Guillermo Vilas

"Silencio, por favor": hoy canta Guillermo Vilas

Ya alejado del circuito, el mejor tenista argentino de todas las épocas incursionó como cantante de techno-house, la movida del momento en Buenos Aires. "Me desorientó mucho aquel corrimiento del rock", contó César Litvak, que cubrió el lanzamiento para El Gráfico en 1990.

Por Pablo Amalfitano ·

17 de agosto de 2022

GUILLERMO VILAS tuvo innumerables facetas en las que profundizó durante toda su vida. Su profesión de tenista, y vaya si era bueno en ello, le quedó corta. Muy corta. Entre tantas aventuras que decidió emprender hay que destacar un rubro: la música.

Después del primer retiro, en mayo de 1989 en Roland Garros, el mítico zurdo comenzó a edificar su nuevo desafío: la música techno-house. Soñaba, entre tantas otras cosas, con ser cantante, un objetivo que materializó en mayo de 1990, cuando se presentó, junto con su novia norteamericana Michelle Tomaszewski en los coros, en New York City y en Obras.

El periodista César Litvak, en El Gráfico entre 1983 y 1992, cubrió aquella primera aparición de Vilas como cantante, antes de lanzar su disco "Milnuevenoventa". Así comenzó el recuerdo: “Aquel Guillermo ya está definitivamente alejado del circuito. Empezó a coquetear cada vez más en serio con el famoso circuito Senior que organizaba Jimmy Connors y canalizaba la cuestión musical”.

La sorpresa, en aquel momento, fue que Vilas se haya movido del fuerte arraigo que tenía con el rock, sobre todo por su relación con Mark Knopfler, con los Stones y con el Flaco Spinetta, entre otras figuras.

"Me acuerdo que Guillermo me abrió de manera generosa su intimidad; llegué a estar en el backstage en New York City y creo haber tenido un pase por el estudio en el momento en el que grababa, en el barrio de Belgrano. Si hubo algo que me llamó la atención y en un punto me decepcionó, cosa que no recuerdo si tuve la valentía de decírselo, es que Guillermo, de perfil claramente rockero, empezara a coquetear con el techno y con el house, una música y una movida completamente incipiente de Estados Unidos y Europa, pero que acá era patrimonio de determinado ecosistema discotequero. Además era contrario a la tribu rockera”, profundizó Litvak.

---¿Por qué terminaste expresándote a través de la música house?---

Litvak fue directo con la pregunta, una de las tantas publicadas en mayo de 1990 en El Gráfico, en la nota titulada "¡Silencio, por favor: hoy canta Vilas". La respuesta tuvo su típico tinte Vilas: "Por varias razones. Por más que a mí me gusten los Rolling o tantos otros, sólo me gusta para escucharlos, no para hacer lo mismo. Es como cuando le ves una remera roja a alguien y decís: '¡Qué buena que le queda!", pero cuando vas a comprar una para vos elegís azul. Además el house es un estilo ideal para alguien como yo que no tiene mucha técnica musical y que da mucha libertad por estar en plena evolución".

Litvak, que tras su paso por El Gráfico se fue al diario Clarín, rememoró: “Guillermo hablaba de su gusto por los Stones, por Lou Reed, de su relación con Mark Knopfler y los Dire Straits, de su relación con Lars Ulrich, a quien tuvo en sus brazos porque jugaba con su padre Torben Ulrich. Es decir: tenía un background y su referencia local era la conocida amistad que tenía con el Flaco Spinetta. Me desorientó mucho aquel corrimiento”.

Claro, la producción musical del house es de pregrabados y le facilitaba la incursión en la música a Vilas porque, entre las pistas, sólo tenía que cantar. No había banda. No había más nada que eso. "Siempre fue un gran fan de la música pero nunca fue un dotado", sostiene Litvak.

“El disco fue una gran novedad. La nota mía fue la primera que dio detalles de lo que sería el disco de Vilas. No había muchos medios rockeros. El Gráfico estaba encima de aquel tema particularmente por mi gusto musical y por mi obsesión absoluta con el personaje Vilas, que estaba en mi radar porque siempre era nota: jugaba al tenis, o se retiraba del tenis, o era posible capitán de la Copa Davis o, en este caso, se metía en el mundo de la música. Fue una gran sorpresa”, expresó.

En aquella nota, en la que se lo ve a Vilas con camisa colorida, jeans ajustados y botas texanas, el periodista reflejó la postura del astro argentino tras el primer retiro: "Dejé porque no podía más. En los últimos tiempos había dejado de tener pasión por el tenis. Sentía dolor al jugar. Algún día espero volver a querer este deporte".

 

Imagen El Vilas rockero, en 1992, con su banda Dr. Silva.
El Vilas rockero, en 1992, con su banda Dr. Silva.
 

Sobre el bagaje rockero Litvak recordó: “En 1995, cuando llegaron los Rolling Stones a la Argentina por primera vez para hacer aquellos cinco River, llegué a dormir en el hotel porque tenía como objetivo conseguir fotos de ellos en la intimidad. Y ese tema me volvió a llevar a Vilas, porque era uno de los pocos invitados que frecuentaban la mansión de Keith Richards y Ron Wood. Después Guillermo tuvo intentos musicales, como Dr. Silva, que eran desafíos de corte netamente rockero. Después volvió a las fuentes". El colega Eduardo Bolaños, con la memoria intacta de aquellos tiempos para aportar en esta producción, lo dice de manera muy clara: "El disco de 1990 es sólo de Vilas; la etapa de Dr. Silva es otra cosa totalmente diferente, de rock, una banda con la que no grabó ningún disco".

En noviembre de 1992, en efecto, Vilas regresó a sus bases. Lanzó su banda de rock llamada Dr. Silva, en un claro anagrama de su apellido. La nota de El Gráfico de aquel momento, escrita por el entrañable Lucho Hernández, tituló: "Willy on the rock".

La presentación de la banda fue nada menos que en el programa Ritmo de la Noche, de Marcelo Tinelli. "En lugar de la raqueta con la mítica zurda empuñó el micrófono. Ya habían tocado en The Roxy y La Cueva, pero esta fue la presentación masiva de Dr. Silva", narró Hernández respecto del plantel que estaba integrado, entre otros, por Julio Sáenz, el manager del indio Solari.

Litvak, en su sentencia, se explayó: “La parte revolucionaria de Vilas no se dio a través del triunfo deportivo sino a través del cambio social de un deporte. Eso no lo hicieron ni los dos máximos exponentes del fútbol: Maradona y Messi no cambiaron en el plano social al fútbol porque el fútbol siempre fue popular. El único que cambió social y radicalmente un deporte que era elitista y se lo entregó a la gente fue Vilas a partir de 1974 con el tenis. Los triunfos son muy importantes per se, pero lo que lo llevó al bronce para siempre es el cambio de matriz social que generó en el deporte. Es el patrimonio de los pioneros, siempre insuperables por su condición de pioneros”.