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1971. Central con fe de finalista. Por Juvenal

Julio César Pasquato, quien firmaba como Juvenal en El Gráfico, testimonia para la historia la mítica semifinal del Nacional 1971 entre Central y Newell´s, el día del golazo de palomita de Aldo Poy.

Por Redacción EG ·

27 de mayo de 2019
 
Imagen Julio César Pasquato, "Juvenal".
Julio César Pasquato, "Juvenal".
 
Julio César Pasquato, popularmente conocido como Juvenal, escribió y enseñó desde El Gráfico durante 36 años hasta su muerte. Junto a Fontanarrosa y a El Veco reformularon la revista.


CENTRAL, CON FE DE FINALISTA


Terminó el primer tiempo de la semifinal rosarina y el flaco Menotti nos dejó su impresión sobre el partido, al mismo tiempo que nos regalaba el título del comentario:

—Central tuvo más fe de finalista. Marcó en toda la cancha, impidió que Newell's se armara, pero cuando tuvo la pelota, la jugó sin miedo, supo tenerla y supo arriesgarla. En estos partidos así, más allá de lo que saben o dejan de saber los equipos, hay que tenerse fe. Y Central demostró estar mejor preparado para estas finales que Newell's.

Esa impresión de Menotti vale para lo que sucedió en la primera mitad de la semifinal del domingo. Y aunque Newell's repuntó al final, disputó más la pelota y apretó con más fuerza en la ofensiva, incluso hasta pudo empatar en tres situaciones de gol muy netas, lo cierto es que el equipo de Labruna impuso su mayor fe de finalista. Hizo valer su mayor experiencia en este tipo de confrontaciones, que no son para el que juegue más lindo sino para el que luche con más convicción, dándole a cada pelota y a cada segundo del partido el valor de la última pelota y el último segundo, los decisivos. Justificó el triunfo en su clara superioridad de la primera etapa, en su tenacidad para aguantar en los últimos 20 minutos y en el golazo de Aldo Pedro Poy que definió la lucha.

Imagen Parados: Mario Killer, Norberto Menutti, Aurelio Pascuttini, Ángel Landucci, Alberto Fanesi, José Jorge González; hincados: Ramón Bóveda, Carlos Aimar, Aldo Poy, Carlos Colman, Roberto Gramajo.
Parados: Mario Killer, Norberto Menutti, Aurelio Pascuttini, Ángel Landucci, Alberto Fanesi, José Jorge González; hincados: Ramón Bóveda, Carlos Aimar, Aldo Poy, Carlos Colman, Roberto Gramajo.


Imagen Por el lateral derecho arrancó casi siempre Central. Y por esa franja vino el gol decisivo. Bóveda se Internó. Jorge González avanzó por la punta. Y levanta el centro frente a Garrido…
Por el lateral derecho arrancó casi siempre Central. Y por esa franja vino el gol decisivo. Bóveda se Internó. Jorge González avanzó por la punta. Y levanta el centro frente a Garrido…


Imagen Poy la vio en el aire e intuyó el gol. Picó con fuerza y cuando caía, casi sobre el área chica, entre Jara y De Rienzo, fue a buscarla en palomita. Ya partió el cabezazo hacia abajo…
Poy la vio en el aire e intuyó el gol. Picó con fuerza y cuando caía, casi sobre el área chica, entre Jara y De Rienzo, fue a buscarla en palomita. Ya partió el cabezazo hacia abajo…


Imagen El hecho consumado. La pelota entró abajo, a la derecha del arquero, Fenoy quedó parado, De Rienzo saltó sobre el cuerpo de Poy, caído por la zambullida. Lo grita Gramalo… Central logra el 1-0 que luego sería definitivo, y comienza a pensar en la final…
El hecho consumado. La pelota entró abajo, a la derecha del arquero, Fenoy quedó parado, De Rienzo saltó sobre el cuerpo de Poy, caído por la zambullida. Lo grita Gramalo… Central logra el 1-0 que luego sería definitivo, y comienza a pensar en la final…


 

MARCA Y JUEGO



Central copó la cancha desde el primer minuto, como había copado las tribunas su numerosa y bulliciosa  hinchada. Copó la cancha en base a marca y también en base a juego. A los 40 segundos del partido Jara paró una pelota en el fondo y empezó a  quién dársela. La tuvo en su poder doce, quince segundos, que en el fútbol son un siglo, porque sus nueve compañeros de campo estaban marcados, Fanesi sobre Obberti, Aimar sobre Marito Zanabria, Colman sobre Silva, fueron los objetivos claves de ese operativo de comandos que establecieron los hombres de Central sobre los rojinegros.

Pascuttini, libre en el fondo, tapando las espaldas de los otros nueve. Jorge González cortando juego y llevándola, sincronizando su trabajo a la perfección con las salidas de Pascuttini a la descubierta. Por la otra punta, el colorado Killer como siempre: con combustible de 130 octanos, para cada pelota y cada situación. Y en el centro del dispositivo, plantado a la manera de los Ratines, los Pipos Rossi, los Perucca, el flaco Landucci. Cortando, pisándola, llevándola y despachando desde 30 metros el espléndido derechazo que desviaron apenas los dedos de Fenoy antes de tocar el travesaño e irse afuera.

Imagen Y ahora lo grita Aldo Poy frente a las tribunas. El hombre que siempre le hace goles a Newells vive la gran emoción de su vida. Antes del gol, se lo cantó al fotógrafo de EL GRÁFICO
Y ahora lo grita Aldo Poy frente a las tribunas. El hombre que siempre le hace goles a Newells vive la gran emoción de su vida. Antes del gol, se lo cantó al fotógrafo de EL GRÁFICO


Rosario Central marcaba en toda la cancha, en una versión 1971 del Estudiantes de La Plata 1967/68, sin desdeñar siquiera la utilización racional de la regla del offside para dejar fuera de juego a tres y cuatro atacantes rivales por vez. Pero además de marcar, el cuadro del barrio Lisandro de la Torre, cuando tenía la pelota en su poder, la hacía circular, la protegía y trataba de crear. Sobre todo a través de ese infatigable pivote ofensivo que es Aldo Poy, quien se echa atrás para que su equipo tenga cuatro volantes en el arranque y luego sube para llegar como centro delantero. El Pato Colman también mostró en esa primera parte su capacidad de desdoblamiento defensivo-ofensivo, Aimar estaba muy ocupado en la destrucción de Mario Zanabria pero también entraba en el diálogo de media cancha hacia adelante. Y en los últimos 15 minutos de la etapa, buscado con habilitaciones largas y al claro, Bóveda resultó imparable. Pero sus centros a la carrera, esos que cruzan frente al arco para que alguno llegue acompañando y la sople, con eso es suficiente para meterla, no encontraron casi nunca al receptor justo para convertirlos en gol. Cuando lo encontró (35 minutos) el Chango Gramajo dudó tanto y se equivocó tanto, que lo taparon cuando el gol parecía inevitable. El centro de Bóveda encontró a la defensa de Newell's a contrapierna y el santiagueño la recibió solo, a ocho metros del arco,  entrando por la espalda de su marcador.

Al Chango Gramajo le quedaban dos opciones en esa jugada: darle a la carrera, como venía o enganchar hacia adentro para rematar con la derecha. No hizo ninguna de las dos. La frenó, quiso salir por afuera y termino chocando. Allí, en ese sector y en ese jugador, se aflojaba la convicción de Rosario Central. Gramajo vivía otro partido y otra inquietud, que muy poco tenía que ver con el partido y la inquietud que Vivian sus diez compañeros. En esa versión de Llanero Solitario al margen del trabajo asociado de su equipo, el Chango ganó algunas, perdió otras, pero no capitalizó ninguna para los demás.

Imagen Se tiró muy bien Menutti y alcanzó a rechazarla cuando parecía concretado el empate. La jugada seguirá y el nuevo centro será salvado nuevamente por Menutti. Ya no habrá más oportunidades para Newells
Se tiró muy bien Menutti y alcanzó a rechazarla cuando parecía concretado el empate. La jugada seguirá y el nuevo centro será salvado nuevamente por Menutti. Ya no habrá más oportunidades para Newells


POY, EL GRAN OPTIMISTA



Aldo Poy no es el delantero central que juega en punta, en posición y  función de goleador, a la manera de Bianchi. Obberti o el mismo Fischer. Es un generoso buscador de vacíos para sí y un inteligente generador de vacíos para sus compañeros. Prepara más para que otros definan. No llega tantas veces y con tanta potencia para definir lo que otros crean. Pero en el planteo de Central es un jugador clave. Por lo que lucha, por la viveza con que defiende la pelota, por la forma en que sirve de puente al compañero comprometido con el balón. Y aunque no es el goleador clásico, tiene el optimismo de los que se sienten capaces de jugarse por el gol decisivo en una lucha decisiva. Además siente que contra Newell's está para hacer el gol del triunfo. Porque los tiene de hijos a los rojinegros desde hace un par de años...

Por eso, cuando se iba a ejecutar el tiro libre previo a la jugada del gol de la victoria, le dijo a nuestro fotógrafo Fernández:

—PREPARA LA MAQUINA QUE AHORA HAGO EL GOL... APUNTA BIEN, NO TE LO PIERDAS...

Vino el tiro libre, saltó Fenoy, la bajó, la entregó, quitó Pascuttini allá en el fondo, se la llevó Colman, se metió Bóveda, se adelantó el uruguayo González por el hueco que le fabricaba su wing y levantó el centro. Al medio del área, casi sobre el rectángulo chico, Poy vio salir la pelota de los pies del moreno y entró a buscarla. Con la misma fe ganadora que transpiró Central toda la tarde. Y se zambulló en el cabezazo de la victoria.

Fue el gol que le había cantado a nuestro reportero gráfico. Iba a ser el pasaje a la semifinal. Faltaban treinta y cinco minutos, pero si la marca de Central no aflojaba las posibilidades de Newell's eran muy remotas…

Imagen Menutti en lo alto, controlando con seguridad un nuevo centro de Newells que arremetía con desesperación.
Menutti en lo alto, controlando con seguridad un nuevo centro de Newells que arremetía con desesperación.


DELLACHA SE JUEGA



Montes, habitualmente el pivote sobre el cual descansa el armado y en el cual arranca el toque ofensivo de Newell's, había sido totalmente absorbido en la primera mitad del clásico rosarino. No pudo tener la pelota tres segundos seguidos y sin la pelota, directamente no estuvo en la cancha. Lo mismo habla sucedido con Obberti, sometido a la marca a presión de Fanesi y denunciando lo que ya hemos advertido en el artífice de Newell's cuando los partidos tienen trámite duro y prevalece la lucha sobre el juego: en esos encuentros, el Mono pierde aire, presencia, certeza.

El sutil Mario Zanabria, pese a la persecución implacable Aimar, era la única cuota de juego y de lucha que aportaban los hombres del parque independencia en campo adversario. Y fue una gran entrada por aire de Marito la que inició el desfile de situaciones peligrosas ante la valla de Menutti. Salió el arquero a cortar un centro de Santamaría, la pelota lo sobró y Zanabria desvió el cabezazo tras un salto digno de aquellos de Arsenio Erico.

A los 19 minutos de la etapa quedó solo Obberti entrando a recibir una pelota muy bien puesta por Mendoza. La quiso matar con el pecho, pero la tarde no le era propicia al goleador rojinegro: le rebotó a cinco metros y salvó Menutti. Un minuto después Pedro Dellacha disponía la salida de Obberti y el ingreso de Héctor Jesús Martínez.

Era una jugada muy arriesgada, pero tenía su lógica. Newell's perdía un jugador que, aún en una mala tarde, es siempre sinónimo de calidad y de gol. Pero lo importante, en ese momento, era conseguir la pelota y una vez conseguida sacudirse de encima la asfixia mental de esa falta de fervor y de convicción para jugarse que venía denunciando Newell's desde el comienzo. Con un volante más aplicado a la lucha por capturar la pelota y con Silva en la función de Poy, arrancando desde la zona de gestación para llegar arriba, era posible discutir el partido y hasta darlo vuelta.

Imagen Terminó la batalla rosarina, Central es de nuevo finalista como en el 70.
Terminó la batalla rosarina, Central es de nuevo finalista como en el 70.

LABRUNA BUSCA SEGURIDAD



Y con el ingreso del negro Martínez, casi empata Newell's por intermedio del hombre que había entrado 90 segundos antes. Menutti rebotó providencialmente el tiro a quemarropa de Martínez, quien al insistir la levantó por sobre el travesaño.

Martínez comenzaba a darle la razón a Dellacha. Newell's prevalecía en esas pelotas divididas que antes eran 8 de cada 10 para Central. Y hubo un enganche al mismo Martínez, para nosotros medio metro adentro del área, que el juez lthurralde cobró fuera de la zona de peligro. Colman ya no tenía aire ni pierna para pelear la pelota y frenar el arranque de Martínez. Central perdía las marcas y cada vez eran más frecuentes y exigidas las intervenciones de Menutti.

Un arquero antiguo por la pinta, con pantalones largos y rodilleras, al que vimos vacilante en la etapa inicial muy pero que fue creciendo con atajadas de cuando Newell's se fue con todo mérito sobre su arco.

Entonces Ángel Labruna buscó asegurarse el resultado. Sacó un delantero (Bóveda) y puso un volante (Bustos). La intención, obviamente, era frenar la salida de Newell's desde media cancha y retener la pelota. Se consiguió en parte. Todavía pudo empatar Silva, cuando ya Daniel Killer, el hermano del colorado, había reemplazado a González, muy acalambrado. Menutti salvó el cabezazo de Silva junto a su palo derecho y ya se iba definiendo con toda claridad un finalista que ya había alcanzado esa misma posibilidad en 1970.

Imagen Landucci, Bustos, Colman, Fanesi, y el final con los brazos arriba
Landucci, Bustos, Colman, Fanesi, y el final con los brazos arriba


 

MAS ALLA DE LAS CABALAS...



Sonó la pitada final. Labruna dejó de acariciar el anillo de Danielito, el anillo de oro que perteneció a su hijo y que lo acompaña siempre, "PORQUE SIENTO QUE CUANDO ACARICIO EL ANILLO, DANIELITO ESTA CONMIGO..." Y se abrazó con todos sus jugadores. En esa cancha donde había dado la mayor parte de sus nueve vueltas olímpicas, volvía a clasificarse con Rosario Central para aspirar al campeonato... Caballero como siempre, Ángel nos había dicho antes del partido:

- POR SUERTE NOS TOCO EL VESTUARIO VISITANTE... EL OTRO TIENE UNA MUFA QUE VIENE DESDE 1957... ANOCHE LO USO INDEPENDIENTE Y YA VIO COMO LE FUE...

En la victoria centralista tuvo participación el factor suerte, como ocurre siempre en fútbol. Pero Rosario Central supo ayudar a la suerte con fe y con entrega total. Más allá de las cábalas, en Núñez ganó una consigna cumplida a muerte y una convicción que no claudicó nunca.

 
Por JUVENAL 

 

Fotos: LEGARRETA, SPERANZA, RODRIGUEZ, FERNANDEZ y SOLARI. (21.12.1971)