Memoria emotiva

Jorge Burruchaga: más que un socio

Un día como hoy pero en 1998, se retiró del fútbol. Repasamos la historia de un hombre de goles importantes, de momentos definitorios. Traductor e intérprete de dos genios: Bochini, primero, y Maradona, después. El autor del gol que todos soñamos hacer.

Por Pablo Bomarito ·

15 de septiembre de 2023

El partido perfecto

Van 24 minutos del primer tiempo, un rechazo del fondo de Independiente, le queda en los pies a Bochini, justo al “10” del rojo en la medialuna del área. El tiempo se detiene, siempre que el la tiene, todo pasa a otra velocidad. El tiempo se estira, se deforma, los que lo rodean entran en la nebulosa. Todos menos Jorge Burruchaga, al que Bochini ya había visto. Pica por el medio, entra en posición de “9” y el “Bocha” pega el estiletazo al vacío, el tiempo vuelve a su forma, “Burru” y la pelota se encuentran, el arquero Joao Marcos sale a atorarlo pero es tarde. Burruchaga de derecha le pica la pelota y el Estadio Olímpico de Porto Alegre enmudece. El gol que valdría la séptima Copa Libertadores para Independiente, a pesar de faltar el partido de vuelta en Avellaneda, entraba en la historia.

 

Imagen Un gol que significó una copa, Libertadores 1984
Un gol que significó una copa, Libertadores 1984
 

Empezó de abajo

Literalmente fue así en todo sentido: “Un en­tre­na­dor, Je­sús Ló­pez, de­cía que por mis con­di­cio­nes y mi téc­ni­ca po­día ju­gar de lí­be­ro, ya que sa­lía bien de atrás y lle­ga­ba a los re­le­vos. Eso fue en in­fe­rio­res. Y en Pri­me­ra, Ló­pez y Ca­va­lle­ro tam­bién me qui­sie­ron po­ner ahí. Pe­ro co­mo vie­ron que du­dé un po­qui­to an­tes de acep­tar el pues­to, se arre­pin­tie­ron”.
Antes el fútbol le había dado un golpe, River Plate lo había dejado libre en divisiones inferiores Con 13 años el pibe que juntaba las monedas para viajar, se quedaba sin sueño. “fue la pri­me­ra y una de las más gran­des de­si­lu­sio­nes que tu­ve en el fút­bol. Fue un ma­za­zo muy gran­de. En­ci­ma, se dio en el 77, el año en el que mu­rió mi vie­jo. Ahí lar­gué el fút­bol, no que­ría ju­gar más".  

Imagen Jorge Burruchaga en las inferiores de River.
Jorge Burruchaga en las inferiores de River.
 
De ahí se fue a probar a Quilmes, tampoco tuvo suerte y no quedo. Arsenal apareció en su vida casi por accidente. En el barrio jugaba por plata o trofeos, hasta que lo vio un amigo de los Grondona y lo acercó al club. A los dos años, ya jugaba en primera.
Imagen "Burru" con la camiseta de Arsenal, partido contra Chicago en 1981.
"Burru" con la camiseta de Arsenal, partido contra Chicago en 1981.
En 1982, Nito Veiga lo reclutó para Independiente, y literalmente jugó de todo. Miguel Angel López lo hizo debutar por la lesión de Nestor Clausen y arrancó de lateral por derecha; después también por lesión reemplazó a Ricardo Giusti y tiempo después hasta hizo lo propio con el mismísimo Ricardo Bochini. Allí se afianzó. Ya con Nito Veiga en la dirección técnica, pasó a jugar de “cuarto volante”, donde hizo su carrera. Alguna vez, el ex entrenador le dijo en broma: “te encontré el puesto”.
Imagen Burruchaga, Trossero y Bochini, posando con la Libertadores para El Gráfico
Burruchaga, Trossero y Bochini, posando con la Libertadores para El Gráfico
De contar las monedas a ser una de los pilares de un equipo lleno de figuras. En retrospectiva, Burruchaga fue un jugador de este tiempo, por su dinámica, su panorama de juego y sentido de la ubicación. Fue campeón del Metropolitano 1983, Libertadores e Intercontinental 1984 y de allí el salto al fútbol europeo.

Escape a la gloria

No se podía escapar, de ninguna forma. Rudi Vóller había empatado un partido que estaba ganado. Pero Alemania es así, como dice el poema de Almafuerte: No te sientas vencido, ni aún vencido.
En otro soneto del mismo poema, estaba también la respuesta argentina: Trémulo de pavor, piénsate bravo y arremete feroz, ya malherido.

Imagen Derecho a la gloria, otro gol que vale una copa: La del mundo en México 1986.
Derecho a la gloria, otro gol que vale una copa: La del mundo en México 1986.
Rodeado en la mitad de cancha, Maradona recibe un pelota del lateral -si Ricardo Bochini era el maestro del tiempo, Diego lo era de la prestidigitación y el engaño- apretado, saca un pase al vacio, y allí otra vez aparece Jorge Burruchaga. Otra corrida, como la de Porto Alegre, dos años antes, ante otro arquero que sale y no puede, otro gol que vale un título. El destino, que alguna vez lo cacheteó, le retribuyó con gloria el dolor de esas bofetadas.

El regreso a casa

Tras un largo periodo en Francia entre 1985 y 1995, era la hora de volver. Su segundo hogar, Independiente lo estaba esperando, a pesar de que estuvo muy cerca de jugar en Boca Juniors, como el mismo recuerda: “Es­tu­ve cer­ca de Bo­ca dos ve­ces y en una es­ta­ba ca­si lis­to. Se frus­tró por­que com­pra­ron a Char­les”. También lo estuvo de River Plate, pero de manera más informal, solo charlas.
De vuelta en el “Rojo”, integró el equipo que comandó el “Zurdo” López a la conquista de la Supercopa y más tarde la Recopa 1995.
El 15 de septiembre de 1998 llegó su última función, pero no fue todo lo feliz que debería haber sido. El mismo lo recuerdó en un 100 x 100 con nuestra revista:  "Me hu­bie­ra gus­ta­do re­ti­rar­me ju­gan­do. Des­pués de per­der un par­ti­do en can­cha de Vé­lez, sa­lí del equi­po y no me re­ti­ré co­mo me­re­cía. Lo me­jor hu­bie­ra si­do que me di­je­ran que no iba a ju­gar más. Pe­ro no se dio así y fue du­rí­si­mo ha­ber­me ido cuan­do se ter­mi­nó ese con­tra­to, sin que na­die me di­je­ra chau ni gra­cias. En ese mo­men­to, es­ta­ba Héc­tor Gron­do­na de pre­si­den­te y Me­not­ti de di­rec­tor téc­ni­co. El error fue no de­cir la ver­dad. Sa­car con­je­tu­ras aho­ra es me­dio al pe­do. Pe­ro el Fla­co (Cesar Luis Menotti) me di­jo que me iba por pro­ble­mas eco­nó­mi­cos, y Héc­tor me di­jo que el en­tre­na­dor no me que­ría…"

Imagen La última función, Burruchaga no se retiró como hubiera querido.
La última función, Burruchaga no se retiró como hubiera querido.

Siempre es hoy

Jorge Burruchaga, el hombre de los goles importantes, supo ocupar un lugar difícil en el fútbol y la vida, el del socio laburante y talentoso, al costado de los reflectores.
Un hombre callado, pero inolvidable, esos que no deberían faltar en ninguna cancha, empresa y menos en la vida.

Diseño y edición de fotografía
Matias Di Julio