¡Habla memoria!

1973. Dialogo entre un rico y un pobre

Dos realidades muy distintas se ven reflejadas en esta nota de EL GRÁFICO, que reúne a Enrique Wolff que jugaba en River y en la Selección con Roberto Franco, que era suplente en Ferro y se juntan a hablar de su pasión, el fútbol.

Por Redacción EG ·

10 de abril de 2019

Enrique Wolff tiene 24 años, juega en River y en la Selección nacional, gana 800.000 cada treinta días, estudia ciencias económicas.

Roberto Franco acaba de cumplir los 22, ocupa un lugar en el banco de Ferro Carril Oeste —club amenazado por el descenso— y trabaja de albañil con varios de sus 12 hermanos para reforzar los 170.000 pesos mensuales que le deja el fútbol.

Los dos son casados (Franco, además, tiene un hijo de tres años y otro de tres meses). Los dos ocupan el mismo puesto: marcador de punta a la derecha. Los dos hicieron cientos de sacrificios —sea en una biblioteca o en un andamio— para llegar a jugar en primera división. Y si bien Wolff pasa ahora por el momento más brillante de su carrera, y si bien Franquito tuvo que sentarse en el banco porque el Diablo se metía dentro de la pelota cada vez que la iba a recibir, los reúne la misma pasión, la misma pureza, los halagos y los dolores de la misma profesión.

Imagen River y Ferro. La Selección y las ilusiones. El estudiante y el obrero cambiando opiniones en un clima fraternal. Wolff y Franco se parecen en muchas cosas...
River y Ferro. La Selección y las ilusiones. El estudiante y el obrero cambiando opiniones en un clima fraternal. Wolff y Franco se parecen en muchas cosas...

EL GRAFICO provocó un diálogo de ambos sobre el tema ineludible: fútbol. Ellos se citaron en el vestuario de Ferro Carril Oeste y permitieron que los acompañáramos a lo largo de toda la charla... Franco, a pesar de ser el más silencioso de los dos, fue el encargado de dar el primer pase...

FRANCO — Decime, Enrique... Ahora que jugás en la Selección, ¿quién te paga el sueldo y los premios?

WOLFF —Mira, los paga la AFA. Pero todavía tenemos que conversar un poco el asunto de los premios. Evidentemente, a mí me convendría que cada uno cobrara los correspondientes a su club, porque River rinde. Y sin embargo, es necesario acordarse de Carnevali, que juega en Chacarita, que no paga tanto ni gana tan seguido; de Kempes, que está en Instituto de Córdoba; de Bargas..., porque el Nantes ahora no juega. Yo quisiera que se haga un fondo común con los premios y que se repartiera por igual, aunque algunos —como yo— tengamos que perjudicarnos...

F — ¿Y es lindo jugar en la Selección?...

W —Vos te lo podes imaginar... Tal vez se arriesgue más, por aquello de que "si perdemos nos mata el país", pero haciendo las cosas bien quizá se tengan mayores satisfacciones que jugando en un club...

F —A veces no quiero ni pensar lo que sería verme algún día con la camiseta del seleccionado...

W —Y... hasta que no la tenés puesta no te das cuenta de lo lindo que es. Claro, si tu equipo no anda bien tardás un poco más en tener la oportunidad. Pero tenés que hacer las cosas bien y tenés que pelearla hasta conseguirla. A vos no te faltan condiciones... Y después, desde adentro, vas a sentir que estás jugando por vos y por todos los jugadores del país. ¿Sabes por qué? Porque en el '69 la Selección' no se clasificó para el Mundial de México, y ya casi no salió más ningún club al exterior porque nadie cotizaba a los argentinos. Entonces entrás a la cancha sabiendo que gana la Selección y ganamos todos...

F —Qué suerte que tenés. A vos te pasan cosas muy diferentes a las que me pasan a mí... Fijate que en este momento yo estoy pensando mucho si seguir con el fútbol o si ponerme directamente a trabajar. Porque no anduve bien. Porque casi no cobramos premios. Porque el sueldo del club no alcanza para mantener una familia grande y humilde como la mía...

W — ¡Vamos, Franquito! Si llegaste a primera es porque sos un buen jugador. No bien Ferro levante un poco te van a ver mejor, ¿y quién te dice que no querrá comprarte algún club grande?...

 F — ¡Y mirá lo que son las cosas! El año pasado había andado bien y cuando vos te fuiste de Racing me vinieren a ver a mí, pero al final no se arregló nada....

W —Sí, algo sabía. Pero ustedes tienen buenos jugadores, como el Goma Vidal, Saccardi y Arregui. Ustedes tienen un club fabuloso y unos dirigentes increíbles, así que tarde o temprano van a levantar cabeza...

F —Si, lo que nos hace falta es hacer una buena campaña para tener confianza. Mira, Enrique, te voy a contar una cosa... El año pasado, cuando jugamos contra ustedes en Ferro, un tipo desde el alambrado me dijo: "Franco, no entres a la cancha. Sentate en el banco y miralo jugar a Wolff, así aprendes..."

W —Ni falta que te hacía. Esa vez jugaste muy bien y nos ganaron dos a uno...

F —No, te quiero decir que vos sos un ejemplo para mí. Porque además sos el gran ídolo de mi viejo... ¿Sabes que él era fana de Racing y apenas te vendieron se hizo veneno de River?

W —Bueno, gracias... Decile que apenas vuelva de Europa con la Selección vamos a visitarlo toda una tarde...

F — ¿En serio? ¡Bárbaro! El viejo es un hombre enfermo y te vas a dar la alegría más grande de su vida...

W —Claro. Vamos a ir los dos juntos y nos quedamos en tu casa toda la tarde...

F — ¡Qué alegría que va a haber en el barrio!... Y, decime... Si llevo a mi pibe mayor y a mi hermanito de ocho años a la concentración de ustedes..., ¿pregunto por vos?

Imagen Sólo habían jugado tres veces frente a frente. Pero apenas se encontraron comenzaron a conversar como viejos amigos...
Sólo habían jugado tres veces frente a frente. Pero apenas se encontraron comenzaron a conversar como viejos amigos...

W — ¡Por supuesto! Vení mañana mismo si queres y les hacemos sacar fotos con todos los muchachos del seleccionado... ¿Y cómo se llaman tus pibes?

F —El mayor, Fabio, que es de River. Y el más chiquito, Diego. Con ellos y con mi señora nos mudamos un poco más cerca, a Morón, a una casa que nos da un hincha fanático de Ferro, para estar un poco más cerca de la Capital. Resulta que allá, en Moreno, donde viven mis viejos, tenía que levantarme a las cinco de la mañana para ir al entrenamiento. Y del club me iba a la obra para trabajar hasta las siete o las ocho de la tarde...

W —Te compadezco, pero yo siempre viví en San Isidro, y por lo menos me hice siempre dos horas de viaje para ir y dos para volver desde casa a la cancha de Racing...

F —Todos tenemos que sacrificarnos para jugar. Yo hice este año mi primer contrato y trabajo un poco menos porque mi familia, que es muy humilde, pero muy unida, me ayuda en todo lo que puede. Pero me acuerdo de todas las que pasé por llegar, desde que me inicié en la novena. Suerte que el capataz era bueno y muchas veces me dejaba salir a las doce pagándome todo el día... Aparte, no te quiero ni contar cuando jugábamos de noche y llegaba a casa a las dos de la mañana, después de caminar veinte cuadras desde la estación, para empezar de nuevo al día siguiente...

W —Me imagino. Y ya sé que si el equipo va bien te dan más ganas de luchar. Pero vos tenés que hacer al revés y agrandarte ahora... No te olvides que aparte de un club bárbaro ustedes tienen dos técnicos fenómenos...

F — ¡Eso! Tanto Mareque como Bertulessi son tipos increíbles. No te imaginas de lo que nosotros seriamos capaces con tal de responderles y darles una satisfacción...

W —Ya va a llegar el momento, Franquito. Siendo buena gente, siempre te van a dar confianza, y eso es lo más importante para un jugador... porque lo peor es estar en la cuerda floja sin saber si te ponen o te sacan... Yo prefiero que el técnico sea buena persona antes que nada, porque ésa es la gente que hace las cosas por convicción... Como por ejemplo Víctor Rodríguez, que estuvo con nosotros en Racing y ahora trabaja en All Boys. Pasó el tiempo y cada día valoro más su calidad humana...

F — ¿Y cuándo te vas a recibir de contador?

W —No tengo apuro, pero sé que me voy a recibir. Por ahora me faltan 10 materias y quiero rendir una más antes de diciembre para no perder el año. De algún modo, con Selección y todo, me voy a arreglar. Y no quiero ni contarte los sacrificios que debí hacer tantas veces para estudiar y para dar exámenes. Por eso te digo que no bajes los brazos...

F —Claro, es como decís vos: siempre viene la revancha... Pero si es cierto que todo se compensa, con la mala que tengo yo en mi casa y en el fútbol el día que se me arreglen las cosas voy a estar en la gloria.

W —Es así... Yo tuve mucha suerte porque desde que llegué a la séptima hasta jugar en primera no pasó ni un año. Pero no te creas... Después de eso tuve que esperar y hacer banco muchas veces. Incluso, como jugaba en varios puestos, en más de un partido salíamos al banco nada más que el arquero Guibaudo y yo. Oh, mirá... en Racing también las pasamos fuleras...

F —Sí, pero a mí me da lástima por los dirigentes de Ferro. ¿Vos querés creerme que perdimos ocho partidos seguidos y ninguno de ellos nos hizo un solo reproche? ¿Querés creerme que mientras tanto los teníamos locos a "mangazos" y, aunque mucho no se cobra, estábamos sacando vale tras vale?

W — ¡Es increíble! Por lo que es como club, por los dirigentes y por todos ustedes como tipos y como jugadores, Ferro no tendría que irse al descenso... Pero, a propósito, ¿vos de qué cuadro sos?

F —Yo fui siempre de Boca, desde que me acuerdo. Era fana de Simeone... Nosotros somos de San Justo, provincia de Santa Fe, el mismo pueblo de los Scotta, y ahora, en Buenos Aires, como toda la familia de mi señora es de River, me hicieron cambiar de club a la fuerza... ¿Vos también sos de River, Enrique?

W —No, yo fui toda la vida de Racing. Mi señora es de River a muerte. ¡Y pensar que yo siempre le decía "ustedes nunca van salir campeones... hasta que me contraten a mí"! Pero ella sí que es fana, fana... Fijate que cuando yo estaba en Racing y jugábamos contra River hacía fuerza para ellos...

F — ¿Cómo te iniciaste?

W —Yo empecé en la séptima jugando "de diez". Después, en la tercera y en primera fui volante. Hasta que Pizzuti me hizo marcador de punta, un puesto que sólo había ocupado medio de casualidad en un partido del Campeonato Juvenil que jugamos en Paraguay...

Imagen Enrique Wolff y Roberto Franco, reunidos por EL GRAFICO. Tuvieron una charla cálida, conmovedora, inolvidable. Tema ineludible: fútbol.
Enrique Wolff y Roberto Franco, reunidos por EL GRAFICO. Tuvieron una charla cálida, conmovedora, inolvidable. Tema ineludible: fútbol.

F —iSi te habrán hecho reportajes! Para mí, ésta es la primera nota grande...

W —No vayas a creer, ¿eh? Aparte de las revistas de River y Racing, apenas dos o tres entrevistas. Es que al periodismo y al público le interesan más los delanteros, los que hacen goles... Y aunque no lo creas, jamás salí en la tapa de ninguna revista... Pero, contame: ¿vos cómo empezaste?

F —A mí me hubiera gustado ser wing derecho y un pibe amigo me avisó que en la novena de Ferro faltaba un marcador de punta. Pero resulta que no tenía ni para el boleto del tren y me lo pagó el padre de este chico. Cuestión que llegué a Ferro, me probó don José Scalise y di una buena prueba, aunque hasta ese día nunca me había puesto botines... ¿Vos sabes? El padre de mi amigo, el que aquella vez me pagó el boleto, me dijo al despedirme ese día: "cuando seas profesional me lo devolvés con un asado". El asado lo hicimos hace poco. ¿Te imaginás qué satisfacción fue para mí? Pero no te puedo creer que nunca hayas salido en la tapa de ninguna revista...

W — ¡Y es así no más! Aparte, cuando veo que alguien está leyendo alguna nota que me hicieron me da vergüenza, me da calor... Ahora, cambiando de tema, ¿qué tal está el Pichi Peláez?

F —Dentro de lo posible, bien. Camina, trabaja en el club, y aunque un poco dolorido ya soporta la idea de no jugar más al fútbol...

W —Yo no tengo la suerte de conocerlo, pero sé que es un pibe bárbaro, y viéndolo jugar me di cuenta de que era un gran marcador de punta...

F —A mí me aconsejó siempre y me sigue aconsejando ahora...

W —No me sorprende que Ferro quiera comprarle una casa, pero vamos a tener que hacerle un partido a beneficio con la Selección...

F —Sería una gran cosa, Enrique. Algún día nos va a venir la buena y podremos ayudarlo nosotros también.

W — ¿Ves lo que yo te digo? La gente de Ferro, y te lo digo yo que estoy en un gran club como Ríver, no va a cambiar su buena mentalidad aunque le vaya mal con los resultados del fútbol... A veces pienso en estas cosas y no puedo explicarme lo que pasó en Racing el año pasado: salimos segundos en el Metro, casi llegamos a las finales del Nacional y sobre el fin de la temporada se desprendieron del técnico, del preparador físico y de 14 jugadores... ¡Cinco años yendo a ver a Racing y ocho años jugando en el Club! No, hay cosas difíciles de entender...

F —Pero, por suerte, a vos te fue muy bien, y yo me alegro mucho. ¿Me acompañas a tomar el tren, Enrique?

W — ¡Claro que sí...! ¿Cómo no?

F —Gracias, y después de lo que vos me dijiste voy a seguir luchando, voy a tratar de seguir jugando al fútbol...

W —Eso es lo que te queda escuchar...

F — ¿Y es cierto que vas a venir un día a casa para ver a mi viejo, para que él te pueda conocer?

W —Ya está prometido. Seguro. Apenas tenga un día libre te llamo a vos y me llevas a visitarlo...

F —Bueno, entonces me voy ahora mismo a contarle que estuve con vos, que vamos a salir juntos en EL GRAFICO, que cualquier día vas a ir a mi casa...

W —Dale un abrazo de parte mía...

F —iClaro que se lo voy a dar...! En mi casa no van a querer creer que estuve con vos. Y cuando llegues allá, a Moreno, seguro que van a dar asueto en todo el barrio...

 

CARLOS MARCELO THIERY

Fotos: ABACA