¡Habla memoria!

La noche en la que un equipo de fútbol asesinó a un juez de línea

En 1972, un simple partido de un campeonato amateur de Córdoba culminó de manera trágica en pleno campo de juego.

Por Julián Marcel ·

16 de abril de 2024

El partido era trabado, violento y jugado con mucho nerviosismo. La hinchada de Sportivo Rural de Santa Eufemia no estaba menos nerviosa que sus jugadores que disputaban un partido de cuartos de final del Campeonato Nocturno que organizaba el Club Central Argentino, de La Carlota, provincia de Córdoba, contra Belgrano Juniors de Arias. Estos abrieron el marcador a los 25 minutos del primer tiempo con un gol de cabeza marcado por Knutzen y, a partir de ahí, manejaron el encuentro con mayor tranquilidad. Sportivo Rural, dominado por la ansiedad ante el jugoso premio de 300 mil pesos que daba el trofeo, comenzó a jugar con más fuerza. 

La historia podría haberse quedado solamente en eso, una crónica deportiva de un partido disputado con cierta violencia por parte de uno de los dos equipos, pero el destino (cruel e inesperado) quería otro final: darle lugar a las páginas policiales.

 

Imagen Fachada del Club Central Argentino, de La Carlota, hacia 1972
Fachada del Club Central Argentino, de La Carlota, hacia 1972
 

"Hubo un problema con la luz y el partido se demoró un poco: empezó a las 23.10, más o menos. El partido venía fácil, ni siquiera se complicó cuando los de Arias hicieron el gol. Me habré equivocado en algún saque de banda...Ah, y en una ley de ventaja: corté un avance de Arias por foul. El delantero trastabilló y me pareció que se caía. Después siguió con la pelota...También tuve que llamarle la atención a Zabala, el D.T. de Rural, que estaba atrás del arco de su equipo y gritaba a los suyos que no se dejaran llevar por delante, que les pegaran. Le dije que se fuera para el lugar que le correspondía: el medio de la cancha. Todo iba bien hasta que cobré la mano del arquero fuera del área" (José Abel Fragoza, árbitro del encuentro) (*)

LA AGRESIÓN

A los 35 minutos del primer tiempo, cuando faltaba apenas un cuarto de hora para el domingo 6 de febrero de 1972, la situación cambió por completo: Fragosa le cobró a Busso, arquero de Sportivo Rural, una mano fuera del área,marcó tiro libre indirecto para Belgrano Juniors y, mientras armaba la barrera, Rubén García, mediocampista del equipo que iba perdiendo, le pidió que marcase los pasos para la barrera y no que los hiciera a ojo. Como Fragosa no hizo caso al pedido del jugador, éste lo insultó y se llevó la tarjeta roja. 

A partir de ese momento se originó un tumulto entre los jugadores de Sportivo Rural contra el árbitro que incluyó insultos y puntapiés. Este retrocedió para pedir garantías a los pocos policías que estaban en el estadio (vestidos de civil), y para secundarlo de la agresión apareció uno de los jueces de línea: Agustín Ángel Basso. Nacido en 1930, casado con Julia Elsa Ducuron y padre de cuatro hijos, Basso había conseguido el retiro del ejercito con el cargo de sargento músico, como tambor mayor de la banda. Siempre le había gustado el fútbol, tanto jugarlo como dirigirlo, al punto que llegó a ser referí de la Liga y de la A. F. A. en Entre Ríos. 

 

Imagen José Abel Fragoza, árbitro del trágico encuentro entre Sportivo Rural y Belgrano Juniors.
José Abel Fragoza, árbitro del trágico encuentro entre Sportivo Rural y Belgrano Juniors.
 

El línea se acercó junto con su banderín al lugar en donde estaba su compañero para tratar de calmar la situación, pero fue interceptado por Rubén García, el jugador expulsado, quien le dio una trompada. A pesar de la sorpresa del golpe, Basso intentó defenderse pero trastabilló y cayó al césped. En ese momento, y según el testimonio de testigos que incluían al mismo árbitro Fragoza, jugadores rivales e hinchas, enceguecidos de ira al menos dos futbolistas de Sportivo Rural empezaron a darle patadas en el suelo dirigidas al abdómen, la espalda y sobre todo la cabeza. En cuestión de segundos los policías controlaron la situación. El técnico de Sportivo Rural, Juan Carlos Zabala, agarró a García por los hombros y se lo llevó para el alambrado para tratar de calmar los ánimos. 

Rápidamente se acercaron para auxiliar a Basso, le hicieron oler alcohol y tras su reacción, Fragoza lo ayudó a levantarse. El ex miembro del ejército miró al árbitro y le preguntó: "¿El partido va a seguir?". Sin esperar respuesta, se desvaneció y fue llevado al vestuario. Ante la falta de reflejos, una ambulancia trasladó de urgencia al colegiado al Hospital Regional de Río Cuarto. Eran las 4:45 de la madrugada. 

LA MUERTE

"Nunca tuvo ningún problema. Los insultos no más, usted sabe cómo son esas cosas, pero ni botellazos ni nada. El sábado salió tan contento con su bolsito, alrededor de las cinco y media de la tarde. Yo lo esperaba cerca de las dos de la mañana. Pero no me alarmé cuando vi que no llegaba, pensé que se había demorado comiendo o algo así. Cuando me avisaron, a las cuatro y media de la madrugada, que estaba descompuesto, que había tenido un accidente, supe que estaba muerto. Ahora estábamos viviendo del retiro y de lo que cobraba como referí, entre 1.800 y 2.000 pesos, depende. Hasta llegó a cobrar 500 pesos. Pero no era por la plata, a él le gustaba de alma" (Julia Elsa Ducuron, esposa del juez de línea). (*)

Lo que parecía ser una internación severa por los golpes recibidos, terminó devastando a toda una familia: Agustín Ángel Basso, juez de línea, de 42 años de edad, había muerto por una conmoción cerebral debido a múltiples traumatismos, según rezaba la autopsia hecha por Pedro Miguel Verea. La sorpresa fue generalizada: el cuerpo de Basso no tenía ni moretones ni marcas que lo hicieran ver como víctima de una golpiza pero, según las declaraciones del mismo médico a los medios de época, estas eran "heridas cerradas: se producen muchas y pequeñas hemorragias cerebrales que provocan un paro bulbar. Bastan uno o dos golpes para que esto se produzca, pero a veces se pegan más de diez patadas en la cabeza y no pasa nada". 

 

Imagen Los jugadores de Sportivo Rural, de espaldas, brindan declaraciones a la prensa en la comisaría.
Los jugadores de Sportivo Rural, de espaldas, brindan declaraciones a la prensa en la comisaría.
 

El juez a cargp de la causa fue Mario Rafael del Barco, quien tomó la curiosa e inédita medida de arrestar y dejar incomunicado a todo el equipo de Sportivo Rural incluido su director técnico. Los implicados tenían entre 16 y 35 años y, como es la norma en los equipos amateur, todos trabajaban por fuera del club. Alguno era tractorista, otro tenedor de libros, había peones de campo, estudiantes, camioneros, etc. Todos detenidos. 

A medida que los testigos comenzaron a aparecer en el Palacio de Justicia de Río Cuarto, las sospechas más infundadas estaban centradas sobre tres jugadores de Sportivo Rural: Rubén "Flaco" García, marcador central de 20 años; Oscar "Gordo" García, mediocampista de 20 años, y Roberto "Jilguero" Llorente, delantero de apenas 18 años. 

En 1974, llegó la condena para estos tres jugadores: nueve años de prisión a cada uno. 

 

Imagen Agustín Ángel Basso, juez de línea (1930-1972)
Agustín Ángel Basso, juez de línea (1930-1972)
 


(*) Las citas entre comillas pertenecen a la nota: "Investigación sobre un equipo de fútbol acusado de matar a un linesman", escrita por Emilio Giménez Zapiola y editada por la revista Gente el 2 de marzo de 1972. 


Fotos de portada e interiores: Archivo El Gráfico.