¡Habla memoria!

1946. Una cátedra en casa propia

Argentina gana invicta el Sudamericano de 1946, enfrentando en la final a Brasil. Lujosos delanteros, como Labruna y Méndez, regocijan a los espectadores pese al juego violento que genera batallas entre los futbolistas.

Por Redacción EG ·

17 de enero de 2018
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Hacía calor en ese verano de 1945. La inseguridad de los fuertes cambios políticos la sufrían menos los hinchas de River, campeón luego de dos años favorables a Boca. A fin de año, la Selección Argentina, dirigida por Guillermo Stábile, se presenta en la copa Roca. Arranca con todo ganándole en San Pablo a Brasil por 4 a 3, pero las lesiones de Tucho Méndez y Salomón los dejan afuera en los partidos siguientes y el equipo local obtiene el máximo lauro en Río de Janeiro.

“En el Sudamericano a jugarse en Buenos Aires tendremos ocasión de comprobar si esa virtud (la predisposición al gol y las ganas de vencer de Brasil) fue puramente circunstancial, como resultado de la exigencia popular hacia la victoria a toda costa”. Más adelante, Guillermo Stábile, el técnico argentino esgrimirá una curiosa causa de las dos derrotas argentinas: “A los dos cotejos sostenidos en Río de Janeiro se les rodeó de un ambiente para nosotros extraño, completamente desconocido y que incidió parcialmente en sus resultados. La incesante explosión de petardos en enormes cantidades, con fragosidad indescriptible, si bien no fueron los que depositaron la pelota seis veces en el arco de Vacca, rodearon a esos partidos de un clima totalmente nuevo para nosotros”.

Con esas expectativas se jugaría, pocos días después, el Campeonato Sudamericano de 1946.

CON ESA DELANTERA…



Imagen NORBERTO Méndez con el jopo al viento y la pelota contra el piso, frente a los uruguayos. Tucho, además, le puso música al campeonato.
NORBERTO Méndez con el jopo al viento y la pelota contra el piso, frente a los uruguayos. Tucho, además, le puso música al campeonato.
Los suspensores CASI, la casa Sudamérica Sports y Olavarría Deportes desean felicidades para el nuevo año, mientras se aconseja “Empiece bien el año con un (cigarrillo) Arizona en sus labios”, todo en el número especial de El Gráfico dedicado a los campeones de 1945, con Adolfo Pedernera en la tapa, el doble de páginas (100) y el cincuenta por ciento más caro (0,30 centavos).

Una semana más tarde, arranca la cobertura del Sudamericano con estadísticas e historias. Argentina defiende el título conseguido un año antes, en Santiago de Chile. El técnico de la celeste y blanca escribe una nota con su firma: “Vamos a tener bravos rivales pero podemos ganar”. Era el cuarto campeonato que dirigía a la Selección, y el primero en su país; y esto le resulta “Una honda satisfacción que entraña una responsabilidad grande”.

El 18 de enero de 1946, El Gráfico publica una nota de la ceremonia inaugural nocturna del Sudamericano en cancha de River, y de la deslucida victoria del “team” local sobre Paraguay por 2 a 0, con goles de Vicente de la Mata y Rinaldo Martino. “Los grandes encuentros, aquellos en los que se ha podido ver fútbol, se produjeron siempre con los uruguayos y brasileños. Es decir, frente a los conjuntos de mayor calidad… No debe extrañar, entonces, que en el match del sábado último, el equipo local haya mostrado su superioridad, pero nunca en forma concluyente y mucho menos ofreciendo un match de jerarquía”.

Imagen CAMPEONAZOS. El equipo que venció a Brasil y se consagró otra vez campeón sudamericano: Guillermo Stábile (DT), De la Mata, Méndez, Pedenera, Labruna, Loustau (arriba). Salomón, Sobrero, Fonda, Strembel, Vacca (arquero) y Pescia. Mezcla exacta de calidad
CAMPEONAZOS. El equipo que venció a Brasil y se consagró otra vez campeón sudamericano: Guillermo Stábile (DT), De la Mata, Méndez, Pedenera, Labruna, Loustau (arriba). Salomón, Sobrero, Fonda, Strembel, Vacca (arquero) y Pescia. Mezcla exacta de calidad
En los roces, sale perjudicada la Argentina, que pierde por expulsión a Mario Boyé (en Paraguay, ve la roja Villalba). El partido toma una tónica mucho más agresiva que la que muestra la foto de instantes antes de rodar la pelota, cuando departen amigablemente los dos capitanes: el argentino Salomón y el paraguayo Benítez Cáceres, ex compañeros en Racing.

El Gráfico de la semana siguiente trae en tapa a un joven Oscar Alberto Furlong, que descollaría cuatro años después en el Campeonato Mundial de Básquet en el Luna Park. Pero la primera nota es, otra vez, el Sudamericano de Fútbol y, en este caso, la aplastante victoria nacional sobre Bolivia por 7 a 1. El elenco argentino “tuvo un excelente desempeño a partir del momento en que se asentó la línea media.

El entendimiento en el ataque llegó a ser perfecto”. Y como para no serlo, con Salvini (2 goles), Méndez (2), Pedernera, Labruna (2) y Loustau (1). El técnico y las circunstancias habían dejado afuera del primer partido a Boyé, De la Mata, Pontoni y Martino. Eso es tener jugadores para elegir. El único que no marcó fue Pedernera, pero “con su colocación un tanto retrasada fue sirviendo pases a las puntas o cortando a sus insiders para que ellos entraran en posesión de la pelota en posiciones muy favorables”. Como lo describe el half de Independiente Pepe Battagliero, presente en el estadio: “La pisa… mira… da dos pasos... vuelve a pisarla… hay que marcarlo con una tiza”.

El primer día de febrero, el artículo sobre la victoria argentina 3 a 1 ante Chile se publica, por primera vez en el Sudamericano, con firma: Borocotó. Arranca comentando la rudeza del partido: ya a los dos minutos, la Argentina –que forma con la misma delantera que en el cotejo anterior– se queda sin Salvini por un choque contra el arquero Fernández. Con Boyé suspendido por todo el torneo, ingresa René Pontoni. “Hagan fútbol que ganamos. No se dejen arrastrar a otro juego. Actúen con serenidad, que la clase va a imponerse”, eran las palabras de Stábile. Pero la presión de la tribuna podía más y “al ir al foul, el team argentino salió perjudicado. Habrá demostrado hombría pero eso interesaba menos que jugar bien y ganar poniendo de manifiesto su superioridad”. Pese a todo, dos goles de Labruna y otro de Pedernera liquidan el pleito. En San Lorenzo, entre tanto, se disputa un gran partido, que adelanta, de alguna manera, la final del Campeonato del Mundo de 1950, pese a que en este caso Brasil vence a Uruguay por 4 a 3.

Imagen DIPLOMADO. Don Guillermo, el técnico que supo conducir a un conjunto ideal.
DIPLOMADO. Don Guillermo, el técnico que supo conducir a un conjunto ideal.
“Sin apuro y sin susto se le ganó a Uruguay”, titula la nota Félix Frascara en el siguiente número, con el detalle curioso de que se les da crédito a los fotógrafos: Pliego y el recordado Alfieri. Pedernera, Labruna y Méndez marcan los tres tantos argentinos, mientras que Riephoff anota el uruguayo para el 3 a 1 en San Lorenzo. La diferencia en el campo fue mucho más grande: Méndez estrelló la pelota en el palo en dos oportunidades y la Argentina pretendió “no descuidarse nunca y jugar para ganar con exclusión absoluta de lo innecesario”. Todo el interés se cifra ahora en el encuentro ante los brasileños, que definirá al campeón. Frascara es claro: “Cada una de las presentaciones del seleccionado argentino en este Campeonato Sudamericano ha sido vista con los ojos puestos en el que se consideró, casi desde el principio, como el encuentro decisivo del torneo; es decir, en el partido a jugarse pasado mañana contra los brasileños… se cree que para ganarlo tendrá que superar las cuatro presentaciones ya vistas, tanto en el orden individual como en la fuerza de conjunto”. Y llega la esperada final a las 18 horas, con sol y lluvia, en River: Argentina gana 2 a 0 y una sola mancha empaña el festejo: la quebradura de tibia y peroné del capitán Salomón, que provoca un comentario editorial y solidario de la revista. Por lo demás, todo es carnaval, con una maravillosa actuación de Vacca; Salomón (Marante) y Sobrero; Fonda, Strembel (Ongaro) y Pescia; De la Mata, Méndez (autor de los dos goles; llevado en andas al final del partido), Pedernera, Labruna y Loustau.

Imagen PARTE DEL PUEBLO. Tucho Méndez, estrella del torneo, era requerido tanto por los hinchas como por las fanáticas. El hombre nunca dejó de cumplir, igual que en la red.
PARTE DEL PUEBLO. Tucho Méndez, estrella del torneo, era requerido tanto por los hinchas como por las fanáticas. El hombre nunca dejó de cumplir, igual que en la red.
A los dos fotógrafos citados se les suman Kikuchi y Palazzo, mientras que los comentarios de la nota central surgen de la pluma de Frascara, indignado porque el partido “duró nada más que veintiocho minutos, es decir hasta que explotó la bomba de la agresión colectiva. Salomón caído tras un encontrón con Jair; Fonda y Strembel persiguiendo a Chico y a Jair; puñetazos y puntapiés; revuelo general, confusión, zancadillas, palos”. Una verdadera batalla campal con policías pegando a mansalva que, reglamentariamente, solo termina con la expulsión de Chico y De la Mata, luego de una detención de ¡71 minutos! “Sobró delantera”, será el apropiado título de una nota del siguiente número cuyo cuarteto de tapa lo integran Labruna, De la Mata, Martino y Méndez. Y habrá notas para Loustau y para la límpida trayectoria de Salomón, cuya foto con Stábile ocupará la venidera portada junto con un póster a todo color del equipo y una nota a “O terror do Brasil”, Norberto Méndez, autor de los cinco últimos goles a Brasil, en las dos victorias finales de los dos últimos Sudamericanos. Pavada de crack.

Néstor Saavedra (2009).

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