¡Habla memoria!

Carlos Berlocq: escalera al cielo

A nueve años del triunfo de Argentina en la Copa Davis ante los galácticos de Francia, por los cuartos de final en el Parque Roca, el repaso de una profunda entrevista con Charly, aquel héroe del quinto punto, un remador que se vistió de tenista.

Por Redacción EG ·

08 de abril de 2022

EL INCREIBLE CHARLY. Su último festejo a lo Hulk, rompiéndose la camiseta al concretar la clasificación argentina a las semifinales de la Copa Davis, sólo pinta su dulce presente. Carlos Berlocq, sin embargo, no es un tenista que se instaló en la cúspide de la ATP hace años. Al contrario: nunca integró el grupo de los 35 mejores del mundo y siempre la corrió con nobleza desde atrás.

El primer gran obstáculo no le surgió en 2001, al convertirse en profesional, sino tres años antes, cuando casi abandona el tenis. “Estaba 40 de la Argentina en la categoría de 16/15 años, no ganaba partidos, la pasaba mal y se me había cruzado por la cabeza dejar de jugar. Pensaba en seguir con el colegio. Fueron meses duros, no tenía todo claro. En la competencia, me ponía muy nervioso y me presionaba para ganar. Además, todos se habían desarrollado bien menos yo, y el físico es importante a esas edades –explica–. Pero tuve la suerte de entrar a un Masters disputado en la Argentina, que servía como reordenamiento y para obtener una beca, con el objetivo de ir a la gira por Sudamérica. Yo no me había clasificado, aunque uno se bajó e ingresé. Si bien había llegado sin expectativas, empecé a jugar bien y salí campeón. Ese fue el clic para continuar en carrera”.

Imagen VIGENTE. Hombre de Chascomús, atraviesa el mejor momento de su carrera. Ya ingresó en la memoria del tenis argentino sin ser top ten.
VIGENTE. Hombre de Chascomús, atraviesa el mejor momento de su carrera. Ya ingresó en la memoria del tenis argentino sin ser top ten.


Sus primeros pasos tampoco fueron fáciles. “La pasé mal en mi etapa de Futures y Satélites (NdR: el tercer escalón del tenis profesional, hoy llamados ITF World Tennis Tour). Al meterte en el profesionalismo todo lo que hiciste en juniors ya no cuenta. A partir de ahí sos uno más. Por eso hay que recorrer un largo trecho hasta ser top 100, es difícil llegar y mantenerse. Colarse entre los mejores 100 del mundo se valora en el ambiente del tenis argentino, y aparecer entre los 150 o 200 también. Ahora, yo le doy importancia a un 300 porque sé lo que cuesta –señala–. Lo que más sufría en su momento era estar adentro de la cancha. Jugaba con nervios y presiones, y tenía malas actitudes, como tirar la raqueta, pelotazos, decir una mala palabra, hacer un comentario y afectar a un espectador. Parecía que era un maleducado, aunque me salía porque me superaba la situación. No la podía controlar”.

-¿Cómo puliste ese aspecto? Porque hoy no se te observa así.
-Se me destaca mucho mi fortaleza mental, pero no es natural. Estoy orgulloso de haberla mejorado y lo logré gracias a mis vivencias. Primero, considero el trabajo especial que hice con una psicóloga, que me ayudó a sacar cosas de adentro mío. Después, mi esposa (María Noel), que me conoce desde hace años, me enseñó muchas cuestiones, empezando por la escala de valores, que las aplico en la cancha. Ella me lleva cinco años y tenía una mayor estabilidad emocional que yo. Me hizo ver que esto es un trabajo y que perder un partido de tenis no es tan grave en comparación con cosas peores que te pueden ocurrir en la vida. Eso me sirvió para no amargarme tanto ante la derrota, porque no se acaba el mundo. Luego, el nacimiento de mi hija (Stefy) me consolidó aún más. Y, por último, aprendí durante el proceso de recuperación de mi lesión en la muñeca derecha. Paré cuatro meses en 2008, volví, me lesioné de nuevo y estuve inactivo ocho meses más. Por eso valoro cuando estoy sano para competir. Hoy me siento muy equilibrado adentro de la cancha. Esto lo encontré en los últimos años.

Imagen PROYECTA: "Ojalá vuelva a jugar la Davis", afirma.
PROYECTA: "Ojalá vuelva a jugar la Davis", afirma.
EL SEÑOR CHALLENGER. Berlocq se transformó el 14 de noviembre de 2011 en el argentino más ganador de torneos en esa modalidad, de tercer orden, poco difundida y hasta escasamente reconocida por los medios de comunicación. Su victoria ante Máximo González en Montevideo lo condujo a acariciar su estrella número 14. “Los Challengers me dieron un montón de satisfacciones. Jugué mucho ahí debido a que no ganaba partidos de ATP al principio, y bajaba para sumar puntos en el ranking. Y después porque estaba obligado a hacerlo tras volver de la lesión en 2010 (ganó ocho títulos entre ese año y el siguiente). De todas maneras, respeto a ese nivel, al igual que los Futures. Son aprendizajes, donde hay jugadores que tienen talento y están en la lucha”, enfatiza.

Sin embargo Charly no sólo guarda alegrías, sino también historias que lo marcaron. La segunda parte del festejo que mostró en el Mary Terán de Weiss, cuando se tiró en el polvo de ladrillo panza arriba y movía las piernas en el aire después de barrer a Gilles Simon en la Copa Davis, posee un antecedente: “También lo había realizado al ganar mi tercer Challenger ante Diego Hartfield. Fue el más importante porque era mi primer título en Buenos Aires y, además, terminé entre los mejores 100 en aquel 2005”.

¿Hay más? “Existe una muy curiosa. Antes de viajar a la gira europea de 2005 –su punta de lanza–, la empresa que me apoyaba se había negado a bancar a mi novia, hoy mi señora, para que me acompañara. Yo estaba furioso. Pero me habían prometido que si sumaba una cantidad de puntos imposibles, porque tenía que clavar como tres semifinales o ganar un torneo de cinco, ella se venía a la próxima gira. Yo hasta ahí no había conseguido nada en Challenger. Entonces, al segundo torneo que fui, en Turín, salí campeón. Ya al año siguiente, Noe se sumó y arrancábamos por Italia, donde yo había vivido seis meses. Le había hablado muy bien de ese país, porque los italianos son como nosotros: amables y macanudos. Bueno, fuimos a un restaurante con salad bar el primer día y yo me serví una montaña. Cuando pedí la cuenta, me intentaron cobrar tres veces ese plato por haberme servido una barbaridad. Y el tano de la caja se volvió loco: me gritó y hasta me amenazó con llamar a la policía. ‘Menos mal que eran buenos acá’, me comentó Noe entre risas”.

En conclusión, ¿qué enseñanza le dejaron los Challengers? “Valorar todo nivel en el que juegue. El error más grosero lo cometí durante mi primera temporada y media en los ATP. Participé en muchos torneos en 2006, era un mundo nuevo. Y sentía que cada semana significaba la oportunidad de mi vida. Me presioné de más, no disfruté ni rendí. No supe esperar tranquilo el momento. Pero la experiencia fue positiva porque después, cuando jugaba los Challengers, no me desesperaba por volver a los ATP. Y esa tranquilidad me llevó a los buenos resultados”.

Al Charly maduro le llegó la buena recién a los 29 años, en 2012: coronó su mejor ubicación en el ranking al ser 37 en marzo, redondeó una buena temporada en el circuito y se ganó la citación para disputar las semifinales de la Copa Davis ante República Checa. “Ya no le tengo que pedir nada más al tenis. Si sólo estuviera pendiente de mis torneos, sería un egoísta”, resume. Las dos derrotas, en dobles y singles, no lo demolieron. La negativa de Juan Martín Del Potro para la edición 2013 lo acercó al equipo, al igual que su nivel de top 100. El triunfazo frente al alemán Philipp Kohlschreiber por abandono en el quinto set no sólo representó el estreno del festejo a lo Hulk, sino un enorme punto de quiebre en su carrera. A partir de ahí metió semifinales en Viña del Mar, lo sacó Rafael Nadal en cuartos de final de San Pablo, barrió a dos top 22 en el Masters 1000 de Indian Wells –donde lo limpió Andy Murray, el número tres del mundo–, y colocó a Argentina en las semifinales de la Davis al vencer a Simon, el 13º del mundo, en el quinto punto. Por ende ya no se encuentra lejos de ganar un título de ATP. “No, puede llegar si mantengo el nivel. Le apunto al rendimiento, a redondear buenos torneos. Igual, si me retiro el día de mañana sin ningún título de ATP, no pasa nada. Ganarlo sería increíble, aunque no es inteligente pensar ahora en lograrlo”, asevera.

Imagen PATENTADO. Charly ya se rompió la camiseta en dos al derrotar a Gilles Simon. Festejo a lo Hulk, solo reservado para los triunfos en la Copa Davis.
PATENTADO. Charly ya se rompió la camiseta en dos al derrotar a Gilles Simon. Festejo a lo Hulk, solo reservado para los triunfos en la Copa Davis.
EL RELOJ MARCA LAS 12. Berlocq sigue entrenándose bajo un sol de mediodía que pega en la medida justa. Concentrado, trabaja de fondo y cerca de la red ante la mirada de Francisco Yunis, su entrenador, en el polvo de ladrillo de la cancha 3 del Tenis Club Argentino. Mientras lo espera Hernán Rojas –su preparador físico– para elongar, las señoras que disputan un partido de dobles en la cancha 1, no saben que el héroe argentino que selló el pasaje rumbo a las semifinales de la Copa Davis está a media cuadra de distancia. “No fui un héroe –admite con agilidad–. Los cuatro lo fuimos en todo caso, más el capitán y el resto del cuerpo técnico. Definí el quinto punto de la serie ante Francia, aunque sólo colaboré con el equipo, al igual que Pico (Mónaco), Horacio (Zeballos) y David (Nalbandian), porque todos ganamos un punto cada uno. Obviamente, es fuerte que la gente me diga por calle: ‘Gracias por lo que hiciste por nosotros; qué garra’. Encima, había sido una semana especial por las inundaciones”.

-Y hasta sacaste adelante tu partido interno: confianza versus miedos.
-Sí (risas). Lo que más me generaba temor era lo bueno que me pasaría si ganaba, porque íbamos a entrar en la historia y quizá nunca más volveríamos a contar con esa oportunidad. No tenía miedo a la derrota, sino que también me pesaba la caída ante Tsonga porque, por más lógica que fuera, sabía que le podía haber ganado. Era feo imaginar que podía tirar por la borda todo lo conseguido. Además dudaba de mi físico debido a que venía de jugar, justamente contra Tsonga, casi cuatro horas con intensidad. Pero puse los pies sobre el piso y me tomé el partido frente a Simon como un día más de trabajo.

-Y quedaste en la memoria del tenis argentino sin ser top 10. ¿Lo considerás así?
-Creo que sí, pero el equipo se metió en la historia. Logramos una hazaña, dimos un batacazo. Vencimos a Francia que vino con casi dos top ten y con una de las mejores parejas de dobles. Y nosotros enfrentamos a los franceses con nuestras armas: Pico estaba volviendo, David no estaba como contra Alemania, Horacio llegaba bien y yo soy un jugador que aparecía 71 en el ranking. Pero ahí entendés que la Davis es otra cosa, no importa tanto el circuito. Se jugó con el corazón en un ambiente hermoso.

-Si alguien hace tres o cuatro años te firmaba que serías la tercera raqueta argentina en la Copa Davis, lo tildabas de loco, ¿no?
-Y… Igual, lo que me llena es haber integrado el equipo. Yo lo miré desde afuera durante muchísimos años y había cracks como Coria, David, Juan Martín, Gaudio, Zabaleta, Puerta, Calleri, Chela, Acasuso, y ni hablar de todos los demás. De golpe, estar ahí, sacarse la foto con el equipo, es muy fuerte. Desde que debuté en la Davis, pienso que todo lo que me venga es bienvenido. No busco tanto más de lo que tengo. Si me lograra mantener, sería muy bueno.

-Sin guiarnos por tu mejor ranking, ¿esta es la mejor etapa de tu carrera?
-Sí, es el momento más importante, por lo que conseguimos este año: imponernos ante Alemania y Francia. Nunca lo olvidaré. De hecho mi triunfo ante Simon fue el más trascendente de mi vida.

-¿Un sueño?
-Ya cumplí todo en lo deportivo, pero si debo elegir uno, quiero ganar la Davis.

Por Darío Gurevich. Fotos: Emiliano Lasalvia
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Nota publicada en la edición de mayo de 2013 de la revista El Gráfico