1991. Desde el ´86 no jugábamos así
Los primeros partidos de Argentina en la Copa América de Chile, confirman la evolución de la Selección dirigida, ahora, por Basile. Crónica y videos de los triunfos argentinos de la primera rueda.
No hace mucho, casi ayer, a la vuelta de una gira por Estados Unidos e Inglaterra, quedó en EL GRAFICO un título que abarcaba una idea: "La Selección estimula y sienta bien". Hoy, cuando en el horizonte viene clareando una luz que puede convertirse en todo el sol de la Copa América, uno tiene la grata misión de escribir, contar y reflexionar cosas que giran alrededor de una idea superadora, aun de aquella. Si se dice que esta Selección del Coco Basile crece, que cada día gusta más, que se disfruta desde la tribuna, sólo se apuntará a un prólogo, será simplemente una introducción.
Quizá convenga sumar dos partidos, el de Santiago contra Chile y el de Concepción frente a Paraguay, tomar imágenes, quedarse en ellas y, cuando el fútbol sature, hacer un intermezzo. ¿Por qué no? Es la propuesta.
Argentina 3 - 0 Venezuela. Primera fecha, Grupo A.
Imagen I.
Un Estadio Nacional lleno. Alguien dice 70.000 personas. Otros 75.000. Todo es posible, falsificación de entradas mediante, que es un dolor de cabeza para los organizadores. Los sonidos son imaginables. Todos para Chile. Porque tienen ganas de seguir la onda ganadora que inició Colo Colo en la Copa Libertadores. Y creen en un fútbol que económica y deportivamente está en ascenso. En esa geografía se encontraba el equipo de Basile. Como si nada fuera. Con los dientes apretados, coraje para jugar y pierna fuerte a poner, que no tiene nada que ver con pegar patadas o correr a los jueces. Alguien habló con los jugadores. Basile, seguro. Y Julio Grondona también. Si esta sensación se repite, se habrá dado un gigantesco paso al frente. La personalidad está intacta. Al mismo tiempo se aisló un virus que dañaba a la Selección y a todo el fútbol argentino.
Imagen II.
Fue un partido durísimo, muy trabajado por los dos. Chile, por todo aquello de las ganas, el localismo, el ascenso, apostó unas fichas más a la audacia ofensiva, y por un rato —con un estadio que lo respaldaba—estuvo cerca de su gloria. Fue cuando apareció Patricio Yáñez y con un par de desbordes puso la pelota en el área de Goycochea. Arrinconado ahí, en esa zona que no le gusta a Basile, pero que a veces sirve como refugio, el equipo superó el mal rato con prolijidad. Sin tirar la pelota a cualquier lado, sin desesperarse, sin hacer tiempo ni fingir lesiones. Entonces nació la recuperación y llegó el tiempo triunfal.
Chile 0 - 1 Argentina. Segunda fecha, Grupo A.
Imagen III.
Hay ganas de elogiarle muchas cosas a esta Selección. Personalidad y pasión defensiva ya pasaron (queda por decir que el Cabezón Ruggeri jugó esa noche de Santiago un partido como hacía tiempo no jugaba). Lo que devuelve la memoria ahora, quiere resaltar el orden, la concentración. El chico Astrada se está convirtiendo en aquel Tolo Gallego que era la maquinita perfecta del relevo. Entrando en la línea de cuatro o yendo a los laterales cuando suben Basualdo y Cravioto y/o Enrique. Y si sigue así, le va a sacar una ventaja (a Gallego): se anima más en el área de enfrente. Astrada es el ejemplo. Pero también corre Batistuta. El Cholo Simeone no para. Franco y/o Zapata, tampoco. Está todo el mundo muy metido en el juego, no hay distraídos.
Imagen IV.
Se ganó el partido con una producción de una pequeña sociedad que acaba de hacer su presentación triunfal en esta Copa América, que aquí parece haber encontrado la comunicación ideal. Pero hubo otro que también apostó por una idea ofensiva. El Coco Basile no dudó cuando sacó a un Latorre desconocido, escondido. Y en 45minutos Leo Rodríguez certificó que sus aspiraciones de titularidad son fundadas. No hizo nada del otro mundo, pero sí todo aquello que Latorre no había hecho. Para empezar: mostrarse y pedir la pelota. Si queda alguna duda sobre la composición de la pequeña sociedad, va este adelanto: se llaman Caniggia y Batistuta; son un tema de la segunda parte.
Intermezzo.
Un charter llevó a los dos equipos juntos, a Argentina y a Paraguay, con destino a Concepción, en el Sur, a 515 kilómetros de Santiago. Un vuelo agradable de apenas 50 minutos. Los paraguayos agrupados en la parte delantera de la cabina; los argentinos atrás. En el medio, una zona de nadie, o de la terna arbitral y del staff que organiza la Copa. Sólo un encuentro en el pasillo de Chilavert y Ruggeri, para contarse algún chimento del fútbol español, para recordar un momento juntos en ese River que no pudo hacer Menotti. El Coco Basile fuma un cigarrillo, medita. Quizá ya sabe que a partir de noviembre la Selección tendrá otro organigrama, o que por lo menos es una idea avanzada. El fútbol argentino se va a parecer —en la materia— al español o al italiano. Un técnico (Basile) con la Selección mayor; otro con los juveniles. Imagine un triángulo. En un extremo, el Comité Ejecutivo (léase Julio Grondona); en el otro Basile, obvio, y en el tercero, ¿quién? No será Mostaza Merlo, porque termina su contrato y porque la idea de la AFA es colocar en ese lugar a un hombre que conozca todas las divisiones inferiores y que tenga sólidos contactos en el Interior del país, donde habrá emisarios e informantes. ¿El perfil de ese técnico? Podría ser el de Jorge Griffa, el de Osvaldo Diez o del de Juan Carlos "Cacho" Giménez, acaso otro. Si esto avanza, de noviembre en más no será el DT de la Selección quien nomine o proponga a su alterno en las Juveniles. Cada uno estará en su área. Julio Grondona, que sabe hablarle a la gente que está en el fútbol, seguramente le dijo (o le dirá) a Basile que nadie recorta su poder, que todo es para mejor. Un dato más: Grondona no se encuentra enojado con Merlo por lo que pasó en el Mundial Juvenil de Portugal. Al contrario, le reconoce esfuerzos dentro de la cancha para impedir los incidentes. Su ira apunta en otra dirección, jugadores, un dirigente que lo decepcionó. El charter, con los dos equipos, con las ilusiones de clasificar, con los temas de reflexión, llegó a Concepción. Un rato después, en ómnibus separados, están en el centro de la ciudad en el hotel El Araucano.
Es la hora de la cena, del buen humor (que es permanente) de Ricardo Echevarría. Cómo no lo van a querer al Profe; si él es la prueba de que todo se puede decir con amabilidad. Una mano en el hombro de Caniggia y un recordatorio: "Vení, Claudio, vení querido... que ya estamos en las mesas, después seguís firmando autógrafos".
Imagen V.
El partido con Paraguay tiene connotaciones con el de Chile, tribunas aparte. Pero ahora el que insinúa la intención ofensiva es el cuadro de Basile. El de Kiese apuesta al contraataque que le dio cuatro puntos antes de empezar a jugar en Concepción. Que la Selección se parezca a sí misma es una buena noticia. Juega en cuarenta metros, pero más cerca del arco de enfrente. La personalidad ya la mostró en Santiago. El orden, los relevos, la prolijidad y la concentración, también. Falta concretar en el arco de Chilavert, Entonces, como 48 horas antes frente a Chile, aparece esta versión '91 de Batistuta, crecido en Boca cerca de Oscar Washington Tabárez. El pase gol delata la pequeña sociedad, ahí estaba Caniggia. Parecía que la pelota se abría mucho, que Batistuta se alejaba de la red, pero la enganchó con un derechazo infernal.
Argentina 4 - 1 Paraguay. Tercera fecha, Grupo A.
Imagen VI.
Se dice que un cuadro que gana 1-0 tiene doble ventaja: el gol (obvio) y los espacios dados por el rival que sale a buscar el empate. Es una buena teoría. Pero después de mucho peregrinar por las canchas del mundo, uno sabe que esos espacios vacíos no sirven para mucho si no hay jugadores capaces de explotarlos. Este es el momento de reto-mar un argumento prometido antes del intermezzo. Basile, por sabiduría o intuición, por olfato futbolístico o decantación, acaba de formar una dupla de ataque, o pequeña sociedad en un lenguaje de Menotti muy feliz, que no tiene ninguna otra parecida por lo menos en la Sudamérica de hoy. Caniggia y Batistuta parecen haber nacido para jugar juntos. Uno tiene habilidad, gambeta, arranque, velocidad y ahora le agregó a su currículum un gran panorama de juego; es Caniggia. El otro sobresale como temible puesto en el área rival. Mete goles (expresión auténtica de nuestro maestro Julio César Pasquato) por fusilamiento, de rebote o por definición a lo crack, como frente a Chile; es una rara mezcla de Artime y Sanfilippo; es Batistuta. Pero la pequeña sociedad no son fuerzas dispersas. Se buscan en la cancha, se complementan, y la grata novedad que Batistuta insinuó en los últimos meses: también participa en las jugadas. La prueba pasa por los restantes goles frente a Paraguay.
Imagen VII.
El segundo lo hizo Simeone; el tercero, Astrada. Esto habla de voracidad goleadora, pero fundamentalmente de volantes defensivos que no se quedan en la quintita, que fueron en apoyo de Caniggia y Batistuta. Esto le agrega otro matiz a la Selección: la sorpresa. Así como sube Basualdo, no como un acto burocrático sino cuando se debe; así como Franco se las ingenia para aparecer en el área rival y ganar de cabeza. Es un buen momento éste de la Selección. Obtuvo la clasificación para la rueda final una fecha antes que los demás, gana, golea, gusta, y, lo más estimulante, todavía no dio todo.
Imagen VIII.
La Copa América '91 un día será una simple anécdota, se gane o se pierda, pero quizá quede como piedra fundamental de un gran equipo. Que todavía no lo es. Lo que uno quiere transmitir como idea, en la tentación de las imágenes, en una especie de recuerdo del futuro. A esta Selección de Basile le está faltando un jugador clave. Ese que se para cerca de Franco y Simeone, y también en las proximidades de Caniggia y Batistuta. Digamos un "10", aunque sea un término algo obsoleto, más allá de la simbología del número. Basile le tenía mucha confianza a Latorre, puede ser que todavía crea en él, pero Latorre está físicamente aquí en Chile, la cabeza, en cambio, parece tenerla en Italia o vaya a saber uno dónde.
Apenas jugó un tiempo bien contra Venezuela. Después, ante Chile, fue casi un fracaso; por eso el técnico lo borró en 45 minutos. Fue cuando el Coco apeló a un recurso que le está dando bue-nos resultados. Es Leo Rodríguez, una convocatoria reciente, una esperanza. Ve-nía jugando bien en San Lorenzo; acaso ahora, mejor rodeado, tenga todavía más y mejores cosas para mostrar. Por ahí pasa el tema que impide hablar de un gran equipo. Pero el recuerdo del futuro es válido. Por Leo Rodríguez, si crece mucho más. Por Latorre, si vuelve a ser el factor desequilibrante de Boca. Por ese jugador que puede aparecer en cualquier momento. Y porque allá en Buenos Aires, frente a un televisor, está sentado alguien que seguramente no dijo la última palabra de su vida futbolística. ¿Cómo sería esta Selección del Coco Basile, la de Caniggia y Batistuta, la de Ruggeri y Vázquez, la de Astrada y Simeone, jugando al lado de un Maradona sediento de fútbol, nuevas glorias y renovada pasión por la pelota? A soñar se ha dicho.
Imagen IX.
La clasificación asegurada le permitió a Basile apelar a las reservas para enfrentar a Perú. En la ronda final van a jugar todos contra todos y al técnico no le importaba especular con el fixture. Existe una frase de viejo cuño que él no dice en voz alta, pero que piensa: "Para ser campeón hay que ganarle a todos". Lo que hizo, con inteligencia, fue sacar una ventaja: Argentina le está llevando a los demás equipos dos días de descanso, y en torneos cortos y exigentes eso se cotiza mucho. También dio una muestra de sabiduría. A un Latorre caído por la titularidad perdida le otorgó la cinta de capitán, para ayudarlo. Y un efecto tuvo: por lo menos quiso ser Latorre. El partido contra Perú, la victoria, son una anécdota formal. Lo que está flotando en esta Copa América es que Argentina asoma como el mejor equipo, y eso, automáticamente, la transforma en candidata al título. Hay que asumir esas imágenes triunfales que encierran un deseo: recuperar la Copa América. Ahora, que es la hora.
Argentina 3 - 2 Perú. Cuarta fecha, Grupo A.
Tabla de posiciones primera ronda:
Grupo A:
Argentina - 8 puntos.
Chile - 6 puntos
Paraguay - 4 puntos
Perú - 2 puntos
Venezuela - 0 puntos.
Por NATALIO GORIN.