1991. Una de Piratas
Czornomaz, un delantero que en base a sacrificio pudo llegar a San Lorenzo, se entrevistó con El Gráfico y habló de su pasado por Independiente, de sus estudios y también de las aspiraciones que tenía en el Ciclón.
¿Pirata? Un día, jugando para Independiente, en un partido de reserva, me hicieron una herida cortante cerca del ojo. A la mañana siguiente fui a la facultad con un parche y mis compañeros empezaron a decirme Pirata. Cuando llegue a Chile ya todos me conocían como el Pirata Czomomaz.
—¿Por eso te pusieron el apodo?
—Sí, ¿por qué lo decís, porque hago goles piratas?
—Claro, parece que robas los goles.
—Lo sé, pero los delanteros tenemos que estar ahí, esperar el rebote. Mi mayor virtud es la intuición, pegar el zarpazo.
—Pero haces goles raros...
—Y... raros no, le pego con cualquier cosa, pero lo más importante es que la pelota entre. Con los goles ganas puntos, partidos, campeonatos. Progrese mucho; antes quizá le pegaba con el tobillo y las meta, ahora mejore una enormidad en el cabezazo. También me ayud6 haber trabajado mi cuerpo en el gimnasio, porque soy flaquito y hoy en día si no tenes un buen físico los defensores te llevan por delante.
Adrián Carlos Czomomaz nació en Avellaneda, el 30 de abril de 1968. De aquel volante central que llegó a Argentino de Quilmes en su infancia a este flaco alto —un metro ochenta y ocho— que viste con la camiseta de San Lorenzo, existen grandes diferencias: el cambio posicional, goles, Independiente, goles, un castigo de Solari, Cobreloa, más goles, San Lorenzo, otros goles...
—Recién después de un año empecé a jugar de centrodelantero, antes era volante central. Salí goleador en todas las categorías y, justo cuando iba a debutar en la primera, apareció Independiente.
—¿Ya estaba Solari?
—No, él llega en 1988 y me sube a primera junto con otros pibes. Al poco tiempo me hace debutar; cuando termino la rueda inicial había convertido tres goles. Y eso que jugaba muy poco. En la segunda rueda ya no Estuve más.
—¿Qué paso? Se dijo que en Mar del Plata te fuiste al Casino sin permiso…
—Fue un mal entendido. No fui al Casino como se rumoreó, sino a ver a mis padres que estaban veraneando ahí; pero no me escape, le pedí permiso a un integrante del cuerpo técnico, después me dijeron que esa persona no tenía autoridad para otorgármelo. Cuando volví me retaron.
—Además, fuiste castigado.
—Y, si, nunca más volví a jugar. Yo era hincha de Independiente y sonaba con triunfar allí. Después de obtener el campeonato había un plantel numeroso, quería saber si iba a tener una oportunidad, pero no fue así porque Solari recomendó la compra de Artime. En ese momento apareci6 la oferta de Cobreloa y me fui pensando en volver.
—Llama la atención que te hayan vendido solo por 60.000 dólares.
—Dicen que la venta se hizo en esa cifra, yo no sé. Es cierto que en ese momento necesitaban dinero, pero creo que fue un capricho. Apenas le había tomado el gusto a la primera y ya me tenía que ir.
—¿Le guardas rencor a Solari?
—Al Indio le tengo que agradecer, era suplente en reserva y me puso de titular. Eso sí, el final no fue del todo bueno.
—¿Y Cobreloa?
—Futbolísticamente me fue muy bien: hice muchísimos goles y eso repercutió en Argentina, especialmente cuando convertí cinco en un mismo partido. Pero Calama está situada en el medio del desierto y para un chico de 21 años no ofrecía muchas posibilidades de disfrutar, mas viviendo solo. Eso era como vivir permanentemente concentrado: entrenaba, comía y dormía. Ya empezaba a extrañar.
—¿Cómo surge la posibilidad de volver?
—Estaba veraneando en Mar del Plata y me vinieron a ver los dirigentes de San Lorenzo. La noche anterior habían cenado con Rezza y un periodista que estaba con ellos tiro mi nombre. Rezza me dijo que iba a armar un equipo ofensivo.
—Pero cuando se fue Rezza fuiste excluido del equipo...
—Lo tome como algo natural. Arean me sacó porque le tenía más confianza a Ahmed, con quien ya había trabajado. Ahora que tuve la oportunidad cumplí, en seis partidos convertí tres goles.
—¡Cómo festejaste el que le hiciste a Velez!
—Era el gol que aseguraba el partido, por eso fui a gritarlo al alambrado con toda la hinchada. El pase me lo dio Rossi, la baje con el pecho, la deje picar y definí, de zurda. Ahora estoy jugando solo arriba, no porque San Lorenzo sea un equipo defensivo, sino porque están lesionados Ahmed y Ferreyra.
—¿Pueden alcanzar a Boca?
—Se puede, pero no podemos perder más, una derrota nos deja al margen del campeonato. Hay que ganar todos los partidos, empatar poco y nada. Es la única manera de descontar los tres puntos que nos separan de Boca.
—¿Y ahora?
—Tengo tres objetivos en mente: finalizar mi carrera de Ciencias de la Comunicación, en la UBA, salir campeón con San Lorenzo y terminar arriba en la tabla de goleadores. El primer sueno puede esperar, para los otros dos todavía me tengo fe, sé que todavía se puede.
Por CLAUDIO MARTINEZ (1991).
Produccion: BETO TISINOVICH.
Fotos: FABIAN MAURI, RODOLFO SOLARI, EDUARDO FARRE y HUMBERTO SPERANZA.