Juegos Olímpicos

ARTHUR ASHE, EL ÚNICO AFRODESCENDIENTE CAMPEÓN DE WIMBLEDON

El 6 de febrero de 1993, 29 años atrás, el talentoso tenista fallecía por SIDA, contraído tras una transfusión de sangre. Antes, el 5 de julio de 1975, el estadounidense conquistó su tercer Grand Slam, el más importante de su vida, tras derrotar 6-1, 6-1, 5-7 y 6-4 a su compatriota Jimmy Connors. Ningún otro tenista masculino afrodescendiente ganaría en el All England.

Por Pablo Amalfitano ·

05 de julio de 2021

ARTHUR ROBERT ASHE JR. comunicó, en 1992, una dura noticia: había contraído VIH. Alguien le preguntó, por entonces, por qué Dios lo había elegido para esa fatídica enfermedad. Y el estadounidense dejó una frase para la posteridad: "En el mundo 50 millones de chicos juegan al tenis, 5 millones aprenden a jugarlo, 500 mil empiezan a jugarlo bien, 50 mil entran al circuito, 5 mil llegan a jugar un Grand Slam, 50 llegan a Wimbledon, cuatro alcanzan las semifinales, dos llegan a la final. Cuando levantaba la copa nunca le pregunté a Dios ‘¿Por qué a mí?’. Hoy, con mi enfermedad, tampoco debería preguntárselo".

El 5 de julio de 1975, en efecto, aquella copa dorada, la que entrega el All England Lawn Tennis Club al ganador del torneo más prestigioso del mundo, estaba en sus manos. Arthur Ashe se convertía aquel día en el único tenista masculino afrodescendiente que conquistaba Wimbledon. Nada menos. Antes lo había ganado Althea Gibson, otra afroamericana, de Carolina del Sur, en 1957 y 1958; luego lo harìan las hermanas Venus y Serena Williams. En varones apenas MaliVai Washington llegaría a la final en1996, partido que perdería ante el bombardero holandés Richard Krajicek.

Cuando Ashe se consagró en Wimbledon ya era un símbolo de la lucha contra el racismo. Descendiente de una mujer de la costa africana llevada por esclavistas a Estados Unidos, el tenista se había mantenido al margen del activismo en sus primeros años como profesional. La realidad, sin embargo, le puso un límite en 1969. Aquel año Ashe intentó jugar el ATP sudafricano pero el gobierno de Pretoria le negó la visa en pleno Apartheid. Ya había ganado el Abierto de Estados Unidos en 1968 y, un año después de la negativa sudafricana, lograría su segundo Grand Slam en el Abierto de Australia.

Ganaba en la cancha, claro, pero también lo hacía fuera de ella. Por el escándalo de 1969, y por la influencia deportiva de Ashe, Sudáfrica fue expulsada de la Copa Davis y, recién en 1973, le permitió ingresar al país para jugar el torneo. Perdió la final con Connors y cierto sector del activismo contra el racismo criticó que haya jugado en territorio sudafricano en pleno Apartheid. Ashe pensaba que jugar allí ayudaría a incluir a las personas de tes negra, pero no fue suficiente porque las diferecias siguieron firmes.

Por aquellos años Ashe ya estaba jugado de lleno en el activismo y era una imagen fuerte en la pelea contra el racismo. El momento más importante de su carrera, por contexto y fuerza histórica, trascendería la línea del deporte. La final de Wimbledon 1975 sería el broche máximo de su trayectoria. Connors, de 22 años, en el apogeo de su tenis, llegaba como el gran favorito en la primera definición en el All England entre dos estadounidenses en la Era Abierta.

Ashe, por su parte, ya tenía 31 años, estaba en el epílogo de su etapa deportiva y llevaba cinco años sin conquistar un título de Grand Slam. El mandato de su padre, quien le había dicho en sus inicios que fuera mejor que los blancos en todo lo que hiciera, tuvo más relevancia que los pronósticos: se impuso 6-1, 6-1, 5-7 y 6-4 en un partido que quedará grabado para siempre. La leyenda ya estaba escrita y nada la borrará: Ashe se convirtió en el único varón afroamericano campeón de Wimbledon y su legado sigue más vivo que nunca.

Número dos del mundo en 1976, Ashe jugaría su último torneo en Kitzbühel, Austria, en julio de 1979, pocos días después de haber participado por última vez en Wimbledon, donde cayó en la primera ronda ante el australiano Chris Kachel por 6-4, 7-6 y 6-3. Se retiraría, según los registros de ATP, con 44 títulos del circuito grande, tres de ellos de Grand Slam.

Años más tarde, en abril de 1992, Ashe le anunciaba al mundo que tenía SIDA, contraido durante una cirugía a corazón abierto en 1983 pero con el desarrollo en su organismo recién iniciado en 1988. Desde aquel momento realizó todas las campañas de concientización que pudo sobre la enfermedad, novedosa por entonces. No dejó de pelear contra el VIH ni un solo día hasta que falleció el 6 de febrero de 1993, en Nueva York, con 49 años. Con su leyenda cada vez más grande, el paso del tiempo confirma que, si estuviera vivo, seguiría sin preguntarse '¿por qué a mí?'.