La historia de River en objetos: La Máquina, la corbata de Labruna, la pelota naranja y el saco de Gallardo
Recorrida por el Museo que resume los 121 años de vida del club de Núñez, con su gloria, sus campeonatos, sus ídolos y sus tesoros más preciados.
“Estamos acá, en casa, en la casa del más grande. Disfrutando uno de los momentos más gloriosos de nuestra historia, festejando lo que siempre quisimos y soñamos lograr”. La voz en off es la carta de presentación del Museo de River.
A través de una película de 5 minutos proyectada en un cine 360° con imágenes de época sobre una esfera central se repasa la historia y se da la bienvenida al sitio que conserva la memoria de 121 años de vida.
El recorrido es temático y no hay detalle librado al azar. Está diseñado con las más modernas técnicas de exhibición audiovisual. Son 3500 metros cuadrados de historia pura: el acta original de la inauguración del estadio firmado por los presentes aquel día, una locomotora tamaño real, en homenaje a La Máquina, una de las máquinas de coser con la que se hizo la bandera más larga del mundo, una porción de la pista de atletismo del Monumental, la corbata de Labruna, el saco con el que Gallardo dio su primera vuelta olímpica como entrenador y la camiseta con la que atajó Enzo Pérez.
El Museo de River se encuentra a metros del estadio Monumental. Es una visita obligada para todos los hinchas y una gran atracción para turistas que llegan desde todo el mundo. Los días que está abierto recibe entre 1500 y 2000 personas, dispuestas a nutrirse de la historia riverplatense. En lo que va de 2022 superó el récord histórico de visitas (206 mil en 2019) y será uno de los 230 espacios disponibles para recorrer el sábado en una nueva edición de la Noche de los Museos.
El material del hall central va rotando según la ocasión. La temática por estos días está vinculada con Leonardo Ponzio. A propósito de su despedida hay camisetas originales, botines, cintas de capitán, medallas y banderines de los títulos que ganó el “Capitán Eterno”.
Lo acompañan los tres trofeos obtenidos por River en 2021: la Supercopa Argentina, la Liga Profesional y el Trofeo de Campeones, que se ubican debajo del arco temático de campeón. En la pared del fondo hay alrededor de 500 monedas en reconocimiento a los socios fundadores del Museo, con nombres diversos que van desde glorias del club, ex jugadores, dirigentes y celebridades.
El viaje al pasado es a través de un túnel del tiempo, que comienza en 1901, año de la fundación, y termina en estos días. Cada década tiene una estación diferente, salvo la del 60’, que forma parte de la noche negra, en alusión a los 18 años (entre 1957 y 1975) que estuvo River sin salir campeón.
Los espacios cuentan con objetos de época, material audiovisual y paneles con las estadísticas de los torneos en los que River se consagró campeón, con los nombres que hicieron grande al club.
Entre los símbolos que referencian el contexto histórico se destacan un camarín de Carlos Gardel, el balcón de la Casa Rosada, una réplica del auto de Fangio, ejemplares de El Gráfico, una urna y una cacerola entre otras tantas cosas. La música también varía con el paso de los años. Suenan Carlos Gardel y “Mi Buenos Aires querido”, Almendra con su “muchacha ojos de papel”, Mercedes Sosa, Queen y La Renga.
El Museo es también una forma de identificación para el hincha con su propia historia. A través de los canales de comunicación es muy común que reciban todo tipo de donaciones y aportes.
Cada pieza tiene su historia mínima detrás. La familia de Ángel Labruna ofreció un importante lote de fotos. La pelota naranja con la que el Beto Alonso fue leyenda la donó Francisco Lamolina, el árbitro del partido que la tenía en su casa. Fernando Zappia conservó la camiseta con la que salió campeón en 1975 y la puso a disposición del Museo hasta el día que lo decidan sus hijos. Hace poco, en el depósito del club encontraron los legajos de jugadores de la década del 50, un material invaluable para los coleccionistas e historiadores.
“Es central que un club tenga museo y archivo. Es una forma de resguardar su propia historia como parte de su acervo patrimonial. Es imprescindible que los clubes conozcan su pasado para poder entender su presente y pensar el futuro”, dice Rodrigo Daskal, presidente del Museo de River, en diálogo con El Gráfico.
El túnel del tiempo desemboca en la Sala de Trofeos, intacta en los cuatro primeros años desde la fundación del Museo y restaurada en los últimos años, con una vitrina contigua, con los títulos obtenidos durante el ciclo de Marcelo Gallardo.
Entre las copas se mezclan distintas piezas históricas. Sobre una pared luce un cuadro impoluto con los campeones del primer título oficial en 1920. Hay una pelota utilizada en un Superclásico, que fue donada por la familia de Bernabé Ferreyra, y otro balón de 1952, de un partido contra Manchester City, en homenaje al primer triunfo de un equipo argentino en Inglaterra. Del buen vínculo con Torino quedó un pedazo del fuselaje del avión de la Tragedia de Superga, aquella que tanto conmovió.
El recorrido continúa con una evolución en fotos y maquetas del estadio Monumental. En las paredes hay paneles, que van de la A a la Z, con los nombres de los más de 1300 jugadores que disputaron al menos un minuto en la primera división durante la era profesional, con una breve descripción y el detalle de los partidos, goles y títulos ganados. Al costado de cada letra, hay dibujos con las principales figuras vistieron la camiseta de River.
Hay también un espacio dedicado a los cambios que sufrió el escudo con el paso de los años y un recorrido por las diferentes camisetas a lo largo de la historia.
En el piso superior se encuentra un sector para la organización de eventos, en donde se dan las cenas de camaradería con los dirigentes de otros clubes y se hacen muestras de arte. Para fin de año, según le confirmó Daskal a El Gráfico, se hará un reconocimiento a los tricampeones de 1997.
El archivo, único sector del museo que no está abierto al público en general, lleva el nombre de Enrique Zanni, en homenaje al socio fundador y primer historiador de River, que en 1915 puso su casa como garantía para que el club alquile los terrenos en Aristóbulo del Valle y Gaboto, el primer estadio propio, con sede en La Boca, en 1915. Allí se acumulan decenas de documentos, libros viejos de socios, fotos históricas, memorias y balances, medallas, trofeos, plaquetas, libros, revistas, videos y algunas camisetas.
Como todos los títulos no valen lo mismo, la Copa Libertadores 2018 tiene su propio espacio, creado para la ocasión y a la altura del acontecimiento. Está la réplica oficial de Conmebol, con su respectiva caja de madera de DHL a un costado. Un video con la gesta que desembocó en la conquista de Madrid se proyecta sobre la pared. La voz de Gallardo reconstruye la historia: “Todavía me sigo emocionando, ganamos la final que siempre soñamos, el partido del hincha, la final de nuestras vidas”. Un metegol con el diseño del Santiago Bernabéu recrea la corrida heroica del Pity Martínez. En la vidriera hay piezas de colección que tienen que ver con la final: camisetas de los protagonistas, la moneda con la que se hizo el sorteo de capitanes, la planilla del partido de ida y banderines. El empapelado con los distintos diarios del mundo demuestra que lo conseguido fue para la eternidad.