Tenis

¿FEDERER HABRÁ ASUMIDO QUE LLEGÓ EL FINAL?

Entregado en el último set ante Aliassime, admitió la preocupación pertinente y, al mismo tiempo, confirmó que aún mira a Wimbledon como su máxima meta. Lo más probable, sin embargo, es que nada le alcance para ganarlo.

Por Pablo Amalfitano ·

16 de junio de 2021

"Las cosas nunca más serán sencillas y ahí está mi mayor preocupación". Las palabras le pertenecen a Roger Federer y tuvieron lugar casi tres horas después de que el suizo perdiera ante Felix Auger Aliassime, un talento canadiense 19 años menor, por los octavos de final de Halle. Se tomó su tiempo para hablar con los medios porque no quería tomar una decisión en caliente ni tenía muy en claro qué debía decir. Acaso haya sido la primera vez desde su explosión en la elite, allá por 2003, en la que no tuvo todo controlado. Federer es un calculador nato; no existen pasos en su vida deportiva que tengan un componente azarozo.

Nadie imaginó que, después de aquella cirugía en la rodilla izquierda en 2016, con 36 años, volviera después de seis meses de ausencia y ganara el Abierto de Australia, en enero de 2017, en su primera actuación oficial. Aquel triunfo resultó ser el primero en torneos de Grand Slam tras una sequía de casi cinco años -Wimbledon 2012- y la catapulta para un glorioso regreso en el que corporizó otras hazañas de calibre: volvió a ganar Wimbledon, hilvanó cinco victorias consecutivas ante su némesis Rafael Nadal y celebró, por última vez, en Australia de 2018.

Existen tres diferencias sustanciales entre aquel brillante regreso de 2017 y el que protagonizó este año. En primer lugar, el dato duro: en agosto próximo Federer cumplirá nada menos que 40 años. Después, y no por eso menos importante, la falta de competencia: el suizo volvió en marzo, en Doha, luego de trece meses de ausencia por dos operaciones en la rodilla derecha durante la pandemia. Desde entonces acumuló ocho partidos: dos en la capital de Qatar, uno en Ginebra, tres en Roland Garros y, esta semana, otros dos en Halle. Por último, la parte deportiva: lejos de encontrarse con una sensación exitosa como en aquella conquista en Melbourne, Federer entiende que la escasez de solvencia y confianza en el despliegue de su juego -siempre en relación al nivel que supo exhibir durante el último lustro- provoca una realentización indefectible en la rehabilitación total y que, a medida que los resultados no aparezcan, no podrá palpar pruebas empíricas en las que apoyarse.

Ese cóctel explica, en parte, por qué Federer decidió no acudir a la rueda de prensa ni bien terminado el partido."Me decepcionó la forma en la que me sentí en la cancha, por la dificultad del regreso y todo lo que tengo que empujar en cada punto para hacer que las cosas salgan bien. Entonces supe que hoy no sería mi día y que no había nada que pudiera hacer. Me sentí negativo y no es normal". La fotografía fue elocuente: el hombre que supo construir una carrera que tendrá status de leyenda había asumido en el tercer set, cabizbajo, que ya no podría revertir el partido. Entregó la victoria antes de caminar hacia la red para saludar a su rival. Ese jugador, sin dudas, no es Federer. O sí. Quizá haya que aceptar que el tiempo lo alcanzó, como lo hará con todos.

¿Habrá asumido Federer que llegó el final? El desarrollo del partido con Aliassime, el canadiense que nació dos semanas después de que el suizo jugara su primer torneo de Halle, dejó a su disposición cierta información que lo inquietó, sobre todo porque se trata de la última parada técnica con vistas a Wimbledon, la meta más importante de su vuelta al tour. Los números no mienten: Federer ganó apenas 11 de los 69 puntos que jugó en la devolución, un registro muy por debajo de su rendimiento en el césped, la superficie en la que edificó una porción muy relevante de su mito deportivo.

¿Sabrá Federer que será muy difícil ganar en Wimbledon, más allá del fuego interno que tendrá en ese mítico torneo que ya conquistó ocho veces? "Sé que no me volverá a ocurrir la próxima vez. Por eso me tomé mi tiempo para salir a hablar con la prensa, para entender por qué me sentía así. Necesito estar positivo y mirar al próximo objetivo: Wimbledon", disparó. La llama de su espíritu competitivo volverá a encencerse, está claro. Incluso después de que el mundo viera cómo se apagó durante el último set ante Aliassime, quizá sumergida en una oscuridad inédita. Lo más probable, sin embargo, es que no resulte suficiente para volver a conquistar La Catedral. Con el riesgo ineludible que conlleva semejante afirmación para referirse a un campeón vitalicio como Federer, porque nadie más que él sabe lo que sucede en su interior.