¡Habla memoria!

Historia del fútbol argentino, por Juvenal. Capítulo XV (1971-1975)

Asoman los nuevos genios. Central y Newell´s en la gloria. Se forma el Huracán perfecto de Menotti. Argentina fracasa en el Mundial 74. En América rige el Rey de Copas. Tras 18 años vuelve River con Labruna.

Por Redacción EG ·

05 de diciembre de 2019

Veintitrés millones y medio de habitantes, 21 por ciento de inflación anual, dólar a 4.33 en el mercado paralelo, y un galimatías para los hombres y las mujeres de las pampas, al empezar los gloriosos setenta: la ley 18.188 decapita al peso —la calle todavía le dice mango—, dos ceros caen al canasto de la guillotina, y el truco económico enloquece a los dos lados del mostrador.

La entrada popular al fútbol costaba 500 pesos viejos o 5 ley, como casi nadie le decía, poco más de un dólar, un precio infinitamente menor al de hoy. Por esa causa; por la cristalina propuesta de juego de su técnico Waldir Pereira "Didí", un brasileño que supo jugar al lado de Pelé durante dos mundiales; y por su enorme popularidad, River Plate fue una verdadera explosión de fútbol, multitudes y goles en las primeras jornadas del Campeonato Metropolitano de 1971. Catorce arios habían pasado del último título logrado por los millonarios...

 

Un pibe de Los Polvorines

El 8 de agosto, cuando ya el cuadro había entrado en la curva descendente de la campaña, desilusionando una vez más a su inmensa legión con un híbrido sexto puesto final, se produjo un hecho destinado a hacer historia. River cayó esa tarde frente a Atlanta en Villa Crespo, por 2 a 1, pero pisó por primera vez el césped de una cancha de primera, un chico frágil, surgido de los potreros agrestes de Los Polvorines, a quien se lo observaba incómodo, amurado contra la raya y con el número once en la espalda, pero al que se le adivinaban condiciones excepcionales. Tenía 18 años y salió a la cancha dispuesto a cumplir con el pedido de Didí, su maestro: "gocé joga bonito..." El pibe le hizo caso. Jugó bonito durante quince años y en ese lapso ganó todo con la banda roja sobre el pecho: 7 torneos argentinos, uno de América y uno Intercontinental, con el agregado lujoso de haber sido partícipe del logro del Campeonato Mundial de 1978, jugando para la Selección Argentina. Se llama Norberto Osvaldo Alonso, le dicen el Beto y tiene una zurda de oro.

Imagen El fotógrafo Eduardo Forte retrata a Héctor Pignani, Carlos Della Savia, Víctor Marchetti, Daniel Onega y suma a un suplente que ese día debutaría: Norberto Alonso. Histórico.
El fotógrafo Eduardo Forte retrata a Héctor Pignani, Carlos Della Savia, Víctor Marchetti, Daniel Onega y suma a un suplente que ese día debutaría: Norberto Alonso. Histórico.

 

Independiente, campeón de la humildad

Contrariando toda una historia brillante de equipos audaces y goleadores, Independiente ganó el Metropolitano de 1971 con una fórmula inédita para sus antecedentes: esfuerzo, dedicación y sacrificio. Era el Independiente de Santoro; Comisso, Miguel Angel López, Pancho Sá y Ricardo Pavoni; Pastoriza, Raimondo y Semenewicz; Balbuena, Maglioni y Alberto González. No le sobró nada, al punto que se clasificó campeón en la última fecha del torneo. Hasta la penúltima, las posiciones eran encabezadas por Vélez Sarsfield, con un punto de ventaja sobre los rojos, pero en la jornada final, el equipo de la V azulada fue superado en su propia cancha por Huracán 2 a 1; mientras que Independiente, en Avellaneda, venció a Gimnasia por 2 a 0.

Imagen Pastoriza, Comisso, Garisto, Santoro, Sa y Maglioni. Producción fotográfica de Independiente, sería campeón del Metropolitano de 1971.
Pastoriza, Comisso, Garisto, Santoro, Sa y Maglioni. Producción fotográfica de Independiente, sería campeón del Metropolitano de 1971.

De esta manera —tan inesperada que el partido se inició con el estadio de Alsina y Cordero semivacío, y terminó casi lleno cuando las noticias de las radios alentaron a los vecinos a sumarse al festejo—, Independiente obtuvo su séptimo campeonato.

Carlos Bianchi, de Vélez Sarsfleld, fue el artillero del certamen, con una cifra espectacular: 36 goles. El último antecedente de semejante efectividad databa de 1941, cuando José Canteli, de Newell's Old Boys, marcó 30.

 

Imagen Carlos Bianchi
Carlos Bianchi

 

La famosa huelga

En noviembre de 1971 se registró un hecho dramático. Futbolistas Argentinos Agremiados decretó una huelga general por tiempo indeterminado, con el objetivo de lograr el reconocimiento como trabajadores comunes para sus afiliados. Días antes los profesionales de Platense se negaron a jugar contra Independiente, que batió 11 a 1 a un cuadro amateur.

La AFA decidió que el Campeonato Nacional, por entonces en curso, se siguiera disputando con elementos juveniles, cosa que sucedió por varias fechas, hasta que sobrevino la solución y reaparecieron los profesionales. Sin embargo, River Plate decidió que siguieran jugando los pibes. Aquel equipo de Barisio, el Japonés Pérez, Alonso, Juan José López, Merlo, Morete y Joaquín Martínez, entre otros, se dio un lujo grandioso una noche de sábado, en la cancha del Racing Club. Le ganó 3 a 1 a los profesionales de Boca, que habían regresado de la huelga. Fue una exhibición de los chicos de las inferiores, aunque ello no les bastó para alcanzar el título.

 

"Los rosarinos se sientan a la gran mesas"

Treinta y dos años después de su incorporación a los torneos de la AFA, los rosarinos ganan un título. Rosario Central obtiene el Nacional de 1971 dirigido por Angel Labruna. La sangre ganadora del gran Angelito se transmite al espíritu de sus jugadores. Hasta entonces, los cuadros de Rosario juegan brillantemente en su ciudad, pero apenas se alejan de ella, su rendimiento afloja.

Imagen El equipo titular de Central que salió a disputar el partido final frente a San Lorenzo. Arriba: M. Killer, Menutti, Pascuttini, Landucci, J. González y Fanesi. Abajo: Bóveda, Aimar, Poy, Colman y Gramajo.
El equipo titular de Central que salió a disputar el partido final frente a San Lorenzo. Arriba: M. Killer, Menutti, Pascuttini, Landucci, J. González y Fanesi. Abajo: Bóveda, Aimar, Poy, Colman y Gramajo.

Imagen La leyenda Canalla de Aldo Pedro Poy, en andas el día que Central grito campeón por primera vez.
La leyenda Canalla de Aldo Pedro Poy, en andas el día que Central grito campeón por primera vez.

Los centralistas obtienen cómodamente la zona B, para lograr su derecho de ingreso a las semifinales. Allí se dan un banquete histórico. En la cancha de River eliminan a su eterno adversario, Newell's Old Boys, al vencerlo por 1 a 0 con un inolvidable gol de palomita de Aldo Pedro Poy, acaso su máximo ídolo de todos los tiempos. Después llegaría la final, en cancha de Newell's, y la victoria por 2 a 1 sobre San Lorenzo de Almagro.

Imagen Poy la vio en el aire e intuyó el gol. Picó con fuerza y cuando caía, casi sobre el área chica, entre Jara y De Rienzo, fue a buscarla en palomita. Ya partió el cabezazo hacia abajo…
Poy la vio en el aire e intuyó el gol. Picó con fuerza y cuando caía, casi sobre el área chica, entre Jara y De Rienzo, fue a buscarla en palomita. Ya partió el cabezazo hacia abajo…

 

El gran San Lorenzo del Toto

Compacto, esquematizado, casi cibernético. Pero con un relleno humano que le permitía dar espectáculo cuando el resultado estaba asegurado. Allí formaban Jorge Olguín, Cacho Heredia, Victorio Coceo, la Oveja Telch, el Lobo Fischer; daba sus últimos pasos en el fútbol el legendario Nene Sanfilippo y aparecía Rubén Hugo Ayala, a quien llamaban el Ratón, por su escurridizo y eléctrico estilo. San Lorenzo se impone en los dos torneos de 1972, hecho inédito hasta entonces. Lo dirige Juan Carlos Lorenzo, un técnico trabajador, exigente, casi obsesivo, quien logra mantener el fuego sagrado de sus hombres a lo largo de toda la temporada. Las cifras finales del gran año de los Gauchos de Boedo, con los dos certámenes incluidos, impactan: disputaron 49 partidos, de los cuales se impusieron en 29, empataron 16 y sólo cayeron derrotados en 4 oportunidades. En la dramática final del Nacional, jugada en cancha de Vélez, superó en tiempo suplementario a River Plate, con gol de un cordobés que alcanzó la cima de su carrera esa tarde multitudinaria de Liniers: Luciano Martín Figueroa.

Imagen El plantel campeón del Nacional 72. Pitarch, Villar, Villalba, Rezza, Irusta, D’Alessandro, Rosl, Heredia, J. Salinas y Guerreño (arriba). Telch, Espósito, Cocco, Veglio, Ayala, Sanfilippo, Chazarreta, Glaría y Figueroa (abajo). De pie, a la derecha, Juan Carlos Lorenzo, el técnico.
El plantel campeón del Nacional 72. Pitarch, Villar, Villalba, Rezza, Irusta, D’Alessandro, Rosl, Heredia, J. Salinas y Guerreño (arriba). Telch, Espósito, Cocco, Veglio, Ayala, Sanfilippo, Chazarreta, Glaría y Figueroa (abajo). De pie, a la derecha, Juan Carlos Lorenzo, el técnico.

Imagen La fuerza de un campeón. El Lele Figueroa soporta a un eufórico Cacho Heredia. El goleador y el gran tiempista en el fin de fiesta del 72.
La fuerza de un campeón. El Lele Figueroa soporta a un eufórico Cacho Heredia. El goleador y el gran tiempista en el fin de fiesta del 72.

 

Imagen El Ratón Ayala, bicampeón en 1972 con San Lorenzo.
El Ratón Ayala, bicampeón en 1972 con San Lorenzo.
 

 

Un genio viene asomando

Fue el 25 de junio de 1972. Pasó casi tan inadvertido como el debut del otro monstruo de la década, Norberto Alonso. También fue con derrota, como si los predestinados quisieran iniciar así sus trayectorias, River, en el Monumental, le ganó 1 a 0 a Independiente, con un golazo de Juan José López, pero el resultado no importó, de cara a la historia. Sí la presentación en sociedad de un coloradito tímido afuera, pero inmensamente atrevido adentro de la cancha.

Imagen 25 de Junio de 1972. Faltando 16 minutos para que termine el partido con River, Bochini reemplaza a Hugo Saggiorato en el Monumental. Fue su primer partido en primera.
25 de Junio de 1972. Faltando 16 minutos para que termine el partido con River, Bochini reemplaza a Hugo Saggiorato en el Monumental. Fue su primer partido en primera.

Es de Villa Angus, un populoso barrio de la ciudad de Zárate y desorienta cuando los periodistas les piden referencias a sus entrenadores de inferiores ¿Es goleador? No. ¿Tiene una gran pegada? Tampoco. ¿Es dueño de un gran despliegue? En absoluto. ¿Y de un gran físico? Menos todavía. Se trata de un verdadero genio. Clarividente, juega un fútbol químicamente puro, gambetea para adelante, tiene el arco rival en el entrecejo de su inspiración impar. Se llenará de títulos y glorias: 5 Copas Libertadores, 2 Intercontinentales —ante Juventus, en el estadio Olímpico de Roma, después de estupenda doble pared con su compadre Bertoni y en Tokio, ante Liverpool— y 4 torneos argentinos, además de integrar el plantel que se consagró Campeón Mundial de Selecciones en México '86. Se llama Ricardo Enrique Bochini y siempre es fiel a su juego, en victoria o en derrota, en la suerte o la desgracia, con sol calcinante o con lluvia torrencial.

 

Imagen Los dos jóvenes que armaron una de las paredes mas famosas de la historia: Daniel Bertoni y Ricardo Bochini.
Los dos jóvenes que armaron una de las paredes mas famosas de la historia: Daniel Bertoni y Ricardo Bochini.
 

 

Huracán con Menotti: la perfección

Venía insinuándose desde 1972, cuando clasificó tercero en el Metropolitano, no sin antes golpear con un impiadoso 3 a 0 el aura de invencible que paseaba por nuestras canchas aquel San Lorenzo de Juan Carlos Lorenzo. Y se concretó en 1973. El temperamento inclaudicable de Alfio Basile y la regularidad asombrosa de Jorge Carrascosa en el fondo, y el equilibrado despliegue de Francisco Faustino Russo en el medio, sostenían el equipo para que los genios de adelante rompieran los esquemas y divirtieran a la gente. René Orlando Houseman —tan grande que resiste la comparación con Mané Garrincha y el Loco Corbatta—, Miguel Angel Brindisi —sucesor en el amor de la gente simple del Parque de los Patricios, del gran "'Pucho" Méndez—; Roque Alberto Avallay —un centrodelantero que evolucionó mucho, tan capaz de caerse al foso de la cancha de Independiente en sus atolondrados comienzos, como de convertir auténticos golazos en esta campaña triunfal—, Carlos Alberto Babington —un lord inglés, zurdo, rubio, distinguido, de extraordinaria pegada y admirable visión de juego —y Omar Rubén Larrosa— el más esforzado y menos lujoso de todos, pero quizá el más inteligente —formaron una delantera como las de antes, rebosante de fútbol y gol.

Imagen El Flaco Menotti y sus muchachos en el Ducó en 1973, el año de la gloria
El Flaco Menotti y sus muchachos en el Ducó en 1973, el año de la gloria

Más que ganar partidos, escribieron poemas. Aún se recuerdan los dos 5 a 0 que les propinaron a las dos Academias del fútbol criollo: Racing Club y Rosario Central.

Imagen Alfio Basile encabeza la salida de Huracán, empezaba la fiesta de Huracán campeón del Metropolitano de 1973.
Alfio Basile encabeza la salida de Huracán, empezaba la fiesta de Huracán campeón del Metropolitano de 1973.

 

 

Imagen Una imagen del pibe de 19 años que llegó a Huracán para escribir las páginas más gloriosas de la historia del equipo de Parque de los Patricios.
Una imagen del pibe de 19 años que llegó a Huracán para escribir las páginas más gloriosas de la historia del equipo de Parque de los Patricios.
 

Ganaron el Metropolitano por escándalo, aun cuando no pudieron repetir en el Nacional, donde no defeccionaron, pero quedaron afuera de las finales en la última fecha clasificatoria, al empatar 2 a 2 como locales ante el Independiente de Bochini y Bertoni. Finalmente, el segundo título del año se lo llevó Rosario Central, con un fútbol alejado de sus fuentes, pero también exitoso. Era aquel cuadro que dirigía Carlos Timoteo Griguol desde el banco y el interminable Aldo Pedro Poy adentro de la cancha.

 

El fracaso en Alemania

La eliminación del Mundial de México '70 a manos de un magnífico conjunto peruano, había calado hondo en el fútbol argentino. Por eso, se intentó formar un gran equipo para participar en el de 1974, a jugarse en Alemania Federal. Se logró el objetivo, bajo la dirección técnica de Enrique Omar Sívori, tras una ardua etapa clasificatoria que la Selección Argentina superó en forma invicta.

Imagen La selección parte rumbo al Mundial de Alemania: arriba el tercer arquero Fillol, al final de la escalera Quique Wolff, titular indiscutido y hoy afamado periodista.
La selección parte rumbo al Mundial de Alemania: arriba el tercer arquero Fillol, al final de la escalera Quique Wolff, titular indiscutido y hoy afamado periodista.

No se le dio continuidad a Sívori —quien en febrero de 1973 dirigiera a un cuadro albiceleste que le ganó 3 a 2 al próximo Campeón Mundial, la Alemania Federal de Beckenbauer, en el mismísimo estadio Olímpico de Munich—, y terminó recayéndose en los vicios de siempre.

Imagen El primer gol argentino en el Mundial lo hace Cacho Heredia, fue el descuento de la selección frente a Polonia que ganaba 2 – 0 en menos de 10 minutos.
El primer gol argentino en el Mundial lo hace Cacho Heredia, fue el descuento de la selección frente a Polonia que ganaba 2 – 0 en menos de 10 minutos.

La Selección superó angustiosamente su grupo clasificatorio, al escoltar a Polonia junto a los italianos, a quienes superamos por mejor diferencia de gol, conseguida con una goleada salvadora ante Haití. Pero allí acabaron nuestras ilusiones, aplastadas por la Holanda de Johan Cruyff, y superados con lo justo por los restos del inolvidable Brasil de 1970.

Imagen Los titulares de Argentina en el segundo partido de la Selección en Alemania 74 frente a Italia: Sa, Wolff, Ayala, Carnevali y Telch, Houseman, Babington, Yazalde, Kempes, Perfumo y Heredia.
Los titulares de Argentina en el segundo partido de la Selección en Alemania 74 frente a Italia: Sa, Wolff, Ayala, Carnevali y Telch, Houseman, Babington, Yazalde, Kempes, Perfumo y Heredia.

Imagen José Varacka, Vladislao Cap (DT), Carlos Squeo, y Miguel Santoro festejando la victoria con Haití en el banco Argentino.
José Varacka, Vladislao Cap (DT), Carlos Squeo, y Miguel Santoro festejando la victoria con Haití en el banco Argentino.

Había un técnico capaz, como Vladislao Cap, pero la desorganización barrió con todas las buenas intenciones. Sirvió como enseñanza. En septiembre de 1974, asumió César Luis Menotti como nuevo conductor de la Selección Nacional, iniciándose el ciclo más brillante de nuestra historia.

Imagen El capitán de Holanda Cruyff y el argentino Perfumo, se saludan antes del baile. Fue 4 a 0 para los naranjas y el principio del fin de Argentina en el Mundial.
El capitán de Holanda Cruyff y el argentino Perfumo, se saludan antes del baile. Fue 4 a 0 para los naranjas y el principio del fin de Argentina en el Mundial.

 

Debuta Newell's, repite San Lorenzo

Como no podía ser de otra manera, la atención prioritaria del aficionado se la llevó el Campeonato Mundial.

En el Metropolitano, llegó la hora de Newell's Old Boys, el otro club rosarino que venía pidiendo cancha desde 1970, cuando asumió la dirección técnica el "Gitano" Miguel Antonio Juárez. Armó una delantera espectacular: el brasileño Marcos Pereira Martins, Héctor Jesús Martínez, Alfredo Domingo Obberti, Mario Nicasio Zanabria y el también brasileño Heraldo Bezerra. Jugaron un fútbol excelente, pero no pudieron coronar con un título que mucho merecían.

Imagen Ya salió el zurdazo histórico de Zanabria, será el empate frente a Central y la gloria leprosa.
Ya salió el zurdazo histórico de Zanabria, será el empate frente a Central y la gloria leprosa.

Lo lograron recién en el Metropolitano de 1974, cuando quedaban tan sólo atisbos de aquella magnífica civilización futbolera. Los únicos "sobrevivientes" eran el Mono Obberti y Marito Zanabria, quienes se apoyaron en la habilidad endiablada de "Cucurucho" Santamaría para llegar al éxito final, que se dio —toda una revancha contra el destino— en un partido contra su visceral enemigo, Rosario Central, en el mismo reducto de Arroyito. Parecía que la vieja paternidad "canalla" se hacía nuevamente presente, para seguir amargando a los "leprosos", pero el cuadro dirigido por Juan Carlos Montes superó una desventaja de 2 a 0, para terminar empatando con un gol de Rafael Armando Capurro y otro de Zanabria, que hizo posible el primer campeonato profesional de los "viejos muchachos de Newell".

Imagen Los hinchas de Newell’s llevan en andas a su crack Mario Zanabria, la tarde del zurdazo mágico del empate con Central que consagró a La Lepra campeón por primera vez en el Metropolitano 1974.
Los hinchas de Newell’s llevan en andas a su crack Mario Zanabria, la tarde del zurdazo mágico del empate con Central que consagró a La Lepra campeón por primera vez en el Metropolitano 1974.

San Lorenzo de Almagro ganó el Campeonato Nacional, —último título del club de Boedo—, dirigido por Osvaldo Juan Zubeldía y asentado en tres pilares fundamentales: la jerarquía de Jorge Mario Olguín, los desbordes de Oscar Alberto Ortiz, y las certeras definiciones de Héctor Horacio Scotta, quien en 1975 consiguió quebrar un record antiquísimo: el de máximo goleador de un año calendario, que mantenía desde 1937 el paraguayo Arsenio Erico, un verdadero artista del gol, con 47 tantos. Scotta marcó nada menos que 60 (32 en el Metropolitano, 28 en el Nacional) con los inestimables centros de ese prodigio de wing que fue el Negro Ortiz, pero superando una desventaja: 1975 fue un año magro para San Lorenzo.

 

Imagen Héctor Scotta posando con la camiseta de San Lorenzo.
Héctor Scotta posando con la camiseta de San Lorenzo.
 

 

¡Vuelve River!

A pesar de los 18 años sin salir campeón —el último, en 1957, culminando una formidable serie de cinco títulos en seis años—, para River Plate ese largo período sin la máxima consagración —nunca antes había esperado más de cuatro años para dar una vuelta olímpica— no fue una larga noche. Tuvo equipos magníficos, que producían espectáculo y resultados casi por partes iguales, aunque es cierto que sin alcanzar ese campeonato que empezó a transformarse en un desvelo. El año 1974 resultó dramáticamente flaco en resultados. Literalmente el decano de los clubes grandes argentinos había tocado fondo. Sus hinchas seguían siendo fieles pese a los repetidos fracasos sobre la línea de llegada de cada campea nato. Porque ése fue otro fenómeno casi inexplicable: a los hinchas de la banda roja parecían multiplicarlos el dolor y las frustraciones.

Imagen El plantel de River del Metropolitano de 1975. Arriba: Artico, Comelles, Raimondo, Fillol, Perfumo y Héctor López. Abajo: González, Juan José López, Morete, Alonso y Mas.
El plantel de River del Metropolitano de 1975. Arriba: Artico, Comelles, Raimondo, Fillol, Perfumo y Héctor López. Abajo: González, Juan José López, Morete, Alonso y Mas.

Volvía al club de su vida Angel Amadeo Labruna, para ser el técnico que reparara tanto sufrimiento. Llegaba al Monumental con su ojo clínico de siempre, ése que jamás le falló a la hora de elegir jugadores, y con una convicción amasada desde el banco de Talleres, cuando dirigiendo al club cordobés eliminó de las finales del Nacional '74 a un River plagado de pibes sin experiencia. Así, River contrató a Roberto Alfredo Perfumo, Miguel Angel Raimondo y Pedro Alexis González, además de hacer retormar del Real Madrid a Oscar Mas. Los dirigentes dudaban. Para ellos era igual darle a Independiente a Fillol o a Perico Pérez en canje por Raimondo. Angelito fue claro: Fillol sería clave en su estructura. Recomendó a los cordobeses Pablo Agustín Comelles y Héctor Oscar Artico y reavivó su fama de viejo cabalero: el equipo estrenó en la primera fecha contra Estudiantes unas novedosas medias blancas en lugar de las tradicionales grises. Se empató contra los "pinchas" en aquel debut, pero a partir de la segunda fecha se consiguieron 23 puntos sobre 24 posibles, en las doce jornadas siguientes. Perdió el invicto cayendo en el Monumental ante Newell's por 4 a 1 y llegó la prueba de fuego: contra Boca en la Bombonera, donde no se triunfaba desde 1966. River ganó 2 a 1, con goles de Morete y el Beto Alonso de tiro libre para terminar adjudicándose la primera rueda por la friolera de ocho puntos de ventaja sobre Estudiantes de La Plata.

 

Imagen PRODUCCION ESPECIAL del Beto Alonso y el Mariscal Perfumo para El Gráfico luego de gritar campeón. El primero era el desequilibrio en ataque; el segundo, la experiencia e inteligencia en defensa.
PRODUCCION ESPECIAL del Beto Alonso y el Mariscal Perfumo para El Gráfico luego de gritar campeón. El primero era el desequilibrio en ataque; el segundo, la experiencia e inteligencia en defensa.
 
La expulsión de Alonso contra Independiente, y su suspensión por seis fechas fue el factor desencadenante de un bajón que revivió los viejos fantasmas. Pero regresó el ídolo contra San Lorenzo, en la antepenúltima fecha, marcó los dos goles de la victoria y despejó el panorama. Si le faltaba un tinte dramático a la consagración también lo hubo.

Imagen Labruna como director técnico de River, donde es ídolo absoluto.
Labruna como director técnico de River, donde es ídolo absoluto.

Se produjo una huelga de futbolistas y once amateurs salieron el 14 de agosto de 1975 a pelearle al destino. Esa noche inolvidable, pagaron entradas 55.324 personas que fueron atraídas por una camiseta. Y fue un jugador juvenil, Rubén Norberto Bruno, quien marcó el único gol del partido en el minuto 69. Después, vinieron los festejos, doblete en el Nacional incluido, pero valen estos números para dimensionar fríamente a aquel River de los reflejos increíbles del Pato Fillol, la jerarquía del Mariscal Perfumo, la sabia conducción del Negro López —siempre con su inveterada costumbre de jugar los mejores partidos de su vida contra Boca—, el talento inmenso del Beto Alonso, los goles del Puma Morete y luego Leopoldo Luque y Pinino Mas. Aquí van los cinco partidos del año en los que se vendieron más entradas generales, incluidos todos los encuentros de los dos campeonatos: 1) Argentinos Juniors-River Plate: 55.324 boletos; 2) River Plate-Estudiantes: 49.745; 3) River Plate-Boca Juniors: 48.849; 4) Racing Club-River Plate: 47.444; 5) All Boys-River Plate: 43.092.

Imagen 25 La tapa de El Gráfico del 20 de agosto de 1975 muestra a Alonso y Merlo celebrando la conquista millonaria
25 La tapa de El Gráfico del 20 de agosto de 1975 muestra a Alonso y Merlo celebrando la conquista millonaria

 

Independiente de América

Viejas noches de Copa Libertadores, aquellas de los logros primigenios de 1964 y 1965, volvieron a vivirse en el estadio de Alsina y Cordero, primero de cemento de Sudamérica, que volvía a llenarse de hinchas orgullosos por el regreso de las añejas glorias. Cuatro Copa Libertadores consecutivas. Inédito, histórico, hasta hoy inigualable.

Por la Copa de 1972 los rojos ganan el grupo 1, delante de Rosario Central, Independiente Santa Fe de Bogotá y Atlético Nacional de Medellín, sumando diez puntos sobre doce posibles. Luego, le toca el grupo semifinal B, en el que se impone tras dura lucha con San Pablo de Brasil. Tanto Independiente como los paulistas, superan a los ecuatorianos del Barcelona, tercer cuadro de la llave, para definir al finalista cara a cara, entre ellos. Fue el 4 de mayo de 1972, en Avellaneda. El Mencho Balbuena y el Tano Mírcoli les otorgaron el 2 a 0 y el pasaporte a los diablos. La final era contra Universitario de Lima, que contaba en sus filas con los mejores futbolistas peruanos: Chumpitaz, Uribe, Bailetti,

Imagen La tapa de El Gráfico luego del triunfo de Independiente frente a Universitario para ganar su tercera Copa Libertadores.
La tapa de El Gráfico luego del triunfo de Independiente frente a Universitario para ganar su tercera Copa Libertadores.

Percy Rojas, Cachito Ramírez, Cruzado, Muñante. Pero el cuadro de la gran tradición sacó un empate fundamental en el estadio Nacional de Lima y definió todo en el sitio exacto de sus mejores hazañas, esa cancha que estuvo 25 años invicta ante equipos extranjeros. Victoria por 2 a 1 con goles del chaqueño Maglioni y vuelta olímpica para "la familia", como se solía llamar al grupo liderado por el Pato Pastoriza, Perico Raimondo, Pancho Sá, Pepé Santoro y el "Chivo" Pavoni.

En 1973 empezaron las reválidas, con la ventaja de ingresar en semifinales, por ser el campeón reinante. A los muchachos de Pipo Ferreiro les tocó el grupo A, junto al San Lorenzo del Toto Lorenzo y Millonarios de Colombia. Independiente empató en Boedo, pero perdió en Bogotá, llegando al enfrentamiento decisivo con los "santos" con una única opción: ganar. El partido era en el estadio de la doble visera de cemento, ése que parece embrujado para todos los visitantes de la noche. Apareció Miguel Angel Giachello —un zarateño simple y bonachón que le hizo el gran servicio a la causa roja de llevar a probar a su vecino Bochini—, y clavó un zurdazo contra un palo, para colocar otra vez en la final a la "familia". Esta vez, contra el Colo Colo de Chile, el mejor cuadro trasandino de la historia, capaz de llevarse un punto de Avellaneda en el cotejo de ida y dejar a Independiente en la situación que más le gusta: al borde de la hazaña. Eso fue el 0 a 0 conseguido en Santiago ante 80.000 fanáticos de su rival. El tercer partido se disputó en Montevideo, con una especial carga emocional que la gente de Colo Colo supo explotar muy bien. Llevaron al Centenario -al arriero chileno que había rescatado a los jóvenes jugadores de rugby uruguayos, sobrevivientes del famoso accidente aéreo de la Cordillera de los Andes. Ganó Independiente 2 a 1, goles de Mario Mendoza y el bendito Giachello.

Imagen Se mira y se toca. Pavoni de un lado, Bertoni del otro, Maglioni en el medio. Independiente consiguió su primera Copa Intercontinental frente a la Juventus.
Se mira y se toca. Pavoni de un lado, Bertoni del otro, Maglioni en el medio. Independiente consiguió su primera Copa Intercontinental frente a la Juventus.

Esta Copa tuvo yapa, y de qué calidad. El 28 de noviembre de 1973, al pie del Monte Mario, en el estadio Olímpico de Roma, los rojos concretaron su sueño más dorado: obtener la Copa Intercontinental, que se les había negado por dos veces contra el Inter de Milán. La mágica doble pared Bochini-Bertoni, que el pibe zarateño terminó empalando sobre el cuerpo del indefenso Dino Zof, les dio la Copa del Mundo.

 

Otras dos Copas y van seis...

Venden a Santoro al Hércules de Alicante, asume la titularidad Carlos Alfredo Gay, un pibe al que no le tiemblan las manos para atajarle un penal a Zé Carlos, del San Pablo, en el partido desempate de la final de América, realizado en el estadio Nacional de Santiago de Chile. Independiente retiene la corona en 1974 con un penal convertido por Ricardo Elbio Pavoni.

Imagen El Chivo Ricardo Pavoni saca un misil de penal y marca el único gol de Independiente frente a San Pablo en el partido de desempate de la final jugada en Chile. El Rojo gana su quinta Libertadores.
El Chivo Ricardo Pavoni saca un misil de penal y marca el único gol de Independiente frente a San Pablo en el partido de desempate de la final jugada en Chile. El Rojo gana su quinta Libertadores.

¿Hazaña dice usted? ¿Y entonces, qué calificativo le ponemos a lo de 1975? Para acceder a la final, los rojos debían ganarle por tres goles de diferencia al Cruzeiro de Brasil. El escenario, el de tantas jornadas inolvidables, lleno a reventar. ¿El resultado? Créase o no, contra aquel brillante conjunto de Nelinho. Independiente 3 Cruzeiro 0. Faltaba el último paso para conseguir la sexta Copa Libertadores, cuarta consecutiva. Y se concretó el 29 de junio de 1975, otra vez en desempate, ante la Unión Española de Chile. En el estadio Defensores del Chaco de Asunción del Paraguay fue 2 a 0 para el cuadro que en aquel momento dirigía Pedro Rodolfo Dellacha. Las conquistas mostraban el recambio generacional: las consiguieron el entrerriano Ruiz Moreno y Ricardo Daniel Bertoni.

Imagen Independiente formó en el partido desempate frente a Unión Española con: José Alberto Pérez, Eduardo Commisso, Miguel Ángel López, Francisco Sá, Ricardo Pavoni, Alejandro Semenewicz, Rubén Galván, Ricardo Bochini, Agustín Balbuena, Ricardo Ruiz Moreno y Daniel Bertoni
Independiente formó en el partido desempate frente a Unión Española con: José Alberto Pérez, Eduardo Commisso, Miguel Ángel López, Francisco Sá, Ricardo Pavoni, Alejandro Semenewicz, Rubén Galván, Ricardo Bochini, Agustín Balbuena, Ricardo Ruiz Moreno y Daniel Bertoni

Imagen La codiciada copa. El más preciado trofeo en la larga lista de galardones alcanzados por el club de Avellaneda. Bertoni, Galván, Pavoni y López la contemplan luego de haberla retenido en Asunción. Perico Perez la acaricia por primera vez...
La codiciada copa. El más preciado trofeo en la larga lista de galardones alcanzados por el club de Avellaneda. Bertoni, Galván, Pavoni y López la contemplan luego de haberla retenido en Asunción. Perico Perez la acaricia por primera vez...

 

Por Juvenal (1990).