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McLaren-Honda, socios en la crisis

La sequía ha llevado a esta escudería emblemática a estar novena entre diez. Alonso y Button sufren con autos de escaso potencial, lejos del podio y con reiterados abandonos, en medio de la tirantez anglo-japonesa.

Por Redacción EG ·

12 de noviembre de 2015
Imagen Su rostro refleja una gran desilusión. Fernando Alonso no pudo hacer pie en toda la temporada con un errático McLaren.
Su rostro refleja una gran desilusión. Fernando Alonso no pudo hacer pie en toda la temporada con un errático McLaren.
Desde chaval, cuando maravillaba a todos por su talento y tenacidad, siempre dejó en claro que no sabe de renuncias o esquivar desafíos. Así, prácticamente sin pausas, escaló hasta lo más alto de la F1 y supo adueñarse de récords en su juventud, que ahora, con una invalorable experiencia, un reconocimiento generalizado y una mentalidad ganadora intacta, no puede capitalizar por estar al volante del auto equivocado. La pesadilla de Fernando Alonso de no poder ganar se extendió a casi 2 años y medio, ya que desde el 12 de mayo de 2013 con Ferrari, en el GP de Catalunya, que no festeja a lo grande.

Con 34 años (los cumplió el 29 de julio último), el asturiano se prepara a conciencia y tiene la misma sed de superación que cuando empezó, sin que se lo vea achatado o propenso a algún desarreglo antiprofesional. Fuera de las pistas, continúa con su rutina de ciclismo, running, natación y gimnasio. Por eso es evidente que, en su caso, la herramienta de trabajo que pongan en sus manos parece clave en los éxitos o fracasos. Por más jugo que él le quiera sacar, si el auto en cuestión no funciona, no hay milagros, estrategias o especulaciones que valgan. Cuando un auto no quiere andar en un mundo tan competitivo como la F1, las estadísticas se encargan de reflejar la vergüenza y desnuda la inconveniente realidad, más allá de que Alonso sea considerado hoy en día el piloto más capacitado para conseguir las prestaciones que su monoplaza no le puede brindar. 

Para una escudería sinónimo de F1 como McLaren, poseedora de 8 títulos, cerca de 800 grandes premios disputados, 182 victorias, 155 pole position, 151 vueltas rápidas y más de 5000 puntos cosechados, cuesta digerir que su último triunfo se remonte al 2012, cuando Jenson Button venció en el GP de Brasil. Y es más, ver a McLaren noveno entre diez en el Mundial de Constructores y que sus pilotos, ambos excampeones del mundo, se encuentren en la clasificación general 15º y 18º mezclados entre los novatos y lejos, muy lejos de los primeros planos, llama poderosamente la atención. 

A todas luces, la unión McLaren-Honda no dio los frutos esperados y si bien se reconoce en el paddock que el chasis del MP4-30 es uno de los mejores de la parrilla, los motores nunca alcanzaron la fiabilidad y la potencia deseadas y fueron los grandes responsables, por ejemplo, de que Alonso en sus 12 primeras carreras del año abandonara en 7 ocasiones y sólo sumara puntos en 2 competencias, quinto en Hungría y décimo en Gran Bretaña. En tanto, lo de Button es más pobre aún, con un octavo lugar en Mónaco y un noveno en Hungría sin poder encontrarle nunca el punto ideal a su auto.  

En la casa de Woking, sede central de McLaren en Gran Bretaña, no han tenido los reflejos suficientes para revertir semejante debacle. Casi ni se advierte la diferencia de presupuesto de 400 millones de euros que ellos destinan con los modestos 80 de Manor Marussia, el peor equipo de esta F1 2015. 

Y las dificultades para experimentar esa reacción que no llega, puede, sin dudas, que se concentren en la relación McLaren–Honda. La estructura tecnológica británica, al ver que sus pares japoneses no daban en la tecla con los impulsores, buscó un acercamiento para aportar sus conocimientos, pero no tuvo eco. Es más, desde Japón ni siquiera permitieron que se conociera su metodología de trabajo. Y esa batalla interna, por supuesto, repercutió en los resultados del producto. Los ingleses insisten en que para que prospere el proyecto, desde Honda deberían despedir a Yasuhisa Arai, el responsable máximo del escaso potencial de los motores del MP4-30.     

Y para echar más leña al fuego, Arai se caracteriza por sus declaraciones sumamente optimistas, en las que estaba convencido a comienzos de temporada de que ellos brindarían los motores adecuados para correr a la par de Mercedes, el indiscutible líder de la F1 de hoy en día, o cuando prometió en la previa de varias carreras que ya habían encontrado la solución, que en definitiva nunca llegó. 

Asediado por el periodismo, al quedar cara a cara con los micrófonos y las cámaras, Arai ante la pregunta si él debería pedirles perdón a Alonso y a Button por el perjuicio que sufren sus prestigios frente a tan paupérrimas campañas, respondió: “¿Por qué?, ¿por qué?”. Así, es claro que difícilmente se encuentre una solución a un problema, si ni siquiera hay voluntad de reconocer que se está en problemas.     

Imagen El 2015 ya fue para Jenson Button. Ahora, a definir lo mejor posible lo que será el 2016.
El 2015 ya fue para Jenson Button. Ahora, a definir lo mejor posible lo que será el 2016.
El alejamiento de Alonso de Ferrari, sin haber podido plasmar su ilusión de un título en cinco temporadas, aunque en tres de ellas alcanzó el subcampeonato, no tuvo un sabor amargo precisamente porque el reto de volver a McLaren (lo había hecho en 2007), ahora asociado con Honda, le abría unas expectativas enormes. Si hasta había reconocido que su primer karting era una réplica de un McLaren-Honda como para fortalecer aún más su identificación con este proyecto.  

Sin embargo, la frustración fue in crescendo en el ánimo de Alonso, porque la temporada arrancó pésima con el accidente en las pruebas de Montmeló antes de la carrera inaugural en Australia, a la que, por prescripción médica, debió ausentarse. En aquel entrenamiento sufrió un choque lateral contra un muro que no pudo esclarecerse con exactitud. El misterio de si falló el auto o se equivocó el piloto quedó en la nebulosa, aunque sí se confirmó que el español perdió el conocimiento durante cinco minutos y al volver en sí vociferó en italiano que era “Fernando, corredor de kartings” y que quería “llegar a la Fórmula Uno”.        

En Malasia, segunda cita del año, un Alonso afortunadamente recuperado volvió al ruedo, aunque con más penas que glorias, como la mayoría de las competencias de este 2015. Y el no haberle encontrado la solución a la falta de competitividad de su auto durante tantos meses, abrió ciertas especulaciones con respecto a su futuro. Una de ellas, tal vez razonable, lo ubicaría en el 2016 como nuevo piloto de Red Bull, escudería que llevaría los motores de Ferrari. Claro que para que eso suceda, primero debería rescindirse el contrato con McLaren, que vence en 2017, aunque si es por los resultados de este año, ambas partes podrían reconocer que para limar asperezas lo mejor sería un distanciamiento.

No son pocos los que consideran que Alonso, por sus condiciones, debería tener algún título mundial más en su haber, pero determinadas decisiones lo ubicaron justamente arriba del auto equivocado en el momento menos indicado. Según Flavio Briatore, su consejero desde el arranque en las grandes ligas, Fernando debe mantenerse paciente y esperar que la fusión McLaren-Honda empiece a revertir esta negativa historia.   

Y la otra posibilidad que surge en el horizonte de Alonso es el salto a otra categoría. El reconoció que la F1 actual ya no es tan emocionante como antes y que existen otras propuestas tentadoras como la de subirse a un Porsche para afrontar las 24 Horas de Le Mans. Seguramente los organizadores de competencias internacionales de fórmulas o autos con techo esperarían con los brazos abiertos a una figura de la talla del asturiano.   

Para Button, que el próximo 19 de enero cumplirá 36 años, las expectativas son otras, porque de seguir en la F1, sólo le interesaría hacerlo en McLaren, debido a que la otra opción, que podría ser Williams, ya tiene definidos sus pilotos para la siguiente temporada.

Llamativamente, en twitter a mediados de septiembre, Alonso recordó una frase de Muhammad Ali: “El que no tiene el coraje suficiente para tomar riesgos no conseguirá nada en la vida”. Justo cuando el piloto asturiano se encuentra en una nueva encrucijada para dilucidar su futuro, recuerda esa frase. Mientras tanto todavía quedan cinco competencias más de F1 para cerrar el año: en octubre, el 11 en Rusia y el 25 en los Estados Unidos, y en noviembre, el 1º en México, el 15 en Brasil y el 29 en Abu Dhabi.

Cinco carreras en las que la sociedad McLaren-Honda tendrá la oportunidad de esbozar alguna mejoría, como para interpretar que este, en definitiva, fue exactamente un año de transición y que el 2016 será el momento de consolidación para entremezclarse en la lucha por el título. Se lo extraña a McLaren entre los de adelante y ni que hablar de Alonso y Button, sobre todo el español, un piloto batallador, arriesgado y con mentalidad ganadora. Veremos...

Imagen Un auto que es todo un símbolo de la F1, por eso cuesta entender los malos rendimientos de la fusión McLaren-Honda.
Un auto que es todo un símbolo de la F1, por eso cuesta entender los malos rendimientos de la fusión McLaren-Honda.
Ajuste de tuercas
El experimentado Ron Dennis, presidente ejecutivo de McLaren Group, no oculta su frustración por los pésimos resultados de su equipo en la actual temporada, aunque está convencido de que la fusión con Honda será productiva en algún momento de esta historia. Los japoneses han invertido mucho en este proyecto, con todo un centro de alta tecnología e investigación, pero la demora en crear el motor adecuado se paga hoy en día muy cara. Los 500 empleados de Woking, la sede de operaciones británica de la escudería, también saben que el mal presente los afecta, más allá de que el mayor cuestionamiento apunte a los motores que aportan desde la tierra del sol naciente. Ya no queda en este 2015 mucho margen para recomponer la pobre imagen de McLaren-Honda, porque en este tramo final de año se cerrará un presupuesto que, al dejarse llevar por las estadísticas, no invita demasiado a acompañar.

Por Walter Napoli 

Nota publicada en la edición de octubre de 2015 de El Gráfico