¡Habla memoria!

Argentina 0 - Colombia 5: el papelón, Maradona, la tapa negra y Sanfilippo

El 5 de septiembre de 1993 la Selección Argentina sufrió la derrota más categórica de su historia en condición de local y El Gráfico fue parte protagonista de este recuerdo.

Por Julián Marcel ·

05 de septiembre de 2024

Cuando el árbitro Ernesto Filippi pitó el final del encuentro, poco antes de las 21 del domingo 5 de septiembre de 1993, las dos caras del fútbol se hicieron tan visibles como nunca: por un lado, la euforia de la Selección de Colombia por clasificarse a su tercer mundial; del otro, las cabezas gachas de los jugadores argentinos que debian soportar una silbatina surgida desde el círculo de tribunas que modelan el Estadio Monumental.

La razón era clara: Argentina había perdido 5-0 de local, en lo que fue la máxima goleada recibida en ese estadio, y debía jugar el repechaje por la última plaza para el Mundial de Estados Unidos 1994 contra Australia.

Nada hacía prever que Argentina podía perder de esa manera ante Colombia. Sin embargo, los tres antecedentes previos al partido tenían algo para decir: en apenas tres meses Argentina había jugado tres encuentros con la Selección cafetera, y en ninguno pudo ganar en los 90 minutos: 1-1 en la fase de grupos de la Copa América 1993, 0-0 en los cuartos de final (Argentina ganaría 6-5 en penales), y 2-1 el 15 de agosto en Barranquilla, la primera derrota en 33 encuentros (y que Lionel Scaloni pudo superar recién en 2022).

 

Imagen Los once argentinos que salieron a la cancha
Los once argentinos que salieron a la cancha
 

 

Imagen La histórica selección colombiana que goleó a Argentina
La histórica selección colombiana que goleó a Argentina
 

El escenario también era distinto: el Estadio Monumental, una de las casas de la Selección Argentina, que no la había visto caer en 6 años, justamente contra Colombia por el partido de tercer y cuarto puesto de la Copa América 1987.

Más de 50 mil personas se congregaron aquel día para ver algo que creían seguro: la clasificación directa al Mundial de Estados Unidos.

El Gráfico incluso dispuso para ese partido un total de quince fotógrafos, además de los periodistas, como también aparecía una variada gama de personalidades de la época, entre políticos, periodistas, actores y actrices de la farándula, conductores, directores técnicos y ex jugadores.

Argentina dependía de sí misma: tenía que ganar el encuentro para asegurarse su boleto. Si empataba o perdía, en cambio, tenía que jugar el repechaje. De la única forma en que la Selección podía quedar eliminada de toda participación era si perdía su partido por más de 4 goles y Paraguay ganaba su encuentro ante Perú, partido que se jugaba en simultáneo en Lima. 

 

Imagen La decepción de Gabriel Omar Batistuta
La decepción de Gabriel Omar Batistuta
 
 
Tras descansar de un primer tiempo que fue más estudiado que peleado, y que encontró su apertura con un gol de Freddy Rincón, el complemento mostró uno de los mejores juegos de un equipo en Argentina. Solamente los defensores y los mediocampistas recibieron calificaciones de El Gráfico de entre 6 y 7 puntos aquella tarde. El resto de los jugadores cafeteros fue calificado con 8 y 9, salvo Valderrama que tuvo un 10.

Un gol de Asprilla a los 49' marcaba el tono que se jugaría el resto del encuentro: tres goles en apenas trece minutos sentenciaron la peor tarde de la Selección Argentina en un partido. Primero Rincón, a los 73', luego otro más de Asprilla, a los 76', y el broche marcado por Valencia a los 86'.

El público fue otro de los protagonistas de aquel día: primero por vitorear a la Selección; luego por chiflarla; por cantar "ole, ole" a los pases de la Selección colombiana; por gritar el gol de José Soto de Perú cuando se perdía 4-0 y le daba la posibilidad de jugar el mencionado repechaje (de hecho Perú-Paraguay terminó 2-2); y,por último, por pedir la vuelta de Diego Armando Maradona (que se encontraba mirando el partido) a la Selección. 

 

Imagen La desolación de los hinchas por el 0-5 de Colombia
La desolación de los hinchas por el 0-5 de Colombia
 

Esto no era fácil: después de la final de Italia 1990, Maradona sólo había jugado dos partidos para la Selección en tres años y tres meses. Los dos habían sido en febrero de ese 1993: el 19, en el empate 1-1 contra Brasil en un amistoso en el Estadio Monumental por la Copa Centenario de la AFA; y cinco días despúes, en Mar del Plata, por la Copa Artemio Franchi (la misma que ganó Argentina en la Finalissima 2022) cuando la albiceleste se impuso 5-4 por penales ante la Selección de Dinamarca.

Tras aquello la relación entre Diego y Basile estuvo marcada por la polémica. "Basile se emborrachó con dos Copas América. Si me convoca a la Selección, no voy ni a palos. Yo no me emborraché ni con un Mundial", había dicho ese año, luego de ver que el técnico no lo convocaba. La histórica derrota tuvo que tapar las diferencias para poder pensar en primera instancia los encuentros contra Australia.

Esa misma semana el mundo tuvo en Maradona a un protagonista nuevamente. No sólo el país pedía por su vuelta a la Selección: también el 8 de septiembre se había decidido a jugar por Newell's Old Boys de Rosario, lo que significaba su vuelta al fútbol argentino después de 12 años.
 

EL GRAFICO Y LA TAPA NEGRA

 

Imagen Histórica tapa negra de El Gráfico
Histórica tapa negra de El Gráfico
 

El Gráfico, obviamente, tenía que dar su palabra, y en ese caso fue la histórica tapa negra de la edición 3857 del lunes 6 de septiembre a la noche, en la que se resaltaba la palabra "¡VERGUENZA!" -la revista completa se puede leer acá-.

La nota editorial de la revista, escrita por Aldo Proietto, decía en sus primeras líneas: "Nos mataron la ilusión. Así de simple". Y agregaba: "Todos fuimos a la cancha para ver ganar al equipo, todos tratamos de hacer lo posible para que así fuera. Pero, es cierto, ninguno de nosotros se concentró en Ezeiza, ni recibió las instrucciones del técnico, ni entró al campo, ni marcó al contrario, ni cabeceó los centros. Lo único que hicimos fue levantar la bandera de la ilusión, apenas eso. Y ellos, los protagonistas, la bajaron de un ondazo, cruelmente. No merecíamos este atropello a la fe".

En otro fragmento de esa editorial decía: "Una Selección Argentina puede ganar, empatar y perder. Puede jugar bien  o no. Lo que tiene absolutamente prohibido, lo que altera, lo que denigra, es el papelón, la vergüenza interminable de esta goleada lapidaria, letal, a que acaba de propinarnos Colombia". 

La crónica de Juvenal titulada "Así se juega al fútbol" hablaba sobre cómo antes las Selecciones colombianas eran las goleadas y cómo se gestó aquel triunfo histórico: Los colombianos "por entonces, eran los alumnos", decía el artículo. Y expresaba: "Recibieron el aporte de los maestros argentinos a partir del éxodo que vació nuestro fútbol entre 1949 y 1950. Siguió corriendo agua cada vez más contaminada por el Río de la Plata, en las cercanías del Monumental. Y así llegamos a hoy. Para enfrentarnos con una nueva y dura realidad. Aquellos alumnos de ayer nos dieron una lección de fútbol jugando como maestros. Llenándonos la cancha de toques, amagues y pisadas, pintándonos la cara y metiéndonos una goleada histórica". 

La última página del histórico número estaba dedicada a Maradona: "Depende de él", rezaba el título. Y era un breve artículo sin firma, en el que se pedía su vuelta, pero con un detalle especial: "No dependerá del técnico, sino de su cambiante voluntad, de su decisión de entrenarse a muerte, de sus ganas para volver a sentir el rigor de la concentraciones, de su humildad para ser uno más y no el 'uno' o el 'diez' como en los tiempos de gloria", y el texto finalizaba muy duramente: "Maradona está para enfrentar una decisión difícil. O sigue divagando frente a los sídieguistas que lo hundieron o se pone a trabajar para merecer vestir la celeste y blanca". 

 

Imagen "Depende de él", así cerraba la edición 3857 de El Gráfico
"Depende de él", así cerraba la edición 3857 de El Gráfico
 

LOS JUGADORES

Después del pitazo de Filippi, la intimidad de los jugadores estuvo marcada por el insomnio, el dolor y, en algunos casos, la humillación. En el número siguiente a la tapa negra, el 3858, una nota de Adrián Maladesky titulada "Historia sin luces de TV" contaba qué ocurrió con los jugadores: Oscar Ruggeri se fue a dormir cerca de las once de la noche en su casa de Olivos en lugar de cenar en "un carrito de la Costanera con su esposa, hijas, suegros y padres", pero no pudo. Su vecino Sergio Goycochea estuvo en silencio con su pareja, su pequeño hijo y su padre. Diego Simeone fue uno de los pocos que dio una breve declaración al día siguiente: "Me sentí mal, demasiado mal después del partido. No salí, me quedé en casa y no hice nada, ni siquiera podía comer. Yo no sé si lo siento de ua manera especial, pero lo estoy sufriendo mucho".

Casi todos los jugadores se sentían igual que Simeone: Néstor Craviotto fue una de las pocas excepciones. Él quiso ver nuevamente el partido, pero tras el primer tiempo decidió apagar su videocassettera. Se refugió en su familia y en los llamados con su "único amigo del fútbol": Gustavo Adrián López. Julio César Saldaña vivió una experiencia incómoda: tras el partido se fue a Rosario y, el lunes a la mañana, cuando retiraba dinero del Banco Israelita, "chocó con la insólita pregunta del cajero: '¿Qué hacés acá? Vos tendrías que estar encerrado y no salir a la calle'".

Gabriel Batistuta sólo dio declaraciones apenas llegó a Florencia, Italia, el día martes: "La gente es así, hace una semana éramos unos campeones, ahora no existimos...Perdimos los dos partidos más importantes, es cierto, pero estoy cien por ciento seguro de que clasificaremos para el Mundial".

Alfio Basile se tomó el martes 7 de septiembre un vuelo a Montevideo para descansar una semana. Un periodista de El Gráfico quiso entrevistarlo pero el entrenador se negó terminantemente:"Decidí no hablar con ningún medio y menos con El Gráfico. ¿Hace tres números eramos héroes y ahora damos vergüenza? No, viejo, no puede ser". 

 

Imagen Alguna de las pintadas que pedían por Diego
Alguna de las pintadas que pedían por Diego
 

Pero el episodio más duro de esos días fue el protagonizado por Sergio Goycochea en el programa Tiempo Nuevo, en el que, en una mesa formada por Hugo Gatti, Beto Alonso, Adolfo Pedernera, Carlos Enrique, la periodista Eglis Giovanelli, y José Sanfilippo, le replicaron los errores al arquero de la Selección. Aq uella noche el Nene no tuvo reparos en humillarlo lanzando frases que no servían de nada, solamente como una especie de castigo público.

En el estudio del programa emitido por Telefé, y conducido por Bernardo Neudstadt, se apersonó Carlos Salvador Bilardo, que no estaba invitado: "Yo vengo porque en mi casa no aguantaba más, me duele mucho lo que está pasando", dijo. Al increpar a Sanfilippo y preguntar quién era para darle consejos a Goycochea, este contesto: "Yo fui un goleador que vos no fuiste...Fui sesenta mil veces más grande que vos". 

La crónica de Maladesky sigue: "No terminó allí la pirotecnia. En seguida apareció Cacho Borelli desde el teléfono, indignado y saliendo en defensa de Goyco ("Me parece que a este señor le gusta figurar...", dijo). La contrapartida de Sanfilippo tampoco resultó feliz: "Estamos sentados acá gracias a todos los amagues que se comió este muchacho..." Cartón lleno. Bilardo se levantó de su silla y dirigiéndose al Vasco dijo: 'Vos te tenés que ir de esta mesa'". El apoyo a Goycochea siguió en Videomatch, donde también fue invitado apenas terminó el de Neustadt, con declaraciones telefónicas de Oscar Ruggeri y Diego Maradona. 

 

Imagen Carlos Salvador Bilardo presenció el 0-5 esa tarde en el Monumental
Carlos Salvador Bilardo presenció el 0-5 esa tarde en el Monumental
 

Claudio Turco García declaró, pocos días después, que tras ese programa de Sanfilippo la gente lo paraba y se solidarizaba con ellos, en vez de insultarlos o criticarlos por el partido. Los jugadores posteriormente también se encontraban más unidos después del 5-0. De hecho algunos jugadores de la Selección se juntaron el jueves 9 de septiembre en Olivos. Aquella noche el mismo Turco García inauguraba una concesionaria de autos. Y hacía allí fueron el Beto Acosta, Sergio Goycochea, Oscar Ruggeri y Cacho Borelli. Entre los invitados estuvo el mismo Diego Maradona charlando con ellos, como si fuese uno más del grupo. 

Nadie lo decía, pero Diego ya había tomado una decisión.
 

  

Imagen Diego alentando el 5 de septiembre de 1993
Diego alentando el 5 de septiembre de 1993
 

Foto de portada e interiores: Archivo El Gráfico