¡Habla memoria!

Un sitio para esta línea

Cagnotti, Gómez, Guzmán, Potro y el maravilloso “Chueco” García formaron en Rosario Central un gran quinteto ofensivo para la temporada de 1932. Un ataque que con justicia aquí se rememora.

Por Redacción EG ·

29 de noviembre de 2019

En nuestro ambiente pocos han de ser los aficionados que tengan memoria de las magníficas actuaciones que brindó este ataque rosarino. Cuando aquí hablamos de los grandes quintetos delanteros que desfilaron por las gramillas futboleras, la cita se concentra en el recuerdo que nos dejó aquel de provincia con Nolo al centro y Perinetti-Ochoa y Seoane-Orsi en las alas; el de Independiente del 26 con Canavery, Latín, Ravaschino, Seoane y Orsi; el de Huracán de 1928 integrado por Loizo, Spósito, Stábile, Chiesa y Onzari; o el de mecánica pronunciación — como sus desplazamientos — que tuvo Estudiantes de La Plata entre 1930 y 1932: Lauri, Scopelli, Zozaya, Ferreira y Guaita. Son los que más fuertes amarras echaron en nuestras retinas.

 

Imagen Además de buen fútbol hizo también muchos goles este ataque de Rosario Central; en la foto aparecen de izquierda a derecha: Cagnotti, Gómez, Guzmán, Potro y García.
Además de buen fútbol hizo también muchos goles este ataque de Rosario Central; en la foto aparecen de izquierda a derecha: Cagnotti, Gómez, Guzmán, Potro y García.
 Es muy cierto que la preferencia popular hacia esas líneas de ataque ha sido totalmente justiciera, ya que en verdad no las hubo superiores, pero el forzoso trance del público nuestro de remitirse a lo que ha visto, ha hecho que en la "lista" quedaran un tanto olvidadas algunas grandes delanteras que produjo el fútbol provinciano. No es del caso citar a todas las que desfilaron por las canchas pajueranas, pero en Santa Fe muchas de las que piloteó el negro Valiente en el viejo Unión fueron dignas de merecer su inclusión en la nómina, lo mismo que algunas de las que dirigió Romero en Belgrano de Córdoba desde su puesto de entreala izquierdo. Algo semejante aconteció con el quinteto que aquí presentamos, armado en Rosario Central en la temporada de 1932 y de cuyos integrantes no es posible discutir al maravilloso Chueco García como el que "más quedó". Pero dichas las cosas como ocurrieron, la verdad fue esta: mientras Cagnotti, Julio Gómez, Guzmán, Potro y el Chueco actuaron juntos en el once de Arroyito fue muy difícil elegir de entre los cinco al mejor.

Los hinchas rosarinos han de recordar todavía hoy, con robustecida nostalgia, los espectaculares jaleos que ante quien se cuadrara brindaron esos cinco brujos. En Buenos Aires pocas veces llegaron a actuar juntos; pero en los fields de la Chicago cuanta defensa se les plantó supo del caudal extraordinario de malabarismos, jugadas de picardía, y también de efectividad, que distinguía a este ataque. Al revés de lo que ocurriera con otras líneas, en la que Sebastián Guzmán dirigía desde el fondo — retrasado como Gabino Sosa en Central Córdoba — los hombres encargados del remate, los que asumían la misión de ejecutores eran los entrealas Gómez y Potro, mientras que a los punteros y al citado eje les quedaba reservada la misión más grata para los ojos, la de bailar y enloquecer —como decía Guzmán — a los tres halves enemigos. Ellos amasaban el gol; los insiders lo cocinaban.

Imagen Enrique “Chueco” García retratado por la publicación en tiempos de Rosario Central, donde jugó desde 1932 hasta 1936.
Enrique “Chueco” García retratado por la publicación en tiempos de Rosario Central, donde jugó desde 1932 hasta 1936.
El Chueco había llegado a Central procedente de otro quinteto que también echó raíces en el Santa Fe de su infancia: el que formó con Magan, Canteli, Loyarte y Salas en Gimnasia y Esgrima de Santa Fe. "Zurín" Cagnotti y "La Chancha" Guzmán traían también una recomendable tarjeta de ingreso al núcleo de los malabaristas rosarinos; terminaban de ser puntales de una línea que dictó cátedra en el Campeonato Argentino de 1931, la del equipo de la Liga Regional de San Francisco, en la que con Arpino de winger izquierdo y César Rodríguez y Poletto de insiders, llenaron de "conciertos" las canchas de la República. Julio Gómez y Potro eran productos genuinos de los semilleros auriazules. Tal la historia de ese quinteto, donde el centro a media altura de Cagnotti con el remate de cabeza de Guzmán, agachándose éste apenas lo suficiente para darle más fuerza al remate, parecía ejecutado en carbónico: la cantidad que el público deseara. Como lo eran también las entradas del Chueco hasta el ángulo más cerrado del arco y el rápido pase atrás para que Gómez o Potro remataran a la carrera.

 

El Gráfico 1946