Las Crónicas de El Gráfico

Atención nostálgicos: Un museo de El Gráfico en el medio de la nada

En La Choza, un pueblito con apenas 40 habitantes, un coleccionista diseñó una galería con miles de ejemplares que heredó de un familiar. El Gráfico fue hasta allí para conocer su historia.

Por Panqui Molina ·

03 de mayo de 2022

 

EL SILENCIO ATURDE. La tranquilidad se respira. El temporal de la noche anterior dejó secuelas en La Choza, una de las seis localidades del partido de Las Heras, Provincia de Buenos Aires. Los animales se apoderaron de las calles. Hay gallinas y perros en las mismas proporciones. Los techos volados, los árboles caídos y los charcos de agua completan el pintoresco y solitario paisaje. 

En el kilómetro 32 de la Ruta Provincial 47, que va desde Luján hasta Navarro, se encuentra el acceso a La Choza. Los seis kilómetros pavimentados están divididos por el arroyo La Choza, con escaso caudal en esta época, que divide al partido de Luján del de Las Heras. 

 

Imagen Rubén Prieto, el dueño del museo de El Gráfico en La Choza
Rubén Prieto, el dueño del museo de El Gráfico en La Choza
 

Son tres manzanas con apenas 40 habitantes. El Centro de Atención Primaria de Salud da la bienvenida sobre el acceso. Un comercio, un colegio primario y la Escuela Numero 9 le dan vida a un pueblo que únicamente tiene movimiento los fines de semana, cuando los vecinos de la zona van a los locales gastronómicos que se arman para la ocasión.

El wifi llega solamente a la escuela rural. La inseguridad es una palabra que se desconoce: el patrullero que pasaba todos los días dejó de hacerlo. En la capilla se celebraba una misa por mes, pero decidieron modificar la frecuencia porque la última vez fueron menos de 10 personas. Así y todo el templo se resiste al paso del tiempo. En el último tiempo cambiaron la luminaria, pusieron cestos de basura y una vez por semana pasa el recolector de basura. 

Reconocido durante muchos años como “Desvío kilómetro 77”, La Choza le debe su nombre a una estancia homónima. El dueño donó las tierras para que se monte un pueblo alrededor del ferrocarril, que hacía el tramo Buenos Aires - Rosario y dejó de funcionar en 1981. De la estación original no hay ningún rastro, solo quedan las vías. En plena dictadura militar, alguien pasó por allí y se llevó hasta las chapas. En la actualidad hay una iniciativa para que el tren haga el recorrido histórico para fomentar el turismo. 

 

Imagen Rubén Prieto en la Plaza de la Democracia, con el busto de Raúl Alfonsín y sus muletas a un lado
Rubén Prieto en la Plaza de la Democracia, con el busto de Raúl Alfonsín y sus muletas a un lado
 

En la Plaza de la Democracia, inaugurada en 2019, Rubén Prieto disfruta de la soledad. “Esta no es la calle principal. Es la única”, responde con ocurrencia a modo de presentación ante El Gráfico. Está sentado en un banco mientras el sol de otoño le da temperatura a la fría tarde. Se encuentra solo, aunque no tanto. Lo acompañan el busto de Raúl Alfonsín y las muletas, sus fieles amigas desde hace dos meses. 

Podría tratarse de un deja vu, pero no lo es. En el mismo lugar en donde espera por El Gráfico se resbaló y sufrió una fractura de tibia y peroné. La noche anterior también había llovido y la humedad le jugó una mala pasada. Estuvo 15 minutos en el piso a la espera de algún vecino rescatista. La imposibilidad de moverse evitó un cuadro agravado con desplazamiento incluido. “Me hizo un crack como si se partiera una madera. Me dolía, pero no fue un dolor insoportable”, detalla sobre el accidente del que todavía intenta recuperarse.

“Rubito”, como todos lo conocen, es el habitante que lleva más tiempo en La Choza. Cumplió 73 años hace unos días y vive ahí desde que tiene 3. Está jubilado luego de trabajar en una fábrica de quesos y ser el dueño del “Resto Viejo Almacén”, el local que tiene al frente de su casa y que hoy atiende su hijo los fines de semana. 

 

Imagen Museo de El Gráfico en La Choza
Museo de El Gráfico en La Choza
 

A pesar del poco uso, en el interior del local luce impoluto el museo de la revista El Gráfico, una visita obligada para todos los que pasan por La Choza.  

El dueño s hincha de River aunque no discrimina en la selección de material. Hay tapas, recortes, posters y fotos de todos los clubes. También hay lugar para el automovilismo, su segunda pasión.

Futbolero de ley, Prieto tiene una envidiable facilidad para recitar equipos históricos de memoria: La Máquina, El River de Labruna que cortó la sequía, el Boca del Toto Lorenzo, la delantera fabulosa del Independiente que humilló a Real Madrid y llegó a la Selección, el Independiente de Pastoriza, el Racing de José, Los Matadores del 68 y muchos más. 

“No soy memorioso para otras cosas. Me quedó grabado eso, en cosas de hace 50 años. Capaz me preguntas qué pasó ayer y no me acuerdo. Los equipos de hoy no te pueden quedar en la memoria, si cambian cada 6 meses”, dice entre risas.  

La nostalgia, la pasión y la historia conviven en la esquina de Bernardo de Irigoyen y Sargento Cabral. El fanatismo por el coleccionismo se dio por efecto contagio. Rubito heredó de un tío miles de ejemplares de El Gráfico que se encontraban abandonados en un galpón en Almeyra, una localidad cercana, y transformó su boliche de pueblo en un pintoresco museo de época. 

“Hace unos años andaba mal económicamente. Mi hija me dijo de vender las revistas, pero le dije que no. No me importa el valor monetario, yo le tengo un gran valor afectivo”, dice un inquebrantable Rubito. 

La pregunta “cuánto sale” se la hacen en cada visita. “Una vez unos muchachos estaban fascinados con una edición que tenía al Manteca Martínez en la tapa. Me ofrecían buena guita, pero preferí regalársela. Otra vez un padre le estaba contando a su hijo la historia del campeonato de Rosario Central en 1987. Los veía tan contentos que decidí regalárselas. No sabés lo emocionados que estaban. Eso vale más que ponerle precio”. 

Entre los personajes históricos del fútbol, por allí pasaron, en una visita casual, Iseo Fausto Rosello, campeón con Boca en 1954, y René Houseman, sobre todo campeón del mundo en 1978 entre otras tantas grandes cosas. Rubito todavía se arrepiente de no haberles pedido una foto o un autógrafo.

Rubén Prieto lleva más de 25 años sin viajar a Capital Federal y confiesa que se puede vivir dándole la espalda a las grandes masas.

“Adoro la tranquilidad, me acostumbré a esto. Me gusta hablar con los que vienen. Puedo ser un guía turístico”, dice sobre el final, después de pasar una tarde con El Gráfico, y reconoce que le gustaría escribir un libro sobre todas sus andanzas y aunque sabe que nunca lo hará ya tiene el título: “La Choza, pueblo chico con gente de corazón grande”.

 

Imagen Rubén Prieto armó un museo con revistas El Gráfico que heredó de un familiar
Rubén Prieto armó un museo con revistas El Gráfico que heredó de un familiar