Recuerdos de Chaca Campeón
En 2004 El Gráfico reunió en San Martín a Frassoldati, Petrocelli, Bargas, Puntorero, Neumann y Palacios, para que nos cuenten la historia de la cincuentenaria proeza funebrera de 1969.
En julio de 1969, aquella frase tan incorporada entre los argentinos –“se agrandó Chacarita”– alcanzaba su máxima dimensión, justo quince días antes de que Neil Armstrong y Edwin Aldrin se convirtieran, a bordo del Apolo XI, en los primeros hombres en pasearse por la Luna. Dos hazañas que, aunque no tengan nada que ver entre sí, el hincha común se encarga de relacionar: “La culpa de que no volvimos a ser campeones de Primera es de la NASA, que no repitió la cábala de mandar de viaje a los mismos astronautas”.
Más allá del justificativo que busca el hincha para entender por qué no volvió a repetirse aquella vuelta olímpica, lo que sí quedó en claro fue por qué Chacarita Juniors el 6 de julio fue un brillante campeón, definiendo el partido final en su favor de manera categórica por 4 a 1 ante el mismísimo River Plate, el club que más títulos cosechó en la historia del fútbol argentino.
“Yo te decía, yo te decía, que ahora con Chaca no se podía, con este equipo noble y valiente que en la Argentina aplaude ya toda la gente, escalaron posiciones sin apuro y con tesón y ganaron este año el más alto galardón, ejemplo de gran modestia, ejemplo de gran valor, Chacarita fue una máquina, Chacarita y su ballet...” La canción de Carlos Argentino resuena aún en el espíritu de los simpatizantes funebreros y en su letra resume las virtudes de un plantel con talento y coraje.
¿Habrá sido tan así? Qué mejor entonces que preguntárselo a los gestores de la proeza: Franco Frassoldati, Eliseo Jorge Petrocelli, Angel Hugo Bargas, Juan Carlos Puntorero, Horacio Neumann y Bernabé Palacios, a quienes El Gráfico reunió en el estadio de Chacarita, en San Martín. Pero... ¿y los demás? A Rodolfo Orife lo encontramos en España, con un acento andaluz incorporado; a Carlos María García Cambón en Indonesia, hasta donde llegó para dirigir al Persija, y a Leonardo Luis Recúpero instalado ya definitivamente en su querido San Juan. Veamos cómo explican ellos por qué Chacarita logró aquella vez hacer realidad el sueño de campeón.
Frassoldati: “Entre Ernesto Duchini y Argentino Geronazzo fueron los responsables de empezar a delinear el equipo a partir de 1967. Y creo que había muchas cosas en el aire que ellos comenzaron a unir. Siempre dije que la virtud de un técnico es optimizar al jugador, y acá lo lograron, porque armaron un equipo que poseía inteligencia, técnica, velocidad, fuerza y mucho amor propio.”
Petrocelli: “Era un equipo que jugaba igual en todas las canchas, tenía muy buen tratamiento de pelota, salía jugando de atrás y, fundamentalmente, contaba con jugadores con mucha personalidad que se fueron afianzando a medida que avanzaba el campeonato. Se defendía teniendo la pelota, y si vos tenés la pelota no te pueden atacar. Antes ganaba el que jugaba mejor, en cambio hoy en día pierde el que se desconcentra.”
Bargas: “Siempre me acuerdo de un título de El Gráfico que decía ‘Si quiere ver buen fútbol, vaya a ver a Chacarita’. Y esa nota la habían publicado a mitad del campeonato, así que se veía que este equipo jugaba bien en serio. Era muy parejo en todas sus líneas y tuvimos la suerte de no tener lesionados. En Chacarita todos los torneos arrancábamos con la amenaza del descenso, pero ese año la sensación era diferente, porque nos teníamos mucha confianza.”
Puntorero: “Sobraban jugadores de habilidad en el plantel y nuestra estrategia de juego consistía en tener la pelota el mayor tiempo posible. Como el fútbol era más lento y no de tanto despliegue como hoy, nos veíamos favorecidos para hacer nuestro planteo. Además, en pleno partido, el equipo tenía la inteligencia suficiente para reforzar posiciones y aprovechar las debilidades del rival.”
Neumann: “Geronazzo era un estudioso y nos enseñó muchas cosas que una vez asimiladas fueron claves desde el punto de vista estratégico. Y Federico Pizarro era un técnico que nos daba una confianza bárbara. En el 69, yo tenía 23 años y en el túnel, antes de salir a la cancha, Pizarro me decía ‘Tanque hoy no hay defensa que lo frene’, y yo me lo creía y salía a jugar con una fuerza tremenda.”
Orife: “La mayor virtud de ese equipo fue que había una línea de juego, y todos eran fieles a ella. Y cuando uno está bien rodeado, se siente seguro y se anima a arriesgar, a buscar el partido constantemente. El ensamble era perfecto, lo que demostraba el acierto de la elección de cada jugador. Y una vez que el equipo empezó a funcionar, los resultados vinieron solos, y llegamos con una fe bárbara a las semifinales y a la final. La figura, sin dudas, era Marcos. Cuando él tenía la pelota podíamos estar tranquilos.”
Garcia Cambon: “El equipo estaba convencido de su capacidad. En el mediocampo, por ejemplo, Poncio y Recúpero eran muy inteligentes y a los cinco minutos de juego ya sabían cuáles era los puntos débiles que teníamos y los cubrían. Y Marcos como capitán y estratega era nuestra figura desequilibrante en el ataque. Además del talento, se había formado un grupo que le ponía mucho empeño y dedicación a la preparación, es decir a la materia prima se le había agregado muchas ganas por lograr cosas importantes.”
Recupero: “Cuando las piezas empezaron a ensamblarse quedó en claro la importancia que tuvo Argentino Geronazzo en la gestación del equipo. Y si bien cada uno cumplía perfectamente su función, es indudable que la presencia de Marcos contribuyó para que Chacarita tomase vuelo.”
Una dura caida en el comienzo. Las descripciones de cómo era el equipo resultan sumamente elogiosas sabiendo el final de la película, pero en el arranque del campeonato, en la segunda fecha, Chacarita sufrió una derrota apabullante por 7 a 1 como visitante ante Lanús.
Petrocelli: “Fue un partido en el que a ellos les salían todas y se dio un resultado abultado. Lo bueno fue que levantamos cabeza enseguida, porque al partido siguiente le ganamos a Colón 5 a 0. Ese 7 a 1 nos había quedado marcado, tanto es así que cuando jugamos por la segunda rueda, en San Martín, el resultado nos era favorable por 3 a 0 y seguíamos atacando porque queríamos más goles.”
Recupero: “Después de ese 7 a 1 quién iba a pensar en dar la vuelta olímpica. Creo que esa goleada la sentimos mucho, se charló en la semana y al partido siguiente salimos a buscar el desquite y lo encontramos frente a Colón. Fue importante la rápida recuperación que tuvimos.”
Después de ese 7 a 1, Chacarita estuvo ocho fechas sin perder, con cuatro victorias y cuatro empates. Y en la décima fecha el compromiso era en La Plata, frente a Gimnasia, que venía entonado por vencer en el clásico a Estudiantes por 2 a 0 en el Interzonal.
Orife: “Para mí fue muy importante esa victoria contra Gimnasia, porque como locales ellos eran muy difíciles. Y justo yo, que venía de Estudiantes, hice el gol; pero más allá de la rivalidad, a mí me interesaba que ganara Chacarita, porque venía en alza. Me acuerdo de que sacó Petrocelli, Neumann saltó con Magliolo, defensor de Gimnasia, y me la peinó justo para que yo desde fuera del área aprovechara que Gatti estaba adelantado.”
San Lorenzo fue el único equipo que venció a Chacarita tanto de visitante como de local. En ambas oportunidades lo hizo por 2 a 0, y el partido en el Viejo Gasómetro fue de vital importancia para los de Boedo, pues con esa victoria en la última fecha consiguieron la clasificación para el próximo Campeonato Nacional. Siete triunfos en ocho fechas. En la segunda parte del torneo, Chacarita se afianzó sobremanera a partir de la duodécima fecha, con siete victorias, entre las que se destaca la registrada frente a Boca en la Bombonera, con gol de Marcos. Y a la fecha siguiente, el éxito ante Banfield, por 3 a 2, asegura la clasificación por la Zona A.
Frassoldati: “Los triunfos fueron alimentando la ilusión de pelear arriba, porque cada victoria servía para agrandarnos más como equipo. Y el objetivo de clasificarnos para las semifinales incluso llegó antes de que terminara el torneo. Estábamos en un buen momento y había que aprovecharlo.”
Puntorero: “Cuando empezamos a encadenar triunfo tras triunfo me di cuenta de que la cosa iba en serio. Jugábamos con naturalidad y no había que forzar nada. Creo que todos disfrutábamos del juego que estábamos haciendo.”
Y llega la final. Después de vencer a Racing en semifinales, Chacarita tenía la gran oportunidad de su vida para inscribir su nombre en la nómina de campeones. Un 6 de julio con mucho frío, en el estadio de Racing, se recaudan 27.680.400 pesos, producto de 18.832.300 por las entradas generales y 8.848.100 por las plateas.
La formación titular de Chacarita en el partido decisivo fue con Petrocelli; Gómez, Abel Pérez, Bargas y Frassoldati; Recúpero, Poncio y Puntorero; Marcos, Orife y Neumann, dirigidos por Víctor Rodríguez, quien había reemplazado en plena recta final a Federico Pizarro.
River formó con Carballo; Ferreiro, Miguel Angel López, Guzmán y Vieitez; Dreyer, Recio y Gutiérrez; Trebucq, Daniel Onega y Mas. El árbitro Roberto Barreiro expulsó a los 30 minutos del primer tiempo a Dreyer.
La ansiedad de los simpatizantes de River, por doce años de sequía sin títulos, y la efervescencia de los hinchas tricolores, que se pellizcaban para entender que lo que estaban viviendo no era un sueño, hicieron que esta final inesperada al inicio del torneo también tuviese un desarrollo totalmente sorprendente, tanto por el resultado (4 a 1) como por la superioridad del ganador.
Frassoldati: “La vigilia para esa final fue atípica, porque estábamos concentrados en una cuadra del Colegio Militar. Durante el torneo siempre habíamos concentrado en el hotel Buenos Aires, donde hoy mismo continúa yendo el equipo de Primera. En la final aseguramos la pelota y cuando nos dieron espacios los aprovechamos muy bien.”
Neumann: “En esa final tuve la suerte de hacer dos goles en el primer tiempo. En el primero aproveché un rebote en el área de ellos, cuando quedé de espaldas al arco y con la pelota picando delante de mí. En el segundo me jugué la vida, porque la pelota venía a media altura, y Guzmán, de River, estaba más cerca; pero la busqué con potencia, él me da en la canilla, y la pelota sale con una fuerza tremenda. Ahí nos pusimos 2 a 1, porque ellos habían empatado a través de Trebucq.”
Recupero: “Mientras estábamos concentrados en el Colegio Militar recibí telegramas desde mi provincia, San Juan, alentándome. Todos estaban pendientes de que un comprovinciano podía salir campeón. El diario Cuyo y la revista Tribuna seguían de cerca mis actuaciones. Y en la final fue una cosa increíble, con un festejo inolvidable. Después del partido, José María Muñoz había dicho por radio que estábamos sin comer, y la gente se acercaba al micro que venía desde Avellaneda en caravana y nos daban pizza por las ventanillas.”
Puntorero: “En la final yo jugué de ‘5’, por el medio, porque Recio, de River, era un jugador de características parecidas a las mías, entonces ese día cambiamos el mediocampo: Recúpero fue por derecha y Poncio por izquierda.”
Momento de anecdotas. Y cuando se trata de recordar historias todos apuntan a Frassoldati para que las cuente, y éste tiene un protagonista predilecto: Bargas.
“Una vez, en el aeropuerto de Bogotá, nuestro avión estaba por partir, y quién faltaba... Bargas. Pasaban los minutos y no aparecía, desde el altoparlante insistían: ‘Por favor, señor Angel Hugo Bargas presentarse de inmediato...’, y nombraba una puerta de acceso. De pronto aparece en un carrito, y cuando le vamos a recriminar, nos dice ‘sí, escuché que llamaban a alguien, pero creí que era alguien que se llamaba igual que yo’”.
“Después –sigue Frassoldati con entusiasmo–, en un pueblo de Salta fuimos a jugar un amistoso. Nos cambiamos, vamos todos para la cancha y quién faltaba: Bargas. Resulta que la persona que cuidaba el vestuario no quería perderse el partido y cuando vio que salimos cerró con llave y se vino con nosotros. ¿Y Bargas? Había ido al baño y quedó encerrado, terminó saliendo por una ventana...”
“Yo recuerdo una anécdota de Juan Carlos Sañudo, que era el masajista –agrega Palacios–. Una vez fuimos a Bolivia a jugar un partido frente a la selección, y Sañudo tenía una forma muy particular de correr, porque levantaba las rodillas hasta la cintura y era rápido. Resulta que queda lesionado Marcos, del lado opuesto al banco de suplentes, y Sañudo sale a toda velocidad; el tema es que cuando llegó a destino le afectó la altura, se cayó y Marcos, el lesionado, terminó asistiéndolo y sacándolo al costado de la cancha.”
Gracias al título logrado en el Metropolitano y su estilo de juego, este plantel de Chacarita fue invitado muy seguido para realizar giras y participar de partidos amistosos. “Muy pocos saben que en enero de 1973 estuvimos casi un mes en Alemania jugando contra los mejores equipos de allá. Nos trataron de manera espectacular, y yo estaba maravillado por los baños de inmersión”, recordó Puntorero, a lo que sumó Frassoldati: “En Alemania incluso jugamos un torneo de fútbol cinco en un estadio como el Luna Park. El tema era que al año siguiente se venía el Mundial del 74 y había un entusiasmo bárbaro por el fútbol.”
Y hablando del Mundial de Alemania, Chacarita, con sumo orgullo, aportó a la formación titular del seleccionado argentino dos jugadores: Bargas, que en esa época ya había sido transferido a Francia, y el arquero Daniel Alberto Carnevali, que había llegado al club después de la proeza del 69.
“A mí con el seleccionado me pasó algo llamativo, porque yo llegué a disputar seis partidos en la Primera de Racing y, cuando lo ponen a Pizzutti como DT, me manda a Chacarita en forma definitiva; y resulta que la vuelta de la vida hace que el que me termine convocando a la Selección sea el mismo Pizzutti. Con José ahora somos muy amigos, pero se ve que para Racing no me veía”, contó Bargas, a quien el fútbol lo paseó por el mundo, como jugador se desempeñó en Francia, en el Nantes y en el Metz, y como técnico dirigió en Bélgica, Luxemburgo y tuvo también su experiencia en torneos del ascenso argentino.
“Al Nantes –explicó Bargas– llego por recomendación de Marcos, que ya jugaba allá. En plenas negociaciones también se habló de Osvaldo Piazza, pero él se incorpora al St. Etienne. Marcos se convirtió rápidamente en figura y la gente en Francia lo admiraba mucho. Además, no bien llegamos a Nantes la suerte estuvo de nuestro lado, porque en la temporada 1972/73 salimos campeones. Es decir, con pocos años de diferencia, Marcos y yo fuimos compañeros y campeones en Argentina y en Francia. ¿Cómo era Marcos? Un jugador con mucha personalidad, muy astuto, hábil y tenía gol.”
Lamentablemente para esta producción, Marcos fue inhallable en Francia, porque al concluir el campeonato galo se fue de vacaciones con su familia a Cannes. En la última temporada dirigió al Nantes, incursionó con éxito en el campo empresario y actuó como periodista en la TV francesa, cubriendo, entre otros, el Mundial de Argentina 78.
“El decía que dentro del área siempre hay tiempo y nunca se apuraba para definir. El gol de la final frente a River lo define perfectamente, porque cualquier otro hubiese pateado enseguida y quizá la mandaba a la tribuna; en cambio, él buscó el perfil, se acomodó y definió como si jugara solo, dejando a los rivales desparramados”, expresa Petrocelli con sus ojos iluminados, como si lo estuviese viendo ahora en plena gambeta y marcando un gol.
A pesar de todo, con una balanza que se inclina mucho más para el lado de los sinsabores que de las satisfacciones, Chacarita sabe lo que significa estar amenazado por el descenso con la soga al cuello, pero también sabe que cuando asoma una alegría hay que gozarla al máximo, porque ni se imagina cuándo puede volver a repetirse. Tal vez, como dijo el hincha, se dé cuando la NASA repita la cábala y reúna de su lado un plantel con talento y coraje como el del 69.
Cuando dejaron mudo a Beckenbauer
El 24 de agosto de 1971, aquel Chacarita campeón de 1969 fue invitado a disputar la Copa Joan Gamper, que Barcelona organiza antes de cada temporada para presentar su nuevo equipo. Allí estaban el anfitrión, que venció al Honved, de Hungría, y el Funebrero, que enfrentó al Bayern Munich, con la base de la selección alemana campeona del mundo tres años más tarde, con Maier, Breitner, Beckenbauer y Müller. El resultado fue 2 a 0, con goles de Marcos, a los 16 minutos del primer tiempo, y Fucceneco, a los 44 del segundo. “Ese día nos salieron todas, y el público nos brindó una ovación cuando terminó el partido, porque todos estaban convencidos de que la final iba a ser Barcelona y el Bayern y nosotros nos metimos en el medio. Después perdimos ajustadamente 1 a 0 con Barcelona”, expresó un orgulloso Neumann.
Frente a Racing en cancha de Boca
La palomita de la final anticipada
El sanjuanino Leonardo Recúpero se zambulló para conectar con un cabezazo un centro de Marcos y, de esa manera, destrabó un partido muy difícil que, de haber finalizado igualado, hubiese clasificado finalista al equipo albiceleste.
“La Bombonera no estaba repleta en ese partido semifinal ante Racing, porque casi se suspende por el asesinato del sindicalista Augusto Vandor. Para nosotros era como una final anticipada, debido a que enfrentábamos al mejor equipo de aquellos tiempos, campeón de todo en los últimos años. Jugaban Cejas, Perfumo, Chabay, Wolff, Basile, Rulli y Machado Da Silva, que había terminado como el goleador del Metropolitano.”
La descripción pertenece al héroe de esa tarde del 2 de julio de 1969, el sanjuanino Leonardo Luis Recúpero, que con un gol de palomita a los 42 minutos del segundo tiempo le daba el pase a la final al equipo tricolor.
“Yo creo que ese día jugamos mejor que en la final ante River. Le sacamos la pelota a un gran equipo y terminamos ganando con un golazo”, recuerda Puntorero.
Pero Recúpero no fue el único héroe en esa semifinal. “La atajada más espectacular de mi carrera futbolística justo se dio en ese partido, porque cuando nos pusimos 1 a 0 enseguida vino un tiro libre que Machado da Silva la mandó al ángulo y la alcancé a sacar. El tema era que ellos con el empate pasaban a la final, así que haber evitado ese gol fue vital para conseguir la clasificación a la final”, explicó Petrocelli.
Camino a los dos partidos definitorios, Chacarita cambió de conductor técnico, reemplazando Víctor Rodríguez a Federico Pizarro. “Si bien el equipo estaba muy seguro de lo que debía hacer dentro del campo de juego, se juntó todo el plantel con el nuevo entrenador y se analizó la formación 4-3-3 muy elástica que teníamos, ya que más allá de no variar en cuanto a la estructura, no era lo mismo enfrentar a Racing que a River. Y el equipo mostró una adaptación rápida a cada una de las exigencias”, resaltó Frassoldati.
“Cuando uno llega a instancias finales también valora la preparación física, y en eso el profesor Jorge Socín tuvo mucho mérito”, dijo Neumann.
“Socín –agregó Frassoldati– al igual que Pizarro, el presidente Nader, Poncio, Gómez y el masajista Sañudo ya no están más entre nosotros, y nos queda el mejor de los recuerdos de ellos, porque vivimos juntos momentos inolvidables. Y pensar que ya pasaron 35 años... qué lo tiró...”
El gol de la final frente a River
Al mejor estilo maradoniano, el tercer gol de Chacarita, en la final ante River, es digno de catalogarse entre los más maravillosos en la historia del fútbol argentino. Con el partido 2 a 1, los millonarios empujando por el empate y los Tricolores apostando al contraataque, Angel Marcos recibió de Orife y, con un andar seguro y vistoso, eludió con pelota dominada al arquero Carballo, pisó el área grande, enderezó el rumbo hacia el arco y cuando Miguel Angel López salió a cruzarlo al borde del área chica llega la definición con un toque exquisito de “rastrón” en comba, túnel al defensor y gooooool. “Yo venía acompañando la jugada y en todo momento, creí que iba a tirarme el centro, pero él le dio una terminación de verdadera obra maestra”, recordó Orife.
Por Walter Nápoli (2004)
Fotos: Alejandro Del Bosco y Archivo El Gráfico