1949. Pedernera en el recuerdo
Por Félix Frascara. Palabras de gratitud para un jugador excepcional que dejaba el fútbol argentino y partía al fútbol colombiano, para ser parte de Millonarios. Una crónica nostálgica sobre la partida de un jugador único.
A estas horas debe estar ya en Colombia, incorporado al Club Los Millonarios. Partió de Buenos Aires el martes 7 de junio. Desde que pisó la escalerilla del avión y alzó la mano en el saludo de la despedida entró para nosotros en la zona del pasado. Ya no corresponde juzgarlo, ni analizarlo, ni discutirlo. Todo eso indica actividad, actualidad. Y para el fútbol argentino Adolfo Pedernera es hoy un recuerdo. Yo creo que hay motivos para lamentarlo.
En 1917 vi jugar a Alberto Ohaco y cada vez que quiero volver a verlo como aquella tarde me basta con cerrar los ojos. En 1921 vi a Manuel Fleitas Solich, en 1924 a José Nasazzi, en 1934 a Domingos Da Guía, terceto de extranjeros que impresionaron a todos los gustadores del fútbol. Pero también están escondidos en el tejido de los Párpados un Uslenghi, un Bidoglio y un Paternoster... Único fue para mí predilección personal el juego de Nolo Ferreira y de todo aquel quinteto de Estudiantes, pero más de una vez el periodista aplaudió con todo su entusiasmo de hincha las jugadas del negro Seoane, las atajadas de Ángel Bosio o el despliegue admirable de Antonio Sastre, e quien tengo la certeza de que nadie superó en su condición de auténtico producto del potrero Porteño. Desde 1927 hasta 1948 he visto pocas parejas de backs como la que formaron Forrester y De Sáa, pocas líneas medias corno la de Gontade, Santamaria y Arrede, ninguna ala derecha como la de Perinetti y Ochoa, pocas parejas izquierdas como la de Charro y el chueco García, ningún centreforward como Alberto Zozaya... Otros nombres, muchos otros nombres traen siluetas inolvidables a esta asamblea de evocaciones. Imposible resulta formar "el" seleccionado aun prescindiendo de toda influencia exterior. Desde aquella tarde de 1917 en la vieja cancha de Racing se ha visto mucho, mucho... Y sin embargo, Adolfo Pedernera asoma en mis recuerdos por lo alto del plano más alto
Genio del fútbol, Pero distinto, inconfundible, personalísimo. Genios del fútbol pueden ser René Pontoni y Rubén Bravo, Gabino Sosa y José Piendibene, Ernesto Lazzatti y Evaristo Delovo. Dominio de la pelota y de la cancha, conocimiento del rival y sensación de le oportunidad. Maestros.
Lo excepcional se revela en esos rasgos de sorprendente innovación. Todos, hasta los cracks de más prestigio y más alta cotización, jugaban de un modo determinado; Pedernera jugó de otra manera. Tuvo la inspiración del inventor y la arrogancia del estratega, la ocurrencia del chiquilín astuto y la resolución del hombre dominante. La destreza, la habilidad, la experiencia, la fuerza, la resistencia, la velocidad, el conjunto todo de sus condiciones personales lo puso al servicio de su inteligencia. Y de esa inteligencia hizo brotar el don que le confirió eficacia decisiva: la autoridad. La ascendencia. Esto es más que una virtud: es un fluido imponderable. Lo tuvo Pedernera en el fútbol como lo había tenido Dempsey en el box Adolfo Pedernera no fue un buen cabeceador. Sin embargo, nadie en el fútbol usó la cabeza tanto como él. Los pies fueron su herramienta, su utensilio, como puede serlo el bisturí en un gran cirujano sin que por eso sea prudente concretarse a decir que corte bien. Lo que en realidad corta no es el bisturí, sino la maestría de quien lo maneja en base a su talento, a su capacidad intelectual
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No creo que Pedernera haya perdido sus condiciones extraordinarias. Motivos ajenos a su función en la cancha tienen que haber influido en su juego. Llegó un momento en que ya no fue tan productivo, juzgado como integrante de un conjunto y practicando un deporte en el que la acción del conjunto es lo fundamental. Pero ni los golpes, ni las operaciones, ni las tácticas deben haber tenido algo que ver con ese cambio, según mi personal impresión.
Por Félix D. Frascara (1949).
Fotos: Archivo El Gráfico.