Las Crónicas de El Gráfico

Los arqueros x Juvenal: Mierko Blazina

El maestro Juvenal supo repasar en El Gráfico, la trayectoria de los mejores y más pintorescos personajes del fútbol. En este caso el elegido es Mierko Blazina, arquero legendario de San Lorenzo.

Por Redacción EG ·

19 de febrero de 2018
El puesto de arquero ha sido propicio de los tipos pintorescos. Es que en el arco ha mucho tiempo para pensar muchas cosas, al margen del partido que se juega allá lejos. Y no todos tienen eso de Gatti o de Carrizo, que es vivir el partido en todo momento y hasta jugarse apuestas consigo mismo sobre lo que va a hacer el contrario, disfrutando intensamente cuando lo intuido se hace cierto.

Mierko Blazina, el húngaro atajó para San Lorenzo entre 1943 y 1955, aparte de tener el record de partidos jugados entre los arqueros del Ciclón, fue record en materia de sangre fría. Se jugaba a cuatro, cinco metros de su arco, y Blazina estaba allí, impasible, como si el juego estuviera en la valla de enfrente o él se encontrara en alguna otra cancha muy distante de allí.

En 1954 jugaban Ferro y San Lorenzo en Caballito. Hubo un tiro libre para los verdes y mientras Piovano se preparaba para patear, Blazina acomodaba la barrera. Y lo hizo con tanto esmero, indicándole a éste que se corriera un cachito más a la derecha, al otro que no abriera las piernas, a aquellos dos que se apretaran más, que cuando se quiso acordar la pelota estaba adentro... “La barrera todavía no me gustaba”, le confesó después a un amigo, “pero ya que me habían hecho el gol, la dejé así, no más...”

Se hizo famoso por sus rarezas, que incluían contenciones magistrales (como aquel penal que le sacó a Cerviño en la inolvidable campaña sanlorencista del 46) y distracciones increíbles (como el tiro libre del Piovano). Y también por su cábala de colocar un papelito con una piedra adentro unos centímetros delante de la raya del área chica y en la línea del centro del arco. Era cábala y también guía para ubicarse en el arco, sobre todo cuando volvía de apuro. Lo que prueba que tampoco era tan rayado como la gente pensaba...

Juvenal (1972).

Imagen