Las Entrevistas de El Gráfico

1981. Patoruzú llegó a la Selección

Corre, quita, define… Víctor Hugo Heredia, uno de los nuevos que convocó Menotti. Comparte la alegría junto con su familia y amigos, pero también sabe de la exigencia que implica esta convocatoria.

Por Redacción EG ·

28 de abril de 2020

La biografía es breve. Pero la historia recién comienza hace siete meses. Domingo 14 de setiembre de 1980. Juegan Instituto y Talleres por el Nacional. Menotti está en el Estadio Córdoba. En un papel, que nos muestra por la sola razón de que ubicamos la butaca contigua, tiene dos nombres: José Daniel Valencia y Víctor Hugo Heredia. Al primero quiere verlo porque se acerca el Mundiatito. Al segundo, porque tiene buenas referencias y quiere saber algo más, cómo es, cómo juega... "Yo no sabía que Menotti estaba en la cancha y que me había ido a ver, me enteré cuando terminó el partido. Fue una gran emoción. Ahí me prometí a mí mismo luchar para llegar a la Selección. Con sólo pensar que Menotti se fijaba en mí, que era casi un desconocido, estaba obligado a hacer las cosas cada vez mejor".

En el papel del Flaco hay cruces que indican los movimientos de ese volante que tiene el 8 en la espalda. También un concepto: "bien en el primer tiempo, no tanto en el segundo; es luchador y maneja la pelota con criterio".

 

Imagen Con la casaca que lo llevé a los primeros planos. Entrada profunda de Heredia "con el número y la función que más me gusta, el 8". Partido con Independiente. Pogany a sus pies.
Con la casaca que lo llevé a los primeros planos. Entrada profunda de Heredia "con el número y la función que más me gusta, el 8". Partido con Independiente. Pogany a sus pies.
 

Ahí empezó la historia. Hace nada más que siete meses. La vida comenzó antes, en el mismo residencial San Roque donde vive desde que nació, un 17 de agosto de 1957. Y el fútbol, claro, con los pibes del barrio. La camiseta en serio llegaría mucho después.

"Recién firmé para un club cuando tenía 17 años, en 1975. Empecé a jugar en José Manuel Estrada, un cuadro de la primera 'C' del fútbol cordobés. Después me paré. Dos años sin jugar porque había que elegir entre los pesos para comer o la pasión del fútbol. Tenía dos trabajos, en una empresa constructora y un puesto en la Municipalidad de Córdoba. Hasta que en 1978 me compró Instituto en 100 millones de pesos viejos. Ya era otra la posibilidad, me aseguraban un sueldo".

Y como en todas las biografías, hay un puñado de nombres que ayudaron para que VICTOR HUGO HEREDIA fuera un aspirante a la historia. Son los desconocidos, los muchachos del barrio, los allegados, los que conocen a un dirigente, a quien le fueron a contar en tal o cual parte: "hay un jugador que tenés que ver". Y así fue. Por eso Heredia pide recordar: "al señor Artino, que me llevó a José Manuel Estrada; a Martín Altamarino, quien habló con el señor Honores que estaba vinculado a Instituto; y al comodoro Gutiez que era el presidente del club que finalmente compró mi pase". Y los otros amigos del residencial. Los muchachos de las calles que llevan el nombre de aviadores porque ahí muy cerca están la Fábrica Militar de Aviones y la Escuela de Aviación Militar: "Oscar, Pablo, Luis, Jorge, Walter, Cacho, Víctor y Daniel; con ellos jugaba en el equipo del barrio; ahora nos vemos poco porque trabajan toda la semana y los domingos no puedo yo...". Y está la familia: sus padres, Don Arturo y Doña Silvia; su mujer, Patricia, que le dará el primer hijo en junio; y hermanas, y suegros. Un clima familiar donde se "discute" mucho, porque los amores futbolísticos pertenecen a Belgrano y Talleres. "Todos son muy humildes, y por eso me corresponde ayudarlos en todo lo que pueda. Mis viejos me bancaron hasta segundo año del comercial, pero tuve que dejar porque en casa se necesitaba el peso. Así fue toda la vida y eso que se mataron laburando".

 

Imagen La emoción en la rueda familiar. Víctor, rodeado por su esposa, su madre y dos de sus hermanas, con la celeste y blanca. "La máxima ambición de mi vida es jugar el Mundial de España".
La emoción en la rueda familiar. Víctor, rodeado por su esposa, su madre y dos de sus hermanas, con la celeste y blanca. "La máxima ambición de mi vida es jugar el Mundial de España".
 

El jugador

Soy de temperamento fuerte. Me gusta jugar los noventa minutos con la misma intensidad. Correr, quitar y llegar para definir. Es el fútbol que siento desde pibe. El autopase (los hinchas de Instituto me llaman Patoruzú), esa jugada que yo hago y que a muchos les llama la atención, ya lo hacía en la cuarta división de José Manuel Estrada. Es un recurso más del fútbol, el que a mí me gusta, el limpio, el de toque y llegada. El que hicimos con Cayetano Rodríguez y ahora con el Coco Basile, y que es el de la Selección.

—¿Cuál es tu posición preferida?

—Jugando como 8, de tres cuartos de cancha para arriba. Creo que allí rindo mucho más, porque tengo otro panorama y la posibilidad de llegar al gol entrando por el lateral derecho. En cambio, cuando juego de 5, lógicamente no puedo irme arriba con tanta libertad, porque soy el relevo de toda la línea de cuatro y de los otros volantes que se mandaron.

—¿Qué significó Instituto en tu vida?

—Es el club al que le debo todo, porque me recibieron y todavía hoy me atienden con los brazos abiertos. Cuando llegué el técnico era Maschio, y Luis Pentrelli su ayudante a cargo de la reserva. Luis nos entrenaba y me dio indicaciones muy importantes: cómo tenía que pararme, ubicación, cómo correr la cancha. Luis me llevó a los entrenamientos de la primera, y ahí me encontré con tipos fenomenales como Olmedo, Palavecino y Miguel Enrique Rodríguez, que me ayudaron muchísimo. Lo mismo tengo que decir de los técnicos: desde el Bocha Maschio hasta Cayetano y el Coco, por el apoyo y el estímulo que me brindaron.

—Víctor, te acaban de nombrar para la Selección.

—En este momento la máxima ambición de mi vida es jugar el Mundial de España. Sé que hay grandes jugadores en los puestos que yo podría ocupar, pero voy a trabajar duro en lo que diga el técnico hasta que llegue mi oportunidad. No conozco a los muchachos de la Selección. De todas maneras, pienso que enseguida vamos a ser amigos porque me contaron que son grandes personas. Espero no defraudar a nadie, y menos a Menotti. –

—Basile dijo no hace mucho que te había puesto como 5 porque sos un jugador disciplinado dentro de la cancha, y que de una emergencia salió un estupendo volante tapón.

—Eso fue cuando jugamos con Boca este año. Tevez estaba suspendido y Basile me eligió a mí para tomar a Maradona en el embudo del área. Si hay que hacerlo lo hago, como pasó después en otros partidos, pero yo siento que rindo mucho más como 8.

—¿Tuviste algún ídolo de pibe?

—Si, Oscar Más. Es raro, un wing izquierdo, posición que yo nunca ocupé en una cancha.

Víctor Hugo Heredia ya no puede perder a nada. Decidió seguir ganando. Con su familia. Con su gente. Con los muchachos del barrio. Con los que lo llevaron por los caminos del fútbol, en José Manuel Estrada e Instituto.

 

Imagen "Soñaba con el llamado. Pero ahora que se produjo me cuesta creerlo. Espero no defraudar a nadie, y menos a Menotti."
"Soñaba con el llamado. Pero ahora que se produjo me cuesta creerlo. Espero no defraudar a nadie, y menos a Menotti."
 

César Luis Menotti, en una butaca del Estadio Córdoba, anotaba en un papel su nombre y su rendimiento. Nosotros lo vimos porque estábamos al lado. Esa tarde comenzó una historia que ojalá brille para siempre en España. Si así ocurre, en Instituto harán otra gran fiesta, porque como Ardiles y Kempes (dos hijos dilectos del club) Víctor puede volver con la gloria en la espalda. "Víctor Heredia" decía aquel papel de Menotti. Ojalá sea la página uno de la gran historia que queremos repetir.

NILO NEDER (Corresponsal en Córdoba)

Fotos: VICTOR SAAVEDRA