¡Habla memoria!

1921. Los primeros criollos campeones

En Bs. As., Argentina vence a uruguayos, brasileros y paraguayos, sin recibir goles, y conquista su primer campeonato sudamericano. Las fotos y la evocación de un gol mitológico del futbol nacional.

Por Redacción EG ·

14 de junio de 2019

Fué en 1921 que se ganó por vez primera y han de recordar los aficionados el viejo field ya desaparecido de Sportivo Barracas que fue escenario de la conquista. El fútbol estaba entonces dividido y el team de la Asociación se basaba en el aporte máximo de Boca Juniors y los rosarinos. En ese 1921 se gustó la ansiada satisfacción de vencer a uruguayos, brasileños y paraguayos, y terminar el campeonato sin ningún gol en contra.

 

Imagen Equipo Argentino: Tesoriere, Delavalle, Solari, Alfredo López, Bearzotti, Celli; (abajo)) Calomino, Libonatti, Gabino Sosa, Echeverría, Chavín.
Equipo Argentino: Tesoriere, Delavalle, Solari, Alfredo López, Bearzotti, Celli; (abajo)) Calomino, Libonatti, Gabino Sosa, Echeverría, Chavín.
 

Pero un acontecimiento se une al suceso por lo extraordinario: Paraguay derrotó a Uruguay por 2 e 1 y nos mostró el vencedor, entre otras, a dos figuras que habríamos de seguir admirando: el centrehalf Fleitas Solich, de lo mejor que haya actuado en nuestras canchas, y el insider Rivas, cuyo recuerdo hubiera sido más grande al no haber pasado varios de sus mejoras años en una ciudad donde no se practica tan intensamente el fútbol. Esa victoria paraguaya significó el campanazo del certamen.

 

Imagen Los paraguayos Fleitas Solich y Rivas, en su etapa como entrenadores.
Los paraguayos Fleitas Solich y Rivas, en su etapa como entrenadores.
 


LIBONATTI EN BARRACAS

Fué el 30 de octubre de 1921. La fecha de aquel gol memorable, no sólo por su factura emocional sino por su trascendencia. Para dar más fuerza de realidad a esta evocación tenemos la suerte de poder decir: "Yo estaba; yo lo vi..." Era en el viejo y ya desaparecido estadio de Sportive Barracas, inaugurado el 25 de mayo de 1920. No había entonces una cancha más cómoda ni de mayor capacidad. Cuarenta mil personas bien prensadas. Ni de madera ni de cemento. En vez de gradas, había una especie de terraplén, con junturas de madera cada tres metros. Sobre ese terraplén se apiñaban los espectadores, debiendo cuidar tanto al espectáculo como al propio equilibrio. Arriba, donde terminaba la barranquita de tierra y carbonilla, corría de punta a punta una explanada y en el centro de ella se levantaba la tribuna de madera, "recinto oficial".

 

Imagen Una panorámica del estadio de Sportivo Barracas en el Sudamericano de 1921.
Una panorámica del estadio de Sportivo Barracas en el Sudamericano de 1921.
 
El campo de juego venía a estar en un foso, rodeado por una pista y cercada ésta por gruesa cadena amarrada a robustos pilotes que eran como mojones. Todo el perímetro de la cancha estaba circundado por una zanja que al principio tenía agua, pero que finalmente quedó seca por-que allí se caían demasiado a menudo, no ya la pelota, sino los jugadores y hasta los espectadores que ya entonces tenían cuestiones personales...

El palco de periodistas era la terraza de los vestuarios, que se habían construido en un lado ligeramente inferior al campo de juego Y Por eso le llamaban ¨túnel¨, sin que hubiere túnel ni cosa por el estilo. De la comodidad de tal ¨palco¨ puede dar idea el saber que se hallaba ubicado en un ángulo del campo y no tenía puerta ninguna, de modo que allí se instalaba el que llegaba primero…

 

Imagen JULIO LIBONATTI, JUGADOR DE NEWELL´S DE ROSARIO, FUE EL GOLEADOR DEL CERTAMEN CON TRES GOLES. FUE EL PRIMER FUTBOLISTA ARGENTINO QUE EMIGRÓ PARA JUGAR EN EUROPA.
JULIO LIBONATTI, JUGADOR DE NEWELL´S DE ROSARIO, FUE EL GOLEADOR DEL CERTAMEN CON TRES GOLES. FUE EL PRIMER FUTBOLISTA ARGENTINO QUE EMIGRÓ PARA JUGAR EN EUROPA.
 

Desde el ¨recinto oficial¨. –léase tribuna de madera, más o menos como la que Racing conserva todavía- asistimos a ese partido final de campeonato sudamericano de 1921 entre argentinos y uruguayos. El desarrollo completo del juego deben haberlo visto la cuarta parte de los presentes – como ocurrió el año siguiente cuando debutaron los vascos,- tal era la cantidad de aficionados que había concurrido. Delante de la tribuna, para dar sitio a varias personalidades, se levantó uno de esos palquitos de madera que se usan en los corsos. Las personalidades estaban, pero no vieron nada porque apenas empezó el match invadieron ese palquito los muchachones, trepándose como podían, y por toda la tarde taparon la visual de los invitados.

No es del caso hacer aquí la crónica del encuentro. La verdad es que fué una lucha recia, emotiva y de calidad. El cuadro uruguayo estaba constituído así: Belouta; Benincasa y Foglino; Molinari, Zibecchi y Broncini; Somma, Romano, Piendibene, Casanello y Cempolo.

 

Imagen El team uruguayo.
El team uruguayo.
 

 

Imagen El seleccionado argentino antes de la final.
El seleccionado argentino antes de la final.
 

Los argentinos formaban con Tesoriere; Celli y Bearzotti; López, Dellavalle y Solari; Calonaino, Libonattí, Saruppo, Echeverría y González. Este González, Vicente, era un mendocino considerado como niño precoz, al que hubo que ponerle pantalón largo y obtener permiso de los padres para que hiciera el viaje. Los uruguayos tenían que ganar. Los argentinos se conformaban con empatar, pero todos clamaban por un epílogo triunfal. El primer período terminó sin goles.

 

Imagen UN CORNER TOMADO POR CALOMINO, PONE EN PELIGRO LA VALLA DEFENDIDA POR BELOUTAS. FOGLINO ALEJA LA PELOTA DE UN CABEZAZO.
UN CORNER TOMADO POR CALOMINO, PONE EN PELIGRO LA VALLA DEFENDIDA POR BELOUTAS. FOGLINO ALEJA LA PELOTA DE UN CABEZAZO.
 

 

Imagen TESORIERE, ARQUERO ARGENTINO, REALIZA UNA DE SUS TANTAS ATAJADAS, HACIENDO GALA DE GRAN AGILIDAD Y COMPLETO DOMINIO DE SU DIFÍCIL PUESTO.
TESORIERE, ARQUERO ARGENTINO, REALIZA UNA DE SUS TANTAS ATAJADAS, HACIENDO GALA DE GRAN AGILIDAD Y COMPLETO DOMINIO DE SU DIFÍCIL PUESTO.
 

 

Imagen BELOUTAS, ARQUERO URUGUAYO, DESVIA CON DIFICULTAD UN RECIO REMATE DE SARUPPO, CONCEDIENDO CORNER.
BELOUTAS, ARQUERO URUGUAYO, DESVIA CON DIFICULTAD UN RECIO REMATE DE SARUPPO, CONCEDIENDO CORNER.
 

A los doce minutos de la segunda etapa se produjo el gran sacudón, el golazo histórico, la jugada trascendental: Solari habilitó al puntero González y éste, entrando un poco hacia el centro, envió la pelota a media altura. Tiró Saruppo con más cálculo que fuerza, pero Belouta alcanzó a desviarla, aunque sin retenerla. Y fué entonces que, con el aliento en suspenso, crispados los puños, dilatadas las pupilas, entrevimos la posibilidad del gol. Belouta había quedado en el suelo y ahí cerquita estaba Julio Libonatti. Podía llegar antes que ningún otro a la pelota. Gritamos como gritan los chicos en las películas de miedo: "¡Ahí! ¡Ahí!" Queríamos avisarle a Libonatti, por si él no se había dado cuenta. Nos pareció que nos había oído cuando, sereno, sin apuros, tocó suavemente la pelota en dirección a la red. Pero lo hizo también con tan extrema delicadeza que fuimos contando centímetro a centímetro como quien cuenta los segundos de un knock out. Hasta que la redonda atravesó la línea, sonó el silbato, atronaron el aire los gritos de júbilo, se alzaron los brazos, volaron los sombreros y tembló el palquito de corso con personajes y todo... Los argentinos habían ganado el campeonato sudamericano.

 

Imagen La multitud, presa de un enorme entusiasmo, invade la cancha al final del partido y conduce en andas a los argentinos y a los uruguayos.
La multitud, presa de un enorme entusiasmo, invade la cancha al final del partido y conduce en andas a los argentinos y a los uruguayos.
 

El Gráfico (1949)