Diego Eterno

Igual a nadie: cuando cenar con Maradona se vuelve posible

Platos vinculados a su carrera, postres de sus frases o batallas, sabores únicos, guiños imperceptibles de su vida y una memorabilia, en el corazón de Buenos Aires.

Por Pablo Amalfitano ·

25 de noviembre de 2023

Ya no resulta para nada descabellado. La costumbre se apoderó de la razón. En todo, siempre, está Diego Maradona. Las mil vidas del Diez se ven reflejadas en cada rincón del mundo: un día aparecen imágenes inéditas, al otro surge una historia de un transeúnte cualquiera a quien le salvó la vida por uno u otro motivo, y al otro emerge un restaurante, en pleno arco neurálgico de Buenos Aires, que genera la sensación tangible de compartir una cena con él.

El cronista y el realizador audiovisual se encuentran en la puerta, al borde de un cartel luminoso y potente que refleja, en medio de la noche: "Igual a nadie", un emprendimiento que necesitó de la autorización de los familiares para la utilización del nombre y de la imagen. Tiene sentido: Maradona no tuvo ni tiene ni tendrá igual. Ni tendrá semejantes. Ni habrá contendientes para ocupar su lugar, único, irreproducible. El lugar se encuentra en Juramento y Arribeños, en el epicentro gastronómico de la estación de tren Belgrano C, enfrente del nuevo Barrio Chino.

Instantes después se dirigen a una mesa reservada para ellos. Observadores, advierten a un costado cuatro pantallas que rememoran, de manera constante, imágenes de la carrera de Diego, sobre todo de sus apariciones con Boca y con la Selección Argentina. Agachan la cabeza, ya metidos en su propio círculo, y ya notan el primer contacto directo con Maradona: el menú, con la imagen de su mejor versión, y los cubiertos enfundados en una servilleta con un claro "(10)".

Imagen Menú y cubiertos, bien al estilo Maradona.
Menú y cubiertos, bien al estilo Maradona.
 

La apertura de la carta refleja un sinfín de sensaciones. Todos los nombres de los platos refieren a Diego. Algunos, incluso, resultan sumamente llamativos. Examinar el apartado de entradas, por caso, sorprende: figuran unas "mollejas del 86", con aguachile de tomate y chipotle, totopos y palta tatemada. 

Genera estupor, también, el "picadito", que forma con: morbier y pategrás; mortadela con pistacho y jamón crudo; berenjena en escabeche; frutos secos picantes y aceitunas marinadas; dirige focaccia de alta hidratación.

El ambiente

El ambiente: todo referido a Maradona.
 

De cualquier manera, sin embargo, los comensales escogen de otro modo. Querían algo incluso "más Diego". Y la carta no defrauda. Uno elige "provoleta cebollitas", en clara referencia al primer equipo de joyitas que integró Maradona en Argentinos Juniors, una enorme provoleta que cuenta con chutney de cebolla, cebollas asadas kale y limón.

El otro se queda con las "croquetas de un pie al otro", que juegan como jugaba el propio Maradona, de manera inigualable: son croquetas del día con carne, alioli de ajo y gajo de limón.

Antes, no obstante, el mozo se acerca con un aporte tan inesperado como mágico: un pan de masa madre, calentito, con un queso condimentado para acompañar. Una vez degustada la entrada parece ya no quedar espacio para nada más, pero la cena recién comienza: falta lo mejor.

Recorrido y guiños

Una pausa viene bien para profundizar en la gran cantidad de guiños que engloba el lugar para sentirse, de la manera más genuina, muy cerca de Maradona. Algunas mesas incluyen sillas y una ubicación de un sillón compartido que tiene la forma perfecta de la pelota "Tango". Esos dos sillones circulares tienen, en el medio, un árbol cada uno. La referencia es clara: representan los palos de cada arco en las canchas improvisadas en las plazas o en los potreros.

En la pared hacia arriba de la barra, que tiene el reflejo del estadio Azteca, donde Maradona levantó la Copa del Mundo tras el triunfo en la final de 1986 ante Alemania Federal, se observa un acumulado de canilleras negras, una al lado de la otra. Son muchas. Un total de 102, para ser exactos. ¿Por qué? 1) Diego utilizaba canillera doble por los golpes que le propiciaban para intentar frenarlo sin éxito. 2) El gol del siglo, a los ingleses en cuartos de final del Mundial en el Azteca, lo hizo a los 51 minutos. La cuenta es lógica: 51 por dos arroja las 102 canilleras.

Acaso el mejor detalle, poco disimulado por cierto, esté en las alturas. Observar el techo del lugar estremece el corazón: arriba, en lo más alto, acaso por tratarse de su mayor obra maestra, las luces led reflejan el recorrido exacto que emprendió Maradona en el gol del siglo. Cada paso, cada detalle, para terminar en el gol de todos los tiempos.

El recorrido completo

 
Un pantallazo general de 10: Igual a nadie.

La entrada

 

Para empezar a vivir la experiencia Diego.
 

¿Cómo decidirse con el plato principal entre tantas opciones bien al estilo Maradona? Además de las típicas hamburguesas y pizzas "de cancha", que bien podrían oficiar como titulares, surgen opciones incomparables.

El "Preferido del (10)" -vacío- se cuela entre las genialidades más resonantes, como el "Fish & Chips Adiós Papito", el pescado marinado frito con papas rejillas y boniatos frito, lactonesa de oakta y cilantro, o la famosa "Mila de la Tota", de la madre de D10S, all'uso nostro, una milanesa de vacío de cocción de seis horas, rebosada en crocante de panko y queso parmesano.

"Yo quiero el que pedía en Italia", suelta el realizador audiovisual. Se refiere al rissoto de hongos: arroz carnaroli, hongos porcini y portobellos. En efecto, el que Maradona comía en Italia. El cronista, por su parte, apuesta también a un plato de aquellas latitudes: mezzi rigatoni, cacio e pepe: "nuestra pasta", con brócoli, limón y queso parmesano. Una delicia, como cualquier jugada del Diez.

El plato principal

Ya de lleno en la cena...

Para cerrar el postre no podía ser menos y, en su caso, no hubo ni siquiera un atisbo de duda en la elección. De un lado hubo un pedido de un "La batalla del Bernabéu (un rodillazo en la pera)", una maravilla que refiere a la recordada batalla campal que se desató el 5 de mayo de 1984, en la final de la Copa del Rey que perdiera 1-0 el Barcelona de Maradona y Menotti frente a Athletic Bilbao en la cancha de Real Madrid.

Batalla del Bernabéu consiste en un cremoso de chocolate al 70%, zest de naranja, ristretto, masa sablé de chocolate amargo y miel pura, naranjas confitadas y laja de chocolate (de colección). Sin dudas, de salón. Aunque el otro postre elegido no se quedó atrás: "La pelota no se mancha", con forma literal de pelota de fútbol y vinculada a la famosa frase de Diego en su despedida en la Bombonera, confluye de manera perfecta tres leches maracuyá y cacao negro.

El postre

 

El mejor cierre...
 

Pero no todo es interno: afuera también surge la magia. "Maradona, al paso", reza un cartel que invita a la gente a tomarse un rato para degustar los platos versión minutas en las mesas linderas, en el exterior del establecimiento. Aquel espacio está ubicado al lado del sitio más emocionante: la memorabilia.

Como si se tratara de un viaje fugaz a Nápoles, la ciudad en la que Maradona es poco menos que un Dios y en la que cada rincón le rinde homenajes de todo tipo, con pequeños santuarios interminables a lo largo y a lo ancho, la memorabilia de 10: Igual a nadie pretende convertirse en un lugar para dejarle ofrendas a Diego.

Detrás de un blíndex yacen una réplica de la Copa del Mundo, un llamativo muñeco del Maradona técnico de la Selección, varias fotos, algunos banderines y hasta ediciones de los diarios del día de su fallecimiento, con un destacado: la edición del libro de colección de El Gráfico por los cien años de Boca, con su imagen en la tapa junto con las de Rattín y Bianchi. Cada persona que va a cenar a Igual a nadie tiene la chance, al terminar su estadía, de dejarle un mensaje a Maradona en una cintita que luego será colgada en el tejido que rodea el pequeño monasterio de D10S.

La ofrenda: memorabilia

El lugar para dejarle un regalo a Diego, bien al estilo Nápoles.
 

Imágenes y edición: Mariano San Marco