¡Habla memoria!

1932. El team de la yeta

La Selección Argentina que venció a Uruguay en 1924, que venía de ser campeón olímpico, estuvo marcado por la tragedia. Borocotó cuenta lo que le pasó a los cracks de aquella época.

Por Redacción EG ·

31 de enero de 2020

La casualidad ha dejado una fotografía de un team famoso sobre mi mesa. Es de aquel que le ganó a los olímpicos uruguayos del 24 en la cancha de Sportivo Barracas. En la fila de arriba están Médice, Tesoriere, Fortunato, Solari, Bearzotti y Adolfo Celli. En la de abajo: Tarasconi. Ernesto Celli, Sosa, Seoane y Onzari. El team de la yeta, como le llamó Fortunato. En ese día se quebró una pierna Adolfo Celli y debió ser retirado de la cancha. Todos dicen haber escuchado el ruido seco de un hueso que se quiebra. Lo aseguran hasta quienes no presenciaron la escena, en su afán de ser testigos del hecho. Al producirse, los aficionados creyeron que el match estaba irremisiblemente perdido.

Ausente una gran columna, perdería eficacia hasta el mismo compañero. Y fue ese día el de la revelación de Bidoglio, que entró a reemplazar. Desde ese match fue el mejor back derecho argentino. Desde ese día Celli sigue con la odisea de su pierna que mejora, pero aún no ha curado. Y han pasado más de siete años. En los últimos matches del campeonato pasado Bidoglio cayó herido. Han transcurrido como 80 días y recién comienza a levantarse. Su lesión no es grave, pero su vuelta al fútbol es difícil. Por lo menos, la dificultad estriba en recuperar la capacidad deportiva resentida con el golpe, con la inmovilidad, con el dolor. Y si Bidoglio fue en otras oportunidades a visitar a Celli, ahora éste lo ha venido a visitar a él.

 

Imagen Adolfo Celli fue la portada del número 275 de El Gráfico
Adolfo Celli fue la portada del número 275 de El Gráfico
 

 

EL DÍA QUE COMENZÓ LA YETA

Si en aquel match trascendental todos experimentaron un gran descorazonamiento al ver cómo Celli era sacado del field, imaginemos la posición de su hermano Ernesto que debió seguir jugando sin poder apartar de su mente el recuerdo, la visión de aquella pierna quebrada. Es preciso tener fuerza de espíritu para sobreponerse al dolor y cumplir una misión que se consideraba patriótica, y lo era. Es necesario poseer el coraje que tenía Ernesto, no sólo para continuar jugando, sino que para hacerlo con su brillantez acostumbrada.

Aquel día memorable comenzó la yeta para el equipo.

 

Imagen Ludovico Bidoglio
Ludovico Bidoglio
 

Cayó Celli para surgir Bidoglio. Poco después se fue apagando Bearzotti, y ahora, solamente se conserva la remota esperanza de que vuelva Bidoglio. Quiere decir, que aquellos tres backs ya están perdidos para el fútbol. Es cierto que los años imponen el retiro, pero en dos de estos casos se produjo por otras razones. Solamente Bearzotti se salvó de la lesión que suele poner término a una campaña. Celli dejó de jugar estando en pleno apogeo; Bidoglio fue hospitalizado cuando aún conservaba el cetro de los backs derechos.

 

DOS MUERTOS

Dentro del team hay dos muertos: Ernesto Celli y Emilio Solari. Del primero se han cumplido siete años el 2 de marzo. No me lo puedo olvidar. Una mujer que sigue amando a través de la muerte, me lo recuerda todos los años. A ella me ata, como lo dijera en otra ocasión, el hilo invisible de un recuerdo común. No nos conocemos personalmente, pero nuestras miradas convergen en el recuerdo de aquel muchacho travieso y juguetón que parecía vivir siempre los veinte abriles alocados.

 

Imagen Emilio Solari
Emilio Solari
 

Solari murió hace mucho menos, pobre, olvidado, reuniendo escasos amigos en su lecho de muerte y en su entierro. Jugadores de fútbol que convivieron con él, que compartieron sus alegrías, que festejaron aquel match memorable, lo olvidaron. Hinchas que lo aplaudieron frenéticamente en aquella tarde, no formaron en el raleado y triste cortejo que lo acompañó a Chacarita. Recuerdo haber visto a Cereseto, Power, Scursoni, al referee Destaillat y algunos otros de menor renombre. Pero aquellos, aquellos de días más venturosos, no estaban.

 

DOS HALVES

Médice, otro componente de la línea media, se fosé apagando despacio, lentamente. Domingo a domingo fue perdiendo condiciones y un día no muy lejano, el Viejo Gomita colgó los zapatos. En cambio, Mario Fortunato, que recién ahora tiene 28 años, se lesionó una rodilla en pleno apogeo, en el momento que era el gran half y que brindaba la posibilidad de un progreso mayor. Había nacido con una única idea: la de llegar a crack. En su anhelo sacrificó a todos y todo. Vivió desde la niñez hasta la adolescencia con la única ilusión. Y llegó. Llegó siendo un niño... y se fue a los 22 años promisores.

 

Imagen Segundo Médice
Segundo Médice
 

 

Imagen Mario Fortunato
Mario Fortunato
 

He ahí dos destinos distintos. Médice fue la llama que se apagó poco a poco; Fortunato, la apagada por un soplo de adversidad.

Tesoriere se amargó en los últimos tiempos de sus brillantes y aun no repetidas actuaciones. El arquero que no precisó hacer "saltos ornamentales" para atajar, el goalkeeper a quien le hicieron los goals "quinieleros", pero pocas veces los difíciles, venía descendiendo cuando un montón de circunstancias provocaron el derrumbe.

 

Imagen Tesoriere
Tesoriere
 

 

LOS QUE QUEDAN

Los que aun actúan de aquel team, son: Manuel Seoane, Gabino Sosa, Cesáreo Onzari y Domingo Tarasconi. Están jugando sus últimos matches. Sosa fue el centre forward de calidad, el hombre de juego depurado, el artista del pase. Gracias a esa gran clase pudo resistirse contra los años y contra los mismos obstáculos que él se opuso en su camino, cuando recostado al mostrador vió que se enturbiaban sus pupilas. Seoane fue, sin duda alguna, el forward más formidable de los últimos años. Le habrá faltado algo de esa extraordinaria calidad que ha lucido Gabino Sosa, pero tuvo y conserva como nadie la visión del arco. Gabino fue la sobriedad, la suave emoción emanada del desplazamiento sin inquietudes; Seoane la que trasmite el sacudimiento de la red.

 

Imagen Onzari
Onzari
 

Tarasconi y Onzari fueron ambos operados de las rodillas. Los dos volvieron a las canchas para no lograr una reedición de las performances anteriormente cumplidas. Se defendieron y continúa haciéndolo Tarasconi, pero está lejos de aquel pasado brillante. Onzari sufrió mucho más que Tarasca, pues unido a la intervención quirúrgica citada, ha sufrido otras penurias hasta circular el rumor de su muerte. Reaccionó de todo ello, se sobrepuso con fuerza de voluntad a esas desgracias, hasta que el domingo pasado se le quebró una pierna.

 

Imagen Manuel Seoane
Manuel Seoane
 

Tal es el balance. De doce jugadores, tres están jugando sus últimos matches dos han marchado para la infinita calle» de la cual no se retorna; Adolfo Cellí se quebró una pierna; Bidoglio ha sufrido una lesión importante de la cual recién se está reponiendo después de tres meses; Fortunato se retiró en pleno apogeo; él, Tarasconi y Onzari, fueron operados, estando este último con una pierna quebrada; Médice y Tesoriere se apagaron..., Y se apagan también los únicos que quedan de aquel team que comenzó su vida con Os trascendental victoria y a quien luego persiguió la veta.

Imagen Este fue el team que en 1924 ganó por dos a uno al magnífico conjunto de olímpicos uruguayos. De pie: Calomino, que hizo de linesman; Vázquez, entrenador; Médice, Tesorieri, Fortunato, Solari, Bearzotti y A. Celli. Agachados: Hanai, masajista; Tarasconi; E. Celli, Sosa, Seoane y Onzari.
Este fue el team que en 1924 ganó por dos a uno al magnífico conjunto de olímpicos uruguayos. De pie: Calomino, que hizo de linesman; Vázquez, entrenador; Médice, Tesorieri, Fortunato, Solari, Bearzotti y A. Celli. Agachados: Hanai, masajista; Tarasconi; E. Celli, Sosa, Seoane y Onzari.

 

 

Por Borocotó (1932).