Las Entrevistas de El Gráfico

1971. El Obelisco juega en Rosario

El Gráfico va hacia Empalme Graneros, un barrio obrero al oeste de Rosario, donde vive Ángel Landucci, un lungo que de a poco, se ganó el corazón de la hinchada Canalla.

Por Redacción EG ·

04 de abril de 2019

Así, así... ¡Con ganas! Muy bien, Landucci... Usted de acá se tiene que ir con cinco kilos más...", estimulaba con energía el preparador físico Carlos Cancela. Era en enero de este año, en los jardines del hotel Palace, de La Cumbre, a las ocho y media de la mañana... Y mientras Enrique Ornar Sívori miraba con atención el trabajo con pesas que iniciaba la jornada, le preguntamos: "¿Cómo se llama el flaco?, ¿de qué juega?... ¿no es muy duro de cintura?, ¿no es demasiado largo de piernas?, ¿no es muy tímido...?" Y el Cabezón, semioculto tras sus lentes oscuros, nos aseguró: "Sí, este pibe Landucci es algo duro de cintura; las piernas largas quizás a veces lo perjudiquen. Es flaco-flaco, y todavía un poco tímido, pero sabe jugar. Solamente me interesa eso, que me ha demostrado que sabe jugar. No sé si este año ya estará, porque le ocurre lo mismo que a la mayoría de los muchachos: necesita soltarse. Y para soltarse necesita confianza. Y es muy difícil conseguir confianza cuando hay un plantel como éste, con varios postulantes para cada puesto, todos jóvenes, sin experiencia y con la responsabilidad de clasificarse en el Metropolitano para poder entrar en el Nacional..."

 

Imagen Angel Landucci nació el 23 de enero en 1948 en Rosario.
Angel Landucci nació el 23 de enero en 1948 en Rosario.
 

La cabeza del flaco Landucci se va hundiendo, estéril, en la camiseta mojada de ("aspiración las manos aprietan la desesperación de su impotencia. Su cuerpo largo y delgado se deja plegar sobre uno de los bancos del vestuario. Llora. Llora y no habla... Rosario Central, jugando bien, había perdido un nuevo partido con San Lorenzo en el Metropolitano. Sívori estaba en México. Cancela pretendía volcar serenidad en los pibes: "Estoy conforme. Jugaron bien. Eso es lo que me interesa..." Biassuto, a nuestro lado, buscaba otra explicación: "Uno de los problemas de este equipo es que no tiene alguien que pueda mandar en la cancha, que respalde hablando. Por... temperamento, por presencia, por el puesto que ocupa, me parece que puede ser Landucci. Pero, mirá vos, está sufriendo más que nadie pero no dice una palabra... Y lo más triste de todo es que este Metropolitano no espera a nadie..."  

Ahora, a pocos meses, el flaco Landucci es ese gol que desanudó la enfebrecida garganta multitudinaria de todo Arroyito en la semifinal con Gimnasia y Esgrima La Plata. Es ese gol que abrió el marcador en la final contra Boca Juniors y que instaló una ola de angustia en lo que se denomina ¨la mitad más uno del país¨... Es el primer jugador intransferible mencionado por el técnico Angel Zof como anticipo de la obligatoria lista de 18 profesionales que la A.F.A. exige.

Imagen Jugaba de mediocampista, debutó en Rosario Central en 1969 y jugó allí hasta 1973, cuando fue transferido al fútbol español, para jugar con la camiseta del Sporting de Gijón.
Jugaba de mediocampista, debutó en Rosario Central en 1969 y jugó allí hasta 1973, cuando fue transferido al fútbol español, para jugar con la camiseta del Sporting de Gijón.

Ahora nos vamos metiendo por el oeste de Rosario. Ahora nos vamos metiendo en Empalme Graneros, un barrio obrero, con casitas bajas, con vecinas que se encuentran en la puerta a la hora de barrer, con calles de tierra, con un teléfono de tanto en tanto, con gente humilde apiñada en cada esquina esperando el colectivo. Empalme Graneros. Un montón de ferroviarios se pierde con su bicicleta en la arboleda en ese destino sin cambios de pedalear y pedalear. Allí vive Angel Antonio Landucci, que el próximo 23 de enero cumplirá precisamente 23 años. Allí también está don José, su padre, operario en los talleres del F. C. Mitre; su madre, Norma Ferrarín; su hermana de 19 años, Ana Emilia...

Los Landucci tienen su casita en el Pasaje Proyectado, un paraje que muy pocos conocen por su nombre. Y que ahora se hace popular porque el Flaco pasa a ser patrimonio del barrio, más querido que nunca... "Pasaje Proyectado? No sé, no sé...", nos dijo un joven extrañado en la entrada de Empalme Graneros, después de la bajada en el paso a nivel... "¡Ahhh! ¿Ustedes buscan a Landucci? Sí, vive a unas ocho cuadras de aquí. Tienen que ir hasta el bar 25 de Mayo, donde él para. Y doblan una cuadra a la izquierda... Ustedes pregunten por él..." Y nos fuimos con más seguridad que si tuviéramos un plano codificado, con todas las indicaciones urbanísticas, con toros los detalles de orientación. Y a medida que llegamos a la casa del Flaco veíamos más pibes jugando a la pelota en la calle, porque en Empalme Graneros no resulta una aventura la búsqueda de un baldío. Y todos los pibes, con la camiseta de Central...

 

Imagen Fue campeón del Nacional de 1971.
Fue campeón del Nacional de 1971.
 

Gente que saluda a los desconocidos. Gente que recibe bien. Gente que se preocupa por todo lo que sucede en ese pequeño mundo de la vereda austera, de la calle regada con agua del zanjón. Un montón de ojos que se clavan en nuestras espaldas. Una aspiración tácita por estar cerca del ídolo, la curiosidad por preguntar de dónde somos, el deseo de ocupar algún lugar en la dimensión mágica de la pequeña foto que todo el mundo mirará...

 

Imagen Jugó 8 partidos en la Selección Argentina.
Jugó 8 partidos en la Selección Argentina.
 

Hay sencillez que nos interesa porque es auténtica. Hay calidez mucho más auténtica en las reducidas dimensiones Pe esa casita que seguramente costó mucho, que seguramente se construyó con miles de horas de sacrificio, con miles de horas de privaciones, a muchos kilómetros de la abundancia, el lujo y los placeres... La perrita Kelly que salta buscando una falda que siempre la espera. La heladera que se abre para que una sidra traiga el vapor helado del congelador. Toda la familia que escucha. Toda la familia que quiere ser protagonista de la nota...

"¿El gol a Boca? Si, fue un gol de suerte", acepta el Flaco mientras don José se revuelve incómodo en la silla con lanas Pe decir algo: "Sí, tuviste suerte para pegarle, pero la entrada tuya fue muy inteligente..." Entonces el Flaco empieza a ampliar el comentario: "Es una jugada que siempre hacemos con Poy o con Gómez. Esta vez fue Poy. Se tiró atrás para recibir y yo vi un hueco por la izquierda para meterme. Apenas la paró se la pedí, Me vino justa, pero como Roma llegaba antes para rechazar busqué calzarlo... Entonces la pelota me rebotó abajo, en el tobillo y se metió en el arco."

No disimula su alegría por haber contribuido a que Central se clasifique para la Copa, pero recuerda que sus momentos más emotivos los vivió cuando después de 31 años en el Metropolitano pudieron ganarle a River en su cancha... "Y también la designación en el Seleccionado Juvenil". Todo lo ha tenido en el 70. Aunque todavía no se haya acercado la prosperidad. Unos pesos para la casa. Unos pesos que quedan en el banco: "Auto no tengo. No sé manejar. Tampoco me gusta correr, ni me gusta el automovilismo como deporte." Algunos discos de Los Beatles pueblan de bullicio el reducido hall... Algunas camisas modernas ingresan en el vestuario. Después, nada más. Siguen las mismas costumbres. La reunión con los muchachos en el bar 25 de Mayo. Los cuidados a veces extremos para guardar disciplina, porque, como puntualiza don José: "Eso también viene, se cuida mucho..." La búsqueda apresurada de la página de deportes en la lectura diaria. El par de vasos de vino con el almuerzo "porque hace menos mal que las gaseosas". Y nada más. Nada más que esa inmensa satisfacción de llegar sonriendo a su casa todos los domingos para regalar un triunfo a sus padres.

 

Imagen Landucci con el Cai Aimar. Ángel Jugó en el fútbol argentino (7 equipos), español y colombiano.
Landucci con el Cai Aimar. Ángel Jugó en el fútbol argentino (7 equipos), español y colombiano.
 

"¿Vio qué difícil que es jugar en Rosario Central? La gente es muy fanática aquí; le piden que vaya ganando antes de empezar los partidos. Eso nos perjudicó mucho en el Metropolitano porque todavía no nos habíamos armado y entrábamos a jugar siempre con la mente puesta en la clasificación. Nos faltaba confianza, entrabamos a la cancha nerviosos y seguíamos atados los noventa minutos... Pero en ese momento yo le dije a los muchachos riel barrio: si nos clasificamos para el Nacional vamos a hacer una buena compaña. ¿Sabe por qué? Porque usted siempre se dio cuenta de que había buenos jugadores... ¿Vio a Díaz? Es volante para cualquier primera. Lo que pasa es que no puede jugar porque tiene a Colman tapándolo. Y también a Bustos... En las mismas condiciones hay varios muchachos, como Fogel, Troilo, Pierucci, Zavagno. Es un buen plantel. Nos falta experiencia, sí. Ahora uno sigue jugando todos los partidos, entonces se siente cada vez más seguro. Es lo que me pasó a mí. A Fanesi. A Bóveda. A Gómez. A Poy. Y ya va a ver, si Quiroga se mantiene, el buen arquero que llegará a ser... Además, tuvimos la suerte de contar con un delantero como el Chango Gramajo, que nos ganó muchos partidos él solo. O con un volante como el Pato, porque el Pato tiene casi la misma edad de todos nosotros, pero hace ya varios años que está jugando en primera. Entonces nos da tranquilidad a mí y a Hijitus Gómez cuando nos empezamos a desorganizar..." Y Landucci reitera ese clima de juventud, de amistad, que se vive en el equipo. Obligado por nuestra pregunta, ubica casi en un mismo nivel al N. O. Boys del Metropolitano con esta Central del Nacional, "los dos, muy buenos equipos con la pelota en los pies, bien armados del medio de la cancha para arriba..." Coincide en alguna medida con aquel juicio de Biassuto que lo consideraba el hombre más capacitado para "mandar" en la cancha: "¿Sabe lo que pasa? Yo siempre fui muy tímido, me costaba la relación con los demás... Pero me doy cuenta de que ahora me suelto cada vez más, de que es una cuestión de confianza..."

Valora la política del técnico Angel Tulio Zof de no introducir cambios, "para que los muchachos se sientan más seguros". Prefiera jugar como volante, "aunque ya lo había hecho en la cueva cuando estaba en tercera y también en reserva, porque puedo jugar más suelto, picar para hacer goles, estar más en contacto con la pelota". Agradece a la hinchada de Rosario Central porque "me levanta anímicamente cuando estoy muerto, cuando no doy más...", y deja bien establecido que "al compañero hay que defenderlo siempre, que cuando en el barrio hacen algún comentario desfavorable entonces me retiro, porque nunca me gustó discutir..."

La perrita Kelly, que el pibe Díaz le regaló a Landucci, sigue saltando en busca de una falda que siempre la espera. Don José nos toma del brazo para convidarnos la última cerveza. Doña Norma asiste orgullosa a la finalización del diálogo. Ana, la hermanita de Angel, permanece apegada a esa familia que siempre enfrentó los momentos difíciles con una sola arma: unidad. Y que ahora se fortalece por todo lo que ya significa el hijo mayor en el fútbol rosarino...

Ese lungo que ya rompe las cadenas de la timidez. Ese muchacho largo que admiraba de Carlos Griguol el ascendiente que tenía sobre los compañeros. Ese pibe que supo tallar con su presencia en el Monumental es el mismo que vimos en enero allá en La Cumbre. Es el mismo desconocido que se fortalecía todas las mañanas haciendo pesas. Es el mismo flaco en el que tanto confiaba Sívori.

Ahora, en enero, Rosario Central volverá otra vez a La Cumbre. Estarán otros pibes tratando de llenarse los pulmones con oxígeno... y con esperanza. Y con ellos estará Landucci, casi el mismo de hace un año, pero que seguramente parecerá el hermano mayor de todos...

 

Por Ernesto Patrono. (1971)