Marcelo Gallardo, en su hora más crítica al frente de River
El Muñeco no le encuentra la vuelta a su equipo y los resultados no lo están acompañando. La derrota por penales ante Talleres fue un llamado de atención, pero también una muestra del flojo presente del Millonario.

MARCELO GALLARDO está fastidioso porque su River no tiene el gen que supo imprimirle durante varios años de su primera etapa.
Aquel equipo voraz, ambicioso, avasallante y batallador que supo enamorar al hincha de River hoy es todo lo contrario: apático, inofensivo y sin carácter.
River tiene un enorme problema de generación de juego y le cuesta horrores convertir. Pero, además, sin pelota sufre y mucho: no tiene el Millonario jugadores que se destaquen por recuperar el balón ni presionar en la salida rival.

Y Gallardo es el máximo responsable del rendimiento de River: él es el entrenador, él conformó gran parte del plantel (y ya tuvo la pretemporada que pedía), él arma los equipos y decide los cambios durante los partidos.
River no juega bien desde 2022. El último año de Gallardo durante el primer ciclo fue malo y sin títulos. El River de Martín Demichelis ganó de buena manera la Liga Profesional 2023, pero en ese mismo semestre le costaba horrores ganar de visitante. Y en 2024, salvo el título en la Supercopa Argentina contra Estudiantes, ni Demichelis ni Gallardo han estado a la altura.
Si bien los hinchas lo siguen adorando y agradeciendo por la gloria pasada, la realidad indica que en la cancha suenan con más frecuencia el "Movete River movete" y el "pongan más huevos, pongan más corazón, porque esto es River y hay que salir campeón". Es decir, un llamado de atención y un grito de guerra contra los jugadores.
River juega mal y parece falto de energía e ideas. Además, gastó mucha plata en el mercado de pases pero no se reforzó en los puestos clave: no trajo un lateral izquierdo tras la negativa por Lucas Esquivel, no trajo volantes por afuera ni extremos y tampoco compró a un 9 para alternar con Borja, el único centrodelantero del plantel.
Enzo Pérez, con 39 años, sufre los partidos y está muy solo en la recuperación. Ni Simón ni Meza lo ayudan en la marca. Los delanteros no presionan con ímpetu en la salida. Entonces, al Millonario se le hace muy difícil recuperar la pelota en campo rival, a diferencia de lo que solía pasar en la era dorada de Gallardo.

Con el regreso de Giuliano Galoppo tal vez encuentre cierto equilibrio en el mediocampo y conecte mejor las líneas. El ex São Paulo tiene ese gen de los volantes de Gallardo: combativos, de buen pie, firmes en la marca y con llegada al área rival. Ya lo demostró durante el segundo tiempo contra Lanús y River extrañó su ausencia tras la lesión sufrida en un entrenamiento.
Quizás la llegada de Kevin Castaño le dé más solidez a un mediocampo endeble y sin presencia firme. River necesita cambiar urgente la cara y Gallardo, en su hora más crítica como entrenador, lo sabe.
"Es mi responsabilidad ser autocrítico y exigente, está en mis genes y no va a cambiar. Vamos a necesitar personalidad para reponerse de este mal arranque", dijo el Muñeco en la conferencia posterior a la caída por penales contra Talleres.
Y agregó, con cierto dejo de esperanza, que "no tengo dudas que con insistencia y claridad para resolver cosas le vamos a encontrar la vuelta, necesitamos estar decididos".
Gallardo seguirá apelando a sus herramientas para lograr enderezar el rumbo de un River que, pese a los cambios de intérpretes y tácticas, sigue sin aparecer. Este domingo desde las 19.15 y ante Atlético Tucumán tendrá una prueba de fuego para dar la cara y empezar a cambiar la energía negativa que sobrevuela en el aire.
Foto de portada: AFP