Primera División

Vélez y el vaso medio lleno

De pelear el descenso a la final de un campeonato en apenas 5 meses. Perdió por penales con Estudiantes pero quedaron varios aspectos para ser optimistas de cara al futuro.

Por Adrián Wowczuk ·

05 de mayo de 2024

VÉLEZ VIVIÓ LA FRUSTRACIÓN de no poder alzarse con la Copa de la Liga, donde cayó por penales en la final con Estudiantes, en un vibrante partido disputado este domingo en el estadio Madre de Ciudades de Santiago del Estero. Estuvo muy cerca de poder alzarse con su estrella número 17, pero la alegría viajó a la ciudad de La Plata.

Hace diez años que el club de Liniers no da una vuelta olímpica, lo cual parece mucho tras haberse acostumbrado a las mieles del éxito a partir de los años '90, cuando vivió una verdadera metamorfosis -de las más importantes que se hayan experimentado en el fútbol argentino- y creció exponencialmente en títulos y en cantidad de hinchas, más allá de su condición perenne de institución modelo en el plano social.

Por eso, tras una década gris en cuanto a éxitos deportivos y en los que incluso coqueteó con el descenso (Vélez cumplió hace poco 80 años en primera y es el equipo que más tiempo permaneció en la categoría después de Boca), la posibilidad casi milagrosa con el prisma de los acontecimientos cercanos y aciagos en los futbolístico de volver a conquistar un título fue como agua en el desierto para los sedientos fanáticos del Fortín.

El 25 de noviembre de 2023, hace poco más de cinco meses, Vélez le ganaba con el corazón en la boca a Colón en el Amalfitani y evitaba irse a la B tras tambalear por la cornisa, con una calculadora en una mano y un rosario para elevar plegarias en la otra. Con Sebastián Méndez a la cabeza, que se fue por la ventana de Unión para salvar al club de sus amores de la muerte futbolera, evitó el oprobio después de un largo via crucis.

En diciembre llegó Gustavo Quinteros, un entrenador con una docena de títulos obtenidos en Bolivia (Blooming, Bolivar y Oriente Petrolero), Ecuador (Emelec) y Chile (Universidad Católica y Colo Colo). La dirigencia encabezada por Fabián Berlanga lo eligió en una de sus primeras acciones de gobierno y por fin se le dio el desafío en su país, después de haber estado cerca de dirigir a un gigante necesitado: Independiente.

 

Imagen Gustavo Quinteros asumió su cargo en diciembre, en reemplazo de Sebastián Méndez.
Gustavo Quinteros asumió su cargo en diciembre, en reemplazo de Sebastián Méndez.
 

El inicio de la Copa de la Liga fue errático con un empate y una derrota ante Independiente en Villa Luro, hasta que en la tercera fecha llegó el quiebre: 0-5 en Núñez ante River, en una goleada que se transformó en humillación y que él mismo reconoció como tal después de la paliza. "Como entrenador me da verguenza este resultado", sostuvo.

No tuvo pruritos en marcar que a su equipo le faltaba fortaleza mental para afrontar los momentos complicados y en eso puso el foco. A partir de allí, Vélez enhebró una campaña muy buena y se convirtió en el equipo que más puntos sacó desde ese momento. Fueron 11 encuentros en los que apenas cayó en la anteúltima fecha con Talleres en Córdoba, y de forma muy ajustada.

La clasificación a cuartos de final llegó de forma cuasi milagrosa luego de la victoria en Mendoza con Independiente Rivadavia y el empate entre Independiente y Talleres. Eso le permitió a la V Azulada sentarse en la mesa de los que definirían el certamen, con un plantel corto, sin figuras y con muchos chicos. 

Apenas la calidad de Claudio Aquino y su excelencia en la pegada, las atajadas de Tomás Marchiori y el afianzamiento de Valentín Gómez como adalid de la defensa (también Damián Fernández en las últimas fechas) y de Christian Ordónez en el medio fueron los puntos altos a nivel futbolístico. El resto: destellos de algunos experimentados (Elías Gómez, Emanuel Mammana, Francisco Pizzini, Braian Romero), voluntad, convencimiento y disciplina.

Como muestra de la importancia del trabajo de Quinteros valga mencionar la reconversión de Agustín Bouzat, otrora extremo y volante resistido y ahora aclamado por su tarea fundamental en tareas de contención y de rueda de auxilio. El técnico le encontró el puesto justo y él respondió con creces.

Ni siquiera el hecho extrafutbolístico de la acusación por abuso sexual de cuatro jugadores que ya no forman parte de la nómina (Sebastián Sosa, Braian Cufré, José Florentín y Abiel Osorio) le bajó la moral a un conglomerado que ya estaba fortalecido en lo emocional y cohesionado como grupo.

Con esa impronta afrontaron el duelo con Godoy Cruz, el mejor equipo de la fase regular, y lo ganaron con justicia y autoridad a pesar de haber jugado gran parte del partido con diez por la expulsión de Elías Gómez. Frente a Argentinos, se quedó con uno menos tras la roja a Braian Romero y disputó 85 minutos en inferioridad numérica, a pesar de lo cual se plantó ante un conjunto destacado por sus virtudes y lo eliminó en los penales.

La final con Estudiantes también mostraba a priori el mano a mano contra un equipo mejor en los papeles, con una riqueza de plantel muy superior y reciente ganador de la Copa Argentina. Otra vez fue Vélez quien protagonizó las acciones, impuso condiciones y se erigió como dominador en gran parte de los 120 minutos disputados. Los penales esta vez determinaron que la alegría fuera Pincharrata.

Pero en medio de la tristeza de los casi 15 mil Fortineros que desandaron 1.000 kilómetros en aviones, autos particulares y más de 130 micros, queda el orgullo por lo que demostraron sus representantes en el verde césped y la esperanza de un futuro que asoma como promisorio por algunos factores.

La batalla contra el León la terminó con 8 elementos formados en la cantera dentro de la cancha. Thiago Fernández, de 20 años, la rompió; Alejo Sarco, de 18, ingresó en el complemento y marcó el gol del empate; Álvaro Montoro, de 17, jugó con total desparpajo y se hizo dueño del equipo en el tramo final.

El grupo supo, gracias al trabajo de Quinteros, hacerse irrompible desde lo anímico, su talón de Aquiles más visible, y sacarse de la cabeza la idea de sumar para alejarse del descenso.

En las instancias definitorias de la Copa de la Liga, en los tres partidos demostró su fisonomía de elenco consolidado, nunca perdió la línea y siempre o casi fue más que su rival, ya sea desde una postura más replegada o ejerciendo el protagonismo. Y además lo hizo condicionado por las tarjetas.

 

Imagen Gustavo Quinteros, hacedor de un verdadero milagro con un Vélez que se atreve a soñar de cara al futuro.
Gustavo Quinteros, hacedor de un verdadero milagro con un Vélez que se atreve a soñar de cara al futuro.
 

Paulatinamente, a lo largo de la fase regular aprendió a "mirar para arriba" y no para abajo, como venía acostumbrado. De a poco, los rivales volvieron a mirarlo como el tradicional Vélez que compite y lucha por sumar estrellas. De hecho, los puntos acumulados ya le permiten encararmarse entre los candidatos a ingresar a alguna copa internacional, como demanda la historia velezana.

Por eso, en medio de la desazón por la conquista que estuvo cerca y finalmente fue esquiva, sobran los motivos para avisorar con optimismo el futuro. Esta vez, una caída permite observar el vaso medio lleno para un Vélez que con la llegada de un par de refuerzos de categoría puede afianzar la saludable imagen que dejó en los tramos finales de la competencia.