Las Entrevistas de El Gráfico
El Hacha Ludueña, en primera persona
En el día de su fallecimiento, compartimos una nota del año 2013 de quien supo ser un lujoso volante y que brilló en el inolvidable Talleres de los 70 y también en la Selección con Menotti.
Nota publicada en la edición de noviembre de 2013 de El Gráfico
EL HACHA sonríe rodeado de sus jugadores del club San Lorenzo, en Córdoba. Un ídolo que se reinventó luego de atravesar momentos muy difíciles.
TARDE, MUY TARDE me di cuenta de que tenía razón, tarde. Un día, cuando ya lo había perdido todo, fui al centro de Córdoba para ver si alguien me pagaba un vaso de vermut; y encontré gente que yo había ayudado, a quienes les había pagado el alquiler de la casa y otras cosas más, que al verme, se cruzaron de vereda. Ahora les digo a mis hijos que se cuiden. Los amigos no son los que te golpean la espalda. El mejor amigo soy yo, el padre, que nunca los voy a joder, ni cagar en nada. Mi papá fue mi mejor amigo. Y yo lo soy de mis hijos.
MALOS CONSEJOS. ¿Qué malos consejos me daban mis “amigos”? Me veían salir del entrenamiento y me decían que fuéramos a tomar algo, que allá había minas. Y gastás, gastás, gastás… Me iba a Toledo, a las whiskerías con ellos. Hacía cerrar whiskerías para mis “amigos”, para que ellos estuvieran con mujeres. Y pagaba todo yo.
EL ALCOHOL me llevó a la perdición. Las malas juntas y el alcohol me privaron de disfrutar de las cosas lindas de la vida, sobre todo de mis viejos. Debí disfrutarlos más. Cuando están muertos, ellos no saben si les llevás una flor. A mi papá lo extraño un montón, y eso que hace mucho que se me fue. Todo lo que me dijo mi viejo se cumplió. Cuando se termina el murmullo de la fama y el dinero, los que se arrimaron por eso se borran. Tuve una mala experiencia con los falsos amigos.
¿C0MO SALi? Yo me iba a la mañana y volvía a la noche tomado. Los chicos me veían y se iban. Un día estaba en mi casa, cenando, y veía que me dejaban solo. Me puse a pensar y me preguntaba por qué. Al otro día les dije a mis hijos que no iba a tomar más. “Siempre decís lo mismo, papi”, me dijeron. Y no tomé más. Hace ocho años que no tomo nada de nada. Y ahora ellos, mis hijos, me llaman, me van a buscar. Dejé el alcohol y recuperé a mis hijos. ¿Qué cosa puede ser más importante que eso? Recuperé el amor y el cariño de mis hijos.
UN TIRO LIBRE ante juventud Antoniana, en 1978.
ESTOY TRABAJANDO en un club que quiero mucho, San Lorenzo de Córdoba. Por supuesto que a Talleres lo amo, es el club donde viví años inolvidables y extraordinarios, y que me dejó el cariño de la gente, que hasta el día de hoy me reconoce. Todo eso me da nostalgia. Pero acá, en San Lorenzo, trabajo bastante, hago de todo un poco. Estoy con la Cuarta División y la Cuarta Especial. También ayudo a Martín Viberti (hijo de Sebastián) en la Primera División. Tanto es así que hago de todo. Ahora estamos arreglando el sistema de riego entre todos. Hago cosas por el estilo y lo que más me gusta: estar en el fútbol, enseñando.
MAYORDOMO EN LA LEGISLATURA. Hace 25 años, Nilo Neder (fallecido periodista cordobés) me encontró en el colectivo y me preguntó cómo estaba. Le dije que bien, y me respondió que no le mintiera, que él no me veía bien. Tenía razón. Entonces me pidió que fuera al otro día a la legislatura cordobesa, que me iba a hacer entrar para trabajar. Me costó hacerme a la idea, ¿cómo que iba a trabajar allí? Y hoy soy feliz en ese lugar. Gracias a Dios, tengo ese puesto de trabajo hace 25 años. Estoy en la oficina dando los materiales, los cuadernos, las lapiceras, las cosas para el café… Soy como un mayordomo.
PEOR ES ROBAR. No se me cae ningún anillo por trabajar allí. Peor sería andar robando, perder el prestigio que me gané, y que tanto me costó ganar. Sería feo que la gente dijera “Mirá el Hacha, mirá lo que fue y ahora está preso por robar” u otra cosa. No. Yo trabajo dignamente y por eso no se le tiene que caer la cara a nadie. No quiero que mis hijos anden como yo, levantándose todos los días a las seis de la mañana, con lluvia, frío o calor. No se me cae la cara de vergüenza, pero quiero que ellos elijan bien a los amigos, que inviertan para que el día de mañana sus hijos disfruten de su sacrificio. Por suerte, ellos están bien encaminados.
EXTRAÑO MUCHO jugar al fútbol. Cuando veo a los pibes de San Lorenzo, a mis hijos o a mis nietos, extraño. En el barrio, cuando miro un partidito cualquiera, me dan ganas de meterme, pero no puedo porque estoy operado de la cadera y también mal de una rodilla. Pero me divierto entrenando a los chicos de San Lorenzo. Tenemos muy buenos jugadores. Ojo, del club salieron Bernardo Patricio Cos, Sebastián Viberti, José Luis Villarreal, Antonio del Río, yo, mis hijos y ahora mis nietos.
GAMBETA a Agustín Cejas, arquero de Racing, en el Nacional 78, despegando toda su habilidad.
¡QUIERO VERME JUGAR! Lamentablemente no puedo conseguir videos para verme y mostrarles a mis hijos y a mis nietos cómo lo hacía. A mí me gustaría ver un video mío, pero no hay nada.
“EL DIOS DEL FuTBOL”. En 1976 hicimos una gira grande con Talleres y llegamos a Zaire. Jugamos un torneo junto a Temperley, la selección de Zaire y dos equipos más, el Itama y el otro que no recuerdo (Vita). Nosotros teníamos un gran plantel. Yo había andado bien, pero nunca me imaginé lo que pasó. Un periodista fue y me dijo que yo era “El Dios del Fútbol”. No lo podía creer. Me decían que me habían visto hacer cosas que ni Pelé había hecho.
GOLEADOR. Yo fui un volante con llegada y mucha técnica. Tenía un ida y vuelta interesante y llegaba muy seguido al gol. Tuve la suerte de jugar con el crack de Daniel Valencia, que dice que yo era un volante goleador. Algo de razón tiene: pude ser goleador de un campeonato, el Nacional 76 (N. de la R.: convirtió 12 tantos y compartió la punta de la tabla de artilleros con Norberto Eresuma, de San Lorenzo de Mar del Plata).
EL DEBUT DE DIEGO. Tuve el privilegio de estar en el debut en Primera de Maradona. Fue un miércoles por la tarde, en la cancha de Argentinos. Diego entró en el segundo tiempo y les ganamos 1-0 con gol mío. Es otro lindo recuerdo. Después del partido comentábamos entre nosotros cómo jugaba ese “mocosito”. Para colmo le metió un caño a Juan Cabrera en la primera pelota que tocó. Lo cargamos con eso y él decía que si le hacía otro, lo mataba. Qué lo iba a matar, le decíamos nosotros, si no lo podía agarrar… Era una avispa el pibe ese. Nunca creímos que después podría ser todo lo que fue. Tuve el orgullo de hacer un gol en el debut del mejor jugador del mundo.
ERA TREMENDO. Diego apenas andaba por los 16 años, pero se notaba que tenía una técnica bárbara. Los jugadores de fútbol nacen, no se hacen; y ese pibe la rompía, venía así desde la cuna. Messi es completo, como Diego. Te sorprenden en la cancha.
MENOTTI ES EL MEJOR. El Flaco era, o es, una muy buena persona. Y un gran entrenador. El único técnico del fútbol argentino que se fijó en el interior. Nos dio la oportunidad a todos.
EL MUNDIAL 78. Se hablaron muchas cosas de la lesión que me marginó de la Copa del Mundo del 78. Dijeron que estaba jugando al carnaval con unas botellas, que estaba borracho… No. La verdad es que estaba en la casa de un amigo en Villa Carlos Paz. Tenía dos hijos, mi ex mujer y habíamos comido un asado y tomado dos vasos de vino, y ya me volvía a Córdoba. La empleada, tremenda gorda, me empujó a la pileta. Me volví loco, me saqué los zapatos, y me miré enseguida. Tenía un tajito chiquito. El pie se me había ido y me corté con piedra laja. Al rato paró la sangre y me curé. Pero al otro día tenía el pie hinchado. Voy a la cancha, me ve el médico Hugo Velásquez y me dice que mueva el dedo. “No puedo”, le digo. “Dale que tenés que viajar el miércoles a Mar del Plata, que ya te quedás concentrado con la Selección”, me insiste. Pero no podía mover el dedo. Hugo se larga a llorar y me dice: “Te perdiste el Mundial, te cortaste el tendón”. Lloré mucho, mucho, mucho. Dios sabrá por qué no lo jugué.
ME SENTI PARTE del campeonato del mundo. En ese momento, atrás mío estaban Ardiles, Larrosa, muchachos que lo jugaron. Pero bueno, no pudo ser. Me puso muy contento que lo ganáramos. Me hubiese gustado jugarlo, pero igual me sentí parte.
VUELTA olímpica en 1975, tras ganar el torneo de la Liga Cordobesa
DIFERENCIA ECONOMICA. También tuve la posibilidad de jugar en España. Me llevó un empresario que se decía representante, y ya arrancó mal. Llegamos a España, a Málaga. Todo bien, pero cuando vamos a arreglar el contrato pregunto por cuánto me habían vendido. Lamentablemente, no estaba Amadeo Nuccetelli, presidente de Talleres con quien yo tenía confianza. No pudo viajar por unos negocios, fue otro directivo. En Talleres me habían dicho que me vendían en 150 mil dólares. Le pregunto al presidente de Málaga, que era (Antonio) Pérez Gascón, y me dice que me compraban en 250 mil dólares. ¿Cómo? Me enojé. Les dije que me volvía para hacer unos trámites y nunca más regresé. Con eso me compraba dos departamentos. Pero me desagradó aquello y no volví. Después me pude ir a San Lorenzo, me quería el Toto Lorenzo. Pero Talleres no me quiso vender para castigarme.
TENGO UN NOMBRE y un prestigio en Córdoba, más en Talleres. Mi familia siempre quiso estar en el club, pero no me llamaron nunca. Es la realidad. Me llevo bien con los dirigentes, pero no hay gente capacitada para elegir jugadores. Desgraciadamente, mis nietos no están en Talleres por ese motivo. Primero lo llevé a Daniel Emmanuel, mi hijo, y le dijeron que le faltaba, que había muchos como él. Ahora la descose en México. Después lo llevé a Gonzalo, que está en Ecuador. En ese tiempo había papás con autos último modelo y yo había perdido todo lo que había ganado en el fútbol, y no andaba como ellos. Y también me dijeron que no... Hace un año llevé a mis nietos. A Joel Sebastián le dijeron que había muchos en su puesto, y a fin de año también se va a México. Lo que más me sorprendió fue lo que pasó con Gabriel; me extrañó mucho: le dijeron que tenía todo para ser crack, pero que le faltaba tirarse al suelo. Me fui espantado. Corren a los jugadores. Me dio pena.
MI SUEÑO ALBIAZUL. El fútbol es mi pasión. Desgraciadamente, de Talleres no me dieron la oportunidad. Sueño siempre con volver a ese club que amo. La gente de Talleres quiere al Hacha. Me gustaría que esa gente sepa que ya no soy el de antes, que andaba de boliche en boliche. No, señor. Cambié. Voy del trabajo a casa; y de mi casa a la cancha de San Lorenzo. Quiero que lo sepan. Y espero que algún día me den la oportunidad de volver.
Por Marcos Villalobo / Fotos: Viviana Toranzo