Juan Manuel Sara: "Hay que respetar los proyectos"
El ex entrenador de Tigre profundizó sobre el trabajo del día a día, el resultadismo inmediato del fútbol argentino y las fallas durante su breve paso por el Matador.
JUAN MANUEL SARA es un claro ejemplo del apuro constante y del resultadismo en el que vive el fútbol argentino. Dentro del mundo de la pelota se traslada como uno de los tantos casos de entrenadores locales a quienes se lo llama para llevar adelante un proyecto y no se les da tiempo a cumplirlo.
Esto mismo le sucedió en Tigre, club en el que, tras la salida de Diego Martínez, asumió con la intención de hacer un equipo competitivo, pero se lo aguantó solamente doce partidos. El Gráfico tuvo la oportunidad de hablar mano a mano con el DT.
-El trabajo del entrenador es día a día y 24 horas. ¿Cómo se maneja la situación de estar sin trabajo y perder la rutina?
-La verdad es que uno es técnico todo el día. Yo venía de muchos años sin parar. Habíamos arrancado con Diego Martínez en la D en 2015, y desde aquel momento hasta hoy no estuve sin trabajo nunca. Mismo en las vacaciones, no lo son porque hay que mirar qué jugadores traer, videos, charlas, vivís al teléfono. La realidad es que este descanso viene bien para disfrutar de cosas que cuando estoy en cargo no puedo. Uno tiene ganas de volver a estar, pero a veces necesitas salir un poco. Ir a un doctor, dentista, llevar a los chicos al colegio, pero pasaron un par de meses y ya se extraña.
-¿Cómo fue que arrancaste con Diego Martínez?
-Nos conociamos de Almirante Brown en la época de jugadores. Nos reencontramos en el fútbol infantil. Se me dio para dirigir Excursionistas y lo llamé para que viniera conmigo. Finalmente no se concretó y lo llamaron a él para agarrar Ituzaingó y me llamó de la misma forma que yo a él. Aprendimos mucho juntos. Después del ascenso con Tigre uno toma la decisión de arrancar su propio camino.
-¿Cómo se toma esa decisión? Son muchos años juntos en un cuerpo técnico.
-Es algo que va dentro de uno; yo lo tenía desde el primer momento. Tenía mucha libertad para trabajar y me sentía cómodo con un gran grupo, pero hay algo dentro que uno necesita cumplir.
-¿Qué aprendiste de toda aquella etapa con él y qué conclusiones sacás?
-Es una persona con valores, y en el fútbol hay pocas. Su capacidad, muchas cosas, la verdad. Fue todo muy positivo, como una universidad. Ninguno tenía la experiencia y estuvimos en distintas categorías con diferentes jugadores, estados de las canchas... Todo eso te aporta una experiencia que es única.
-¿Notaste mucha diferencia entre ser ayudante y el entrenador principal?
-Sin duda. Las responsabilidades son sobre vos. Te recae todo y demanda mucho más: pasás a ser la cabeza y conlleva que la última decisión es tuya.
-¿Pesa mucho?
-No sé si pesa; uno se acostumbra a lidiar con la presión que es el fútbol profesional. Hay que tratar de liberarse y tener tus válvulas de escape.
-En el ascenso dirigiste tres equipos; en Estudiantes (BA) saliste en medio de un torneo para ir a Tigre. ¿Viste una oportunidad o qué te llevó a hacerlo?
-Fue hablado con el club. Le dije al presidente lo que había aparecido, pero que si me lo pedía iba a continuar en Estudiantes. Me dijo que esas chances aparecen una vez y me acompañó, fue todo en conjunto. Ya habíamos ascendido; es un club modelo. Si me decían que no... me quedaba.
-¿Tu proyecto es el mismo en el ascenso que en Primera?
-Si, obvio. La idea futbolística de ser protagonista y buscar que las cosas pasen es la misma. Ser un equipo positivo. Con las experiencias que uno tiene va creciendo y también hay cosas que uno puede modificar, porque el fútbol es resultado. Hay que buscar donde la belleza y el resultado pueden llegar a un lugar común.
-Cuando pasa eso y sabés que en los papeles sos inferior, trabajás desde un lugar que sabés que vas a tener menos la pelota. Hay que saber las debilidades del rival para los momentos que te toque tenerla y atacar. Aprovechar transiciones, pelota parada, cómo lastimarlo. Cada partido es diferente. Para mí jugar bien es generar situaciones y que el rival no las tenga. No estoy de acuerdo en que un equipo le pateen 15 veces, llegue una, meta un gol y diga que fue un partido inteligente. ¿Planeaste que te lleguen por todos lados y vos una sola vez? No es así.
¿Y si te salen a hacer tiempo?
-Cada uno decide cómo jugar. A mi me gusta una forma y siento que uno intenta transmitir valores. Me cuesta pedirle a un jugador que se tire y haga tiempo. Estamos en un sistema que está pervertido en el que sólo importa ganar, y a veces uno queda como iluso.
-En Tigre estuviste doce partidos, ¿Qué balance hacés?
-Fue positivo. Nosotros veníamos con dos competencias y al no tener plantel tan largo sufrimos un poco. Perdimos a Colidio, Retegui y Blondel en el medio; son jugadores muy importantes y es muy difícil reemplazarlos. En el torneo jugamos nueve y ganamos cuatro y no tocó quedar afuera de la Sudamericana con dos goles de pelota parada. Obtuvimos menos de lo que merecimos y era un proceso que necesitaba tiempo, armar algo importante como se hizo con Diego (Martínez).
-Desde el día que firmaste hasta el que te fuiste pasaron 71 días. ¿Pensás que te dieron poco tiempo?
-No tengo dudas. Llegamos y en 40 días jugamos diez partidos. No tuvimos prácticamente tiempo de entrenarnos. Con todo lo que pasó en el medio y con un equipo que tenía identidad. Después, a veces, no estuvimos finos y tuvimos problemas con la pelota parada, pero éramos superiores en general al rival.
-Ganaste cuatro y perdiste ocho. ¿Por qué no se ganó más?
-No sé si existe o no la mala suerte. Generabamos mucho y a veces nos costaba convertir. El último partido con Racing pateamos 28 veces contra 6 tiros de ellos y perdimos. Eso es cuestión de tiempo y trabajo. Tuve un solo partido los refuerzos como Robert Rojas, José Paradela o Esquivel.
-Te trajeron refuerzos y te dieron sólo un partido para usarlos, ¿No te genera nada?
-Es así el fútbol argentino, así es la sociedad. No se valoran los procesos y hay que ganar o ganar como sea, pero lamentablemente es así. Los equipos que mantienen proyectos generalmente les va bien.
-¿Si te bancaban más mejoraban los resultados?
-Seguro que sí, porque se había mejorado. No tenía dudas que se iba a seguir mejorando. Mi salida sería por resultados pero, por ejemplo, con San Pablo, nos quedamos con uno menos a los veinte y nos metieron un gol a los 70 habiendo generado chances de gol. Es así, nadie decide eso. Si un equipo supera a los rivales necesitás dar tiempo, pero acá no lo hay porque la gente no lo permite, es el contexto de nuestro país. No hay paciencia para nada y todo tiene que ser ya.
-¿Tu premisa?
-Transmitir valores, lo mismo que donde estuve, y que el futbolista además de ser mejor jugador sea mejor persona.
-Había buen plantel en Tigre. ¿Esperabas más resultados?
-Sí. Despues de ganarles a Colón y a San Lorenzo no esperaba el arranque, tenía fé de que se iba a levantar a nivel resultados, pero en juego fuimos superiores a casi todos los rivales. Había que afinar en la marca y la definición, no es todo suerte. El primer responsable soy yo, pero con tiempo, el juego estaba.
¿No se puede convencer a la dirigencia de estirar el proyecto?
-La decisión ya estaba tomada. El medio nuestro es así: si ellos piensan que va por ese lado hay que respetarlo.
-¿Creés que va a zafar del descenso Tigre?
-Sin dudas, tiene buenos jugadores y armas suficientes. Lo va a hacer por mérito propio.
-Como jugador estuviste en 17 equipos y como técnico en cuatro. ¿Qué sigue en tu vida?
-Me gustaría poder ir a un club que tenga un proyecto y en el que se trabaje a largo plazo, donde confíen en los procesos. Hay equipos que lo hacen. Si llevás un entrenador y confias en él, le tenés que dar tiempo.
-¿Algún sueño?
-Me gustaría Europa. España si es posible, es una de las mejores ligas del mundo junto con la Premier League por el nivel. El tema del idioma por los futbolistas que no hablan el tuyo y llegarles no es lo mismo, pero se arregla.