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Rompió el silencio atroz: la confesión de Ahumada

El mediocampista fue capitán y referente de River y se alejó de la hinchada tras el fatídico 8M.

Por Redacción EG ·

26 de mayo de 2024

OSCAR AHUMADA rompió el silencio, redundancia aparte, sobre aquel fatídico día del "Silencio atroz", la declaración que decretó su quiebre definitivo con la hinchada de River.

El 8 de mayo de 2008 quedó en la historia. El Millonario se despidió en octavos de final de la Copa Libertadores a manos de San Lorenzo en el Monumental. ¿Qué sucedió? El Ciclón había ganado la ida por 2-1 pero perdía 2-0 en Núñez y jugaba con dos hombres menos, tras la expulsión de Diego Rivero y Jonathan Bottinelli.

Matías Abelairas y Abreu, de penal, habían puesto en ventaja al equipo de Diego Simeone, pero con dos jugadores menos el conjunto de Ramón Díaz igualó a través de un doblete de Gonzalo Bergessio, una ráfaga que silenció a la hinchada de River.

Ahumada disparó, días después del partido: "Yo el otro día noté algo en la cancha, cuando San Lorenzo nos hizo el 2-1, que el estadio se enmudeció. Yo he jugado en cancha de Boca, ganando 2 a 0 y la gente de Boca se nos caía encima. Yo a veces pienso que la gente se equivoca, porque es cuando más necesitamos de ellos. El otro día un sector de la platea empezó a cantar en contra y el resto de la cancha a favor y eso me gustó. La hinchada influye y bastante. Cuando uno siente el aliento permanente, reacciona. Pero cuando se sintió ese silencio atroz, porque fue un silencio muy grande, también se sintió en la cancha". 

La pasé mal, horrible. No esperaba para nada eso. La sensación que yo tuve ese día adentro de cancha en el partido contra San Lorenzo, vuelvo a decirlo, fue de silencio. La cancha, mis compañeros, nos callamos todos. Se sintió una energía negativa total. Lo viví feo porque es fútbol y uno se puede equivocar, pero ahí entra el fanatismo donde ya se ve involucrada la persona“, rememoró ahora el ex mediocampista y capitán de River, nada menos que 16 años después, en diálogo con La Nación.

“Por ejemplo, un día estaba enfrente del colegio de mi hija comiendo y pasó gente que me empezó a insultar. La pasé feo. También hubo personas que me apoyaron en el sentido de que fue una cagada la declaración, pero después fue un maltrato constante. Ni hablar de lo que fue la cancha al siguiente partido y el resto, cómo me insultaban. Sentí dolor y tristeza. Te sentís como si fueses un presidente que les robó a todos. Fue extremo. Se pone el ojo demasiado fuerte ahí cuando hay cosas que pueden ser más importantes. Lo sufrí, me lo hicieron sufrir y después de ahí me fui a México. Fue un quiebre. A mí la gente me quería mucho y de golpe pasé a ser prácticamente un enemigo, influyó mucho. No esperaba tanta repercusión. Fue un comentario que hice en caliente a razón de que al partido siguiente contra Gimnasia cuando salimos a jugar nos tiraron maíz y pañales“, agregó.

El partido del 8M 
La fatídica eliminación de River.