Marcelo Bielsa, la era de la locura
El 14 de septiembre de 2004, el Loco renunciaba a la Selección Argentina de fútbol. A 18 años de ese día repasamos la historia del entrenador rosarino en la celeste y blanca.
Bielsa, el inicio
Las luces se apagaban en la conferencia en Saint Etienne. Daniel Passarella, como dijo en el medio de su dimisión, estaba con ropas prestadas y dejaba su cargo de director técnico de la Selección Argentina.
Atrás quedaba un ciclo difícil. La renovación encarada por el “Kaiser” fue quizás uno de sus mayores logros. Como en todo ciclo, hay manchas. El partido con Bolivia en la altura es uno. El otro, rozó el ridículo: el corte de pelo de Fernando Redondo. Passarella siempre ostentó esa férrea disciplina de levantarse temprano y tener el pelo sobre el cuello de la camisa.
Julio Grondona supo que debía cambiar la imagen y elegir un nuevo conductor. Su relación tampoco había sido buena en los últimos tiempos con el técnico renunciante.
Allí emergió la figura de Marcelo Bielsa. Sus equipos eran verticales, tenían una identidad, había disciplina sin aspavientos mediáticos, llenaba todos los casilleros de la elección. El problema era, siempre hay alguno siendo argentino, su reciente contrato con el Espanyol de Barcelona. La aventura catalana duró solo seis partidos, una victoria, dos empates y tres derrotas. Esta oportunidad no podía dejarla pasar.
Los primeros años
Su primera competencia oficial fue la Copa América de 1999 en Paraguay. Argentina integró el grupo “C” con Colombia, Ecuador y Uruguay. El equipo de Bielsa logró clasificarse en segundo lugar con 6 puntos, tras caer ante la selección “cafetera” por 3-0, el día que Martín Palermo falló tres penales en un mismo partido. Esa derrota lo llevó a cruzarse con Brasil en cuartos de final, y pese a comenzar ganando con gol de Juan Pablo Sorín, la "albiceleste" terminó quedando eliminada al perder 2-1 con los tantos de Rivaldo y Ronaldo.
En conferencia de prensa, el “Loco” dejó en claro su pensamiento, disipando los rumores de una pronta renuncia: “Entiendo que quedar eliminado dejó la sensación de descrédito, que, desde mi punto de vista, es inmerecido. Nunca pensé en renunciar, jamás pensé en esa posibilidad. Obviamente la gente no está conforme con mi gestión y acepto el rechazo de acuerdo con los resultados, pero, en cuanto a la producción, no estoy de acuerdo. Lo que hicimos nosotros merece ser valorado, insisto, estoy orgulloso del trabajo que hice. Si por haber perdido un partido tengo que admitir que las cosas están mal, no lo voy a hacer.” Un Bielsa en estado puro, al que le sumó además una pelea con José Luís Calderón en el aeropuerto de Asunción, cuando el plantel se prestaba a regresar al país. Algo nada habitual en sus equipos.
Los años felices
Las Eliminatorias rumbo a Japón-Corea fueron otra historia. Uno de los grandes momentos de la gestión de Marcelo Bielsa fue el recorrido del equipo que obtuvo la clasificación para el Mundial 2002. Sin la presión de obtener un título en una competencia intermedia, luego de que Argentina decidió no participar para la edición que se realizó en Colombia 2001 por un tema de seguridad, la "albiceleste" tuvo partidos de gran rendimiento en el trayecto hacia el boleto mundialista.
La victoria ante Ecuador en Quito por 2 a 0, en agosto de 2001, selló el pasaporte a su primera experiencia mundialista. De la mano de Bielsa, el seleccionado nacional había logrado, cuatro partidos antes de la finalización de las Eliminatorias, no solo una clasificación holgada, sino tamibén el sueño de volver a levantar la Copa del Mundo.
Fue el comienzo del fin de una era: para la selección y su conductor.
La nobleza de los recursos
A partir de allí, Marcelo Bielsa cambió sus maneras de comunicar y relacionarse con el periodismo. Según él mismo, el mayor fracaso de su carrera, estaba consumado. Todo se había olvidado, los que lo festejaban y pedían, lo desechaban pidiendo su cabeza en una cesta. Pese a la cacería humana, la renovada confianza de Julio Grondona, lo hizo seguir al frente de las selecciones nacionales.
La Copa América 2004, en Perú, fue otro golpe a la ilusión. Llegó a la definición por el título frente a Brasil.
Todo lo que brilla, es oro
La imagen de Carlos Tevez levantando su resplandeciente medalla dorada y como un magnanimo emperador romano luciendo una corona de laureles en su cabeza, Marcelo Bielsa se convirtió en el entrenador en darle al país el oro olímpico en la cita de Atenas 2004. Finalmente, el tan ansiado primer logro importante de su gestión se había consumado.
El horizonte despejado
Nadie lo sabía, pero la noche de Lima del 4 de septiembre de 2004 sería el último capítulo de Marcelo Bielsa en la conducción de la Selección Argentina. El equipo visitó a Perú por Eliminatorias y se llevó la victoria por 3 a 1. Hasta ese momento, se habían disputado ocho partidos de las clasificatorias con cuatro triunfos, tres empates y una derrota. El "Loco" renunció diez días después: “Noté que la energía que se necesita para ser DT de la selección, que demanda la responsabilidad, ya no la tengo. No tengo ese impulso. Me pareció que a esta altura, la tarea no permite este tipo de ausencia de energías, entonces maduré la decisión y me desligué de este trabajo".
El presente de Marcelo Bielsa en el Leeds lo devolvió a los primeros planos. Ya no importa lo que pasó. Su valor, obsesión y locura para seguir intentándolo, fue sin dudas la más importante de las victorias.
Diseño y edición de fotografía
Matias Di Julio