Las Entrevistas de El Gráfico

Ricardo Zielinski, un ruso en ascenso

El técnico que llevó a Chacarita otra vez a Primera, después de agarrar un equipo que había iniciado su marcha de la mano de Pedro Monzón, revela las claves de la conquista: tranquilidad y simpleza. Ya empieza a pensar en su nuevo desafío, aunque no lo imagina como algo diferente a sus trabajos anteriores.

Por Redacción EG ·

11 de septiembre de 2009

Nota publicada en la edición julio 2009 de la revista El Gráfico

SENSATEZ y sentimientos. Así se puede resumir la forma de ser de Ricardo Zielinski. Palabras que fueron título, en los 90, de una exitosa película –basada en la novela homónima de la escritora inglesa Jane Austen–. Y Zielinski fue uno de los protagonistas principales de este film, rodado a lo largo de una intensa temporada y que, por suerte para él y para toda la gente de Chacarita, tuvo final feliz.

Imagen UN PAR de indicaciones simplre y libertad para jugar son los secretos del entrenador de Chacarita.
UN PAR de indicaciones simplre y libertad para jugar son los secretos del entrenador de Chacarita.


El “The end” de las ediciones anteriores había sido opuesto a este, con frustraciones al por mayor. No hay que olvidarse de que el equipo de San Martín descendió a la B Nacional a mediados de 2004 y que estuvo a punto de perder esa categoría en su primera temporada. Logró mantenerla luego de un desempate con Defensores de Belgrano y una ajustada promoción con Platense.

En ese momento asumió la actual Comisión Directiva, que inició la lenta reconstrucción de l club. Los resultados acompañaban, pero siempre sobre el final llegaba el bajón que dejaba al equipo en la puerta del ascenso.

La película de la temporada 2008/09 comenzó con otro protagonista en el rol de DT (Pedro Monzón), que dejó su lugar con 14 fechas disputadas. Ahí tomó su papel Ricardo Zielinski; y de la mejor manera. El rodaje tuvo como escenario casi toda la geografía de nuestro país, pero basó su acción en el estadio de Ferro, donde Chaca hizo de local.

El partido consagratorio, contra Platense en la cancha de Gimnasia, tuvo de todo, como buen film: acción, suspenso, drama y un anhelado final, que ni el mejor guionista hubiese imaginado: regreso a Primera, ganando un clásico y en el último minuto. El muchachito de la película fue Mariano Echeverría, que clavó un inolvidable remate junto al travesaño, para desatar la locura funebrera, comandada por la sensatez y los sentimientos de Zielinski.

–¿Con qué plantel te encontraste cuando asumiste casi al finalizar la primera rueda?
–El ánimo, en líneas generales, era bueno. Había que tener en cuenta que se había ido Monzón, con lo que siempre trae aparejado el alejamiento de un entrenador. Y más en este caso, porque había realizado un buen trabajo. Nosotros tratamos de acomodar las cosas, contándoles cuál era nuestra filosofía y nuestra manera de trabajar.

–¿Cuánto influyó haber ganado los primeros 15 puntos que disputó el equipo?
–Fue fundamental, porque sabíamos que de mantener una cierta regularidad de 30 puntos, alcanzábamos los 67, que eran muchos más de lo que habían obtenido San Martín de Tucumán y Godoy Cruz la temporada anterior.

Chacarita finalizó la primera rueda con una apreciable ventaja sobre sus perseguidores, ayudado por la irregularidad que tenía la mayoría. Con esa tranquilidad encaró la segunda parte del certamen, en donde apareció Atlético Tucumán, con una extraordinaria actuación. "El equipo de Rivoira –reconoce Zielinski– hizo una gran tarea. Ellos y nosotros fuimos los mejores". La marcha se desarrollaba casi sin sobresaltos, pero en la recta final aparecieron algunas dudas.
Imagen CON EL ASCENSO consumado, el cuerpo le pasó factura al Ruso y no pudo esquivar la gripe.
CON EL ASCENSO consumado, el cuerpo le pasó factura al Ruso y no pudo esquivar la gripe.


–¿A qué atribuís ese pequeño bajón en las derrotas consecutivas con Ferro y Aldosivi?
–Llegamos a esos partidos con una efectividad cercana al 90 por ciento. Era imposible seguir en ese nivel y era lógico pensar que podíamos bajar un poco el rendimiento.

–¿Cómo trabajaste para que la ansiedad del público no se trasladara a los jugadores?
–Disimulando los errores que cometíamos. Era difícil porque todo el mundo nos decía que a Chacarita le pasaba siempre lo mismo, que al final de los campeonatos se caía... Incluso se llegó a decir que habíamos arreglado para perder con Ferro; todo rodeado de una gran mediocridad. Luego del partido con Aldosivi, teníamos dos caminos: o nos lamentábamos por las oportunidades desperdiciadas y por la efectividad del rival o reforzábamos nuestras ideas, que nos habían llevado bien arriba. Optamos por esto último y les transmitimos eso a los jugadores.

Los resultados registrados por sus perseguidores en la fecha 36 dejaron abierta la puerta para el ascenso. Chacarita jugó el partido que cerró la jornada ante Platense, sabiendo que dependía de sí mismo: si ganaba, lograba el ansiado retorno a Primera.
–¿Cómo fue el festejo en San Martín, la noche del ascenso?
–Nunca había vivido algo así, fue maravilloso. No podíamos transitar ni avanzar con el micro que nos llevaba desde La Plata. Cuando ves todo eso, estás tranquilo de haber cumplido con el deber. Sabés que valió la pena cualquier esfuerzo y cualquier sacrificio, al ver la cara de un par de chicos llorando por esa camiseta.

–¿Cuáles fueron los puntos más altos de la campaña?
–El equipo, de eso no tengo dudas, porque cuando tuvimos algún inconveniente, quien ingresaba siempre estaba a la altura de las circunstancias. Es un plantel muy noble y se brindó de una manera extraordinaria. Quizás en algún momento no jugó del todo bien, pero siempre tuvo la mentalidad de querer jugar en primera división. Al ponerte la camiseta de Chacarita, sabés que tenés la obligación de ir al frente, pese a la gran ventaja que dimos de no poder jugar en nuestra cancha.

–¿Cuánto influyó tener tan buenas variantes entre los delanteros?
–Decisivo. Tener en un plantel a Matías Alustiza, Javier Toledo y Juan Aróstegui es importantísimo por su nivel y por la cantidad de goles que anotaron. Eso marcó una línea, porque en casi todos los partidos convertimos tantos.

EL DESTINO quiere que los años terminados en 9 le deparen a Chacarita momentos límites, para bien y para mal. En 1959, logró el Ascenso desde la Primera B, y pudo mantenerse en el círculo superior en forma ininterrumpida por veinte años. En el 69, obtuvo el título del torneo Metropolitano. En 1979, perdió la categoría junto a Atlanta y Gimnasia, luego de un recordado cuadrangular, en el que sólo se salvó Platense. En 1989, descendió del Nacional B a la Primera B. En el 99, regresó a la A al superar a Juventud Antoniana de Salta en la final del Reducido. Y 2009 lo pone otra vez arriba.

–¿Cómo imaginás tu debut como entrenador de Primera?
–Muy tranquilo, porque esa es la característica de este cuerpo técnico. Por eso no me lo imagino muy diferente a anteriores debuts en otros equipos.

–¿Cómo es el “estilo Zielinski”?
–Muy simple, porque no complicamos a los jugadores. Les pedimos dos o tres cosas cuando tenemos la pelota y lo mismo cuando la tiene el rival, y les damos libertad a los futbolistas para que jueguen.
Con esa simpleza se manejó siempre. En las buenas y en las malas. Ahora está ante una chance enorme y merecida, porque a la buena gente, siempre le llega el reconocimiento.

Por Eduardo Bolaños / Fotos: Jorge Dominelli