¡Habla memoria!

Profunda trama oscura: cuando la dictadura presionó a Clerc para jugar la Copa Davis

La historia secreta detrás de una derrota ante Francia para la que el ex 4° del mundo fue intimado a cumplir su "deber". La cobertura "clandestina" y la búsqueda de la verdad.

Por Pablo Amalfitano ·

17 de abril de 2025

La Copa Davis siempre pareció emerger como una cuestión de Estado en la Argentina. Durante décadas nada importó más que ganarla. Aquella dolorosa deuda, más allá de los grandes equipos con los que contó el país desde que se convirtiera en potencia para el mapa mundial de este deporte, recién pudo ser saldada en 2016, en la recordada final ante Croacia en Zagreb.

Hasta aquel momento la Argentina había perdido cuatro series definitorias en el torneo por equipos más importante del tenis. Y había protagonizado, además, todo tipo de sucesos controversiales. Disputas entre jugadores, problemas dirigenciales, intereses políticos cruzados, todos acontecimientos polémicos que no hicieron más que postergar el primer título mundial.

Desde mediados de los ’70, cuando Guillermo Vilas le acercó el tenis a la gente y lo volvió un deporte popularizado, cada vez que la Argentina actuaba por la ensaladera se paralizaba el país. La presión era tan grande que José Luis Clerc, quien surgiera poco después como la otra gran figura del equipo, tuvo que atravesar un mal momento en 1982, en plena dictadura cívico-militar y durante el mandato de Leopoldo Galtieri, el tercer presidente de facto del proceso.

En aquellos tiempos predominaba el nacionalismo excesivo porque la dictadura, ya en la curva descendente de su ciclo, pretendía opacar las atrocidades, en parte, con éxitos deportivos. La Argentina de Vilas y Clerc venía de perder en la final mundial de 1981, en Cincinnati, ante los Estados Unidos de John McEnroe, Peter Fleming y Roscoe Tanner.

Distanciados desde la escandalosa serie de cuartos de final contra Rumania en Timisoara, donde explotaron las diferencias entre ambos, los dos jugadores más relevantes rozaron la proeza pero cayeron 11-9 en el quinto set del doble clave frente a McEnroe y Fleming, por entonces la mejor dupla del planeta.

Imagen José Luis Clerc, el número uno argentino en 1982.
José Luis Clerc, el número uno argentino en 1982.
 

La trama oculta de un apriete

Por la primera ronda de la edición '82, el equipo dirigido por el capitán Carlos Junquet recibiría a Francia en el Buenos Aires Lawn Tennis Club, del 5 al 7 de marzo. Una eventual derrota ponía en riesgo el lugar de la Argentina en el Grupo Mundial, aunque con Vilas y Clerc no se vislumbraban inconvenientes.

Los problemas, sin embargo, surgieron cuando Batata comunicó que no jugaría para privilegiar el calendario personal. Por entonces número cinco del mundo, atravesaba el mejor pasaje de su carrera y soñaba con un logro especial: pelear por el número uno del ranking. Su entrenador, el chileno Patricio Rodríguez, lo imaginaba factible: sabía que Björn Borg, multicampeón el año anterior, jugaría bastante menos debido a un cambio reglamentario de la ATP que lo perjudicaba. No parecía una quimera ganar en Roma y en Roland Garros, además de llegar a instancias finales en los otros Grand Slams.

"Clerc no quiso o no supo qué decir"

Ante la negativa de Clerc hubo una trama paralela que lo entrecruzó con El Gráfico, el medio deportivo más influyente de la época. Desde la conducción de la Editorial Atlántida, entonces propietaria de la revista, tomaron una determinación: ir a buscar a Clerc para que diera su parecer. El resultado quedaría grabado con una de las recordadas crónicas del microclima del tenis, publicada en la edición del 2 de marzo de 1982, el martes previo a la Davis.

"Fuimos a buscarlo a Zapallar, Chile. Quisimos que explicara su decisión de no jugar la Copa Davis. Pretendimos darle la oportunidad de que se conociera su pensamiento y, así, poder entenderlo", reflejaba la volanta de una profunda nota de estilo narrativo, que contenía dos imágenes capturadas de manera clandestina y estaba titulada con impacto: "Clerc no quiso o no supo qué decir".

Con brillante destreza prosística, Luis Hernández detallaba cómo la noticia de la negativa de Clerc interrumpía el epílogo de su descanso en Ituzaingó, en la provincia de Buenos Aires: "Los titulares de las noticias quebraron mis vacaciones y mi alma: CLERC NO JUGARÁ LA DAVIS".
 

Imagen "Clerc no quiso o no supo qué decir": la crónica de El Gráfico del 2 de marzo de 1982.
"Clerc no quiso o no supo qué decir": la crónica de El Gráfico del 2 de marzo de 1982.
 
"Adiós vacaciones. Me sentí mal. No por volver a estar en la máquina de escribir, sino por volver a adentrarme en un problema que a todo hombre que quiera al tenis lo tiene desangrado, descreído, le quita fuerzas como si fuera un mal endémico del que no se puede librar", exteriorizaba Hernández, histórico periodista de tenis fallecido en 2014.

Y detallaba, previo a contar el periplo en busca de las explicaciones que, al cabo, el jugador decidiría no brindar: "Jamás pensé que Clerc podría tomar una determinación así. Dilapidar una oportunidad de ganar la Davis, que se presenta una o dos veces en la vida de un tenista".

En un apartado de la cobertura aparecían las declaraciones de cada uno de los protagonistas involucrados, entre las que se destacaban, por su virulencia pero con sarcástica altura, las del propio Vilas: "La gente deberá juzgarlo; yo no deseo hacerlo. Es más: si ganamos y luego quiere volver yo no me voy a oponer. Lo que más me mortifica es que al final, por enfrentamientos internos o caprichos, se debiliten nuestras chances. Y al final yo me pregunto: '¿Qué ha aportado Clerc a nuestro equipo?'".
 

Imagen Una de las imágenes "clandestinas" de los enviados de El Gráfico.
Una de las imágenes "clandestinas" de los enviados de El Gráfico.

En busca de la verdad

La crónica se adentraba en el viaje del periodista a Chile, más precisamente a Zapallar, donde se encontraba el jugador. El objetivo era simplemente "darle a Clerc la oportunidad de que se defienda, como corresponde en el periodismo moderno: ir a la fuente".

En pleno entrenamiento el cronista se acerca a saludar y, a través de su pluma, relata: "Por su forma de saludar y su seriedad me doy cuenta de que está nervioso. No es el chico bromista y alegre que conocí hace más de diez años. Se nota que le molesta nuestra presencia".

El diálogo, entonces, resulta abrupto.

-Te imaginás que estoy acá para hablar con vos de la...

-No, no acepto ningún reportaje. Para hablar de nada.

-No quiero molestarte, sólo contestame tres o cuatro preguntas...

-No, no voy a hablar con absolutamente nadie. Sólo cuando empiece a jugar los torneos y nada más que de los torneos que esté jugando. De otra cosa no.

-Mirá, José Luis. En Buenos Aires tu decisión cayó mal. El Gráfico viene a buscarte para que la gente sepa lo que pensás, para que defiendas tu posición.

-Lo lamento, pero no doy reportajes de ningún tipo.

-Está bien. Dejanos tomar unas fotos mientras vas para tu casa.

-No, fotos tampoco. De ningún tipo.

Imagen Clerc se aleja, en soledad, luego del frío saludo con los periodistas.
Clerc se aleja, en soledad, luego del frío saludo con los periodistas.
 

"Mi ausencia no fue por Vilas"

“Venía con muchos partidos, no había tenido descanso después de una temporada dura y pensaba tomarme vacaciones antes de la pretemporada. No tenía otra manera de frenar. Mi ausencia no tuvo nada que ver con Vilas, como tantas veces se dijo”, rememoró Clerc, décadas después. Algunas publicaciones de la época, no obstante, sostenían que había declinado su participación porque “la Davis lo ponía tenso, le quitaba tiempo de descanso y lo acercaba a su ‘enemigo’ Vilas”.

Lo cierto es que se mantuvo firme y no jugó a pesar de haber sufrido un apriete por parte de la dictadura. La orden de la Junta Militar fue simple y concisa: Clerc debe jugar. Y la presión fue tan fuerte que Batata, quien vivía en Chile, recibió una visita inesperada días antes de la serie.

Así lo contó, años más tarde, el propio jugador: “Estaba en Cachagua, un balneario cerca de Santiago, y me vino a buscar el capitán Junquet. Estuvo mal porque en vez de presentarme a un dirigente de la Asociación Argentina de Tenis, me presentó a un general o algo así. Ese general me dijo: ‘Usted debe representar al país’. Y le dije: 'Discúlpeme, señor, pero no pienso jugar porque no tendré descanso'”. Aquel hombre que acompañó a Junquet era el comodoro Federico Maurs, puesto por la dictadura en la comisión directiva como parte de la intervención de la AAT.

El propio Junquet, antes del choque con Francia, disparó contra Clerc y explicó por qué viajó a verlo: “Como capitán creí que mi misión era buscarlo. Me pareció lógico que los mismos de la final volvieran a jugar este año. La Asociación pensó que había que agotar todas las instancias. De dos grandes figuras nos queda una sola. Respeto las opiniones pero también pienso que hay responsabilidades que uno no puede eludir”.

Además, como si fuera poco, el día previo a la serie fue el escribano Juan José Vázquez, presidente de la AAT, quien salió a arrojar más leña al fuego y hasta le recordó a Batata los gastos que ocasionó en sus tiempos de juvenil: “Me dolió esta decisión porque uno lo vio de chico y siente que ha intervenido en su éxito; sin Clerc la serie está pareja y me preocupa que la Argentina pierda la ubicación en la Davis. Si decidiera volver a jugar este año se verá…”.
 

Imagen Vilas y Ganzábal se lamentan durante el punto de dobles en el BALTC.
Vilas y Ganzábal se lamentan durante el punto de dobles en el BALTC.
 
Varias décadas más tarde, Junquet contó el detrás de escena de aquella intimidación: “Por orden de la Junta Militar le teníamos que exigir a Clerc que jugara. Me parecía ridículo, porque estaba en Chile y no lo podíamos obligar. Nos reunimos en la AAT para ver qué hacíamos y el Secretario Roberto Meyer propuso ir a buscar a Batata de cualquier manera. Por presión de los militares tuve que ir con Maurs. En la reunión lo presionó para que jugara, pero Batata mantuvo su postura. Maurs llegó a contar que había otras maneras de apretarlo”.

Los días posteriores se supo a qué se refería el comodoro. Los detalles, de la boca de Clerc: “En doce años sólo falté a una Copa Davis: contra Francia en 1982. Pero aquella situación no me movió para nada. Ese militar, que estuvo varios años en la AAT, me mandó la DGI (NdR: actual AFIP, renombrada como ARCA, Agencia de Recaudación y Control Aduanero) a mi casa para investigarme. Y, como siempre pagué los impuestos, no me encontraron nada”.

Aquel partido con los franceses, sin Clerc, terminó en una caída para la Argentina. Vilas venció en un partido épico a Yannick Noah, que al año siguiente ganaría Roland Garros; Ricardo Cano cayó sin atenuantes ante Therry Tulasne; Vilas perdió el doble junto con Alejandro Ganzábal y luego igualó la serie tras aplastar a Tulasne; pero Cano no pudo con Noah en el quinto punto.

Los medios del momento resaltaron la sólida postura de Clerc: “No voy a explicar nada”. También, la justificación de Vilas: “Con Clerc hubiésemos ganado”. Pero, sobre todo, sostuvieron que en Argentina siempre había problemas si de la Copa Davis se trataba: todos dispararon contra Clerc, en aquel momento marcado como el villano de la película.

Más allá de las amenazas del momento, de todas maneras Batata volvería al equipo en octubre de ese mismo año y, junto con Vilas, sería protagonista del triunfo ante Alemania Federal en la serie de reclasificación para mantener la posición de la Argentina en el Grupo Mundial con vistas a 1983.

Imágenes: archivo El Gráfico