¡Habla memoria!

1967. El adiós a Stábile

El Gráfico despedía a Guillermo Stábile, fallecido el 26 de diciembre de 1966, un emblema absoluto del fútbol de fines del amateurismo y principios del profesionalismo. Fue DT de la Selección entre 1941 y 1959.

Por Redacción EG ·

25 de julio de 2019

Una vida dedicada al fútbol

 

Ahora sólo pretendemos transcribir el legítimo epitafio... "A Don Guillermo Stábile, a una vida entregada al fútbol." Buscando en esas breves palabras de despedida, en la sumaria elocuencia de esa síntesis, toda la densidad del póstumo reconocimiento a una pasión que lo encendió desde los primeros años de la infancia... A la memoria de un deportista íntegro, a la limpieza de una trayectoria plena de honestidad y sacrificio.

¿Acaso queda otro adiós para Don Guillermo?... Aquí, sobre nuestra mesa de trabajo, en todas estas docenas y docenas de fechas, en todos estos centenares y centenares de fotos, en la apretada tipografía de estos innumerables recortes está el testimonio inequívoco del tiempo, el aporte irrefutable de la historia... Aquí, al pie de esta fecha se leen elogios, por aquí más elogios, al dorso de esta foto la acidez de una crítica, en aquélla más críticas, en esa otra más elogios.,.. Pero al cabo, ¿qué? Al cabo todo eso es nada más que la vida de un hombre, al cabo es en realidad de una trayectoria, la evidencia de una larga actividad, el proceso de un esfuerzo... Porque detrás de ese hombre pequeño, de sienes grises, de cara afilada, de ademanes pausados y palabra reflexiva, se escondían más de cuarenta años de febril vocación, más de cuarenta años proyectados al gran motivo de su existencia... No es sólo la quietud de la muerte la que nos impulsa al homenaje. Es este Don Guillermo real, tangible, dinámico, luchador, el que se corporiza en esta biografía abstracta, que vuelve en todo este puñado de recuerdos.

Imagen La selección de Capital 1927 de la Asociación Amateurs Argentina de Football. Arriba: Evaristo, Bidoglio, Muschietti, Recanatini, Monti y G. Moreyras. Abajo: Carricaberry, Tarascone, Stábile, Maglio y Onzari.
La selección de Capital 1927 de la Asociación Amateurs Argentina de Football. Arriba: Evaristo, Bidoglio, Muschietti, Recanatini, Monti y G. Moreyras. Abajo: Carricaberry, Tarascone, Stábile, Maglio y Onzari.

Imagen En 1930, en pleno Mundial, Los jugadores Guillermo Stábile, Fernando Paternoster, Ángel Bossio y Mario Evaristo, juntos con otros integrantes de la delegación argentina, se divierten por las calles de Montevideo a bordo de un curioso vehículo.
En 1930, en pleno Mundial, Los jugadores Guillermo Stábile, Fernando Paternoster, Ángel Bossio y Mario Evaristo, juntos con otros integrantes de la delegación argentina, se divierten por las calles de Montevideo a bordo de un curioso vehículo.
 

Imagen Final del Mundial de 1930. Stábile marca el segundo gol argentino. Era el 2 a 1 parcial. Finalmente Uruguay ganó por 4 a 2 y conquistó el título.
Final del Mundial de 1930. Stábile marca el segundo gol argentino. Era el 2 a 1 parcial. Finalmente Uruguay ganó por 4 a 2 y conquistó el título.
 

Es ese chiquilín frágil, enormemente delgado, que allá por los brumosos comienzos de siglo corre ardorosamente por los baldíos de Pompeya y Parque Patricios...; Es ese mismo jovencito de físico esmirriado que a los 17 años resuelve canjear sus cien metros en 11 segundos por un puesto de puntero derecho en aquel Huracán de Avda. La Plata y Chiclana. Es ese mismo insólito "Filtrador" asociado al lírico recuerdo de Loizo, Spósito, Chiesa y Onzari durante más de diez años... El goleador terminante, del pique demoledor y el remate definitivo. Hasta que llega aquel año 30 en Montevideo. El torneo donde se tamizan famas, donde surgen desconocidos, donde se consagran célebres. Y allí se consumó su gran triunfo. Allí, goleador absoluto, inauguró su segunda gran etapa. Sólo quedó el dolor de un segundo puesto argentino, pero aquel Guillermo Stábile, apenas susurrado en la intimidad del Parque, repercutió estruendosamente en todo el mundo. Allí mismo, a Montevideo, llegaron los dirigentes del Génova para que vistiera su casaca. ¡Veinticinco mil pesos de prima y mil pesos mensuales para aquellos tiempos! Y todo fue brusco. Contrato, casamiento y luna de miel en aquel Conte Verde de entonces, el viaje obligado de entonces... Llega y juega. Llega y triunfa. Tres goles justifican la aclamación popular y el nacimiento de un nuevo ídolo italiano. Cinco años permaneció allá alternando entre el Génova y el Nápoles, luchando contra tres fracturas sucesivas que al cabo frenaron sus ímpetus de "Filtrador". Cuando partió hacia Francia dejaba el recuerdo de uno de los más grandes jugadores que habían pasado por esas latitudes. Intentó una nueva etapa en el Red Star, de París, pero por fin decidió abandonar para siempre. Y emprendió el regreso a la patria con su mujer y su hija. Corría entonces el año 1939. El "Filtrador" había concluido. Ahora se iniciaba otra etapa, la más célebre de su trayectoria, la que se iba a prolongar entre nosotros a través de veinte largos años...

Imagen En esta escena de la película ¨Fantoche¨, Stábile descubre “sin querer” como había sido el famoso gol que tanto enorgullece al protagonista de la historia que por su expresión no debe estar muy conforme.
En esta escena de la película ¨Fantoche¨, Stábile descubre “sin querer” como había sido el famoso gol que tanto enorgullece al protagonista de la historia que por su expresión no debe estar muy conforme.
 

Aquí, en nuestra mesa de trabajo está el Don Guillermo de los buenos tiempos... Está visible en esta foto llena de vigor, con el torso desnudo dirigiendo las prácticas de aquel Huracán del "Tucho" por los umbrales de aquel cuarenta inolvidable de nuestra historia. Traía toda la experiencia de su paso por Europa y ya repetía por entonces "que las piernas mejores del mundo necesitaban la nutrición de aquella disciplina, el trasplante de aquella organización y de aquella estrategia". Y después de asumir la dirección del seleccionado en los partidos por la Copa Chevalier Boutell, frente a Paraguay, se consolida ya definitivamente en el cargo.

Aquí, hurgando cuidadosamente en el tiempo, comienzan a sucederse los éxitos... La larga e interminable fila de triunfos... El Sudamericano del 41, en Chile. Un segundo puesto en Montevideo, en 1942. Campeones invictos en Chile en 1945. Campeones invictos en 1946, en Buenos Aires. Primeros en Ecuador, en el 47. Campeones panamericanos en 1954, en Buenos Aires, y en el 55 en Chile. Hasta que llega el 57 con el gran suceso de Lima con el hallazgo de Maschio, Angelillo y Sívori. Con la calidad ya veterana de "Pipo", con el genio desconcertante de Corbatta... Con el resonante triunfo sobre los inminentes campeones del mundo, y dejando el mensaje de un fútbol que todavía añora nostálgicamente. Lima.

Después Suecia... Sus dramáticas consecuencias. Las críticas agrias, las acusaciones... Guillermo Stábile era el principal responsable de la catástrofe, el capitán irresponsable del naufragio...

"Perdí el último round — nos dijo amargamente hace apenas un año—, y me mandaron al rincón de los trastos". El triunfo en Costa Rica no alcanzó a entibiar su situación. La goleada en Brasil frente al equipo de Pelé, después de la derrota en Buenos Aires en la Copa Roca, aceleraron su caída ya definitiva... Don Guillermo Stábile había concluido. Ya no contaban sus éxitos  de casi 20 años, sus tres campeonatos en Racing, su gestión al frente de la Escuela de Técnicos... Ya no contaba nada. Tal como el doloroso saldo de sus mismas amargas palabras, "había pasado al rincón de los trastos". Bruscamente.

Es verdad que la presencia de la muerte lima muchas veces la aspereza de los juicios. Pero también es verdad que otras veces sirve también para administrar la justicia postrera, o al menos para meditar con sereno equilibrio el veredicto póstumo. "Don Guillermo —se lee en algunos de estos recortes—, fue el afortunado beneficiario de un grupo de jugadores excepcionales. De hombres como Moreno, como Pedernera, como Antonio Sastre, Pontoni, Martino, el "Chueco" García, Méndez... Pero cuando don Guillermo llegó de Europa encontró la rebeldía ingénita del jugador argentino. Se enfrentó con "el divo" enfermo de egolatría, tropezó con toda la secuela de nuestros antiguos males. Se enfrentó con jugadores elaborados en la indisciplina de los clubes, en favor de los técnicos "sui géneris" de entonces... De aquel ex jugador, de aquel delegado o de aquel dirigente metido a técnico que sólo descorchaba botellas en las copiosas cenas de los triunfos... Al margen de su sabiduría, Don Guillermo se enfrentó a un medio plagado de vicios anacrónicos, donde jugadores y dirigentes y técnicos aleteaban tímidamente en un profesionalismo de embrión, donde el crack ejercía la tiranía de sus caprichos, el despotismo de sus excentricidades, donde el dirigente se sometía incondicionalmente para utilizarlo en la cancha y en la lucha electoral... Sí, aquí está Suecia, aquí está la trágica noche de Ezeiza. Pero ¿es que Suecia, es que apenas un fracaso puede borrar la magnitud de veinte años de éxito? Su más grande mérito es haber triunfado superando los males del medio. De ese mismo medio que todavía, a muchos años de Don Guillermo, siente la fragilidad de organización y la ineptitud de muchos conductores...

Imagen La tapa de El Gráfico del 1 de marzo de 1946. Stábile (DT de la Selección), celebra junto al defensor José Salomón la obtención del Sudamericano de dicho año.
La tapa de El Gráfico del 1 de marzo de 1946. Stábile (DT de la Selección), celebra junto al defensor José Salomón la obtención del Sudamericano de dicho año.

Esta mesa llena de recuerdos, llena de opiniones, de críticas, de elogios, sólo revela que los hombres seguirán sujetos a los mismos ancestrales vaivenes de la opinión... Qué éxito y fracaso serán eternamente los dos platillos de la legendaria balanza... Don Guillermo opuso muchos, muchos años de sol dorado contra unos pocos, pocos meses de nubes grises. Y sólo quedó la imagen de este último cielo: El sol se eclipsó en el cono sombrío de un solo fracaso. Como ocurre ahora, como ocurrió antes, como ocurrirá mañana.

No es la presencia de la muerte la que nos torna más generosos... Es esta mesa llena de vida, son estos cuarenta largos años de esfuerzos, de lucha, de actividad, de honestidad. Es la vida de un hombre. De ese hombre pequeño, de sienes muy grises, de gestos pausados, de hablar reflexivo, que salta ágil y dinámico en medio de todas estas fechas, en la sucesión de todos estos acontecimientos, en la luminosidad de todos estos éxitos, en la penumbra de estas derrotas... Es esta última imagen de este silencioso que llegó a los 60 años y que nunca levantó la voz para la réplica, que se resignó sencillamente a refugiarse "en el rincón de los trastos" después de veinte años de indudable vigencia... Los hombres se equivocan. Los de antes, los de ahora, los de mañana... Repetirnos nuestro epitafio... "A Don Guillermo, a una vida entregada al fútbol."

 

 

El Gráfico (1967).