A fondo: el europibe que se entrenó solo en el Coliseo y sueña con jugar en River
Con pasado en las juveniles de Argentina, Santiago Colombatto revela lo vivido en su inmigración a Italia, analiza su presente y reafirma su anhelo de vestir la banda.
SANTIAGO COLOMBATTO representó una de las sorpresas de la Selección Argentina Sub 20 para el Mundial de 2017 y de la Sub 23 para los Juegos Olímpicos de Tokio 2020. Ya maduro como futbolista, recuerda sus inicios en las inferiores de River y Racing, detalla el sacrificio para jugar en Italia y analiza su presente en la segunda división de España.
Casi 100 kilómetros separan a Ucacha, su localidad natal, de Villa María, la ciudad que marcaría su carrera futbolística: un veedor de River lo vio allí por primera vez a los 10 años y decidió llevarlo desde Córdoba hacia la ciudad. Completó con creces la etapa de infantiles, pero en juveniles el camino comenzó a hacerse cuesta arriba.
El cambio físico y el poco rodaje en octava división fueron las causas de la inevitable libertad de acción a fin de año: el sueño de vestir la camiseta de la Banda quedaba trunco, al menos por ese momento. Con ese escenario, estuvo cerca de regresar a su pueblo, pero se probó en Racing y quedó… sin la motivación necesaria para un futbolista profesional en formación. “Tenía 16 años y empecé el camino que no tenía que llevar: no entrenaba bien, no me cuidaba, salía de fiesta. Hacía todo lo que no tenía que hacer, me dejaron libre y ahí había decidido que me volvía a mi pueblo porque no se me había dado”, recuerda.
La vuelta de Gabriel Rodríguez, conocido formador del Millonario, cuando Rodolfo D´Onofrio ganó las elecciones, le permitió retornar al conjunto de Núñez. El resultado, sin embargo, no fue el deseado: “Seguía los mismos pasos del año pasado. No hacía nada bien, mi cabeza no estaba bien. En ese momento, la culpa era de los técnicos, yo me preguntaba por qué no jugaba y era porque no hacía nada de lo que tenía que hacer para competir con mis compañeros”.
Relegado nuevamente por la institución de la cual es hincha, eligió probar suerte en Italia por sobre viajar a Bariloche con sus compañeros de curso: “¿Por qué ahí? Lo tenía en mi cabeza, pensaba que ahí podía andar, no sé por qué. Le prometí a mi papá que me iba a poner las pilas para afrontar la última posibilidad de una manera diferente”.
Cagliari fue su primer club en Europa pero antes tuvo que pasar por un camino sinuoso en Italia. Llegó en diciembre de 2014 junto a sus representantes para conseguir un club en menos de 20 días y mientras tanto, se entrenaba solo en el Coliseo. Días después pasó una prueba en Latina y le ofrecieron un contrato para firmar el mes siguiente, pero no todo sería tan fácil en su aventura. En enero de 2015, tras pasar las fiestas con su familia, regresó al Viejo Continente para rubricar su vínculo. Sin embargo, al llegar al campo de entrenamiento de Latina, se encontró con que los entrenadores habían cambiado y no lo dejaron firmar.
Sin papeles y sin el trámite de la ciudadanía finalizado, se fue a vivir a lo de su tía desconocida, en el norte, a la que vio por primera vez en esa situación de emergencia. Poco después fue descartado en una prueba en Chievo Verona por no tener el pasaporte europeo.
Su representante lo vinculó con Iván Córdoba, el ex defensor de San Lorenzo e Inter. Tuvo que causarle una buena impresión al colombiano en Arconate, un equipo de quinta divisió. Aprovechó bien su última bala: “Fui a entrenar ahí y me salía todo, ni hizo falta otro día. Me quedé ahí para ponerme bien y seguí entrenando un mes, hasta ese momento lo hacía enfrente de lo de mi tía. A partir de ahí fue diferente, ya tenía pasaporte, pero me faltaba el equipo, lo más importante”.
El siguiente intento fue en Juventus, pero la operación no prosperó: no hubo acuerdo en temas de contrato. Con el rechazo arribó a la isla de Cerdeña para experimentar en Cagliari, que había descendido y tenía que encarar una reestructuración. “Fui cortando fierros, anduve bien en la prueba y me quedé al principio sin contrato. Empecé con la reserva y después pasé a primera, después de estar siete meses dando vueltas por toda Italia”, explica.
Fernando Batista lo acercó para disputar el Mundial Sub 20 de Corea del Sur en 2017, pese a que no había jugado en el fútbol argentino. Lo que en aquel momento fue una rareza, actualmente es una realidad que ocurre con jugadores como Alejandro Garnacho, Nico Paz, Valentín Carboni y Matías Soulé, entre otros. “Se fue expandiendo todo lo que es el fútbol, se le presta atención a los chicos que están afuera, hay una red de scouting que le presta atención. También, los que están lo están haciendo bien”, analiza.
A aquella Selección no le fue bien: una eliminación prematura en fase de grupos para el equipo de Claudio Úbeda tuvo gusto a poco para una gran generación que contaba con Juan Foyth, Gonzalo Montiel, Lisandro Martínez, Exequiel Palacios y Lautaro Martínez, campeones del Mundo en Qatar 2022.
Así lo recuerda: “Estábamos en construcción, si hubiéramos entrenado más seguido, ese era un equipazo, no es casualidad que haya cinco que ganaron todo, tenía mucha calidad. En ese torneo, las cosas no se dieron por falta de programación, no hubo tiempo. El que más me sorprendió fue Lautaro, se veía que era diferente. A nosotros nos lo expulsaron en el primer partido y era el jugador más importante”.
Cuatro años después fue convocado una vez más por el Bocha para los Juegos Olímpicos de Tokio 2020, que se jugaron en 2021 por la pandemia, pero el resultado no fue el esperado, ya que la Albiceleste quedó eliminada en fase de grupos ante España, Egipto y Australia. “Fue una sorpresa, veníamos de ganar los Juegos Panamericanos y el Preolímpico, el equipo estaba armado y compenetrado, era como que ya se conocía. Teníamos mucha ilusión de lograr algo importante”, remarca.
Su buen presente en el ascenso español mantiene la ilusión viva de jugar en la Selección mayor, aunque sabe que todavía está lejos: “Siento que todavía estoy en edad, pero entrar a un equipo que es tan competitivo y plagado de figuras es difícil. Soy consciente de que para llegar ahí tengo que jugar en un equipo importante. Primero hay que conseguir el ascenso y de consecuencia sé que la oportunidad puede llegar si hago las cosas bien. Me preparo para ese futuro”.
Con antecedentes en el fútbol belga, al que considera un paso en falso, y en León de México, sitio en el que relanzó su carrera, disfruta del fútbol europeo: volvió en 2022 para jugar en Famalicao de Portugal y luego se asentó en Real Oviedo, club en el que quedó a las puertas de ascender a la Liga Española.
“Esta temporada fue una de las mejores de mi carrera, este club lleva 23 años sin jugar en primera y estuvimos a un paso, ganamos la final de ida 1-0 y perdimos la vuelta 2-0 contra Espanyol. Jugamos todos los partidos con 25.000 personas, la gente está muy compenetrada, con mucha ilusión de subir. Estar tan cerca fue un golpe duro, pero acá vamos de nuevo”, asegura.
En el conjunto asturiano comparte plantel con uno de sus referentes en la posición: “Tenemos la suerte y el privilegio de jugar con Santi Cazorla, es una bestia como jugador y como persona. Técnicamente es increíble, es muy bueno, siempre algo va a inventar y tiene 39 años. Es muy profesional, te das cuenta por qué jugó donde jugó”.
Padre de dos hijos, un varón y una nena, vislumbra lo que viene con optimismo y anhela jugar en el club de sus amores. “Tengo el sueño personal de ir a River, ojalá poder cumplirlo en el futuro. Soy fanático, estuve cuando era chico. Es algo pendiente, por ahora no estoy pensando en volver a Argentina. Tendrían que pasar muchas cosas para que se de”, expresa, con el corazón en la mano.
Imagen de portada: AFP