Isidro Lángara, el primer antecedente de Muniain en San Lorenzo
La crónica y las fotos de uno de las apariciones más increíbles de la historia. El vasco debutó en el Ciclón convirtiéndole 4 goles a River en 1939. Escribe Chantecler.
Lángara obró el milagro de hacer revivir al Ciclón. Sus cuatro goles afirmaron al team de Boedo.
El estadio de San Lorenzo de Almagro presentó el domingo un aspecto imponente, atestado de público en sus, amplias graderías, plateas y veredones, demostración plena de la afición futbolística de nuestro pueblo. ¿Se disputaba un gran match internacional o, acaso, el encuentro decisivo del campeonato? De ningún modo: intervenían un team que iba cuarto y otro que coleaba en la tabla de posiciones.
Pero se trataba de un match clásico y tradicional entre dos clubs grandes; uno, el visitante, que buscaba colocación de vanguardia para hallarse en condiciones de repetir las campañas de 1936 y 1937, y el otro, el de la casa, maltrecho, desorientado por su situación incómoda en la tabla de posiciones que, con el ánimo tenso y los dientes apretados, iba en procura de su rehabilitación, en ninguna ocasión más propicia que derrotando a un adversario tan fuerte y prestigioso como el team del estadio monumental.
Este actuaría en su formación acostumbrada, salvo el cambio de Malazzo por Rodolfi, con el que se creyó reforzar un punto flojo de su terceto medio, y aquél con continuas reformas, incluyendo la novedad de la presentación del crack vasco de la selección española, Isidro Lángara.
Este debut, el arrastre de clubs tan populares y la ausencia de otro match de la misma atracción fueron el con junto de circunstancias que atrajo a tan enorme multitud. ¿Quedó ésta defraudada por la lucha? Sí y no.
Para los simpatizantes de San Lorenzo fue un día de fiesta memorable, del regocijo que proporciona una rehabilitación tan auspiciosa, luego de esperarla varios domingos en vano. Para los de River Plate una tarde decepcionante, y para los que no están con unos ni con otros un match de relieves técnicos muy relativos, pero con una nota sensacional: el positivo y auspicioso debut de Lángara, centro delantero internacional español, que fue la nota central de la jornada.
El match no fue en ningún momento desagradable y monótono, pero en escasos pasajes adquirió brillo que procuraron darle Pedernera y Moreno, por un lado, y Waldemar de Britos, por el otro.
SENSACÍON DE ASOMBRO
La lucha comenzó con alternativas parejas, de juego vivaz, hacia uno y otro campo. Se advertía una mejor coordinación de líneas en River Plate e ímpetu entusiasta en San Lorenzo.
La ofensiva visitante se desenvolvía, preferentemente, por el flanco izquierdo, mientras la de San Lorenzo se hacía por la iniciativa de los insiders y la acción de ambos centre-forwards, que pugnaban por meterse como cuña entre los backs rivales.
El primer gol vino a los 7 minutos, merced a un free-kick muy bien ejecutado por Colombo, que provocó un entrevero frente al arco de Besuzzo. Allí sembró un poco de confusión Lángara, quien pugnó contra los backs por ir en busca de la ball que venía en alto, y justamente cuando llegaba hacia el poste izquierdo de la valla aquélla le dió en la parte posterior de la cabeza y llegó a la red.
Ese gol, que yo atribuyo a casualidad, no arredró a River que, en un buen ataque, por su rapidez y precisión, permitió a Peucelle recoger un centro de Pedernera y con un cabezazo al ángulo derecho marcar el empate. Hasta allí nada de raro, ni fuera de lo común.
La lucha tenía aspectos normales y a la mayor enjundia del team visitante el local oponía su entusiasmo y decisión.
No tardó en variar el score, esta vez debido a una hábil y decidida acción de Langara, quien aprovechó un imperfecto rechazo de Cuello frente al arco, para pasar la pelota de la pierna derecha a la izquierda impidiendo la acción de Vaghi y "ranear con un fuerte tiro recto a Besuzzo.
A los 21 minutos Lángara conquistaba el tercer gol, merced a una buena jugada personal de Beristain, que terminó en centro que alcanzó Lángara, descuidado por los zagueros, y su shot recio, bajo y cruzado hizo llegar la ball a la red.
Sin que cambiara la característica del juego, esto es, ataques alternados hacia una y otra valla, pero ya con menos firmeza y precisión en los visitantes, que comenzaron a desorientarse por la diferencia del score, siguió la lucha y a los 35 minutos Lángara, por cuarta vez, derrotaba a Besuzzo en una jugada en que hubo oportunismo y decisión de su parte y deficiencias en los backs visitantes que abandonaron la custodia de su arquero, y la de éste, que al verse frente al forward contrario titubeó, circunstancia que aprovechó Lángara para alcanzar la pelota y enviarla a la red, por junto mismo a Besuzzo.
Una verdadera sensación de asombro circuló por todas las tribunas ante la comprobación de que, en 35 minutos de juego parejo, San Lorenzo iba ganando el match por una cifra inusitada y totalmente imprevista y que el autor de ese desasosiego fuese, precisamente, el jugador debutante.
LA FIGURA DE LANGARA
Y la multitud asombrada y tan desorientada como los propios jugadores de River Plate seguía con la mirada absorta a ese jugador que, la mañana a la noche, puso una nota sensacional en anales de nuestro fútbol, que no alcanzaría a borrar su futura actuación si le tocara ser opaca: un típico jugador vasco, fornido y atlético, pero lento en sus movimientos, sobrio y sereno, que después de cada gol que marcaba hacía su regreso al centro del field con los brazos tiesos y algo echado hacia adelante, serio, sin una sonrisa, sin una muestra de satisfacción y orgullo en su rostro, con la naturalidad de quien juzga que no ha cumplido más que con su deber y que lo que hizo no tiene mayor importancia.
Terminó el período, movido y parejo, con ese score sorprendente, que había definido el match mucho antes de lo que ocurre habitualmente y en contra del team que se perfilaba con mejores antecedentes para lograr la victoria.
El comentario en las rumorosas y pobladas graderías fué sólo uno: ¡Lángara! ¿Jugador brillante? No. ¿Ágil, movedizo, dinámico? Tampoco. ¿Shoteador formidable a lo Rongo o Bernabé? Igualmente, no.
He ahí lo asombroso. El hombre que había decidido el match, el que había determinado la mayor derrota de River Plate en la temporada, no había mostrado nada, ni siquiera se colocó al nivel de los restantes jugadores de la cancha en esfuerzo constante, en hábil manejo de la pelota, en pases magistrales, pero hizo todos los goles.
Apenas si dos o tres pases en media cancha dieron la sensación de su presencia en el field y colaboración al team, pero, dentro del área penal, estaba siempre allí, en el lugar de peligro, tardo pero oportuno y rápido en sus decisiones; no veía las tribunas ni a sus compañeros, pero espiaba a los backs rivales y tenía la exacta visión del gol en el menor yerro, en la mínima oportunidad.
Lángara, por lo que demostró el domingo, es un oportunista, un notable oportunista, a quien no se podrá descuidar porque, como Seoane, parece lento pero es más rápido que nadie en el momento preciso, valiente y entrador.
No precisa shot; para vencer al arquero (él lo debe saber bien) no es necesario el taponazo que horada redes; basta con tirar al lado opuesto del guardavalla. Su lentitud será perjudicial, de todos modos, para la rapidez de nuestro fútbol, pero es posible que se adapte más al medio y el entrenamiento a que se someta lo hará más ágil y cuanto más pique adquiera será tanto más temible.
Y el público, cuando los jugadores volvían al field para reanudar la segunda etapa, se preguntaba todavía: ¿Es un gran crack? Debe serlo, porque por algo fue el eje internacional español.
Hasta ahora no lo ha demostrado, salvo en los goles, que bien pudieron ser consecuencia de un factor circunstancial. ¿Seguirá haciendo goles? ¿No lo enviará San Lorenzo a la segunda dentro de pocas fechas? He ahí la duda, la incógnita de su porvenir, pero, entretanto, Lángara es el futboler de actualidad, que concentrará, por lo menos por dos o tres domingos más, la atención de los críticos y aficionados.
Por de pronto, hizo los goles con que San Lorenzo se rehabilitó, y si él no hubiese estado quién sabe si el Ciclón ganaba ese match que tanto precisaba.
EL SEGUNDO PERIODO
River Plate entró a dominar en el segundo período y, con ligeras variantes, su dominio se extendió hasta el término de la lucha.
¿Mejoró el equipo su actuación? Indudablemente, sí, pero fue más por decisión entusiasta que por superación técnica. Estaban sus integrantes demasiado nerviosos para producir ese juego de calidad que nos ha ofrecido otras veces.
Su ofensiva resultó innocua, por cuanto careció de un plan efectivo y porque la defensa de San Lorenzo se desempeñó con buen acierto y mayor seguridad.
Más fue el team visitante a disminuir ventajas que a procurar el empate o la victoria que resultaban imposibles.
Su propósito lo consiguió magramente, en 45 minutos de constantes esfuerzos, pues sólo obtuvo un gol, mediante un penal por foul de Gilli a Peucelle, que convirtió Rongo. Y si perdió algunas oportunidades propicias, más claras e inminentes fueron las dos que malogró por precipitarse Cavadini, en los impetuosos ataques que San Lorenzo llevó de contragolpe.
FUE UN MATCH COMÚN
De acuerdo con las últimas actuaciones de los dos teams, San Lorenzo experimentó un alza sensible y River estuvo por debajo de sus méritos.
Para una y otra cosa habrá influido fundamentalmente el score. No hay nada que levante más a un equipo que los goles a favor y nada que deprima y desoriente tanto al adversario.
Después del tercer gol de San Lorenzo, apenas pasados los 20 minutos de juego, River se desorganizó y empezaron a notársele fallas visibles. El arquero, titubeante; los backs, inseguros y mal colocados; la línea de halves, bien a la izquierda, discreta al centro y débil a la derecha; en lo que se refiere a la defensa, apoyó sin medida ni precisión.
El ataque quedó concretado al ala izquierda, que, como de costumbre, fue lo mejor. Rongo se movió mucho, pero sin resultado; Vaschetto estuvo más para hostigar a los forwards rivales que para producir en su quinteto, y Peucelle, aislado, las pacas veces que entró en juego no lo hizo mal.
San Lorenzo, que comenzó a jugar con sumo entusiasmo y decisión, aguantó bien a su rival mientras no advirtió fallas y luego, sin dominarlo, llevó la mejor parte en los planes de ataque y defensa. Sin tener en cuenta a Lángara, que hizo la parte sobria y más positiva del match en sólo 45 minutos, pues en el segundo período no se le vió en el field, el hombre brillante y animado del ataque fue Waldemar de Britos, que se lució por su juego de esquive habilidoso e impresionó por su velocidad y dinamismo.
Ballesteros, bien en la iniciativa, pero muy retrasado; Beristain supo aprovechar las fallas de Rodolfi y dos de sus jugadas personales motivaron sendos goles; Cavadini, muy entusiasta, no pudo disimular la ineficacia de su desempeño.
Por primera vez en la historia se califica con puntos a los jugadores
En el sexteto posterior, la acción de San Lorenzo fue más pareja y superior en conjunto. Guaico, sin ser muy empleado, hizo todo lo que debió hacer, con seguridad, colocación y acierto.
Gilli y Terzolo formaron una pareja sobria, enérgica y segura, en la que sobresalió el primero por sus mejores recursos de quite, pero ambos se complementaron bien.
En la línea de halves, de útil rendimiento, se destacó Zubieta, no obstante tocarle el cuidado de la mejor ala del field; su juego de apoyo es ponderable; Colombo hubiese rayado a su misma altura si no echara mano a recursos prohibidos que son muy peligrosos, especialmente cuando ocurren c retro del área penal y, en cuanto a Montoya, no desentonó de sus compañeros, prodigándose con entusiasmo tanto en la defensa como en el ataque, con bastante acierto.
Estas apreciaciones, particularmente en la parte que corresponde a la ofensiva, juzgan la actuación del primer tiempo; en el segundo, disminuyó algo el mérito de San Lorenzo y mejoró el de River, pero sin modificar substancialmente la apreciación.
En suma; fue un match de discreto relieve técnico, muy disputado y de escasa emoción, en donde River Plate estuvo más tiempo en el ataque, que falló en su táctica positiva y en el que San Lorenzo ganó muy bien, porque, aparte del extraordinario éxito o suerte de Lángara, tuvo una defensa sólida y acertada, en contraste con la de River Plate, que se mostró floja, vacilante y mal colocada.
El referee Caswell dirigió, en general, con buen acierto la lucha, que no se le presentó difícil.
Por CHANTECLER (NOTA PUBLICADA EN EL GRÁFICO EN EL AÑO 1939)
ACERCA DE LÁNGARA: Opina Guillermo Stábile
Hace un año y dos meses vi jugar a Lángara en París. Merced a ese conocimiento, cuando el señor Pinto, actual presidente de San Lorenzo, me preguntó si el centre forward español era una adquisición, le respondí afirmativamente.
Ahora bien; deseo aclarar algo ante los aficionados. Isidro Lángara es goles, nada más que goles. Si quieren encontrar en él un hombre que juegue fútbol, que evidencie algún virtuosismo, quedarán decepcionados. No es para atraer la pelota, plantear una jugada; es para resolverlas. Hará un pase largo a un wing y esperará el centro con gran concepto de la colocación. Y cuando tenga la pelota en su poder, el remate no se hará esperar. No es forward para ser juzgado en un match.
Es para que se le valorice a través de una temporada y únicamente por los goles que haga. La tarde que no los marque, será un jugador decepcionante. Cuando los marque, sean lindos o feos, lo cierto es que un gol vale uno Y que lo de brillante o frío no influye en la cuenta. No tiene movimientos armoniosos. Más bien es pesadote.
Pero se ubica. De ahí lo que expongo: que puede y debe juzgársele únicamente basándose en las cifras y a través de una temporada. Si juega como lo he visto en Europa, Lángara justificará con números lo que por él se haya pagado".