¡Habla memoria!

Los partidos increíbles de la historia del fútbol (Parte I)

La primera entrega del repaso de Juvenal por partidos extraordinarios: la loca semifinal de 1970, los milagros de Boca y Estudiantes, el corner de Onzari en 1924, y el escandaloso gol “de la casilla”.

Por Redacción EG ·

27 de marzo de 2020

Si uno entra a hacer memoria comprueba que son muchos los partidos que tienen un desenlace ilógico, sorpresivo, inesperado y hasta increíble. Aunque seamos devotos de la lógica que acuerda mayores posibilidades de triunfo al equipo que tiene "la manija" técnica y psicológica del juego, la experiencia nos ha hecho entender que muchas veces entran en escena lo que solemos llamar "imponderables" y de pronto se produce el vuelco impensado.

¿Quién habría podido imaginar que ya superado el límite de los 90 minutos reglamentarios del primer partido eliminatorio del Nacional de 1970, la suerte podía cambiar tanto para San Lorenzo e Independiente? Tal vez algún optimista como el Lobo Fischer. Y nadie más. Porque San Lorenzo estaba listo. Era injusto, visto el despliegue hecho por el equipo de Boedo, pero ya el partido era de Independiente. Un Independiente tan especulador como afortunado. Pero más allá de los 90 minutos, en tiempo de descuento, llegó ese último centro de García Ameijenda, esa última entrada de Fischer a pelearla de arriba y el cabezazo del gol increíble, que entró cerquita del travesaño de Santoro en cámara lenta...

Imagen Terminaron los 90 minutos del partido normal y los hombres, extenuados, se toman un respiro antes de entrar en la media hora del alargue. Agua para Pastoriza. Mucha agua. Raímondo está tranquilo. No presiente, por supuesto, que el único penal no convertido cuando llegue la serie de penales para definir la semifinal con San Lorenzo, será el suyo. Y que ese penal le costará la eliminación a Independiente.
Terminaron los 90 minutos del partido normal y los hombres, extenuados, se toman un respiro antes de entrar en la media hora del alargue. Agua para Pastoriza. Mucha agua. Raímondo está tranquilo. No presiente, por supuesto, que el único penal no convertido cuando llegue la serie de penales para definir la semifinal con San Lorenzo, será el suyo. Y que ese penal le costará la eliminación a Independiente.
 
 

 Y a partir de ese momento, al consumarse ese empate agónico, cambió la suerte para los dos. En el alargue. San Lorenzo buscó más. Pero la gran chance de esa media hora decisiva estuvo en los pies de Giachello. Le dio mal y se lo perdió, cuando ya nadie podía levantar los pies en San Lorenzo y en Independiente. Llegaron los penales. Y allí también la suerte que les había faltado a los azulgrana en los primeros 90 minutos de la noche estuvo de su parte. Dos de los cinco penales de la serie inicial fueron mal tirados. Ayala pateó la tierra y Heredia le pegó media mordida. En un caso, lo imperfecto del tiro engañó a Santoro, quien se tiró al sitio lógico y la vio pasar lentamente por el medio del arco sin posibilidad de recuperarse. En el otro dio en el palo y se metió pidiendo permiso.

Llegó la última serie de penales. Y aunque Raimondo midió bien el remate al palo izquierdo de Irusta mientras el arquero iba hacia el otro lado, la pelota dio en la madera del arco y rebotó hacia el campo. Ahí perdió el partido Independiente. Y luego, lo único absolutamente lógico de la noche: el penal que desniveló el score fue convertido por Chazarreta, quien había sido el mejor hombre de la cancha. Dentro de la lógica que premiaba al jugador y al cuadro que más habían hecho por el triunfo, también se anotó el detalle increíble. Que fuera precisamente Chazarreta y jugando de volante, de armador, de conductor, en un equipo que había perdido una pieza tan importante como Telch en los primeros minutos de la lucha, el argumento fundamental de la victoria santa...

Imagen También están muertos los jugadores de San Lorenzo. El héroe de la noche, Chazarreta, es masajeado por D'Alessandro, arquero suplente. San Lorenzo llegó a estar 2 a 0 abajo y en tiempo de descuento, superado el límite de los 90 minutos, empató Fischer con un gol milagroso. A partir de ese empate del Lobo, cambiará la suerte para San Lorenzo.
También están muertos los jugadores de San Lorenzo. El héroe de la noche, Chazarreta, es masajeado por D'Alessandro, arquero suplente. San Lorenzo llegó a estar 2 a 0 abajo y en tiempo de descuento, superado el límite de los 90 minutos, empató Fischer con un gol milagroso. A partir de ese empate del Lobo, cambiará la suerte para San Lorenzo.
 

DOS MILAGROS DE BOCA

La semifinal San Lorenzo-Independiente fue realmente el partido más abundante en situaciones explosivas, insólitas e impactantes de los últimos tiempos. Pero la historia registra muchos encuentros que se resolvieron en medio de circunstancias asombrosas.

Boca protagonizó dos de esos partidos en el año que se fue. Uno, la tarde que empató con River en Avellaneda, al cabo de un partido en el que River lo tuvo al borde del nocaut. Si José María Silvero, entonces técnico boquense, hubiera podido tirar la toalla cuando iban 3 a 1 para que no llegara la goleada y el consiguiente baile, estamos seguros que lo habría hecho con la misma premura que un manager ante la paliza que le están dando a su pupilo. Y sin embargo, dos apariciones de Rojitas en zona de gol y dos descuidos increíbles de la defensa de River pusieron un 3 a 3 de asombro en un clásico que Boca perdía en forma absoluta y en toda la cancha.

El otro encuentro insólito de los boquenses en 1971 se produjo en La Plata la noche que le ganó a Estudiantes por 6 a 3. Fue raro el tanteador, porque hacía mucho tiempo que Boca no convertía tantos goles y que a Estudiantes no lo goleaban de esa manera en su reducto de la calle 1. Pero lo más curioso, lo excepcional, fue el record absoluto para el fútbol argentino de SEIS GOLES MARCADOS EN TRECE MINUTOS. Y que esos seis goles hayan llovido en el último cuarto de hora de un partido que iba bastante parejo, con Boca ganando 2 a 1. Estudiantes había arrancado ganando con gol del Bocha Flores, empató Orlando Medina, terminó el primer tiempo empatado en un tanto, a los 11 del segundo Potente puso en ventaja a Boca y a la media hora clavada empezó la fiesta...

Coch marcó el tercero. Estudiantes se lanzó al ataque intentando descontar y de contragolpe, Curioni puso el 4 a 1 a los 32 minutos. Los hinchas de Estudiantes empezaron a desfilar rumbo a la salida, tras el gol del cordobés, pero un minuto más tarde descontó Pagnanini. Y dos minutos después, a los 35, Spadaro puso el partido 4 a 3. Los hinchas platenses que habían llegado a la calle, volvieron apresuradamente ante la posibilidad del milagro que trajera el empate. Pero fue para presenciar, asombrados, dos nuevas muestras de la contundencia boquense: Curioni a los 38 minutos y Peña a los 43, llevaron las cifras hasta el 6 a 3 que nadie habría podido soñar un cuarto de hora antes...

Imagen Record de goles en menor cantidad de tiempo jugado: en trece minutos, Estudiantes y Boca se marcaron seis goles. Ocurrió en 1971. Este es el quinto, marcado por Curioni.
Record de goles en menor cantidad de tiempo jugado: en trece minutos, Estudiantes y Boca se marcaron seis goles. Ocurrió en 1971. Este es el quinto, marcado por Curioni.
 

 

EL MILAGRO DE ESTUDIANTES

 Esa cancha de Estudiantes fue escenario de partidos de esos en que la curiosidad y el milagro se dan la mano, en los albores del profesionalismo. En 1932 jugando contra San Lorenzo, el entonces llamado equipo de Los Profesores produjo un vuelco sensacional, que hasta hoy es fuente de recuerdo anecdótico para los pincharratas que no se cocinan con el primer hervor. Como es el caso del humorista Luis J. Medrano, creador de los Grafodramas, convicto y confeso hincha de Estudiantes.

Medrano estuvo en aquel partido junto con uno de esos amigos que tienen la costumbre de irse de la cancha cuando faltan diez o quince minutos. Sobre todo si su equipo está perdiendo. Y Estudiantes perdía fieramente. Sobre todo tomando en cuenta el poderío de su equipo y la calidad de su famosa delantera integrada por Flecha de Oro Lauri, el Conejo Scopelli, don Padilla Zozaya, el Piloto Olímpico Nolo Ferreira y el Indio Guaita. San Lorenzo había terminado el primer tiempo ganando por 3 a O. Y aunque Alberto Zozaya marcó un gol de penal a los 24 minutos del segundo período, todo parecía indicar que ese encuentro estaba perdido. Recuerda Medrano que a la media hora del segundo tiempo se fue hacia la salida arrastrado por la amigo y a una cuadra de la cancha escuchó el estruendo de un gol. Lo había marcado Zozaya, pero en aquellos tiempos sin radios a transistores, ellos no lo sabían. Y sucesivamente fueron llegando gritos de gol desde la cancha cada vez más lejana. Empató Ulises Uslenghi, aquel centre half uruguayo que bautizó "el rincón de las ánimas" al ángulo poste-travesaño. Y sobre la hora, faltando un minuto, Nolo Ferreira completó la proeza estudiantil con el gol del triunfo...

Imagen La delantera de Los Profesores. En 1932 este ataque de Estudiantes protagonizó una hazaña sensacional frente a San Lorenzo: Lauri, Scopelli, Zozaya, Nolo Ferreira y el indio Guaita. Linda línea para verla y para sentir la emoción del gol.
La delantera de Los Profesores. En 1932 este ataque de Estudiantes protagonizó una hazaña sensacional frente a San Lorenzo: Lauri, Scopelli, Zozaya, Nolo Ferreira y el indio Guaita. Linda línea para verla y para sentir la emoción del gol.
 


EL GOL DE LA CASILLA

Ese mismo año del 32, Estudiantes volvió a remontar un partido que tenía perdido y consiguió un gran empate frente al cuadro que era sensación de la temporada: el River de Bernabé Ferreyra. Terminó el primer tiempo perdiendo 3 a 1, pero en el segundo su vigorosa reacción le permitió descontar por mediación del Indio Guaita y empatar faltando cinco minutos con un gol de Lauri. Pero ese encuentro se recuerda por las circunstancias inusitadas en que fue concedido el gol de Estudiantes en el primer tiempo.

Bernabé Ferreyra convirtió un penal, el Alazán Santamaría puso el 2 a 0 y en un ataque estudiantil pateó Zozaya. La pelota, impulsada violentamente, rebotó en el arco, picó en tierra y volvió a la cancha. Mientras los jugadores platenses pedían el gol, el árbitro De Angelis hacía seguir el partido. Y se armó el gran lío.

 

Imagen Zozaya autor del tristemente recordado "gol de la casilla".
Zozaya autor del tristemente recordado "gol de la casilla".
 

 

El juez se fue de la cancha, estuvo 15 minutos en los vestuarios y cuando volvió a aparecer por la boca del túnel, se dirigió al centro del campo sancionando el gol que antes había negado. Versiones de la época dieron a entender que a De Angelis lo habían persuadido en los vestuarios de la necesidad de dar el gol, con la convincente exhibición de armas de fuego. Por eso aquel partido pasó a la historia como EL DEL GOL DE LA CASILLA... Pero la verdad histórica es que, si bien el gol fue concedido fuera de la cancha, se había producido efectivamente cuando el remate de Zozaya pegó en el travesaño y picó dentro del arco...


EL GOL OLÍMPICO

Históricamente el primer partido increíble del fútbol argentino se ubica en 1924. Y en un escenario que ya no exis-te pero que fue testigo de encuentros memorables: la vieja cancha de Sportivo Barracas. Allí enfrentó el seleccionado argentino al equipo uruguayo que recientemente se había consagrado campeón olímpico en Colombes.

La expectativa por ver en acción al mejor equipo del mundo en ese momento impidió que el partido se jugara en la fecha prevista porque la cantidad de público superó la capacidad de las tribunas y se produjo la invasión de la cancha. Se suspendió el juego y ante la exigencia de los campeones olímpicos se procedió a alambrar el contorno de la cancha. Desde entonces a esa protección se la llamó alambrado olímpico.

Imagen La pelota entra en el primer palo del arco defendido por el uruguayo Mazali directamente del corner ejecutado por Onzari.
La pelota entra en el primer palo del arco defendido por el uruguayo Mazali directamente del corner ejecutado por Onzari.
 

 El encuentro se realizó tres días después y los argentinos vencieron en notable actuación por 2 a 1. El detalle excepcional de esa tarde residió en la forma que se produjo el primer gol argentino. Pateó un comer Cesáreo Onzari, wing izquierdo de Huracán, y la pelota se introdujo directamente en el arco uruguayo. Pocos días antes se había modificado la regla respectiva, admitiendo la validez del gol directo a raíz de la ejecución de un comer. Le tocó a Onzari llevar a la práctica la innovación reglamentaria, con carácter de estreno absoluto y frente a los olímpicos uruguayos. Desde ese día, cuando se logra una con-quista así la llamamos gol olímpico...

 

JUVENAL (1972) . Rastreo estadístico: Pablo Ramirez