Guillermo Vilas

Montecarlo 1981: la final que Guillermo Vilas nunca terminó

Una historia inédita: el recuerdo del choque ante Connors que no dejó un vencedor. La lluvia jamás permitió que el partido se terminara.

Por Pablo Amalfitano ·

15 de abril de 2024

MONTECARLO es una de las plazas con más historia en el circuito. Se juega en un club pensado para la realeza, el Montecarlo Country Club, inaugurado en 1928, aunque el torneo se disputa desde 1896 y es uno de los más antiguos del mundo. Allí, a orillas del Mediterráneo, se respira tenis, paisaje y tradición. La gira de polvo de ladrillo europeo no sería igual sin la parada en el Principado.

En ese lugar paradisíaco desplegaron su poderío las grandes figuras del tenis de antes y de ahora. Desde los primeros campeones de Wimbledon, que solían conquistar el título en Mónaco durante los años iniciales, hasta el propio Rafael Nadal, que se encargó de enterrar todos los libros de historia y alzar nada menos que once trofeos. En el medio, muchos próceres, entre ellos el propio Guillermo Vilas, quien ganó el torneo dos veces y protagonizó una de las particularidades más recordadas: la final que nunca terminó.

El 19 de abril de 1981, 41 años atrás, estaba programada la definición de Montecarlo entre Vilas y el estadounidense Jimmy Connors. El argentino ya había sido campeón en 1976 frente al polaco Wojtek Fibak, mientras que Jimbo llegaba por primera vez al partido definitorio. Un partido que, sin que nadie lo imaginara, jamás arrojaría un resultado final.

Aquel domingo amaneció con el clima en modo amenazante y la amenaza se concretó: los organizadores se vieron obligados a postergar la final para el día siguiente, el lunes 20, por las inclemencias del temporal. La única porción del partido que pudo desarrollarse con normalidad tuvo lugar precisamente ese lunes: fueron 55 minutos de juego y el marcador estaba 5-5, con Vilas al saque 0-15, cuando la lluvia volvió para establecer la paridad... por siempre.

Después de varias deliberaciones surgieron dos alternativas para intentar reanudar el partido: una inmediata y otra a mediano plazo. La primera opción, pasar la final para el martes, quedó descartada de movida porque Connors debía volar ese mismo día hacia los Estados Unidos para iniciar la gira norteamericana. La segunda, jugar el resto del partido el 7 de junio tras la finalización de Roland Garros, también terminó enterrada por el desempeño de ambos jugadores en París: Vilas se fue en octavos de final tras perder ante el local Jannick Noah y Connors se despidió en la siguiente ronda después de caer con José Luis Clerc.

Y el final de la final nunca llegó. La lluvia alteró la historia. Transcurrieron nada menos que cuarenta años. Los números oficiales de ATP reconocen como finalistas tanto a Vilas como a Connors. No hay ni habrá un campeón para la edición de 1981. La historia del Masters de Montecarlo es tan rica como extensa y, aun de ese modo, tendrá por siempre un espacio que nadie jamás podrá llenar.