lo­ta pues­ta y na­die se acer­ca­ba, le pe­dí per­mi­so al téc­ni­co, y me lo dio. Lo me­tí, y se­guí has­ta que erré uno y vol­ví al fi­nal de la co­la.

51 Ata­jas­te va­rios, ¿cuál era tu mé­to­do? Un po­co de cha­mu­yo: “Pa­tea­lo tran­qui­lo, hay 20 mil per­so­nas y si lo errás no pa­sa na­da”. Eso le hi­ce a Ba­bing­ton, en el 79, en el úl­ti­mo mi­nu­to de un Vé­lez-Hu­ra­cán que nos per­mi­tió cla­si­fi­car a las fi­na­les.

52 ¿Cha­peás con los dos pe­na­les que le ata­jas­te a Ma­ra­do­na en un par­ti­do? Eso fue un ac­ci­den­te del fút­bol. Fue el día so­ña­do por cual­quier ar­que­ro: 1-0 y dos pe­na­les ata­ja­dos. Y en­ci­ma al Die­go de Ar­gen­ti­nos, que es­ta­ba en to­do su po­ten­cial. Tam­bién ata­jé dos en un par­ti­do con­tra Na­cio­nal, en Me­de­llín, en 1987, y ese triun­fo nos dio la cla­si­fi­ca­ción a una nue­va Li­ber­ta­do­res.

53 ¿Te cru­zas­te a Die­go al­gu­na vez des­pués de los pe­na­les? En la Se­lec­ción. Me di­jo: “¿Te acor­dás, Pe­lu­sa, que me ata­jas­te dos pe­na­les un día?”. Le con­tes­té: “Cla­ro, vos te po­dés ol­vi­dar; yo nun­ca en la vi­da”. Sin nin­gu­na du­da, él es el Pe­lu­sa más fa­mo­so.

54 ¿Un téc­ni­co de­be sa­ber más de fút­bol o de gru­pos? Las dos co­sas van de la ma­no. Pa­ra ele­gir on­ce y plan­tear una tác­ti­ca hay que sa­ber de fút­bol. Y des­pués de­be res­pal­dar las de­ci­sio­nes que to­ma, siem­pre a fa­vor del gru­po, pa­ra pro­te­ger­lo, po­ten­ciar­lo y pa­ra que ha­ya res­pe­to en­tre los in­te­gran­tes del gru­po. Si no te­nés las de­ci­sio­nes y la con­duc­ción cla­ra, el gru­po se te va de las ma­nos.

55 ¿Cuá­les son tus pre­cep­tos bá­si­cos? Prio­ri­zo que el equi­po sea so­li­da­rio, que man­ten­ga el or­den, pri­vi­le­gio el equi­po a la ac­ción in­di­vi­dual.

56 ¿Cuán­to du­ran tus char­las téc­ni­cas y en qué ha­cés hin­ca­pié? Las del día del par­ti­do du­ran 20 mi­nu­tos y se ba­san en las mar­cas, en las zo­nas don­de po­de­mos sa­car una ven­ta­ja, la ba­rre­ra, pe­lo­tas pa­ra­das. Tam­bién al­go mo­ti­va­cio­nal, con vér­ti­go, pa­ra que el ju­ga­dor en­tre me­ti­do. El día an­te­rior te­ne­mos una char­la de una ho­ra, en la que se des­ta­ca lo bue­no y lo ma­lo del ad­ver­sa­rio. Pa­ra eso, Es­te­ban, un co­la­bo­ra­dor, pre­pa­ra un com­pac­to de los úl­ti­mos tres par­ti­dos del ad­ver­sa­rio, que du­ra 25 mi­nu­tos. Eso lo veo con los ju­ga­do­res, y se agre­ga to­do lo que va­mos char­lan­do en la se­ma­na, de co­rre­gir co­sas que pa­sa­ron y co­sas por ve­nir.

57 ¿Qué es lo pri­me­ro que ha­cés cuan­do lle­gás a un club? Plan­tear mis ex­pec­ta­ti­vas, ver el gru­po de ju­ga­do­res que hay y qué fal­ta. Lo ra­ro del fút­bol de hoy es que sal­vo cin­co o seis ins­ti­tu­cio­nes, te en­con­trás con equi­pos mó­vi­les, don­de se van quin­ce y vie­nen diez. Hay que bus­car los ju­ga­do­res de acuer­do con la tác­ti­ca que uno quie­re. Si vas a tra­ba­jar con lí­nea de tres, por ejem­plo, ne­ce­si­tás ca­rri­le­ros. El ju­ga­dor de­be sa­ber des­de el arran­que de qué va a ju­gar. Si te­nés las ideas cla­ras y ele­gís los ju­ga­do­res de acuer­do a eso, es más sen­ci­llo pa­ra to­dos.

Imagen Julio César Falcioni jugó en Vélez, América de Cali, Gimnasia (LP) y Once Caldas.
Julio César Falcioni jugó en Vélez, América de Cali, Gimnasia (LP) y Once Caldas.

58 ¿Ar­más el equi­po de atrás pa­ra ade­lan­te o al re­vés? De atrás pa­ra ade­lan­te, sin du­das. La so­li­dez na­ce des­de atrás, a pe­sar de que cuan­do en­ca­ra­mos los par­ti­dos ha­blo de ade­lan­te pa­ra atrás, por­que el tra­ba­jo em­pie­za con los de­lan­te­ros.

59 ¿Cor­ner con pier­na cam­bia­da o abier­to? Pa­ra los que ata­can es me­jor con pier­na del sec­tor, por­que la pe­lo­ta se abre y se la en­cuen­tran lle­gan­do a su ca­be­za. Ade­más, la pe­lo­ta se va ale­jan­do del ar­que­ro. En los ti­ros li­bres de cos­ta­do me gus­ta con pier­na cam­bia­da, por­que com­pli­ca la vi­sión del ar­que­ro y cual­quie­ra que la to­que, o in­clu­so si no la to­ca na­die, pue­de ser gol.

60 ¿Cuán­do te gus­ta ti­rar el off­si­de? No me gus­ta en ge­ne­ral, qui­zás por­que en Vé­lez lo ti­rá­ba­mos mu­cho y yo me sen­tía de­ma­sia­do ex­pues­to. Tra­to de que mi de­fen­sa sal­ga rá­pi­do del fon­do o que achi­que a la sa­li­da de un cor­ner, na­da más.

61 ¿De­fen­sa de tres o de cua­tro? Tra­ba­jé con los dos sis­te­mas. La de cua­tro es me­jor por­que le da más equi­li­brio al equi­po, sa­li­da por los la­te­ra­les, por­que sir­ve pa­ra que los com­pa­ñe­ros no ha­gan tan­to es­fuer­zo y por­que se le ha­ce más di­fí­cil en­trar al con­tra­rio. Pa­ra ju­gar con tres es im­por­tan­te te­ner bue­nos ca­rri­le­ros. El se­cre­to de la lí­nea de tres es apre­tar al ad­ver­sa­rio en su cam­po pa­ra for­zar el pe­lo­ta­zo y que el lí­be­ro lle­gue a esa co­ber­tu­ra; por eso si no te­nés un equi­po ágil, pa­ra for­zar erro­res arri­ba, hay que re­tro­ce­der mu­cho. Y si los ca­rri­le­ros re­tro­ce­den, des­pués no tie­nen ai­re pa­ra sa­lir.

62 ¿Lá­ti­go o fra­ne­la con los ju­ga­do­res? Lá­ti­go y fra­ne­la. En un gru­po tie­ne que ha­ber una con­vi­ven­cia, den­tro de esa con­vi­ven­cia de­be ha­ber re­glas y den­tro de esas re­glas, elas­ti­ci­dad.

63 ¿Me­not­ti o Bi­lar­do? Tra­ba­jé con los dos… y me gus­ta Biel­sa.

64 ¿Fi­llol, Gat­ti o Chi­la­vert? Fi­llol fue el más gran­de en su épo­ca: ha­bía que ma­tar­lo pa­ra ha­cer­le un gol. Y Chi­la­vert es un mons­truo por per­so­na­li­dad y ma­ne­jo. Ade­más lo co­no­cí y me pa­re­ció una per­so­na bár­ba­ra. Una mez­cla de ellos dos.

65 ¿Quién es hoy el me­jor ar­que­ro ar­gen­ti­no? Ab­bon­dan­zie­ri con­si­guió gran re­gu­la­ri­dad los úl­ti­mos años y ad­qui­rió un sa­que muy bue­no.

66 ¿El triun­fo con Olim­po en Li­niers por el Clau­su­ra 03 te ce­rró las puer­tas de Vé­lez? Pa­ra na­da. Siem­pre tra­té de ha­cer lo me­jor pa­ra el equi­po que me tie­ne con­tra­ta­do.

67 ¿Por qué en Vé­lez no te fue tan bien co­mo des­pués en Olim­po y Ban­field? En Vé­lez me fue bien: me to­có en­trar en un mo­men­to con­flic­ti­vo del club, tu­ve que to­mar de­ci­sio­nes di­fí­ci­les con ju­ga­do­res (y en al­gu­nos ca­sos el tiem­po me dio la ra­zón) y pro­mo­cio­na­mos chi­cos co­mo Bu­ján, Fal­cón, Bar­da­ro, Le­yen­da, Obo­lo, Pe­lle­gri­no y Cen­tu­rión. Y con­se­gui­mos 64 pun­tos en la tem­po­ra­da, los mis­mos que en Ban­field.

 

Imagen Comienzos como DT, en Vélez.
Comienzos como DT, en Vélez.
 

68 Pe­ro el re­co­no­ci­mien­to lle­gó des­pués. Pa­rar un año des­pués de Vé­lez me sir­vió pa­ra re­pen­sar al­gu­nas co­sas. Cuan­do vol­ví, lo hi­ce más asen­ta­do.

69 Tam­bién cam­bias­te un po­co tu ima­gen: an­tes te­nías ca­ra de po­cos ami­gos. Ca­ra de or­to te­nía. Un día, en la pla­ya, un pe­rio­dis­ta me vi­no a ha­cer una no­ta. Lo veía aco­bar­da­do y le di­je: “No te guíes por es­ta ca­ra de or­to que ten­go”. Des­pués lo pu­so de tí­tu­lo. Es que me me­to de­ma­sia­do en el par­ti­do. Pe­ro en la vi­da no soy así, no an­do con ca­ra de cu­lo, soy un ti­po que se ríe bas­tan­te.

70 Ul­ti­ma­men­te se te vio más sim­pá­ti­co. ¿Hu­bo una apues­ta mar­ke­ti­ne­ra? Pue­de ser que me ha­ya sol­ta­do un po­qui­to más.

71 Los no­vios de tus hi­jas se de­ben asus­tar un po­qui­to. Y… les pon­go la ca­ra de los par­ti­dos.

72 ¿Dón­de es­ta­rías hoy si el pre­si­den­te de Olim­po hu­bie­ra acep­ta­do tu re­nun­cia tras el 0-3 con Chi­ca­go? No sé, pe­ro lo hi­ce por una ca­len­tu­ra: nos ha­bían go­lea­do y echa­do a dos.

73 ¿Por qué em­pe­zas­te a ir de tra­je a los par­ti­dos? Siem­pre ha­bía ido muy in­for­mal, pe­ro un ami­go me acon­se­jó dar­le un po­qui­to de for­ma­lis­mo.

74 ¿Por qué en tu épo­ca de Vé­lez siem­pre lle­ga­ban has­ta “ahí”, pe­ro no po­dían ser cam­peo­nes? Tu­vi­mos dos equi­pos muy bue­nos: el del Me­tro 77, que fui­mos ter­ce­ros, y el del Me­tro 79, que per­di­mos la fi­nal con Ri­ver. Nos fal­tó el to­que de suer­te. De he­cho, en la Co­pa del 80 eli­mi­na­mos a Ri­ver, o sea que es­tá­ba­mos a la al­tu­ra.

75 ¿Por qué te que­das­te diez años en Co­lom­bia? ¿No te mo­ti­va­ba dar un sal­to a otro fút­bol? Yo fui al Amé­ri­ca pen­san­do que iba un año, pe­ro me en­con­tré con un club de je­rar­quía, en un gran mo­men­to del fút­bol co­lom­bia­no, con mu­chas fi­gu­ras. Hu­go al­gu­na po­si­bi­li­dad de Eu­ro­pa, pe­ro no me qui­sie­ron ven­der, por­que era la ima­gen del club.

76 ¿Por qué te pu­sie­ron “ga­to” allá? Por los ojos, por­que era rá­pi­do de mo­vi­mien­tos.

77 ¿Exis­te el ga­lli­nis­mo en el fút­bol? No.

78 ¿Sa­bés adón­de va la pre­gun­ta? Por el Amé­ri­ca. Fui­mos tres ve­ces sub­cam­peón de la Li­ber­ta­do­res en for­ma con­se­cu­ti­va, no se dio. Diez años más tar­de, con otros ju­ga­do­res, vol­vió a per­der­la. Y va­rios de esos ju­ga­do­res, des­pués, se can­sa­ron de ga­nar la Co­pa con Bo­ca. Son do­sis de suer­te.

79 ¿Cuál fue la que más su­fris­te de to­das? La ter­ce­ra, con Pe­ña­rol, en el 87. La de Ar­gen­ti­nos fue muy pa­re­ja y Ri­ver nos ga­nó bien. Con Pe­ña­rol sa­ca­mos bue­na di­fe­ren­cia en Ca­li (2-0), en Mon­te­vi­deo ga­ná­ba­mos 1-0 has­ta fal­tan­do diez mi­nu­tos pe­ro nos die­ron vuel­ta. Y el de­sem­pa­te fue 0-0, hu­bo 30 de alar­gue y nos me­tie­ron el gol en la úl­ti­ma ju­ga­da. Si em­pa­tá­ba­mos, éra­mos los cam­peo­nes por la di­fe­ren­cia de gol. In­creí­ble.

80 ¿Có­mo te re­cu­pe­rás tras un gol­pe así? Me cos­tó mu­cho, no te­nía ga­nas de na­da, era mi ter­ce­ra fi­nal. Yo re­ga­la­ba to­do por con­se­guir un tí­tu­lo así, co­mo re­ga­la­ba to­do por ir a un Mun­dial.

81 ¿Te mo­les­ta ver­te tan se­gui­do en TV tra­tan­do de pa­rar el ti­ro de Fu­nes sin lo­grar­lo en la Co­pa 86? Sos el gil de la pe­lí­cu­la. La ma­yo­ría de mis fo­tos son de es­pal­das, qué voy a ha­cer.

82 ¿En la fi­nal del 86 sen­tis­te que Ri­ver no po­día per­der de nin­gu­na ma­ne­ra en el Mo­nu­men­tal? Pue­de ser, pe­ro no­so­tros ten­dría­mos que ha­ber ga­na­do el par­ti­do de Ca­li y no lo hi­ci­mos.

83 ¿Co­no­cis­te a los ca­pos del Car­tel de Ca­li? Te­nía­mos re­la­ción per­ma­nen­te. Cuan­do a mí me con­tra­ta­ron, vi­no Mi­guel Ro­drí­guez Ore­jue­la, no sé si era el je­fe del car­tel o no, pe­ro es­ta­ba siem­pre.

Imagen En América de Cali jugó con Gareca, Ischia y Cabañas, entre otros.
En América de Cali jugó con Gareca, Ischia y Cabañas, entre otros.

84 ¿Al­gu­na vez vis­te al­go ra­ro? Pa­ra na­da, siem­pre es­tu­vi­mos al mar­gen. Lo má­xi­mo que vi­mos fue una es­cua­dri­lla de pro­tec­ción cuan­do él ve­nía.

85 ¿Nun­ca tu­vis­te mie­do a los aten­ta­dos? Só­lo un po­qui­to en el 89: al tér­mi­no de un par­ti­do ma­ta­ron al juez de lí­nea. Era un Amé­ri­ca-In­de­pen­dien­te Me­de­llín. Fue mi úl­ti­mo par­ti­do.

86 Una co­mi­da de Co­lom­bia. Los frí­jo­les.

87 El peor de­fec­to del fut­bo­lis­ta ac­tual. La vo­rá­gi­ne en que vi­ve: no se per­mi­te sen­tar­se a char­lar de fút­bol o que­dar­se diez mi­nu­tos más ti­ran­do un cen­tro, o quin­ce com­par­tien­do un asa­do. Vi­ve apu­ra­do, y ese apu­ro lo trans­mi­te des­pués en la can­cha. Jue­ga apu­ra­do, no tie­ne pau­sa.

88 Tu com­pa­ñe­ro que me­jor le pe­ga­ba a la pe­lo­ta. El pa­ra­gua­yo Bat­ta­glia, tam­bién el pe­rua­no Cue­to y Car­li­tos Is­chia… has­ta que se rom­pió el to­bi­llo. Des­pués, ya no le po­día dar chan­fle.

89 ¿El hin­cha de Vé­lez es in­gra­to? Te pu­tea­ron a vos, a Is­chia y has­ta a Bian­chi. No es in­gra­to, es fa­ná­ti­co. Yo res­pe­to mu­chí­si­mo a to­dos los hin­chas y es­pe­cial­men­te al de Vé­lez.

90 Si pu­die­ras ele­gir los Mar­tín Fie­rro del fút­bol, ¿a qué DT ar­gen­ti­no le da­rías el pre­mio por la tem­po­ra­da 03/04? A Bian­chi.

91 ¿Fal­cio­ni en qué pues­to es­ta­ría? Es­ta­ría­mos ahí, en la ter­na, con Gus­ta­vo Al­fa­ro.

92 Una char­la téc­ni­ca que re­cuer­des es­pe­cial­men­te. Una vez, en Vé­lez, di­ri­gía el triun­vi­ra­to Cie­linsky-Mon­ta­ño-Ber­mú­dez. Ju­gá­ba­mos con­tra Ar­gen­ti­nos y en la char­la que­rían ha­blar los tres y se in­te­rrum­pían en­tre ellos has­ta que el de­fen­sor Omar Jor­ge pi­dió que ha­bla­ran de a uno. Ber­mú­dez se ca­len­tó y los echa­ron a los dos de la pie­za.

93 ¿Y al­gu­na vez te ten­tas­te? Siem­pre qui­se es­cu­char el má­xi­mo pa­ra co­no­cer lo que el téc­ni­co que­ría del equi­po y yo po­der or­de­nar­lo des­de atrás. Le pres­ta­ba aten­ción a to­do: a los que iban a ca­be­cear, los que su­bían, la ba­rre­ra. Creo que eso me sir­vió pa­ra ser el téc­ni­co que soy hoy en día.

94 ¿Te que­das­te con ga­nas de ju­gar en al­gún club? Tu­ve la opor­tu­ni­dad de ju­gar en Ri­ver y en Bo­ca. En el 81, cuan­do se hi­zo lo de Die­go, es­tu­ve reu­ni­do con la gen­te de Bo­ca pe­ro Vé­lez ya ha­bía fir­ma­do con el Amé­ri­ca. Y en el 84, sien­do Cu­bi­lla DT de Ri­ver, co­mo ve­nía de Co­lom­bia, pi­dió a Al­fa­ro y a Fal­cio­ni. Al fi­nal, só­lo se hi­zo lo de Al­fa­ro.

95 ¿Es cier­to que Ochoa Uri­be te qui­so na­cio­na­li­zar co­lom­bia­no? Sí, pa­ra la eli­mi­na­to­ria de Mé­xi­co 86, pe­ro co­mo ha­bía gen­te que no es­ta­ba de acuer­do, so­bre to­do el pe­rio­dis­mo, que que­ría que ju­ga­ra gen­te del país, to­mé la de­ci­sión de no na­cio­na­li­zar­me. Ya es­ta­ba to­do lis­to pa­ra que lle­ga­ra a la con­cen­tra­ción 48 ho­ras an­tes del par­ti­do, in­clu­so Ochoa ya me ha­bía di­cho que si no que­ría ju­gar con­tra Ar­gen­ti­na en Bue­nos Ai­res, no ju­ga­ba. Pe­ro bue­no, era apos­tar to­do por una car­ta que no me iba a be­ne­fi­ciar.

96 ¿Y hoy, en re­tros­pec­ti­va, có­mo lo ves? Hu­bie­ra si­do bue­no, qui­zás no su­fría los de­sen­can­tos que su­frí con la Se­lec­ción Ar­gen­ti­na y qui­zás ha­bría lle­ga­do a un Mun­dial.

97 ¿Por qué em­pe­zas­te de ar­que­ro? Por­que me sen­tía có­mo­do y creía te­ner con­di­cio­nes. Con edad de Sép­ti­ma, Ló­pez y Ca­va­lle­ro me ca­ta­pul­ta­ron a en­tre­nar­me con la Ter­cer­a.

98 En los 60 se de­cía que el pues­to de wi­nes era de lo­cos y el de ar­que­ro de bo­lu­dos. ¿Por qué? No es por sa­lir en de­fen­sa del pues­to, pe­ro siem­pre con­si­de­ré al ar­que­ro co­mo el ju­ga­dor más im­por­tan­te del equi­po. Es­to me lo en­se­ñó Ochoa Uri­be: si te­nés un buen ar­que­ro y un buen equi­po, te­nés un gran equi­po, por­que el ar­que­ro sos­tie­ne to­do lo que ha­ce ese equi­po. Aho­ra, si te­nés un buen equi­po con un mal ar­que­ro, te­nés un mal equi­po, por­que to­do lo bue­no que pue­da ha­cer el equi­po lo ti­ra a la ba­su­ra el ar­que­ro. Por eso es fun­da­men­tal un ar­que­ro se­rio, equi­li­bra­do. Es tan im­por­tan­te el pues­to que uno de los po­cos cam­bios en las re­glas del jue­go es­tá vin­cu­la­do al ar­que­ro: el pa­se del com­pa­ñe­ro, los seis se­gun­dos.

99 ¿Por qué se de­cía, en­ton­ces, que era el pues­to del bo­lu­do? Por­que es un pues­to que no cual­quie­ra es­tá ca­pa­ci­ta­do pa­ra ocu­par. Son muy po­cos los que pue­den opi­nar so­bre el ar­co.

100 Pe­ro es pues­to in­gra­to, ¿coin­ci­dís? No. Pa­ra mí fue la fe­li­ci­dad, yo dis­fru­ta­ba mu­chí­si­mo en el ar­co y cuan­do me me­tían un gol, me reía, lo to­ma­ba co­mo al­go na­tu­ral. Hoy su­fro los par­ti­dos y pon­go ca­ra de cu­lo.

 

Por Diego Borinsky  (2004)