¡Habla memoria!

Los partidos increíbles de la historia del fútbol (Parte III)

Juvenal culmina con la reseña, hasta 1972, de los encuentros más sorprendentes: la huelga de pies de Gimnasia y San Lorenzo, las proezas de Platense, los partidos "sin arquero", el Maracanazo y más.

Por Redacción EG ·

01 de abril de 2020

LA HUELGA DE PIES

Gimnasia y Esgrima La Plata venía cumpliendo una gran campaña en 1933, año en que su brillante formación recibió el apodo de El Expreso. Porque no la contenía nadie. Pero en la segunda rueda del campeonato comenzaron a pararlo los arbitrajes...

Habían perdido dos domingos antes por errores muy graves del juez en la vieja cancha de Boca, cuando el cuadro platense fue a Boedo, compartiendo el primer puesto con los boquenses y con un punto de ventaja sobre San Lorenzo, su rival de esa tarde. Los muchachos capitaneados por Pepe Minella ya habían previsto la posibilidad de verse nuevamente perjudicados por el arbitraje y llegaban a ese partido clave dispuestos a aplicar insólitos métodos de resistencia pasiva...

Cuando San Lorenzo ganaba 2 a 1 se desencadenó la crisis. Hubo un foul del zaguero Hipólito Fossa, reclamado por los triperos como penal, que el juez Rojo Miró otorgó como tiro libre fuera del área. Y casi enseguida el arquero Aliño Herrara contuvo un tiro alto de Diego García. Se tuvo la impresión que el arquero platense pisaba dentro de su valla pero mantenía la pelota delante de la línea del gol. Sin embargo Rojo Miró sancionó el tanto.

Imagen La jugada que el referee sancionó como el tercer goal de San Lorenzo, fallo que originó la protesta de los visitantes. Es evidente que Herrera detiene la pelota fuera del arco. El juez dice que aquél llevó las manos hacia atrás, introduciéndola en la red.
La jugada que el referee sancionó como el tercer goal de San Lorenzo, fallo que originó la protesta de los visitantes. Es evidente que Herrera detiene la pelota fuera del arco. El juez dice que aquél llevó las manos hacia atrás, introduciéndola en la red.
 

Y la protesta de Gimnasia, frente a lo que consideraban una dualidad de criterio inaceptable — “no había visto los tres metros del penal de Fossa y en cambio habla visto los 20 o 30 centímetros del gol..." —, se desenvolvió pacíficamente: SUS JUGADORES SE SENTARON EN LA CANCHA.

Así, haciendo huelga de pies, asistieron con indiferencia a los sucesivos goles que marcaba San Lorenzo hasta llegar al score de 7 a 1.  A esa altura los nervios del árbitro no resistieron más y dio por terminada la farsa de un partido que se jugaba con un equipo solo…

 

Imagen Después de ¨gambetear¨ a toda la defensa rival, Magán marca el sexto goal dirigiendo un furibundo shot hacia el lado opuesto al que ocupaba el arquero, dejándolo sin chance.
Después de ¨gambetear¨ a toda la defensa rival, Magán marca el sexto goal dirigiendo un furibundo shot hacia el lado opuesto al que ocupaba el arquero, dejándolo sin chance.
 

LA PARODIA DE AVELLANEDA

A la vuelta de los años le tocó a San Lorenzo ser víctima de un arbitraje deficiente y protagonista de lo que terminó siendo una parodia de fútbol, como aquella de 1933.

Fue en Avellaneda, la última fecha de 1963. Independiente había festejado anticipadamente la obtención del campeonato, soltando globos y haciendo desfilar conjuntos de gaitas por la cancha antes del partido. Pero empezó el juego y resultó que Coco Rossi y sus juveniles compañeros del ataque azulgrana no estaban dispuestos e sumarse al festejo rojo. Un golazo del Bambino Veira complicó más el panorama, porque Independiente necesitaba ganar. Y entró en acción Hacha Brava Navarro. Liquidó al Bambino Veira, que se fue lastimado a los vestuarios. Y ante esa demostración de fuerza, el juez Velarde se aflojó. Hubo un penal de Navarro a Victorio Casa no cobrado, Independiente empató y se puso en ventaja, fue expulsado Rafael Albrecht por foul fuerte contra Rolan, salieron lesionados Telch y el paraguayo Zárate, fue expulsado Páez y eso ya no era partido. San Lorenzo terminó con sólo seis jugadores en la cancha (recordemos que en ese tiempo se admitía el reemplazo de jugadores) y con su arquero Irusta mirando distraídamente cómo su arco se iba llenando de goles. Incluso le marco uno en contra Coco Rossi, tirándole de emboquillada desde lejos. Todavía no sabemos si para hacerle un pase a su arquero o para convertirse un gol como parte de la protesta pasiva de San Lorenzo por la violencia de los rojos y la mala actuación del árbitro...

Ese partido terminó 9 a 1. Y fue increíble. Porque el fútbol duró apenas 20 minutos…

 

Imagen En la foto el gol de Vázquez a un Irusta que parece estar esperando el bondi. Con los brazos cruzados, los de Boedo manifestaron su repudio ante las decisiones arbitrales.
En la foto el gol de Vázquez a un Irusta que parece estar esperando el bondi. Con los brazos cruzados, los de Boedo manifestaron su repudio ante las decisiones arbitrales.
 

LA HAZAÑA DE RACING

Otra vez la Academia guapeando frente a un virtual campeón. River le llevaba cinco puntos a Independiente y faltaban seis fechas para terminar la campaña cuando recibió en su vieja cancha de Palermo a un Racing con suplentes y jugadores fuera de sus puestos habituales. Para dar una idea, el ataque forma con Larretchart, Robespierre López, el indio Guaita, Alejandro Scopelli y el Chueco García.

Al cierre de Ia primera etapa River ganaba 4 a 1 cómodo, con goles de José Manuel Moreno (dos), Bernabé Ferreyra (de cabeza, caso muy poco común) y Peucelle. Se esperaba que en la segunda llegase la goleada del casi campeón, pero fue Racing el que copó Ia cancha, con el Conejo Scopelli convertido en el héroe de la tarde. Marcó tres goles y el restante lo hizo el indio Guaita. Al final, el Chueco García iba a tirar los corners de la punta derecha, Ia jugaba corta, se Ia devolvían y venia dribleando con la zurda por la raya de fondo pare hacer el pase atrás. Así gesto los dos últimos goles de Racing. Y cuando estaban sobre Ia hora, Larretchart casi pone el 5 a 4 increíble. Solo frente al arco desvió el tiro... Eso ocurrió en 1937 y quienes estuvieron esa tarde en Palermo no lo olvidan.

 

Imagen La apertura del score, a los nueve minutos: Un centro de Peucelle fue cabeceado por Moreno: rechazó Novara, y la pelota, como se ve, volvió a los pies del insider local, cuyo nuevo shot significará la primera caída del arco de Racing. Hasta que se lesionó, Moreno fue el mejor forward local. Foto: Legarreta
La apertura del score, a los nueve minutos: Un centro de Peucelle fue cabeceado por Moreno: rechazó Novara, y la pelota, como se ve, volvió a los pies del insider local, cuyo nuevo shot significará la primera caída del arco de Racing. Hasta que se lesionó, Moreno fue el mejor forward local. Foto: Legarreta
 

LA HAZAÑA DE PLATENSE

Otro vuelco sensacional en un partido que desafió toda lógica. Platense llegó la cancha de Lanús y entró ganando: gol de Arigós, a los 11 minutos. Pero en cinco minutos (de los 15 a los 19) Lanús dio vuelta el partido, con dos goles de Lorenzo y uno de Arrieta. Sobre la media hora Lorenzo anotó el cuarto y la tarde pintaba color granate sonriente. Dominaba a voluntad, jugaba en su cancha, en el arco de Platense había un suplente que no se afirmaba y el campo estaba barroso.

Sin embargo, hacia el final del primer tiempo, descontó Prado y se fueron al vestuario con Lanús al frente por 4 a 2. En el segundo, nadie podía creer to que estaba viendo. Arigós, un desconocido centro delantero que en total iba a jugar 17 partidos entre 1940 y 41, se hizo dueño de la cancha y de la red. A los 8 y 18 minutos del complemento marcó dos goles y empato el partido. El puntero derecho Orlando hizo el quinto y otros dos de Arigós llevaron las cifras al sorprendente 7 a 4 final.

Vale la pena recordar cómo formaba ese equipo calamar de la gran hazaña en cancha de Lanús, una tarde lluviosa de 1941: Marrero; Cacho Aldabe y Corral; Esperón, Toledo y Coloccini; Orlando, Prado, Arigós, Cisterna y Torielli.

 

Imagen Juan Prado, delantero de Platense, autor del segundo gol calamar.
Juan Prado, delantero de Platense, autor del segundo gol calamar.
 

¡QUE MANERA DE GOLEARSE!

Era un partido más en una tarde cualquiera de 1938. Jugaban Platense y Racing. Muy superior el cuadro de Avellaneda, terminó los 45 minutos iníciales ganando 4 a 0, con tres tantos del Ómnibus Evaristo Barrera y uno de Pont. Pero los 45 minutos finales lo iban a convertir en un partido de asombro.

Por lesión del ruso González, garantía de la última línea, Racing debió hacer varios cambios: pasó Díaz de back, Pont de half, Larretchart de insider y el ruso González a la punta derecha del ataque. Cuando Platense descontó dos goles (Prado y Adolfo Juárez) González volvió a la defensa. Pero ya los calamares eran incontenibles. El puntero Domingo Fernández marcó el tercero, Cataldo Spitale metió un tiro libre admirablemente dirigido y fue el empate, pero Platense quería más. Dos minutos después del 4 a 4 pateó Juárez, la pelota rebotó en el palo y Prado la mandó a la red. ¡5 a 4! Nunca había ocurrido nada igual. Ningún equino perdedor por cuatro goles ante un cuadro grande había logrado antes dar vuelta el partido y situarse en ventaja. Parecía definido el dramático encuentro en favor de Platense, pero faltando 7 minutos para terminar Vicente Zito empató al rematar de cabeza un córner centreado por el Chueco García.

 

Imagen  El vuelo inútil del arquero de Racing "Manopla" Capuano y el segundo gol de Platense, anotado por Juárez.
El vuelo inútil del arquero de Racing "Manopla" Capuano y el segundo gol de Platense, anotado por Juárez.
 

Ese mismo año de 1938 hubo otro empate en cinco goles, con alternativas distintas en la cambiante progresión de las cifras, pero con un detalle excepcional: de los diez goles marcados, seis fueron de cabeza.

Alarcón metió el primer cabezazo de la tarde a los 3 minutos y empató Rongo para River a los 10. Volvió a sacar ventajas Cosso para San Lorenzo cuando terminaba el primer período, igualó Peucelle apenas iniciado el segundo, otra vez convirtió Alarcón de cabeza y por tercera vez empató River con cabezazo de Peucelle. Después se distanció el Ciclón de Boedo: un cabezazo de Ballesteros y un taponazo de Beristain pusieron el partido 5 a 3. Hubo entonces un penal para San Lorenzo y el uruguayo Besuzzo, al contener el tiro de Alarcón, impidió que le hicieran por primera vez media docena de goles a River en su propia cancha.

Faltaban 11 minutos y River no tenía salvación, aparentemente. Pero Adolfo Pedernera descontó con un cabezazo, y en un partido clásico con tantos goles de cabeza no podía estar ausente el gran artífice de ese juego en el que valen la frente, los parietales, los resortes del cuello, los hombros, la coordinación del salto y, muy importante, el sabio uso de los codos: José Manuel Moreno. Y faltando un minuto, un cabezazo de Moreno derrotó por quinta vez a Sebastián Gualco y selló el empate final de esa goleada insólita.

 

Imagen Juan Bautista Besuzzo, el arquero uruguayo de River, contine el penal pateado por Alarcón y evita que San Lorenzo alcance la increíble ventaja de 6 a 3 sobre River. Al final empataron 5 a 5.
Juan Bautista Besuzzo, el arquero uruguayo de River, contine el penal pateado por Alarcón y evita que San Lorenzo alcance la increíble ventaja de 6 a 3 sobre River. Al final empataron 5 a 5.
 


LA TARDE DE ZUBELDÍA

En 1949 se registró otro partido de muchos goles con alternativas cambiantes en el score que lo hicieron realmente insólito. Fue la tarde que Vélez derrotó a River en cancha de Ferro por 5 a 3. Ganaba el cuadro del Fortín 2 a 0 (goles de Osvaldo Zubeldia y Menéndez) cuando River produjo un vuelco espectacular en tres minutos: descontó el Mono De Cicco, empató Angel Labruna y Félix Loustau marcó el tercero, al empalmar con un zurdazo inatajable un hermoso pase de taquito que le hizo Labruna. Se fueron al vestuario con River en ventaja por 3 a 2 y en la última parte volvió a cambiar de mano el partido.

Osvaldo Zubeldía tiró desde lejos y la pelota se le escapó a Carrizo hacia la red, luego Bottini sorprendió a Amadeo con un cabezazo débil pero bien colocado y el mismo Zubeldía, en la gran tarde de su vida de jugador, convirtió el quinto.

El desaparecido periodista Lito Más, en su columna de apostillas de LA RAZON, sintetizó en un juego de palabras lo que había pasado en Caballito: "Mientras ZUBEL-DIA en Vélez, baja la noche en River..."

Imagen Como jugador, Zubeldía se inició en Vélez y continuó su carrera en Boca y Atlanta, retirándose en Banfield para dedicarse de lleno a la dirección técnica.
Como jugador, Zubeldía se inició en Vélez y continuó su carrera en Boca y Atlanta, retirándose en Banfield para dedicarse de lleno a la dirección técnica.
 

LA FLAUTA DE BARTOLO

El encuentro de Racing y Estudiantes de La Plata en San Lorenzo, durante la temporada 1944, aparte de la mutua goleada (ganó Racing 6 a 4) registró el record de penales concedidos en un partido: seis.

Los cobró el personalísimo Bartolo Macías, en este orden y con este resultado:

Primero: penal para Racing a Los 6 minutos. Convertido por Boero. 1 a 0.

Segundo: penal para Estudiantes. Ganaba Racing 2 a 1 y lo convirtió Ongaro. 2 a 2.

Tercero: penal para Racing. Gol de Boero. 3 a 2.

Cuarto: penal para Estudiantes al iniciarse el segundo tiempo, con Racing ganando 5 a 2. Pateó Ongaro. Desviado. Siguen 5 a 2.

Quinto: penal para Racing. Iban 6 a 2. Lo tiró afuera Boero. Siguen 6 a 2.

Sexto: penal para Estudiantes. Sobre la hora del partido. Ganaba Racing 6 a 3. Lo convirtió Infante. 6 a 4 final.

Fue un caso único en la historia, pero deja lugar para una reflexión: cuando los árbitros están dispuestos a no pasar nada por alto en las áreas penales los goles brotan como hongos después de la lluvia...

Imagen Ricardo Infante, autor del último penal. Fue el descuento de Estudiantes que perdió 6-4.
Ricardo Infante, autor del último penal. Fue el descuento de Estudiantes que perdió 6-4.
 

LES JUGAMOS SIN ARQUERO...

Fue rarísimo aquel partido de 1948 entre Chacarita y Boca. Y pocos triunfos se le igualan en la historia de los funebreros. Ganaba Chaca 2 a 1 (goles de Busico y Campana para los locales, de Mario Boyé para Boca) cuando se produjo la sucesión de hechos insólitos: el santiagueño Segundo Díaz, lesionado, abandonó la valla de Chacarita y como en aquel tiempo no se podía hacer ningún cambio fue Marcos Busico al arco. Enseguida el juez dio un penal para Boca y a raíz de las protestas chacaritenses fue expulsado el centro delantero De Luca. Chaca quedó con nueve jugadores y un arquero improvisado, frente a un penal que debía patear Mario Boyé. Tiró el Atómico y la pelota se estrelló en un palo. Pero como Busico se adelantó, Míster Gregory, un árbitro inglés que por lo visto quería hacer realidad el sueño del nicho propio en cancha de los funebreros, lo hizo ejecutar nuevamente. Marcos Busico se arrodilló en la línea del gol, tal vez para tomar impulso, tal vez para rogar que Mario volviera a perder el tiro. Y la pelota rebotó otra vez en el arco... Ahí murió Boca. Y ahí creció Chaca. Tres nuevos goles de Campana en cinco minutos crearan un clima de locura en los tablones de San Martín y un increíble 5 a 1 en un partido que Chacarita terminó jugando sin arquero y sin centre forward…

Imagen ¡Esa pierna de Campana! Tres veces la metió y fue para mal de Diario. El otro tanto se debió a un golpe de cabeza. Aquí lo sorprendió el fotógrafo cuando despedía el shot con el cual obtuvo el cuarto gol de Chacarita. El insider se filtró entre Marante y Bendazzi.
¡Esa pierna de Campana! Tres veces la metió y fue para mal de Diario. El otro tanto se debió a un golpe de cabeza. Aquí lo sorprendió el fotógrafo cuando despedía el shot con el cual obtuvo el cuarto gol de Chacarita. El insider se filtró entre Marante y Bendazzi.
  

Al año siguiente fue Gimnasia y Esgrima La Plata el que dio el hándicap de jugar sin arquero durante 89 minutos y produjo la hazaña de ganarle a River 2 a 1. Ocurrió en La Plata y al minuto de juego se lesionó Cammaratta, abandonando definitivamente la cancha. Pasó a jugar al arco el defensa central Chiarini. Todo parecía estar en contra de los triperos pero a los 28 minutos Walter los puso en ventaja. Tres minutos después, Camacho ejecutó un córner y derrotó a Carrizo marcándole un gol olímpico. La cancha del bosque estallaba ante la euforia de los platenses. Descontó Fizel para River en la segunda etapa, salió lesionado Jaime Sarlanga —cumpliendo los últimos partidos de su vida de jugador el inolvidable Piraña de Ferro y Boca— y Gimnasia sostuvo la ofensiva de River en los últimos, con dos hombres menos y un arquero de emergencia...

Imagen Jugaban Gimnasia y River en La Plata. Los locales se quedaron sin arquero al minuto de juego, en tiempos en que no se podían sustituir jugadores y pasó al arco el zaguero Chiarini. Dando el handicap de 89 minutos con un arquero improvisado, Gimnasia ganó 2 a 1.
Jugaban Gimnasia y River en La Plata. Los locales se quedaron sin arquero al minuto de juego, en tiempos en que no se podían sustituir jugadores y pasó al arco el zaguero Chiarini. Dando el handicap de 89 minutos con un arquero improvisado, Gimnasia ganó 2 a 1.
 

LAS SORPRESAS MUNDIALES

EI Maracanazo de 1950, perpetrado por 11 irrespetuosos uruguayos frente a doscientos mil brasileños, fue uno de los resultados más sorprendentes en la historia de la Copa del Mundo. Y tal vez el que mayor literatura deportiva ha creado, en el Uruguay, en Brasil, aquí y en todos los lugares de la tierra donde pique y rebote una pelota de futbol.

Si alguna vez estuvieron seguros un equipo, un pueblo y un país de verse coronados campeones mundiales fue esa del 50. Brasil se preparó el torneo para ganarlo ampliamente. Y su fútbol exquisito y contundente a la vez, aplastando rivales por goleada (seis a España, siete a Suecia) lo delineaba como el gran futuro vencedor. En la serie final, que era de todos contra todos, Uruguay había empatado angustiosamente con España (tiro de larga distancia por Obdulio Varela que sorprendió a Rama en el último minuto) y consiguió ganarle con esfuerzo a los suecos por 3 a 2. La final era contra el mejor equipo de la Copa y los delegados orientales hablaron previamente con los jugadores del equipo celeste: "Si no nos hacen más de cuatro, estamos cumplidos..." Cuando llegaron al centro del campo, los hombres acaudillados por Obdulio Varela decidieron algo muy distinto: "Los de afuera son de palo... Cumplidos, solamente si somos campeones..."

Imagen  Alcides Ghiggia convierte el segundo gol y enmudece a un país. Fue el gol del triunfo uruguayo.
Alcides Ghiggia convierte el segundo gol y enmudece a un país. Fue el gol del triunfo uruguayo.
 

Y ganó la fe de los de adentro. Cuando Friaca hizo el gol brasileño a los dos minutos del segundo tiempo, estallaron todos los cohetes y petardos del mundo. Treinta y seis minutos más tarde, un silencio de muerte cubría el Maracaná. Había empatado Pepe Schiaffino a los 20 minutos de la etapa, aunque con ese resultado se clasificaba campeón Brasil. El presidente de la FIFA, Jules Rimet —cuyo nombre llevaba la Copa que desde 1970 quedó en poder de los brasileños—, se dirigió al túnel que conducía al terreno de juego diez minutos antes de la terminación del partido. Cuando dejó su puesto en la tribuna "el estadio hallábase agitado como si una tempestad se abatiera sobre el mar", esa fue la impresión que dejó escrita Jules Rimet. En esos cinco minutos que tardó el presidente de la FIFA para llegar a la cancha por el túnel pasó lo increíble: Alcides Gighia marcó el segundo gol uruguayo, tirando al arco cuando todos esperaban el pase al medio. Rimet se encontró en medio de un silencio helado y tardó en comprender lo que ocurría... ¡Habían ganado los celestes! Adiós discurso final de Rimet, adiós ceremonia de consagración, adiós la fiesta preparada... Jules Rimet recordó así aquel momento: "Me hallé solo en medio de la multitud empujado hacia todos los costados, con la Copa en mis brazos, sin saber qué hacer. Terminé por descubrir al capitán uruguayo y le entregué, casi a escondidas, la Copa, estrechándole la mano sin poderle decir una sola palabra..."

Imagen Uno de los caudillos del Uruguay del 50 era el lateral Schubert Gambetta, “El Mono”; en la foto bebiendo de la copa Jules Rimet después del Maracanazo. A su derecha espera turno Matías González. Sostiene la botella de cachaça el mítico Ernesto "Matucho" Fígoli, masajista, cocinero y técnico que estuvo presente en la cuádruple corona uruguaya (Olimpíadas 24 y 28; Mundiales 30 y 50)
Uno de los caudillos del Uruguay del 50 era el lateral Schubert Gambetta, “El Mono”; en la foto bebiendo de la copa Jules Rimet después del Maracanazo. A su derecha espera turno Matías González. Sostiene la botella de cachaça el mítico Ernesto "Matucho" Fígoli, masajista, cocinero y técnico que estuvo presente en la cuádruple corona uruguaya (Olimpíadas 24 y 28; Mundiales 30 y 50)
 

En ese mismo mundial, Estados Unidos de América dio la gran sorpresa al ganarles a los orgullosos inventores del fútbol, a los maestros ingleses. Nadie lo podía creer. Cuando la noticia del triunfo norteamericano llegaba a las agencias noticiosas del mundo la respuesta de los operadores fue en casi todos los casos la misma: "CONFIRME... POR FAVOR CONFIRME..." Y era así no más. Habían ganado los aprendices frente a los maestros por 1 a 0.

Imagen El gol del asombro en el mundial de 1950. Se lo convierte Souza, de Estados Unidos, al arquero inglés. Esta conquista de los aprendices norteamericanos le costó la derrota a los maestros ingleses. Quien mira cómo la pelota cruza la línea, de frente a la valla, el que fuera más tarde el entrenador del seleccionado inglés, Sir Alf Ramsey.
El gol del asombro en el mundial de 1950. Se lo convierte Souza, de Estados Unidos, al arquero inglés. Esta conquista de los aprendices norteamericanos le costó la derrota a los maestros ingleses. Quien mira cómo la pelota cruza la línea, de frente a la valla, el que fuera más tarde el entrenador del seleccionado inglés, Sir Alf Ramsey.
 

Cuatro años más tarde, otro episodio sorprendente cerró el mundial de Suiza. Llegaban a la final el mejor equipo del torneo, Hungría, y el macizo conjunto de Alemania Occidental. No cabía en nadie la idea de que Hungría pudiese perder esa Copa. Los 90 minutos que debían disputarse en el estadio Wankdorf de Berna era un mero formulismo burocrático previo a la entrega del trofeo en manos del capitán húngaro Pancho Puskas. Antes del partido, cuando el presidente de Suiza estrechó la diestra de Puskas, le susurró con sonrisa cómplice: "Los felicito, campeones..."

 A los siete minutos de juego Hungría ganaba 2 a 0. Todo era como debía ser. Tras esos goles de Puskas y Czibor se esperaban otros. ¿Acaso Hungría no había despachado a los alemanes con un rotundo 8 a 3 cuando se enfrentaron por los octavos de final, cuando no sabían que iban a encontrarse en el último partido de la copa? Pero los húngaros venían de dos cruentas batallas en cuartos de final, con Brasil, y en semifinal, con los uruguayos, partido que se resolvió tras media hora de alargue. En cambio, los germanos estaban fresquitos. Y jugando con admirable optimismo, con tenacidad teutona y con una salud bárbara, dieron vuelta el partido. Descontaron, empataron y cuando sólo faltaban seis minutos para la última pitada, Helmuth Raho derrotó a Grocsis con un derechazo desde 20 metros que decretó el resultado imposible...

 

Imagen Cuatro años más tarde de la epopeya uruguaya en el Maracaná, el milagro alemán en Suiza. Los húngaros, favoritos del torneo y presuntos ganadores con la fusta bajo el brazo, arrancaron brillantemente y se pusieron 2 a 0. Pero tras este gol de descuento de los alemanes señalado por Morlock llegó la gran sorpresa. Y Alemania Occidental venció 3 a 2, quedándose con la Copa.
Cuatro años más tarde de la epopeya uruguaya en el Maracaná, el milagro alemán en Suiza. Los húngaros, favoritos del torneo y presuntos ganadores con la fusta bajo el brazo, arrancaron brillantemente y se pusieron 2 a 0. Pero tras este gol de descuento de los alemanes señalado por Morlock llegó la gran sorpresa. Y Alemania Occidental venció 3 a 2, quedándose con la Copa.
 

Esa tarde lluviosa de Berna; los alemanes se beneficiaron con el agotamiento que traían los húngaros de sus partidos anteriores. 26 años después, en el mundial mexicano del 70, Alemania Occidental quedó eliminada por Italia en una semifinal inolvidable, porque los hombres de Uwe Seeler pagaron tributo al esfuerzo de tres días antes frente a los ingleses. En León perdía Alemania con Inglaterra 2 a 0. Empató Uwe muy cerca del final y en treinta minutos de alargue, jugados bajo el despiadado sol de las dos de la tarde en León, llegó el gol del triunfo marcado por el artillero Gerd Muller. Frente a Italia, en el estadio Azteca, los alemanes estuvieron todo el partido en desventaja. Y cuando el reloj luminoso del estadio indicaba que la cuenta regresiva del tiempo reglamentado había llegado al cero, el rubio Shnellinger entró a buscar un centro de la izquierda, se tiró en plancha y marcó el empate increíble. Había que ir otra vez al alargue de 30 minutos. Y en esa media hora vivimos emociones que no se empardan. Alemania pasó al frente. 2 a  1. Empató Italia y sacó ventajas. 3 a 2. Volvió a igualar Alemania y en el contraataque siguiente Gianni Rivera recibió el pase de la izquierda y se la cambió hábilmente al arquero alemán hacia el mismo palo desde el cual venía tratando de cerrar el ángulo de remate. Italia 4 a 3. Ya no quedaba más por ver. Pero habíamos visto todo. En solo 15 minutos del tiempo suplementario se marcaron mutuamente cinco goles y el partido cambió dos veces de manos.

 

 JUVENAL (1972) . Rastreo estadístico: Pablo Ramirez