¡Habla memoria!

Inolvidables: Ismael Morgada

Empezó en Independiente pero se hizo grande en Gimnasia y Esgrima La Plata, integrando aquel equipazo que quedó en la historia como “El Expreso”. Como wing, trajo al fútbol moderno un sentido: el sentido del pase.

Por Redacción EG ·

12 de julio de 2019

Era el último de aquella gran línea y de aquel gran equipo que tuvo Gimnasia y Esgrima  La Plata. El último, por esa costumbre de empezar la lista en el arquero pera terminar en el wing izquierdo. A él sí que — como algunos otros hombres de su puesto — se le podría haber aplicado el refrán inglés: "Al último, pero no el último". Además, alcanzó a integrar el team histórico del 33, el famoso "Expreso", pero él era de antes. Se le notaba en el estilo. Había algo así, como un "armonioso desequilibrio" entre el juego de los otros, tan rápido, tan penetrante, y el de Morgada, de ritmo algo lento, más pensado. Exponente muy grato de una escuela, trajo al fútbol moderno un sentido que en poco tiempo se impuso corno una necesidad: el sentido del pase, suprimiendo la corrida y suprimiendo también el centro. Crack de auténtica clase, Morgada era de los que bajaban la pelota y se la llevaban o la pasaban a ras del suelo, con cálculo y suavidad. Muchacho del pueblo, bien apegado a la vida de la calle y del boliche, con veleidades de actor y otros atractivos personales, se operaba en él un cambio que en fútbol se ve con cierta frecuencia: en la cancha adquiría señorío, distinción, no sólo por su sentido del juego, sino por la manera de correr, de caminar, y por sus actitudes en plena acción. Le misma suavidad que empleaba para manejar la pelota y despedirla era un aspecto de esa su manera de ser. Esa delicadeza la encontramos en muchos bailarines de tango, en aquellos que le han dado categoría a la vieja danza orillera hasta pasearla sin violencia por los salones. Es que Morgada, muchacho del arrabal, llevaba en su porte la indolente elegancia en la que parecen darse la mano el compadrito y el gran señor. Teatro, fútbol y tango formaban la personalidad de Ismael Morgada, un puntero izquierdo que sabía del juego un rato largo.

Empezó en Independiente, pasó a Estrella de Berisso y se hizo grande en Gimnasia y Esgrima de La Plata: puntero y puntal de toda una época.

 

Imagen Ismael Morgada
Ismael Morgada
 

 

El Gráfico (1949).