Literatura deportiva

El debut de Lionel Messi en la Selección Argentina: la trama oculta de una historia con final feliz

El 29 de junio de 2004, la AFA armó un amistoso de emergencia para blindar a la joya del futuro. La reconstrucción de la goleada 8-0 ante Paraguay en la voz de los protagonistas.

Por Redacción EG ·

29 de junio de 2023

EL 29 DE JUNIO DE 2004 fue el punto de partida de Lionel Messi en la Selección Argentina. El final feliz es conocido por todos, pero el inicio fue a partir de un amistoso improvisado que organizó la AFA para blindar a la joya del futuro.

El siguiente es un extracto de "Messi, el genio (in)completo", la genial obra de Ariel Senosiain, un libro que repasa la carrera del 10, que empezó con la número 17 hace exactos 19 años, y que necesitó de un puñado de minutos para mostrar que era diferente de verdad. 

 

RECUERDO DE UNA CONVOCATORIA

 

En esa época, bastaba un partido oficial en una selección juvenil para que ese futbolista luego no pudiera actuar en la mayor de otra asociación. Pero rastrear a este jugador en particular no parecía sencillo: nadie en la AFA había tenido contacto con él. Nadie lo había visto. Tocalli le dio una directiva a Omar Souto: "Ubica a Leo Messi".

 

Imagen Hugo Tocalli, pieza clave en los primeros pasos de Lionel Messi en la Selección Argentina (FOTOBAIRES)
Hugo Tocalli, pieza clave en los primeros pasos de Lionel Messi en la Selección Argentina (FOTOBAIRES)
 

Tiempos artesanales, el camino fue de esos que se valoran a la distancia. Tuvo el sabor de la dificultad. Souto recuerda la cronología: "Me fui del predio de Ezeiza a un locutorio de Monte Grande. Pedí una guía telefónica de Rosario, solo sabíamos que era rosarino. Arranqué la página donde estaban los números de os Messi, hice una llamada cualquiera a mi casa para justificar que había entrado y volví al predio a rastrearlo. A la primera cercana que ubiqué fue a la abuela. La abuela de Lionel me pasó el ontacto del tío. El tío, el del padre. Llamé al padre, me presenté le dije que queríamos contar con su hijo, con el detalle de que le erré al nombre: siempre había escuchado que Leo es el apodo de los Leonardo".

No era compun que la AFA pagara un viaje de un juvenil desde el exterior. La excusa serían dos partidos, uno contra Paraguay en Buenos Aires, el martes 29 de junio, y otro contra Uruguay en Colonia, cuatro días después. Messi se sumó a los compañeros el viernes 25, un dia después de su cumpleaños número 17; viajo a Rosario para pasar el fin de semana y se reintegró el lunes 28.

Luis Segura, entonces presidente de Argentinos y cercano al núcleo de la AFA, reconoce que "no lo podíamos decir en ese momento, pero la única razón del amistoso era asegurarnos a Messi. Ojo, nadie imaginaba lo que iba a ser ese pibe". Los rivales ya habían sido invitados y si la certificación del rótulo de partidos oficiales en la FIFA sería un hecho, el escenario no podía ser un problema: "Apenas Julio (Grondona) sacó el tema, yo propuse jugarlo en nuestra cancha. La habíamos reinaugurado hacía poco. Para el club resultó una jornada especial: fue el primer partido de la historia que una selección argentina disputó en Juan Agustín García y Boyacá".

El Argentina - Paraguay se jugó con varios detalles. Las entradas populares costaron 5 pesos; las plateas, 10, Las estimaciones de público oscilan entre los 200 y 500 espectadores, no mas. La tribuna de la calle Boyaca estaba vacía; simplemente se veían, aprovechando la ubicacion frente a las cámaras, banderas que decían: "Fuerza Kirchner, Fuera el FMI". Corría junio de 2004. La historia sin fin.

 

Imagen Los 11 de Argentina ante Paraguay en 2004. Messi aguardaría su momento en el banco de suplentes (FOTOBAIRES)
Los 11 de Argentina ante Paraguay en 2004. Messi aguardaría su momento en el banco de suplentes (FOTOBAIRES)
 

"Nos cagamos de frío esa noche", es el primer recuerdo de souto. El compromiso no invitaba: jornada hábil, noche invernal, pronóstico de lluvia. Encima, podía verse en vivo por Tyc Sports. Los periodistas de la transmisión sabían que el partido podría llegar a tener un atractivo. "Nos enteramos pocos días antes de que teníamos que hacer la transmisión. Y sabíamos que venía especialmente un pibe que decían que era un fenómeno. Pero si alguien recuerda hoy el partido es solo por lo que vino después", cuenta el periodista Héctor Gallo, que aquella noche, un par de metros dentro del campo de juego, antes del encuentro daba un par de líneas sobre los titulares para luego decir: "Hay una presentación en el banco de suplentes. Va a jugar unos minutos en elsegundo tiempo. Lionel Messi, un chico rosarino que a los 12 años ya fue presentado en el Barcelona, que va a hacer la pretemporada con el equipo catalán y que tiene una cláusula de rescisión de contrato a los 17 años, atención, de 15 millones de euros".

Los jugadores paraguayos también supieron del partido con poca antelación. Igual sucedió con el árbitro del partido, Gabriel Brazenas: "Me llamaron el día anterior. Me explicaron por qué se jugaba. Menos mal que tenía las famosas planillas FIFA en mi casa... si de algo me lamento es de no haberles sacado una foto".

Mario Quinteros, fotógrafo de Clarín, le contó al periodista Andrés Eliceche para la revista Anfibia que llegó a la cancha con el encargo claro. "No importa el partido, importa Messi". Los fotógrafos no suelen tener problemas en pasar situaciones que a la mayoría le generaría incomodidad. "¿Quién es Messi?", preguntó Quinteros cerca del banco de suplentes. "Soy yo", le respondió la razón del partido. 

 

Imagen "Messi, el genio (in)completo", un libro imperdible de Ariel Senosiain
"Messi, el genio (in)completo", un libro imperdible de Ariel Senosiain
 

La foto nunca salió: en el diario Clarín del 30 de junio, no había lugar para ninguna imagen en el recuadro menor destinado al partido. El día anterior, el anuncio del encuentro requería la ayuda de una lupa: ocupaba menos de cuatro líneas, junto a la fecha del partido que determinaría un ascenso a Primera C y a las incorporaciones de Los Andres. 

Los juveniles argentinos sacaron clara diferencia frente a us pares paraguayos durante aquella fria noche en La Paternal. Sin Messi ya la diferencia futbolistica fue notoria desde el primer tiempo. A los 5 minutos Barrientos convirtio el primero de lo que sería un 8-0 tan lapidario como lógico. La fragilidad defensiva paraguaya se veía en cada avance. Barrientos, gran figura antes de que Tocalli moviera el banco, le cedió el segundo a Lavezzi a los 15 y marcó el tercero a los 30. Garay aportó de penal a los 34. Messi lo veía desde el banco; junto a él, Pablo Alvarado:"No recuerdo que haya dicho nada. Incluso en los entrenamien tos tampoco hablaba".

"Cuando terminó el primer tiempo le pedí a Salorio (Gerardo, el preparador físico) que lo calentara en el campo de juego unos minutos y lo mandara al vestuario antes de que volviéramos a salir. Terminé de hablar con los jugadores y no sabía dónde estaba. Me di vuelta y lo vi sentado detrás mío, callado", recuerda claramente la escena Tocalli. También tiene presente lo que llanamente le recomendó: "Jugá como en el Barcelona. Entrá donde te sientas cómodo".

Pese a que en muchas crónicas figura que Leo ingresó en el minuto 67, ese fue el momento de la entrada de Almerares por Zabaleta. Messi había entrado para el inicio del complemento. Camiseta número 17, mangas largas que le quedaban más grandes que al resto. Y con la cabellera rebajada para la ocasión: Salorio le había dicho que "el que no se corta el pelo, no juega en la Selección Argentina". (Un mes antes, el preparador físico había mandado a la casa a Fernando Cavenaghi y Maximiliano López sin entrenarse, como reprimenda por haber llegado con el pelo teñido de verde tras los festejos de River campeón).

 

Imagen Messi y sus destellos de crack en su primera vez en la Selección Argentina (FOTOBAIRES)
Messi y sus destellos de crack en su primera vez en la Selección Argentina (FOTOBAIRES)
 

Messi se movió detrás de los delanteros: un enganche con más desequilibrio que conducción. Más participativo desde la salida de Barrientos, encarador siempre, con los quiebres típicos de sus primeros años. Cada vez que encaró, pasó. Aunque en los pases no resultó tan preciso: 7 de los 18 que dio desembocaron en jugadores rivales; pases que quisieron ser profundos, con su congénita mirada al arco rival. "Estaba un poco nervioso", según Lautaro Formica, su amigo dentro del plantel. "Por físico no decía nada, pero a nosotros ya nos había sorprendido hasta en el "loco' de las prácticas", suma Alvarado.

Más allá de todo lo que el tiempo redimensionó, era uno de esos partidos a los que cuesta encontrarle matices para el análisis en la transmisión. Uno de esos encuentros en los que los relatores deben ingeniárselas para que no caiga la motivación propia y, en consecuencia, la atención ajena.

A los 25 minutos de ese complemento, Messi envió un tiro libre con el efecto del zurdo que patea desde la derecha, Vitti apenas llegó a rozarla de cabeza y Andrés Pérez, volante paraguayo, peinó hacia su arco: el quinto fue en contra, nomás. 

Federico Almerares convirtió el sexto, tras recibir de Messi y enganchar ante un rival. Y el séptimo fue el capítulo que todos esperaban. El beso final de la película. La canción preferida del público. El motivo de la organización del partido, expresado en una jugada.

Llegó tras dos de las ¡diez gambetas! que Messi ensayó durante 45 minutos: primero pasó entre el zaguero César Martínez (también esquivó su hachazo) y Gabriel Ruiz, y luego, superó al arquero Marco Almeda, que quedó desparramado. Las gambetas que el Barcelona importó.

 

Imagen Un puñado de minutos en cancha le alcanzó a Messi para mostrar que era diferente y marcar su primer gol en la Selección Argentina (FOTOBAIRES)
Un puñado de minutos en cancha le alcanzó a Messi para mostrar que era diferente y marcar su primer gol en la Selección Argentina (FOTOBAIRES)
 

"Estuve a punto de cortar la jugada antes de que la recibiera porque se iba a hacer un cambio", se ríe Brazenas. Es cierto: apenas recibió Messi, el árbitro vio que un futbolista paraguayo había quedado en el suelo y se llevó el silbato a la boca; dejó seguir simplemente porque el zurdo ya había encarado. "En los entrenamientos no encaraba. Solo recibía y tocaba, siempre con buenos controles. En el gol me sorprendió. Le fui marcando el pase por el medio, pero dejó atrás a todos los que le salieron. Ahí dije 'upa, este va a ser un fenómeno'", recuerda Almerares.

"Me llevó a la época del baby de Newell's, cuando agarraba la pelota y hacía lo que quería -dice Formica, que ya tenía vínculo en esa época-. Cuando llegó al primer entrenamiento, me dio un abrazo y se me pegó. Él era un recién llegado, todos los demás nos conocíamos. En el gol a Paraguay, cuando me acerqué a feli-citarlo, a los dos nos salió una sonrisa cómplice. Y después, cada vez que la metía, yo me acercaba para decirle 'gracias por volver'. Como una canción de Leo Mattioli que escuchábamos".

Ezequiel Garay, el capitán de ese equipo, recibió el trofeo que premiaba la victoria; un trofeo sin ostentación alguna, más propio de un torneo entre compañías de seguros que de un partido de selecciones, comprado un par de días antes por un empleado de la AFA. Se lo entregó Miguel Marotti, otro histórico de las oficinas del fútbol argentino, secretario de Prensa y Relaciones Públicas de Argentinos Juniors: "El entorno previo al partido estaba enfocado en el chico. Lo que vimos los experimentados de Argentinos con Maradona no lo vio nadie. Pero ese día también terminamos todos sorprendidos"

Cuatro dias después, la selección viajaria a Colonia para jugar contra Uruguay el segundo amistoso programado por orondona. Pablo Alvarado lo tiene presente: "Cuando ibamos a exterior, la AFA nos daba 50 dólares de viático a cada jugador. Esa vez no tenían cambio y a mí me dieron 100 para que le diera 50 a Leo. Le dije que apenas consiguiera, se los daría. El ni se preocupó, 'tranquilo, tranquilo'. Nunca conseguí cambio: le debo 50 dólares a Messi".