Las Entrevistas de El Gráfico

Tiene 46 años y es el jugador más longevo del país: Martín Ríos, el patriarca de los arqueros

En el fútbol argentino no hay nadie en actividad con más edad. Charla con un atleta que 25 años después de su debut, posee las mismas ganas que el primer día.

Por Bautista Gallego ·

11 de diciembre de 2023

SE SABE QUE EL FUTBOLISTA tiene una vida útil en su trabajo. En general llega a primera cerca de los 20 años y, de hacer una buena carrera, termina su trayecto con menos de 40, una edad cuasi juvenil para cualquier otra profesión.

Sin embargo, hay distintas variables que hacen que un jugador pueda atrasar el retiro. El puesto en el que se desempeña, cómo cuida el físico, la alimentación, o hasta su dedicación y profesionalismo. Todas estas características parecieran haberse juntado en una persona: Martín Ríos.

Nacido en Arrecifes, tiene 46 años, ataja en Deportivo Merlo y es el jugador más longevo de la Argentina. En una charla con El Gráfico, reveló sus secretos y contó vivencias muy valiosas de su extensa trayectoria.

"Como todo en la vida, tenés que estar bien y sentir el apoyo, más cuando uno llega a cierta edad en la que la familia debe ser una banca grande", comienza su relato. Uno lo hace porque le gusta y lo apasiona, sumado a que me cuesta tomar la decisión de seguir otro camino".

Un camino de 25 años que arrancó en Boca

Pero contrariamente a lo que supone el imaginario colectivo, no todas las vidas de los que se dedican al fútbol están resueltas luego de una carrera como la de este arquero que surgió en Boca y debutó en Huracán en 1998. "La realidad es que cuando yo termine de jugar, tengo que salir a trabajar", cuenta con honestidad. "Es la realidad del futbolista del ascenso. Por eso digo que lo mío pasa más que nada por algo que me apasiona y en lo que cuento con el apoyo de mi familia. Lo hago lo mejor posible pero sé que cuando se termine, se podría decir que empieza una nueva vida".

Ese apoyo familiar se siente de múltiples maneras: "Mi esposa sabe que si tenemos algún cumpleaños en mi pueblo, Arrecifes (donde Ríos nació el 14 de julio de 1977), quizá no vayamos porque yo tengo que entrenar. O tal vez quiere que la acompañe a algún evento y prefiero descansar para rendir al otro día. Son cosas sencillas pero que tenés que resignar. Ahí es donde se siente el apoyo. Lo mismo pasa con los chicos: los privo de cosas por el tema del cuidado personal, que a esta edad es fundamental".

De todos modos, recalca que no se arrepiente por haberse perdido momentos de la vida familiar: "Para nada, me bancaron y se adaptaron a lo que amo. Uno intenta darles lo mejor que puede y ellos apoyan, jamás me han dicho nada".

Su condición de futbolista más longevo del país no es algo que tenga una preponderancia grande en su día a día. "Cuando voy a entrenar no lo pienso -reconoce-. Me siento uno más. Imaginate llegar a un grupo en el que algunos compañeros tienen 18 años y yo 46... Pero trato de dar lo máximo día a día y de disfrutar. Son cosas que uno valora: los buenos y malos momentos a uno lo llenan de aprendizaje. No voy por el hecho de decir que soy el más viejo y listo".

A los 46 años, Martín Ríos siente que todavía le quedan muchas cosas por aprender en el fútbol,  "y eso es lo que más me motiva. Aprendo no solo del puesto, si no de los compañeros y muchas cuestiones que ahora son más conocidas que antes, como el psicólogo o el nutricionista. Antes el fútbol era diferente y más cerrado en algunos aspectos, con cosas que no se creían necesarias".

 

Imagen "Aprender es lo que más me motiva", expresó el arquero
"Aprender es lo que más me motiva", expresó el arquero
 

Huracán y el nacimiento de una ilusión

Su camino en inferiores se inició nada menos que en Boca, hasta que en 1998 recaló en Huracán para su bautismo de fuego en la categoría máxima. Aunque pasaron 25 años, las imágenes permanecen vívidas.

"En Boca estuve hasta primer año de cuarta. Quedé libre y me fui a probar a la Quemita, donde Osvaldo Morresi era el coordinador general. Mi recuerdo es el de la incertidumbre que tenía. Casi con 20 años llegar a un club nuevo, con edad de contrato, fue casi un ultimátum. Si no quedaba, me iba libre a mi pueblo. Era eso o volver a Arrecifes y trabajar allá o estudiar .Tuve mucha suerte porque me tocó un un DT que fue arquero como Pedro Catalano. 

Aquel chico de 20 años, confiesa, no se hubiese imaginado llegar a los 46 en actividad como profesional: "Nunca soñé con poder llegar. Siempre fui un arquero común, no contaba con cualidades físicas porque no soy tan alto, pero si tenía muchas ganas de entrenar. Lo mío siempre fue el entrenamiento y sentirme uno más del grupo. Yo siempre respeté a todas las personas. Si hay algo que me gusta, es que donde vaya mis compañeros me recuerden como buena persona. Eso es lo que me llevó incluso a conseguir clubes, porque entre los compañeros todo se sabe y se te abren muchas puertas. Para mí los valores son los que hacen a una persona. Esto es corto y pasajero, todos sabemos que la vida empieza cuando uno se retira".

 

Imagen Con Brown de Adrogué fue héroe al taparle dos penales a Independiente y eliminarlo de la Copa Argentina.
Con Brown de Adrogué fue héroe al taparle dos penales a Independiente y eliminarlo de la Copa Argentina.
 

En un cuarto de siglo dedicado a defender arcos de manera profesional, Ríos pasó por siete instituciones. Su foja de servicios incluye, además del Xeneize y el Globito, Ferro, Universidad Católica de Quito, Juventud Alianza de San Juan, Deportivo Maipú de Mendoza, Estudiantes de Buenos Aires, Brown de Adrogué y Deportivo Merlo.  "No estuve en tantos equipos para los años de carrera que tengo, pero sí permanecí varios años en cada lugar", sostiene a modo de balance. Tengo las mejores vivencias en todos lados y nombrar a uno sería olvidarme de otro. Pero mi mejor nivel lo tuve en Ferro, lo que me dio la posibilidad de ir a Ecuador. Disfruté de todo y los recuerdos son como si fuesen ayer. Eso es lo que a uno le queda: momentos y amistades.

Aunque se considera una suerte de outsider de las redes sociales porque no tiene Instagram ni Facebook y prefiere el contacto "más simple y cercano", tiene una llegada fuerte y fluida con los más chicos: "Tengo la suerte de estar en un club donde suben bastante los pibes. Me ha tocado concentrar con otro arquero que tiene 18 y es más chico que mis hijos. Hablamos y yo aprendo. Los pibes muestran una necesidad de quemar etapas y tener éxito, y uno trata de decirles que disfruten el momento. Apenas llegan, quieren Selección o ser millonarios y eso lleva un proceso, que es disfrutar el día a día y trabajar para lograrlo".

Muchos de esos muchachos lo ven como un padre y son respetuosos de sus enseñanzas, las mismas que le daría a un influencer de 17 años con 600 mil seguidores en las redes, llegado el caso: "Le diría que el momento que está viviendo es único y que hay que disfrutar cuando las cosas vienen bien. Pero detrás hay una familia y la contención es fundamental. Si uno pierde el foco, no disfruta del momento y se frustra. Las cosas no siempre se dan: en el fútbol hay 30 equipos y solo uno es campeón. Hoy, si perdés la esencia, perdés los valores y el sueño".

Un entusiasta de 46 años

El futbolista en actividad con más edad de las canchas vernáculas es consciente de que nada es eterno y deja su reflexión: "Hace tiempo que digo 'por ahí es mi último año'. Uno lo va evaluando, pero me siento bien, tengo ganas, llego a casa y preparo el bolso para el día siguiente. Sentirse útil es algo muy lindo".

Los pies o las manos, en su caso, son los protagonistas visibles del fútbol. Pero la cabeza encarna un papel clave para prolongar la permanencia.  "La parte mental es la máquina más importante. Messi es un ejemplo clarísimo: le tocó perder finales y con críticas siguió intentando y es el mejor de la historia. Si le pasó a él, ¿cómo no les va a pasar a los demás?", reflexiona.

Aunque los años pasen, los sueños nunca se apagan: "Quisiera retirarme de una manera linda y positiva. Suena un poco egoísta porque lo que viví fue hermoso. Formar parte de grandes grupos fue hermoso y una meta cumplida. Y en lo personal, haber formado una familia y cosechado amigos por todos lados fueron otros sueños cumplidos".

Mientras proyecta formar un cuerpo técnico para afrontar lo que vendrá después de abandonar el rectángulo más o menos verde, según el campo del sufrido ascenso en el que le toque batallar, Martín Ríos sabe que lo suyo no es habitual: "soy un privilegiado", reconoce.

Más allá de los ascensos a primera con Huracán en 2000 y con Universidad Católica de Quito, y a la Primera Nacional con Brown de Adrogué en 2014, su capacidad, fortaleza y sacrificio lo convirtieron en "el patriarca de los arqueros", un título tan valioso como el que otorga ganar un campeonato.