Guillermo Vilas

"Los mejores años de mi vida": una carta especial para Guillermo Vilas

Luego del último partido del argentino en Roland Garros 1989, la primera despedida del tenis, el rumano Ion Tiriac le escribió unas líneas a través de El Gráfico.

Por Pablo Amalfitano ·

20 de marzo de 2023

GUILLERMO VILAS jugaría su "último" partido el 30 de mayo de 1989, nada menos que en Roland Garros, el torneo que lo vio tocar el cielo con las manos doce años antes. El entrecomillado no es azaroso: el argentino intenaría volver a principios de los años '90, cuando transitó unos meses por el circuito Challenger.

Aquel día y lo recuerdos de la época envuelven todo lo que puede relacionarse a una despedida, aunque no era más que un partido de la primera ronda del torneo más importante del mundo sobre canchas de ladrillo.

El tenista argentino más destacado de todos los tiempos tenía, en ese momento, 36 años, una edad incluso más avanzada en relación a los tiempos actuales. Lo había ganado todo. Era una leyenda. Aquel mayo de 1989 regalaría su última actuación en un escenario relevante del circuito. Fue su aparición final en Roland Garros.

Para actuar en aquella edición del torneo, el mismo que había conquistado doce años atrás después de una fabulosa victoria ante el estadounidense Brian Gottfried (6-0, 6-3 y 6-0), Vilas necesitó de un wild card, dado que ya se ubicaba lejos de las luces: era el 186º del ranking de la ATP.

El ex campeón jugaba de ese modo su último partido en el torneo más destacado sobre canchas lentas: fue en el viejo Court 1 -todavía no existía el estadio Suzanne Lenglen, el segundo en importancia-, por la primera ronda, y terminó con una derrota por 6-1, 6-3 y 6-4 ante el italiano Claudio Pistolesi, quince años menor.

Vilas estrechó la mano de su rival y abandonó el estadio instantes después de arrojar su vincha y su muñequera a la tribuna. Minutos más tarde anunciaría que ese había sido su último match: "Esta quizá haya sido mi última vez. Pudo haber sido mi último partido porque no puedo seguir poniendo excusas".

 

Imagen Tiriac y Vilas, en los inicios del vínculo, en Forest Hills 1977.
Tiriac y Vilas, en los inicios del vínculo, en Forest Hills 1977.
 

Una semana más tarde el rumano Ion Tiriac, su mítico entrenador desde 1975, ladero de sus grandes hazañas en la elite del tenis, le dedicaba una carta mjuy especial en la edición de El Gráfico del 6 de junio de 1989, titulada "Los mejores años de mi vida".

"Con Guillermo hemos estado juntos durante 13 años. Puedo asegurar que fueron los mejores 13 años de mi vida. A través de él logré lo que no había podido hacer como jugador. Encontré el transmisor ideal para lo que yo pensaba que debía ser el tenis, además de un amigo excepcional", comenzaba el texto.

Y continuaba: "Solamente alguien con la capacidad de trabajo, la concentración y la inteligencia de Guillermo podía llevar a cabo todo lo que pensábamos. Hicimos una pareja ideal, pero siempre fue él quien puso más que yo. Porque se necesita ser humilde y tener grandeza para aceptar que alguien le indique cosas, poner todo de sí y realizarlas".

En torno a su manera de jugar, a su estilo, a sus formas adentro de la cancha. Tiriac no escatimó en elogios hacia Vilas: "Fue uno de los más grandes estrategas del tenis moderno. Sabía exactamente qué le convenía hacer y en qué momento. Podía dar vuelta un partido simplemente pensando, algo que se ve poco en el tenis de hoy".

 

Imagen La firma de Tiriac en la carta que le dedicó a Vilas en El Gráfico.
La firma de Tiriac en la carta que le dedicó a Vilas en El Gráfico.
 

Después dedicó unas líneas a detallar la relación en términos afectivos: "Personalmente es el padrino de mi hijo, tenemos en sociedad tres clubes (en Vichy, Stuttgart y Long Island), y ser su coach cambió mi vida. Gracias a él hice dinero y me sentí plenamente realizado".

"Teníamos grandes encontronazos por ser dos personalidades muy fuertes, pero nos respetábamos de tal manera que de esas discusiones salían las mejores cosas que podíamos realizar", expresó.

Y sentenció, con una referencia a su mejor actuación como tenista profesional: "Creo que su mejor partido es el que le ganó a Jimmy Connors en el Masters 1977, en lo que se llamó 'La revancha de Forest Hills' (NdR: Vilas le había ganado la final del último US Open jugado en el West Side Tennis Club). En una cancha que no era la suya (supreme), con el público y los jueces en contra, ganó un partido que sólo un grande como él podía sacar adelante. Está muy claro, porque lo viví, que los argentinos le deben el gran tenis que gozan hoy. Yo sé que jamás volveré a tener un jugador como él. Jamás".

Imágenes: El Gráfico
Archivo: Julián Marcel