¡Habla memoria!

El clímax de la rivalidad Boca-Independiente: las finales internacionales

El Xeneize y el Rojo se verán las caras mano a mano este lunes y El Gráfico rememora la génesis de la pica copera.

Por Pedro Basla ·

19 de mayo de 2025

La rivalidad entre Boca e Independiente es una de las más importantes del fútbol argentino: el historial, que ahora comanda el Xeneize, estuvo durante muchos años liderado por el Rojo; la tabla de títulos internacionales lo tiene 22-20 al conjunto azul y oro, pero el Diablo lo aventaja en la conquista de Copas Libertadores con siete contra seis.

Durante toda la historia los duelos entre dos de los equipos más tradicionales del país tuvieron sus atractivos, pero el clásico tocó su apogeo en las finales que disputaron en la Supercopa de 1989 y la de 1994, con jugadores de antaño en ambos planteles.

Un grito esperado, Boca campeón

El Metropolitano 1981, con Diego Armando Maradona, había sido el último título de Boca hasta fines de la década. En el medio, la crisis más importante de su historia, con la mayor agudización en 1984: deudas por doquier, números pintados y el fantasma de la quiebra muy cerca.





Para 1989 el conjunto azul y oro ya gozaba de cierta salud futbolística, pero una sequía de ocho años en un club tan grande comenzaba a pesar. En la actualidad lleva poco más de dos años y, de no ganar el presente Torneo Apertura 2025, las críticas a la dirigencia y al plantel no tardarán en llegar.

En el Torneo de Primera División de la temporada 1988/89, Independiente se había coronado y el Xeneize había arañado el segundo puesto, aunque rápidamente tendría revancha en la Supercopa.
 




Con el Cai Aimar en el banco, Racing y Gremio fueron los escollos que superó en cuartos de final y semifinales, de manera respectiva. En la primera final en La Bombonera contra el Rojo el encuentro terminaría con un empate 0-0.

José Luis Cucciuffo, Claudio Marangoni, Blas Giunta, Carlos Fernando Navarro Montoya, Juan Simón, José Daniel Ponce y Alfredo Graciani, que tuvo la chance más clara del encuentro y pegó en el palo, eran algunos de los baluartes del equipo que escribirían su nombre en la historia aquella noche en Avellaneda.

“Un grito esperado: ¡Boca campeón!” fue el título de El Gráfico, en su edición extra por la coronación. “Los tiros desde el punto penal tuvieron la última palabra y dieron su veredicto: Boca campeón de la Supercopa. Atrás quedaron los 180 minutos sin goles, en los que apenas se sacaron alguna ventaja”, inició aquel texto.

 

Imagen Todo Boca celebró la Supercopa 1989. Foto: Archivo El Gráfico
Todo Boca celebró la Supercopa 1989. Foto: Archivo El Gráfico
 

Entre las 10 razones que explicaron la victoria en la tanda, la primera llama la atención: "Porque supo sacarse del alma el complejo Independiente".

“Esa repetida sensación de inferioridad que venía soportando el cuadro xeneize cada vez que tenía que enfrentarse con los Rojos, ese quedo espiritual que le quitaba reflejos, vigor, entereza cuando enfrente estaban Bochini y sus 10 compañeros  […] El mayor mérito fue enfrentar a los fantasmas del pasado reciente y derrotarlos”, reflejó, como explicación a aquella máxima, la crónica de la época.

Curiosamente ahora es el equipo de Avellaneda el que lleva 13 años sin triunfar en La Bombonera y arrastra un historial muy desfavorable en los últimos tiempos: en lo que lo va del Siglo XXI, en cualquier escenario, apenas lo venció seis veces.

El trámite del partido había sido muy parejo y de gran esfuerzo físico para ambos y a la hora de los penales, los entrenadores eligieron a los experimentados. Ponce, Marchesini, Latorre, y Stafuza convirtieron para Boca; Bianco, Altamirano e Insúa lo habían hecho para Independiente.

El punto cúlmine de la noche llegó cuando Luis Artime remató para igualar la serie a cuatro, abrió el pie y Navarro Montoya le tapó el disparo, que después pegó en el palo y salió. La desilusión en las tribunas locales repletas de la Doble Visera fue total. 

Imagen La tapada de Navarro Montoya a Artime. Fotos: Archivo El Gráfico
La tapada de Navarro Montoya a Artime. Fotos: Archivo El Gráfico


Ni más ni menos que Giunta tuvo en sus pies la responsabilidad de devolverle la gloria a su equipo. El aguerrido volante central cruzó su remate y al cruzar la línea, un grito ensordecedor de ‘gol’ bajó de la general visitante. “Tenía decidido patear ahí, a la derecha del arquero. Cuando lo vi moverse, lo tiré más despacio para asegurar”, subrayó.

 

Imagen Giunta, el gran héroe de Boca en la noche de Avellaneda. Foto: Archivo El Gráfico
Giunta, el gran héroe de Boca en la noche de Avellaneda. Foto: Archivo El Gráfico
 

La desenfrenada corrida del número 8 para festejar con los hinchas simbolizó el cambio de época: las penurias por los problemas económicos quedaban atrás y nacía el combativo Boca de los 90, con la base que conquistó el recordado Apertura 1992.

“Es la alegría más grande de mi vida”, le dijo por entonces a los grabadores de El Gráfico un joven Navarro Montoya, que fue llevado en andas con su buzo blanco y negro a rayas horizontales.

 

Imagen Un joven Navarro Montoya, en andas tras escribir su primera historia con el buzo de arquero Xeneize. Foto: Archivo El Gráfico
Un joven Navarro Montoya, en andas tras escribir su primera historia con el buzo de arquero Xeneize. Foto: Archivo El Gráfico
 
El Mono, de apenas 23 años, declaraba con una madurez impropia de su edad. “Voy a ser el arquero de Boca por muchos años”, señaló el sucesor de Hugo Gatti. Sin rencores, no sentía la presión de reemplazar al Loco: “Yo le pedía autógrafos. No tengo resquemores con él, hizo declaraciones en mi contra, pero no deja de ser mi ídolo. Me sentaría a tomar un café con él”, concluyó.

Fue un festejo alocado, de esos que no tenían límite ni medida. Carlos Aimar, de apenas 39 años, lloraba abrazado con los jugadores y su mueca de euforia hablaba por sí sola. “Cuando Blas metió el penal pensé en mis hijos, en mi esposa, en mis viejos y en Carlos Timoteo Griguol”, declaró emocionado.

 

Imagen Cai Aimar y la emoción a flor de piel. Foto: Archivo El Gráfico
Cai Aimar y la emoción a flor de piel. Foto: Archivo El Gráfico
 

La corbata roja del DT y el grito con la boca bien abierta simbolizaban la satisfacción de su primera consagración. “Si analizamos los dos partidos como en el boxeo, creo que ganamos por puntos”, firmó el estratega.

 

Imagen La corbata voladora y el grito de gol del Cai Aimar. Foto: Archivo El Gráfico
La corbata voladora y el grito de gol del Cai Aimar. Foto: Archivo El Gráfico
 

Walter Pico y Bocha Ponce comandaron el festejo dentro del campo de juego. Marangoni, lejos de los remordimientos por su pasado, se colgó del alambrado para celebrar. Un joven Sergio Berti, que años después sería muy querido en River, posó con la medalla y un gorro de policía.

Para aquel entonces, el recuento señalaba 54 ganados para Independiente, 47 para Boca y 38 encuentros. Posiblemente, esa noche, la historia comenzó a cambiar.

La ficha del partido

Imagen La síntesis del partido
La síntesis del partido
 

 

 
 

La vitrina está completa

La historia de Independiente podría dividirse en dos: antes y después de Ricardo Enrique Bochini. La influencia del ídolo es tanta que, si bien el Rojo ya era grande, pasó a ser el orgullo nacional durante los 70s y 80s.



1994 fue uno de los años más brillantes de la historia del conjunto de Avellaneda después del retiro del Bocha. De la mano de Miguel Brindisi, había conquistado en agosto el Clausura y tres meses después hizo lo propio en la Supercopa.

 

Imagen Una foto icónica: las figuras del Rojo con la Supercopa. Foto: Archivo El Gráfico
Una foto icónica: las figuras del Rojo con la Supercopa. Foto: Archivo El Gráfico
 

Con el arco salvaguardado por Luis Islas, la camiseta número 10 bien cuidada por Daniel Garnero y una ofensiva que metía miedo integrada por Gustavo López, Albeiro Usuriaga y Sebastián Rambert, no tuvo problemas al superar a Santos, Gremio y Cruzeiro en octavos, cuartos y semifinales, respectivamente. De local, el Diablo se hacía fuerte y había ganado por más de un gol todos sus partidos en la competencia.

El último escollo en la final era el Boca de César Luis Menotti, con la presencia de Navarro Montoya en el arco y la figura de Sergio Martínez en ofensiva. 

El encuentro de ida en La Bombonera finalizó empatado por 1-1 con los goles de Martínez y Rambert, quienes serían protagonistas en la vuelta.

Curiosamente, la definición se dio en el marco de la tarde soleada del miércoles 9 de noviembre en la que no cabía un alfiler: los locales, ante la chance de tomarse revancha de lo ocurrido cinco años antes y los visitantes, con todo en contra como en 1989, con la misión de sumar otra copa más.

El encuentro fue electrizante: el Xeneize fue claro dominador durante la primera parte y Manteca falló tres veces en la definición. De hecho, contó con una chance inmejorable a los 14 segundos, en la que llegó hasta el área chica y no pudo rematar.

Imagen Garnero, Brindisi y Diego Cagna celebraron con peinados de época. Foto: Archivo El Gráfico
Garnero, Brindisi y Diego Cagna celebraron con peinados de época. Foto: Archivo El Gráfico
 
Un gran pase de López y una definición de Rambert por encima del arquero rival le dieron una ventaja que sería definitiva a Independiente. Pascualito emuló un avioncito en uno de los festejos más icónicos de la década en el fútbol argentino. “Lo voy a llevar grabado hasta que me muera. Era una cuestión de vida o muerte para todos, se convirtió en una obsesión después de lo de 1989. La pelota que me puso Gustavito fue bárbara”, le confió a la revista El Gráfico quien musicalizó el momento con Brillante Sobre El Mic, de Fito Páez.

Imagen Sebastián Rambert y la definición por arriba de Navarro Montoya que le dio una nueva estrella a Independiente. Foto: Archivo El Gráfico
Sebastián Rambert y la definición por arriba de Navarro Montoya que le dio una nueva estrella a Independiente. Foto: Archivo El Gráfico
 
Los locales no aprovecharon la gran cantidad de errores de la defensa azul y oro y sufrieron hasta el final por la falta de efectividad de cara al arco rival. 

Imagen Pascualito y Garnero, dos artífices de una tarde inolvidable para Independiente. Foto: Archivo El Gráfico
Pascualito y Garnero, dos artífices de una tarde inolvidable para Independiente. Foto: Archivo El Gráfico
 
“Fue la final que el fútbol argentino se debía: a puro fútbol. Vibrante, emotiva, con dos equipos que van al frente… Los dos habían jugado bien, pero Independiente tuvo un fútbol súper. ¡Salud, viejo campeón! ¡Rey de Reyes!”, describió Juvenal en su texto.

 

Imagen Independiente festejó la Supercopa con su gente. Foto: Archivo El Gráfico
Independiente festejó la Supercopa con su gente. Foto: Archivo El Gráfico
 

“La vitrina está completa”, fue el titular de El Gráfico para reflejar la gloria. Era la que le faltaba: ya había sido campeón de la Libertadores, de la Intercontinental y de la Interamericana en tiempos pasados.

Fue la estrella internacional que marcó a una generación de hinchas que no tenían memoria cuando el equipo de José Omar Pastoriza derrotó a Liverpool en Japón.. No solamente por conseguir la figurita difícil, sino por vencer a su gran rival por fuera del plano doméstico.

Los hinchas invadieron el campo de juego y llevaron en andas a los jugadores de un plantel compuesto por muchos jovenes y otros futbolistas de vasta trayectoria. Las muecas de felicidad indican lo que confirmó Daniel Garnero para El Gráfico: "Vivo en Avellaneda hace más de 20 años y noté un entusiasmo fuera de lo común por ganar este torneo. La hinchada estaba ansiosa por la Supercopa".

 

Imagen Perico Pérez y Gustavo López, dos de los jovenes campeones del Rojo. Atrás asoma Raúl Cascini. Foto: Archivo El Gráfico
Perico Pérez y Gustavo López, dos de los jovenes campeones del Rojo. Atrás asoma Raúl Cascini. Foto: Archivo El Gráfico
 
“Esta fanaticada es realmente colosal. Me tienen como a uno de sus ídolos y aquí jugaron hombres como Bochini, Santoro o Pavoni. Estoy muy agradecido porque incluso los periodistas colombianos que no me apoyaban, ahora me reconocen”, escribió Palomo Usuriaga, que quedó en la retina de todo el pueblo rojo por su fineza.

El clásico de Boca es River y el de Independiente, Racing. No obstante, en lo que a competiciones internacionales respecta, no existe una enemistad como la de el Xeneize y el Diablo. Este lunes se verán las caras en La Bombonera y pese a que será por los cuartos de final del Torneo Apertura, por la necesidad con la que llega cada equipo, es un partido bisagra como lo fueron las finales en el Siglo XX.

La ficha del partido

 

Imagen La síntesis del partido
La síntesis del partido
 

El resumen del partido

 

Lo mejor del triunfo de Independiente en la Supercopa 1994
 

Imagen de portada: archivo El Gráfico
Archivo: Julián Marcel