2004. VALDANO: ¿HACIA DÓNDE VA EL FÚTBOL?
Después de un tiempo de demasiada acción como portavoz del Real Madrid, Jorge Valdano tomaba distancia para reflexionar con El Gráfico sobre la evolución y el futuro del fútbol.
Andaba con algo de “pereza” para hablar públicamente, acaso porque tras cuatro años como portavoz del Real Madrid terminó con una sobreexposición mediática que, según propia definición, “mirando para adentro me cansó a mí y mirando para afuera cansó al resto de la humanidad”.
Pero Jorge Alberto Francisco Valdano es, de algún modo, como ese chiquilín al que le tiran una pelota y puede pasarse todo el día divirtiéndose con su compañía. No importa la distancia, ni los cargos ocupados, ni los años de desarraigo. Es pasión por el fútbol. Lo cierto es que en el tira y afloje cibernético para tratar de concretar la entrevista, el ex director general deportivo del club más popular del planeta utilizó una cita de su repertorio que fue toda una señal de acercamiento. Escribió: “Dicen que Antonio Bienvenida, uno de los mejores toreros de la historia, era parco y sabio. Un día, en una plaza de toros, un aficionado le dijo: ‘Maestro, sólo le falta morir en la plaza’. A lo que Bienvenida contestó: ‘Se hará lo que se pueda’”.
Hizo lo que pudo, finalmente Valdano. Y habló. Alejado del centro de poder futbolero, hoy ocupa el tiempo en resolver algunas cuestiones pendientes. Un repaso a su reciente recorrido dice que fue el máximo directivo en el área deportiva del Madrid entre septiembre del 2000 y junio del 2004. En esos cuatro años, el Madrid reordenó sus cuentas, cambió su estructura, fue alimentando un superequipo al adquirir a Figo, Zidane, Ronaldo y Beckham (una estrella por año), se transformó en la marca más fuerte de España y una de las más pesadas del mundo y conquistó siete títulos: 1 Champions League, 1 Intercontinental, 2 Ligas, 1 Supercopa de Europa y 2 Supercopas españolas. Ocurrió que en la última temporada el Madrid no conquistó ningún título –aunque dos meses antes tenía todo por ganarlo– y así Valdano quedó expuesto como responsable del fracaso y se potenció su perfil de “malo de la película”, de hombre que debía dar la cara ante cada conflicto. Por eso se fue. Sin embargo, un mes después de su salida, Florentino Pérez, el presidente que lo había convocado, arrasó en las elecciones con el 94% de los votos. Indudablemente, las cosas en el ámbito futbolístico –el que más suele pesar a la hora de elegir a un candidato– tan mal no se habían hecho. Aunque los resultadistas adictos de la inmediatez pudieran destacar lo opuesto.
–¿En qué andás, Jorge?
–Tomando distancia del fútbol después de un tiempo con demasiada acción. Me gusta lo de acción / reflexión; estar en los hechos durante un tiempo y mirar las cosas con perspectiva durante otro. Pero reflexiono trabajando: soy presidente de Makeateam, una empresa de la que soy socio y fui fundador. Nos dedicamos a la formación, llevamos las enseñanzas del deporte al mundo de la empresa en temas como trabajo en equipo, liderazgo y motivación. Ahora empezamos a hacer el viaje de vuelta: llevar las enseñanzas de la empresa al deporte para asesorar en la gestión de los clubes.
–¿Hubo duelo por la salida del Madrid o no te generó traumas?
–No hubo duelo. Conozco poca gente más rápida que yo para dar vuelta una página. Por más grande que sea la página.
–¿Tu autoestima sufrió algún tipo de lesión?
–Cumplí un ciclo y fue más largo de lo normal. Por lo menos, de lo normal en mí. Por lo demás, soy argentino: ando bien de autoestima.
–¿Cómo tomaste la frase de Florentino Pérez, que un tiempo después de tu salida manifestó que te echaba de menos?
–Como un reconocimiento y una cortesía.
–¿Con este movimiento, no te volvió a picar el bichito del entrenador?
–Esa nostalgia nunca la tuve. El entrenador, hoy, es responsable hasta de la mala suerte. No le veo la gracia al asunto. Los presidentes, aficionados, periodistas y también los jugadores sólo ven dos cosas en el fútbol actual: el entrenador está débil o el entrenador está fuerte. El problema es que la fortaleza te la dan o te la quitan los resultados. Después, se inventan teorías más o menos imaginativas, pero lo cierto es que conozco a muy pocos que opinen prescindiendo de los resultados. Para el perdedor no hay piedad, no importa si la derrota fue noble o innoble, si se jugó con atrevimiento o no. Eso lo explicó muy bien Marcelo Bielsa en algunas ruedas de prensa. Con mi hijo titulamos esas comparecencias: “Un hombre contra el sistema”.
–¿En la Argentina no dirigís por voluntad propia o por falta de propuestas?
–No se trata de Argentina, se trata de entrenar. Por el momento no está en mis planes. Y propuestas tuve en algún momento.
–¿Cómo calificás tu actuación como dirigente del Real Madrid?
–El de director general deportivo es un puesto difícil porque el cargo está emparedado entre el presidente y el entrenador. En un club como el Real Madrid tiene sentido porque le da continuidad a un proyecto deportivo. Formalmente, me fui aprovechando el llamado a las elecciones presidenciales. Lo cierto es que ya no me sentía cómodo.
–¿Por qué?
–No resulta difícil imaginarlo, pero es un asunto que no conviene revolver. Ciclo terminado y listo.
–¿Cómo te fuiste: bien, mal, más o menos?
–Hice un gran esfuerzo por irme sin hacerle daño a nadie. Ante mi entorno inmediato me fui bien, ante la afición me fui desgastado.
–¿Cuáles fueron tus errores?
–En el fútbol hay enseñanzas acumuladas que conviene no perder de vista. El Real Madrid va tan rápido hacia el futuro que a veces pierde de vista las enseñanzas del pasado.
–¿El modelo de “Zidanes y Pavones” (superestrellas y cantera) que aplicaste está en duda?
–Ese modelo necesita de tiempo para consolidarse. Hacer en tres años lo que se debe hacer en siete es una mala idea. ¿Para qué sirven los años? Para que una política de cesiones a equipos medianos nos devuelva a los jóvenes de la cantera con 50 o 100 partidos en Primera, con una mayor madurez. De lo contrario se producen descompensaciones. La presión que sufre un jugador del Real Madrid requiere de una madurez casi inhumana.
–Fue increíble, porque avanzaron con tranquilidad en todas las competencias en el año y en dos meses el castillo se vino abajo de golpe…
–En esos meses, los últimos dos de la temporada pasada, se demostró que el talento es también una cuestión de energía. El esfuerzo se había repartido entre muy pocos jugadores y en los momentos definitivos el equipo se cayó.
–Suele decirse que el Madrid tiene un vestuario difícil. ¿Bianchi podría manejar un vestuario así?
–Niego que el vestuario del Real Madrid sea tan difícil. Bianchi, por otro lado, tiene categoría para entrenar a cualquier equipo del mundo.
–En los últimos años, ¿nunca se te cruzó por la cabeza Bianchi como técnico del Madrid?
–No debo contestar esta pregunta.
–¿Cuándo y cómo te enteraste de que se iba Bielsa de la Selección?
–El día que se fue y por los medios.
–¿Te sorprendió su salida?
–No esperaba su dimisión, pero sólo porque no me lo había planteado en ninguna conversación. Hablamos algunos días después de su alejamiento y por supuesto que me resultó fácil entenderlo.
–¿Le hizo honor a su apodo yéndose en el momento menos pensado?
–De locos era quedarse, no irse. En medio de las presiones que sufría, irse era lo más sano que podía haber hecho. Es difícil tener que pelear todos los días contra tanta mediocridad. Los mediocres se defienden entre sí y terminan convirtiéndose en un poder. Lo digo esencialmente por los medios de comunicación. Con mis disculpas para las dignísimas excepciones.
–¿Creés que la adhesión del hincha por las últimas actuaciones era real o que Bielsa nunca se iba a ganar el corazón de la gente?
–Lo del “corazón de la gente” no lo entiendo muy bien. ¿O toda la gente tiene un mismo corazón? La gente es extraordinariamente leal a los colores de su equipo. A las ideas, bastante menos.
–¿Qué cosas le provocaron su crisis energética?
–De la energía de Bielsa tiene que hablar Bielsa.
–¿Las presiones del G-14 pueden haberlo hartado? ¿Quizás su relación con Grondona también?
–Repito lo anterior: no soy el intérprete de Bielsa. El habla poco, pero lo hace con mucha claridad. El día que lo decida, podrá responderlo.
–Vos que lo conocés desde los 15 años, ¿creés que se fue a salvo con su orgullo?
–La relación de Bielsa con su orgullo me temo que no debe ser fácil. Lo que le puedo decir es que yo, en calidad de amigo, me sentí muy orgulloso de su manera de actuar en cada momento. En los malos y en los buenos. Siempre me representó bien su Selección.
–Cuando se fue Bielsa, ¿te sentiste con chapa para ser técnico de la Selección?
–No. Hay otros que están antes en esa fila.
–¿Puede complicar a Pekerman no haber dirigido nunca a mayores?
–Creo que Pekerman está preparado para este desafío. El error está en pedirle demasiado a la Selección. Está en un momento de renovación, pero no le sobra talento como para tener la obligación de ganarlo todo.
La locura del fútbol actual, que se consume un técnico a las cuatro fechas de un torneo o que promueve la venta de un chico de 12 años, es un atractivo escenario para que Valdano lo diseccione con su habitual lucidez. Quien fue aficionado, jugador, comentarista, director técnico y dirigente –siempre en el salón VIP del fútbol– y al que sólo le faltó “ser árbitro y balón”, según manifestó hace un tiempo, puede abordar la problemática nutrido de las más variadas ópticas.
–¿Hacia dónde va el fútbol?
–La pregunta es demasiado amplia. La tendencia dice que hay países compradores y países vendedores de jugadores; que los equipos grandes crecen (en sus posibilidades económicas), y los pequeños, decrecen. Que la televisión tiene cada día más poder en la organización de los campeonatos. Que cada día se juegan más partidos. Que desde la ley Bosman, el tráfico de jugadores se hizo imparable. Que del campo hacia afuera el negocio cada día es más grande. Del campo hacia adentro, el juego sigue siendo primitivo, múltiple, ingobernable.
–¿En qué etapa de evolución ubicás al fútbol?
–Como buen símbolo de estos tiempos, es un fútbol que pone acento en lo comercial y en lo global.
–¿Qué significa que últimamente triunfen equipos conservadores, que apuestan más a la destrucción que a la creación, como Grecia, Porto, Once Caldas, Cienciano, Valencia?
–Es misma pregunta nos la empezamos a hacer en los años sesenta, con el nacimiento del catenaccio, y sin embargo luego disfrutamos del Brasil del 70, del Ajax de Cruyff, del Milan de Sacchi… De todos modos hay un hecho singular. Un jugador de un gran equipo juega, hoy, 15 o 20 partidos más que hace diez años. Los equipos medianos sufren un desgaste menor. El cansancio termina igualando a los mejores con los peores. Dentro de la fatiga general, los equipos más contenidos tácticamente –defensivos, cautos– sufren un menor desgaste. La obligación de ganar que tienen los grandes también contribuye al cansancio. La presión llega a niveles que no todos los jugadores son capaces de soportar a lo largo de una temporada.
–¿Fue malo para el fútbol que el Madrid se quedara con las manos vacías el último año?
–El Real Madrid hizo una fuerte apuesta por el espectáculo, pero los grandes nombres propios no son una garantía. No hay proyecto que sea “sublime sin interrupción”. El Real Madrid es muy grande, pero el fútbol lo es más.
–¿Lo que se ve es mediocridad o paridad?
–Hace treinta años que me hacen la misma pregunta. Con esto, lo que quiero decir es que los últimos tiempos siempre nos parecen los más pobres. Lo colectivo se impone a lo individual por muchos factores, pero también se ven partidos brillantes.
–¿Los técnicos trabajan hoy más en la destrucción que en la gestación?
–La destrucción se puede hacer aceptablemente bien con una buena organización. La construcción necesita, además, del talento individual. En cuanto a los entrenadores, trabajan en defensa propia y el miedo los hace conservadores.
–¿Por qué es cada vez mayor el desequilibrio por pelota parada?
–Porque se juega muy mal con la pelota en movimiento.
–¿Cómo viviste del otro lado del mostrador el tema de la cesión de jugadores a las selecciones? Hubo clubes, como el Valencia, que no cedió a Aimar y no fue sancionado.
–Como un conflicto de intereses entre las federaciones y los clubes. Lo curioso es que una federación está formada por un conjunto de clubes. El calendario unificado mejoró algo el caos existente. En cuanto a las leyes, han dejado de tener valor desde el primer caso en que se incumplió sin que se impusiera sanción. Nadie se queja de las convocatorias para partidos oficiales. El problema son los amistosos que se juegan con un afán sólo recaudatorio. Por otra parte, considero normal que el club al que pertenece un jugador exija una compensación si está obligado a cederlo a su selección. Terminará siendo así.
–¿Quién es el principal culpable del exitismo extremo, que se devora un técnico cada cuatro partidos? ¿El hincha, el dirigente, el periodismo, el perfil de las sociedades modernas?
–Esa pregunta, el periodismo se la debería hacer a sí mismo. Tal y como está regido ahora, el entrenador dura lo que quieran los resultados. Como los resultados son imprevisibles, la duración de los entrenadores también será imprevisible. Los medios son igual de responsables que los directivos.
–¿El hincha también está muy histérico?
–La masa no piensa. El hincha, en singular, es capaz de matizar… el lunes, claro.
–¿Ves al futbolista cada vez menos vocacional? A la mayoría no le divierte ver partidos de fútbol, no ejercitan la técnica después de hora…
–El fútbol sigue siendo una tarea vocacional. Lo que sí ocurre es que el jugador actual está demasiado distraído con el nuevo papel de modelo social y publicitario que le está tocando vivir. También es mayor el grado de individualismo, desde el teléfono móvil y computadora hasta las habitaciones individuales, que los va desvinculando del equipo.
–¿Quién es hoy el mejor jugador argentino y el mejor del mundo?
–El mejor jugador del mundo es Ronaldinho. En Argentina sigo esperando el salto definitivo de Aimar.
–¿Qué te provocan casos como el de Lamela?
–Lo de Lamela me pareció lamentable. Van a terminar fabricando un ex jugador antes de que sea jugador. Hubo algún episodio, como el de las entrevistas concedidas por el niño-jugador, que no se lo hubiera podido imaginar ni el Negro Fontanarrosa.
Dijo Valdano. Y eso que andaba con pereza. Al fin de cuentas, ¿alguien puede imaginárselo sin el uso de la palabra?
Un equipo habituado a las presiones
Nacida en 1999 a partir de una idea de Valdano, Makeateam (Hacé un equipo) es una empresa dedicada a la formación y consultoría en habilidades directivas, con hincapié en el trabajo en equipo. En la plantilla se destacan ex deportistas como Zubizarreta o el brasileño Raí. Con oficinas en España, México DF y San Pablo, Makeateam tiene como clientes a unas 50 empresas, entre las que se destacan IBM, Telefónica, Repsol YPF, Xerox, el banco BBVA, Ericsson y Blockbuster. “En el ritmo de vida actual, la presión y el estrés avanzan a pasos agigantados. Y quién mejor que un deportista de elite conoce y está habituado a esas situaciones de alto rendimiento en momentos críticos. Por eso contamos con los deportistas más destacados, que han tenido que soportar una tensión física y mental extrema”, se puede leer como declaración de principios de la empresa.
Por Diego Borinsky (2004)